Escapada portuguesa (2): Passadiços do Mondego

Continúo el relato de la escapada realizada a tierras portuguesas del 21 al 25 de junio. Menos mal que escogimos el 22 de junio para recorrer los Passadiços do Mondego, pues hizo una temperatura muy agradable justo antes de que comenzara a ponerse en treintaytantos grados. La citada ruta se encuentra a unos 9 km de la ciudad de Guarda y a 68 km de nuestro alojamiento en el Parador Casa da Ínsua. Tiene un recorrido lineal de 12 km y dos puntos de partida, el Barragem do Caldeirão y la aldea de Videmonte, la elegida por nosotros, pues el desnivel es inferior al realizarse río abajo, pero con la faena de la terrible subida final, cuando llegas cansado pues son de 4 a 5 horas de marcha.

Para recorrer los Passadiços do Mondego hay que pagar 1 €, teniendo que comprar la entrada en Internet en www.passadicosdomondego.pt o personalmente en el Centro de Bienvenida Guarda. Parte del recorrido se realiza por pasarelas de madera (7 km) y otra por pistas forestales (5 km). El primer tramo es de los más agradables pues se realiza cuesta abajo, por unas cómodas pasarelas en escaleras en zigzag, mientras contemplamos varias caídas de agua.

El segundo tramo lo realizamos también por pasarelas. Bajamos las últimas y en suave descenso efectuamos parte de los 500 metros de desnivel negativo que nos esperan. La ruta está magníficamente equipada y señalizada, así que sabemos que nos quedan 9.500 metros de marcha hasta el final. Pasamos por un estrecho barranco y vimos que hay un punto de conexión wifi, que puede resultar práctico en caso de tener algún problema, pues no hay cobertura de telefonía móvil.

Continúa el descenso por las pasarelas, que ahora en zigzag se dirigen al río Mondego, que cruzamos por uno de los tres puentes colgantes de la ruta, el más largo de todos. Salimos entonces a una pista, por la que caminamos en leve subida, en la que vemos la indicación de que nos faltan 8.500 metros por recorrer. Cuando llevamos algo más de 4 km, llegamos a los primeros baños instalados en la ruta, ubicados bajo el Engenho do Ribas, fábrica edificada en 1890 de la que vemos las ruinas y las de las viviendas de los maestros. Breve pausa e iniciamos una empinada aunque breve subida por una calzada empedrada.

Caminamos por una zona sombreada y pronto, junto a unas colmenas de abejas, nos sorprende la existencia de una caseta de madera que cuenta con un pequeño bar, algo que hubiéramos agradecido mar de nos haber bebido agua en la zona de servicios. Por delante tenemos 7.250 metros hasta la meta. Pronto volvemos a una zona de pasarelas bastante llana, teniendo que cruzar dos veces el río Mondego por sendos puentes colgantes. Ya hemos recorrido 7 km, pues nos quedan por delante 5.000 m.

Continuamos por un tramo de pista casi llano, aunque ligeramente cuesta abajo pues sigue el curso del río Mondego, cuando pasamos junto a la antigua Central Hidroeléctrica de Pateiro, que proporcionó la electricidad a Guarda, haciendo que el 1 de enero de 1899 se convirtiera en la tercera ciudad portuguesa en disponer de alumbrado público, Pronto llegamos a una amplia zona de pic-nic que cuenta con magníficos servicios sanitarios y una zona de control de acceso a las pasarelas. Pasamos junto a las ruinas de la Nova Fábrica y enseguida llegamos a una carretera por la que tenemos que caminar hasta que construyan la ampliación de las pasarelas que dan acceso a la aldea de Vila Soeiro, que cuenta con un bar con una pequeña terraza. Nos quedan unos 2 km para concluir el recorrido.

Pronto vemos el cartel que nos indica que nos quedan 1.450 metros para concluir la ruta, con una dificultad alta aunque yo diría dura. Una calzada empedrada nos conduce al poste que nos indica que nos queda 1 km, que tardaríamos en recorrer casi una hora, pues pronto vimos lo que nos esperaba para llegar a la presa, pues se trata de casi 700 empinadas escaleras para salvar un desnivel de unos 300 metros casi verticales. A mitad de subida un panel nos indica que a 100 metros tenemos la cascada Ribeira do Caldeirao, pero qué cien metros. Mis piernas no dan para más y le pido a mi mujer que se acerque a sacar la fotografía y regresa derrengada. Cuando por fin llegamos a lo alto, todavía nos queda una última subida por unas viejas escaleras para llegar a la meta. Prueba superada. El recorrido ha merecido la pena, pero el final nos ha resultado bastante duro.

Tenemos que caminar todavía casi un kilómetro por lo alto de la presa del Barragem do Caldeirão, para llegar al punto en el que dejamos el coche, situado en un amplio aparcamiento que cuenta con dos mesas, por lo que aprovechamos para comer el bocadillo. En lo alto existe una nueva zona de baños. La verdad es que toda la ruta está muy bien equipada. Esta presa fue construida en 1988 para abastecer de agua a la localidad de Guarda. Por la mañana dejamos aquí aparcado el coche y cogimos un taxi que nos llevara al punto de partida (unos 10 km), Videmonte. Suele haber taxis en la zona pero, por si acaso nosotros habíamos reservado uno en Guarda Gare Táxis: (+351) 271 239 163. Es más caro pero seguro.

Como estábamos a tan solo 9 km de Guarda, decidimos acercarnos a esta ciudad para tomar el café, dejando el coche aparcado a unos pasos de su centro histórico y, más en concreto, de la emblemática praça  Luis de Camoes, que cuenta con notables arcadas del siglo XVI en las que hay varios bares. Sin embargo encontramos una ciudad desértica, pues la gente estaba viendo el partido Portugal-Turquía de la Eurocopa. Tras el café recorrimos la Judería y nos acercamos hasta la iglesia de la Misericordia, la obra barroca más importante de la ciudad.

A la praça Luis de Camoes se asoma también el edificio más notable de la ciudad, la Sé Catedral, junto a la que se encuentra la gran estatua dedicada a D Sancho I, segundo rey de Portugal (1185-1211). Construcción gótica, cuenta en su interior con un magnífico retablo situado en su capilla mayor, obra maestra renacentista. Menos mal que accedimos al interior de la Catedral antes de tomar el café con un pastelito de nata, pues justo cerraban sus puertas, aunque amablemente nos permitieron tomar unas pocas fotos con el retablo iluminado. Muchas gracias.

Por delante nos quedaron 70,6 km para regresar al Parador Casa da Ínsua. Por cierto, ¡qué bien nos han tratado en Portugal! La escapada continúa.

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