Continúo el relato del viaje a la Provenza realizado del 27 de mayo al 7 de junio, que dejaba la pasada semana en la ciudad de Orange, en la que pernoctamos cuatro noches. El 4 de junio decidimos pasarlo en la ciudad de Avignon. El mejor sitio para dejar el coche, sin entrar en la ciudad ni pagar aparcamiento, es en la isla que forma el Ródano, accesible por el Pont Édouard Daladier. Hay que poner en Google Maps: La Magie des Pains. 135 All. Antoine Pinay. 84000 Avignon. Desde allí se tiene la mejor vista de la ciudad, junto al cartel que indica su nombre. 650 metros nos separan del embarcadero desde el que se cruza el río en barco de forma gratuita. De camino vemos el famoso Pont Saint-Bénézet, en ruinas, que fue construido entre 1171 y 1185, con una longitud original de unos 900 metros.
El Pont Saint-Bénézet forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde el año 1995, junto al Palacio de los Papas y el conjunto episcopal. El puente cuenta con una antigua y famosa canción infantil francesa que evoca a todo tipo de personajes bailando en los alrededores del Pont Saint-Bénézet. Comienza así: “Sur le pont d’Avignon, on y danse, on y danse. Sur le pont d’Avignon. on y danse tous en rond”. Desde el otro lado del Ródano contemplamos de nuevo el puente, bordeamos la muralla y accedemos al centro histórico.
Nada más entrar en el centro histórico de Avignon nos dirigimos a la Catedral de Nuestra Señora de Doms (Cathédrale Notre-Dame des Doms), construida en el siglo XII en estilo románico provenzal y remodelada en los siglos XV y XVII. Cuenta una magnífica cúpula románica, una silla episcopal de mármol blanco y las tumbas góticas de los papas Juan XXII y Benedicto XII. En el exterior, llama la atención la estatua dorada de la Virgen en lo alto del campanario. Abre de 8 a 12 y de 14:30 a 17:30 h, siendo la visita libre.
El Calvario situado frente a la Catedral nos da acceso a nuestra siguiente visita, el parque llamado Jardins des Doms, situado en lo alto del Rocher des Domes, el lugar en el que nació la ciudad, situado 30 metros por encima del río Ródano. Es un lugar agradable para pasear, contemplar los patos y cisnes, tomar algo en la terraza del bar y disfrutar de una magnífica vista desde la llanura del Ródano hasta el Mont Ventoux, con el gran río y el Pont Saint-Bénézet a nuestros pies.
La siguiente cita la tenemos en el principal monumento de Avignon, el Palacio de los Papas (Palais des Papes), pues por algo fue la ciudad de los Papas entre los años 1309 y 1376. Este espectacular edificio gótico, data del siglo XIV y se compone del palacio viejo de Benedicto XII, construido entre 1334 y 1342, y del palacio nuevo de Clemente VI, edificado entre 1342 y 1352. Una vez en su interior visitamos el claustro, la Tour de l’Audience y la capilla en la que rezaban los Papas.
Lo que más llamó mi atención en el Palacio de los Papas fueron los apartamentos privados del Papa y sus magníficas decoraciones con frescos realizados por el artista italiano Matteo Giovannetti, destacando la sala de la Gran Audiencia, adornada con el fresco de los Profetas. Lástima que las fotos que os presento no sean buenas, pues las tuve que tomar a escondidas ya que está prohibido realizarlas, ignorando los motivos. También son más que notables los frescos de la Cámara del Ciervo, el estudio de Clemente VI.
Hay que salir al exterior para poder visitar los jardines papales incluidos en el precio de la visita el Palacio de los Papas. Los nuevos jardines están formados por el Jardín del Palacio o de Benedicto XII, de 1.250 m² y el Jardín Papal, de 662 m². La verdad es que su visita no me dijo nada, quizás también porque daba el sol y hacía bastante calor. La visita al Palacio de los Papas y los jardines cuesta 14,50 € (11,50 € los mayores de 60 años), siendo el horario de 9 a 19 h.
Desde lo alto del Palacio de los Papas contemplamos la enorme plaza del Palacio, a una de cuyas terrazas bajamos a comer, contemplando también los edificios que a ella se asoman entre los que destacan el el Pequeño Palacio, antigua residencia de los arzobispos, construido entre los siglos XIV y XVIII y el Palacio de la Moneda con su preciosa fachada barroca del siglo XVII. El edificio del Banco de Francia nos da acceso a la place de l’Horloge, a la que se asoman el Teatro y el Ayuntamiento, con su fachada neoclásica y la Torre del Reloj. Estamos en la zona más animada de la ciudad, la rue de la République.
Todavía nos queda un lugar por visitar y, con el calor que hace por la tarde, resulta el idóneo. Se trata de la Colegiata de San Desiderio (Collégiale Saint-Didier), situada en la plaza del mismo nombre. De estilo gótico, posee un bello retablo del siglo XV. Destaca en su interior un Cristo con la cruz a cuestas, del siglo XV, que adorna la primera capilla derecha de la colegiata y que está considerado como una de las primeras obras de estilo renacentista que existen en Francia.
Hacía calor cuando tuvimos que emprender el regreso, aunque antes tomé un café con hielo en una sombreada terraza del centro histórico. Tuvimos que volver a bordear la muralla para llegar al barco gratuito en el que cruzamos el río Ródano. 650 metros nos separaron entonces del coche pero tuvimos suerte, pues el camino resultó sombreado y corría el aire. Además tuvimos como premio unas espectaculares vistas del Pont Saint-Bénézet y de todo el centro histórico que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, que por la mañana nos pillaba a contraluz.
La Oficina de Turismo se encuentra en 41 Cours Jean Jaurès, 84000 Avignon. Abre de 9 a 18 h. Esta fue nuestra última visita en la Provenza, pero el viaje continúa. Próximo destino Nîmes.