Continúo el relato del viaje a la Provenza realizado del 27 de mayo al 7 de junio, que dejaba la pasada semana, tras recorrer la Camarga, en la ciudad de Arles, en la que pernoctamos cuatro noches en el Hotel Ibis Arles ***. El 30 de mayo lo dedicamos a cortejar a uno de los parques naturales regionales más pequeños de Francia, el de los Alpilles, donde pensábamos hacer una ruta de senderismo que no nos dio tiempo a realizar, así que nos limitamos a descubrir pintorescos pueblo como Les Baux-de-Provence y Eygalières, ubicados en este macizo montañoso calcáreo, además de las ruinas romanas situadas en Saint-Rémy-de-Provence.
La primera cita la tuvimos en las afueras de Arles, a menos de 8 km del hotel. Se trata de la Abbaye (Abadía) de Montmajour, situada en una cima rocosa que domina la llanura de Crau y desde donde se contempla una magnífica vista panorámica del centro histórico de Arles. Cuenta con dos complejos monásticos con ocho siglos de historia, que se encontraban en un estado bastante ruinoso. En primer lugar nos dirigimos a la ermita de Saint-Pierre, única capilla troglodita del siglo XI existente en la Provenza.
La Abadía de Montmajour fascinó a Van Gogh, quien realizó allí varios dibujos entre 1888 y 1889. Gracias a la restauración recientemente efectuada, pudimos contemplar varios lugares del interior de la vacía abadía, como la primera planta del edificio Saint-Maur, del siglo XVIII, que nunca se había abierto al público. La abadía abre a diario de 10 a 17 h, siendo el precio de la entrada de 7 €. Para los parados (demandantes de empleo), el acceso es gratis, algo habitual en otros lugares de la Provenza.
7 km después, en una zona de montaña a las afueras de la localidad de Fontvieille, tenemos la siguiente cita, el Moulin (Molino) de Daudet. Construido en el año 1814, trituró trigo durante un siglo hasta que dejó de funcionar en 1915. En su interior alberga un coqueto museo que ilustra las obras y los recuerdos del escritor Alphonse Daudet. No accedimos a él, pues había bastante gente y ya lo hicimos en el año 2005. La entrada cuesta 2 € y abre a diario de 11 a 18 horas.
Seguimos avanzando sin pausa y con paradas frecuentes, pues la siguiente parada la efectuamos a poco más de 10 km, en la localidad de Les Baux-de-Provence, enclavada en pleno centro de los Alpilles y perteneciente a la asociación de “Los pueblos más bellos de Francia” (Les plus beaux villages de France). Cuenta con un rico patrimonio histórico con 22 monumentos protegidos. Para acceder al antiguo recinto amurallado, tuvimos que dejar el coche en los aparcamientos situados al borde de la carretera, que son de pago. No te extrañe que en temporada baja tengas que dejar el coche bastante alejado y luego subir la cuesta.
La Porte d’Eyguières nos da acceso al centro histórico de Les Baux-de-Provence, magníficamente conservado y ubicado bajo los restos del castillo. Sucesivamente vimos varias iglesias, entre las que destaca la parroquial de Saint-Vincent, construida entre los siglos XII y XVI en estilo románico y parcialmente excavada en la roca. También visitamos la capilla de los Penitentes, situada al borde del acantilado y construida en el siglo XVII. Destaca en su interior el monumental fresco obra de Yves Brayer (1974). Finalmente, en la parte alta nos detuvimos ante la capilla de Saint-Blaise.
Tenemos tan solo 9 km hasta nuestra siguiente parada, aunque antes nos detenemos a comer el bocadillo en un área de pci-nic. Tras la comida nos detuvimos en otro aparcamiento, como no, de pago, situado poco antes de llegar al centro urbano de Saint-Rémy-de-Provence. Juanto al aparcamiento, al borde de la carretera, encontramos dos excepcionales monumentos romanos, el Arco de Triunfo y el Mausoleo de Julio. Éste último, de unos 17 metros de altura, fue construido en los años 30 y 20 aC y es uno de los monumentos funerarios mejor conservados del mundo romano.
Cruzamos la carretera y enseguida llegamos al acceso a un notable lugar que no conocía, la antigua ciudad romana de GLANUM. Abre de 9:30 a 18 h, costando la entrada 9 €, resultando gratis para los parados. Antigua capital de los glánicos, uno de los pueblos de la antigua Provenza, la ciudad se helenizó y dotó de monumentos públicos bajo la influencia romana, alcanzando su esplendor durante la época del emperador Augusto, siendo destruida hacia el 270 víctima de invasiones bárbaras. Hoy podemos ver las ruinas de un barrio de viviendas con casas con patio central rodeado de columnas, calles con alcantarillas, mosaicos, termas y el foro. La visita merece la pena.
La tarde fue avanzando, por lo que decidimos comenzar el regreso al hotel, aunque antes nos desviamos un poco para acercarnos a un pueblo cuya visita nos recomendaron en la oficina de turismo de de Les Baux-de-Provence. Se trata de Eygalières, distante tan solo 13 km. Su centro histórico se encuentra en estado bastante ruinoso, pero subimos hasta la Torre del Reloj por los restos del castillo, pasamos junto a la capilla de los Penitentes Blancos y visitamos el curioso museo Pezet, ubicado en la antigua iglesia de Saint-Laurent, dando por concluidas las visitas de esta jornada.
Por delante teníamos 44 km para regresar al hotel, el tramo más largo del día. Todavía nos queda mucho por ver en la Provenza. El viaje continúa.