Continúo el relato del viaje a la Provenza realizado del 27 de mayo al 7 de junio, que dejaba la pasada semana en la ciudad de Arles, en la que pernoctamos cuatro noches. El 1 de junio concluimos la visita de Arles y nos desplazamos tan solo 86 km (53 minutos por autopista) a nuestro siguiente destino, Orange, ciudad en la que volvimos a alojarnos 4 noches en el Hotel Ibis Orange Centre Échangeur A7 A9 ***. Cuenta también con piscina que nuevamente no utilizamos por falta de tiempo y el restaurante Courtepaille, especializado en carnes a la parrilla, que nada tiene que ver en calidad con el de Arles.
El hotel se encuentra a 1 km del centro urbano, en el que decidimos pasar la tarde. Pese a que hay unos grandes aparcamientos a la entrada, menos mal que en el hotel nos advirtieron de que no lleváramos el coche. Mi francés no es tan bueno, por lo que no entendía con claridad el motivo, pero acertamos al hacerles caso, pues los accesos al centro histórico estaban cortados y había mucha gente en la calle. El motivo es que se celebraba el “Java du cochon” y en la calle había muchos puestos de embutidos de cerdo.
A esta especie de fiesta del cerdo acude muchísimas personas, las calles estaban adornadas, las terrazas repletas de gente y había grupos de animación disfrazados de cerditos. También vimos al menos tres grupos musicales animando la fiesta. Fue una casualidad coincidir con la “Java du cochon”, que se celebra en Orange cada primer fin de semana de junio, en este caso los días 1 y 2, así que tuvimos suerte de conocer esta multitudinaria fiesta.
Tomamos un café en medio del recinto festivo y nos dirigimos al principal objetivo del viaje, el teatro romano. Al llegar a él nos dicen que las entradas hay que comprarlas enfrente, en el Museo de Arte e Historia (Musée d’art et d’histoire). La entrada es conjunta para ambos lugares y cuesta 11,50 €. (9,50 € los parados), así que aprovechamos para visitar este museo que ocupa una antigua mansión privada y recorre la historia de Orange desde la prehistoria hasta nuestros días, incluyendo los lienzos pintados del siglo XVIII que ilustran diferentes etapas de la impresión por parte de las mujeres indias de la Fábrica Wetter, además de una colección de obras de Albert de Belleroche y Frank Brangwyn. Una habitación está dedicada a este último.
Si piensas visitar Orange resulta conveniente enterarse de los horarios del teatro romano, pues varían en función a los espectáculos que en él se realizan. Orange posee uno de los grandes teatros romanos mejor conservados del mundo, con una fachada escénica de 103 metros largo por 37 de ancho, que desde 1981 forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Construido en el siglo I de nuestra era, podía acoger a más de 9.000 espectadores.
Orange no tiene muchas otras cosas que ver, pero tenemos que atravesar toda la población para llegar al siguiente lugar de interés, el Arco del Triunfo, que se encuentra en una rotonda de libre acceso y que también forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Con unas medidas de 9,57 metros de largo por 8,40 de ancho y 19,21 de alto, en el siglo I de nuestra era funcionaba como puerta de entrada a la ciudad romana de Arausio. De camino nos detenemos ante el Ayuntamiento, adornado con los cerdos de la fiesta y accedemos al interior de la Catedral.
Como ya he comentado al principio, en Orange pasamos cuatro noches, así que uno de los días, el 3 de junio, nos desplazamos a la vecina región de Auvernia-Ródano-Alpes y, más en concreto, al departamento de Ardèche, para visitar en primer lugar Aven d’Orgnac, única cueva declarada Grand Site de France, para la que reservamos la entrada con tiempo de antelación, ya que las visitas son guiadas. El precio es de 16 € (13 € los parados). Sus enormes salas albergan estalactitas y estalagmitas de hasta 55 metros de altura. Al entrar te advierten que hay que bajar 700 escaleras, pero no te apures, que luego subes en un ascensor los 121 metros que has bajado. La temperatura interior es de 12º, así que conviene ir abrigado. Aven d’Orgnac se encuentra 46 km de Orange.
La entrada a la cueva incluye el acceso a la anexa Cité de la Préhistoire, un espacio museográfico lúdico y moderno que recorre 350.000 años de la humanidad a través de objetos auténticos que pertenecieron a nuestros antepasados, desde el Paleolítico Medio hasta la Primera Edad del Hierro, pasando por los estilos de vida de los cazadores-recolectores, la agricultura, la ganadería y la metalurgia. Merece la pena. Cuenta también con una cafetería y un amplio aparcamiento gratuito sombreado, cosa de agradecer los días de calor.
19 km después llegamos a un lugar que me encantó en el viaje realizado en el año 2005. Se trata de Pont d’Arc, una curiosidad geológica muy original, que se ha convertido en el emblema de Ardèche, pues el río del mismo nombre ha perforado la roca dando lugar a un arco de 60 metros de ancho y 54 de alto. Antiguamente era un lugar tranquilo pero ahora está masificado. Prueba de ello son los tres grandes aparcamientos existentes en la zona a precios desorbitados. En el que dejamos el coche, Parking P3. Pont d’Arc-Bélvèdere, los precios eran 15 minutos: 0,80 €, 1 hora: 3,20 € y 3 horas: 10 €.
Regresamos a Vallon Pont d’Arc para comer el bocadillo en un área de pic-nic y volvimos al arco para efectuar un viaje por una sinuosa carretera de unos 32 km hasta Saint-Martin-d’Ardèche, recorriendo las gargantas del Ardeche (Gorges de l’Ardèche), deteniéndonos en varios de los miradores existentes para fotografiar el impresionante cañón, que en algunos puntos alcanza los 300 metros de altura. De todas las imágenes me quedo con la del meandro que forma el río.
De esta forma concluimos esta jornada que pasamos en el departamento de Arreche. Por delante tuvimos 32 km para regresar al hotel en Orange. Todavía nos queda mucha Provenza por recorrer. El viaje continúa.