Del 12 al 27 de junio realizamos el cuarto viaje del año, en esta ocasión de 16 días, teniendo como destino lugares en los que en la mayor parte ya habíamos estado con anterioridad, caso de Nancy y Alsacia (en junio de 2002) y Auvernia (en mayo y julio de 2005). En total hemos recorrido 4.417 km en coche, 112 a pie y unos cuantos en tranvías de tres ciudades. Lo peor ha sido el elevado precio de la gasolina, pues hemos gastado en repostar 701 €, a los que hay que añadir más de 200 de peajes de autopistas. Vamos, que en transporte hemos gastado más que en los viajes a La Palma y Menorca juntos. El dormir tampoco ha resultado barato pese a que hemos optado las 15 noches por los sencillos Hoteles Ibis, en los que he viajado por todo Europa, comprobando que los precios han subido con la pandemia y la calidad se ha desplomado. Mientras que en el de Colmar Est nos trataron de maravilla, preparándonos unos huevos fritos con patatas para la última cena, nunca volveré al Strasbourg Avenue du Rhin, donde nos castigaron sin cenar, primero adelantando la hora de cierre a las 21:00 pese a que en los carteles del hotel ponía una hora más tarde y las dos noches siguientes alegando que tenían un grupo, de Fuerteventura por cierto. Tampoco nos perdimos nada, pues los canarios nos comentaron que la comida era penosa. Este hotel no era nada barato (414,20 € las cuatro noches con desayuno), pues las habitaciones eran minúsculas y las parcelas del aparcamiento de pago en versión reducida. Vamos, un lugar para no recomendar.
Como Alsacia queda muy lejos de Leioa, salimos el 12 de junio por la tarde, para hacer una noche de paso en Pessac, en la periferia de Burdeos y fijamos como primer destino para el 13 de junio, Bourges, de forma que nos quedara la tarde libre para visitar la Catedral de Saint-Etienne, una de las obras maestras del arte gótico que, desde 1992, forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Construida entre los siglos XII y XIII, cuenta con excelentes imágenes y vidrieras. Recorrimos también su centro histórico, en especial la rue Bourbonnoux y la place Gordaine, a las que se asoman hermosas casas con entramados de madera en su fachada. Lo malo es que aquí empezamos a sufrir la ola de calor que nos acompañó durante 10 días, acostumbrándonos a pasar las tardes con temperaturas de 38 grados, a cenar con 30 y a desayunar con 27. Menos mal que para dormir y viajar teníamos aire acondicionado.
Al día siguiente, 14 de junio, todavía teníamos muchos kilómetro hasta Estrasburgo, así que, para no tener la sensación de estar todo el día en una autopista y de paso estirar las piernas, decidimos parar algo más de una hora en un lugar que me encantó en el viaje anterior, Nancy, aunque en esta ocasión nos limitamos a tomar un café en la preciosa plaza Stanislas que, desde 1983, forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, junto a otras tres cercanas plazas a las que también nos acercamos, la de la Carrière y la de la Alliance. También vimos la Catedral, pues junto a ella se encontraba el parking en el que aparcamos el coche.
Tras conducir durante más de 1.500 km, el 15 de junio decidí no tocar el coche, así que nos desplazamos en tranvía hasta el centro de Estrasburgo, cerca de la plaza Kléber. Desde 1988, esta ciudad forma parte también del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. A media mañana tomamos un barco que, durante hora y cuarto, recorre los canales, la Petite France, los Puentes Cubiertos y la zona en la que se encuentran el Parlamento Europeo y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. La excursión merece la pena, aunque pasamos muchísimo calor. Tras salir del barco, aprovechamos que la gente estaba comiendo para visitar el interior casi vacío de la monumental Catedral, comiendo a continuación un rico codillo con chucrut (jarret braisé) en el restaurante Au Dauphin, un lugar a recomendar situado frente a la Catedral y la emblemática Casa Kammerzell. Fue la mejor relación calidad-precio del viaje. La tarde la dedicamos a volver a visitar, ahora a pie, la Petite France y los Ponts Couverts.
El plan para el día 16 de junio consistió en recorrer unos 200 km por el departamento del Bajo Rin (Bas-Rhin), regresando a Estrasburgo por la vecina Alemania. Pese a haber sido integrada en 2016 en la nueva región de Gran Este con bastante oposición, Alsacia sigue conservando un estatus especial desde 1921 como “colectividad europea de Alsacia”. Personalmente es la región francesa que más me gusta, contando con preciosos pueblos como el primero que visitamos, Hunspach, en el que todas sus casas (filas superiores del collage) son de postal. La segunda parada fue en el florido pueblo de Seebach, en el que destaca su coqueto Ayuntamiento.
El tercer y último destino del Bajo Rin fue una población bastante más grande y con más personalidad, Wissembourg, situada en el extremo norte del departamento, haciendo frontera con Alemania. Su edificio más representativo es la iglesia abacial de Saint-Pierre-et-Saint-Paul, en cuyo interior destacan la capilla del Sagrado Corazón y los frescos góticos sobre la vida y pasión de Cristo. Cuenta también con un notable centro histórico, en el que destacan la Maison du Sel y el Ayuntamiento. Aprovechamos para comer en esta población antes de continuar el recorrido.
Tras la comida cruzamos los cuatro brazos que aquí tiene el caudaloso río Rin, continuando en dirección a Estrasburgo un centenar de kilómetros hasta Gengenbach, pequeña localidad alemana que presume de ser la joya medieval de la Selva Negra. Al llegar nos sorprende encontrar todo el comercio cerrado y muchas banderas amarillas y blancas. Pronto descubrimos que es el Corpus, festivo en buena parte del sur de Alemania. El rincón más hermoso es la Plaza del Mercado (Marktplatz), en cuyo centro se encuentra la monumental fuente Röhrbrunnen. A la plaza se asoman el Ayuntamiento (Rathaus) y el Palacio de Löwenberg. Cuenta también con otros notables edificios como la iglesia de Santa María y dos impresionantes puertas-torre de nombres Obertor y Kinzigtor. También llamó mi atención la fuente en forma de grupo escultórico dedicada al Carnaval. Estamos a 40 km de Estrasburgo.
El 17 de junio, última jornada en el Bajo Rin, tuvimos otros 200 km de viaje, pues nos desplazamos nuevamente hasta el extremo norte del departamento para conocer el Parque Natural de los Vosgos del Norte, deteniéndonos en primer lugar en la Casa del Parque, en La Petite-Pierre. Nuestro destino final es Roppeviller, donde aprovechamos para comer en el Restaurant Lorrain, muy bien y barato por cierto. De este pequeño pueblo parte el circuito circular del “Rocher d’Altschlossfelsen”, de unas dos horas de marcha, que tiene como principal destino estas hermosas y rojizas formaciones rocosas situadas en la vecina Alemania, por cuya muga caminamos.
Más adelante volveré a hablar de algunos de estos lugares con mayor amplitud. Estamos en el sexto día de viaje, pernoctando por cuarta noche consecutiva en Estrasburgo, la capital de Alsacia, aunque todavía pasaremos otras cinco en esta colectividad europea, cerca de la ciudad de Colmar, pero de ello espero hablar la próxima semana. El viaje continúa.