Escapada al Périgord (1)

Aunque generalmente realizamos las escapadas de lunes a viernes, la sexta del año tuvo lugar del 20 al 24 de junio para “escapar” de las fiestas de Leioa. El destino fue el Périgord, una antigua provincia del suroeste de Francia, situada al nordeste de la región de Nueva Aquitana. Aunque la zona es algo más amplia, nosotros nos concentramos en el departamento de Dordogne. No recorríamos esta zona desde la Semana Santa de 2008, eligiendo en esta ocasión para pasar las cuatro noches el Hotel Ibis Styles Perigueux Trelissac ***, situado a unos 5 km de Périgueux, la capital departamental y a 480 km de Leioa, realizando todo el viaje por autopista. El hotel nos resultó muy cómodo, máxime cuando elegimos la habitación con climatización, pues la temperatura osciló todos los días entre los 35 y los 37 grados. Últimamente el calor nos persigue. Los viernes, sábados y domingos el restaurante está cerrado, así que las dos primeras noches nos desplazamos a cenar al restaurante Le Petit Caruso, situado a menos de 1 km, pero que también cierra los domingos.

Aunque hacía muchísimo calor, a media tarde, nada más instalarnos en el Hotel, nos desplazamos a Périgueux, una ciudad que ronda los 30.000 habitantes y capital del “Périgord Blanco”, así llamado por el color de la piedra de sus edificios. Dejamos el coche en el aparcamiento de la Esplanade du Souvenir, frente al Museo de Arte y Arqueología del Périgord y cerca del grupo escultórico de Los Mensajeros, caminando por las sombreadas calles del centro histórico medieval, a la oficina de turismo, sita en 9bis Pl. du Coderc. Antes de que cerrara fuimos a la cercana Catedral, acercándonos también a la Torre Mataguerre, resto de la antigua muralla y al L’Eschif de Creyssac, curioso edificio construido en el siglo XIV, situada cerca del río L’Isle.

Por ser lo más importante de Périgueux, he dejado para el final la primera visita, la Catedral Saint Front, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1998, como parte de las rutas a Saint-Jacques-de-Compostelle en Francia. La Catedral está construida sobre la tumba de San Front de Périgueux, el legendario evangelizador de Périgord. Fue reconstruida casi en su totalidad en el siglo XIX por Paul Abadie, combinando los estilos bizantino y románico y sirviendo de modelo para construir la del Sagrado Corazón en París. Qué gusto nos dio regresar al aire acondicionado del hotel para concluir la primera jornada.

Iniciamos el 21 de junio desplazándonos 66 km hasta Sarlat-la-Canéda, la capital del “Périgord Negro”, así llamado por las encinas y las minas de carbón, al que dedicamos esta segunda jornada. Procuramos ir pronto pues los sábados es día de mercado y en esta localidad no cabe un alfiler. Tuvimos la suerte de poder aparcar cerca del centro, dirigiéndonos a continuación, a la oficina de turismo, sita en la arteria principal de Sarlat, en 3 Rue Tourny, en el antiguo Palacio Episcopal. De camino fuimos viendo todo tipo de puestos, que ocupan varias calles, estando dedicada la place Liberté a los productos alimenticios. A esta plaza se asoma el mercado cubierto, que ocupa la antigua iglesia de Sainte-Marie.

Sarlat presume de ser la ciudad medieval con más monumentos históricos de Francia. Las fachadas de sus edificios son de color ocre y los tejados oscuros, muy característicos del Périgord Negro. Una de las casas más señoriales es la Maison de la Boétie, lugar de nacimiento en 1531 del escritor Etienne de la Boétie. También merecen ser citados el Manoir de Gisson y el notable Ayuntamiento, el sábado casi oculto por los puestos del mercado. También nos acercamos a la plaza del Mercado de las Ocas en honor a este animal tan representativo del Périgord y a la fuente de Sainte-Marie, construida en una cueva natural en el siglo XII para proporcionar agua a los habitantes de esta ciudad.

También he dejado para el final el primer y único edificio cuyo interior visitamos. Se trata de la Cathédrale Saint-Sacerdos, el edificio religioso más representativo de Sarlat. Aunque se reutilizaron partes de la antigua abadía románica, la Catedral es de estilo gótico, conservando el campanario románico del siglo XII, que es la parte más antigua, pues la mayoría se construyó a partir del siglo XVI. Merece la pena disfrutar del interior del templo, que cuenta con sillería del siglo XII, retablos de los siglos XVII y XVIII y el órgano de Jean-François Lépine, del siglo XVIII.

La siguiente cita la tuvimos a 13 km en uno de los “pueblos más bellos de Francia”, Domme, Bastida Real del siglo XIII creada por Felipe III. Hay que dejar el coche en un amplio aparcamiento situado fuera de la muralla, a donde luego regresamos a comer de bocadillo, teniendo que subir una pronunciada cuesta hasta la monumental Porte de Tours, del siglo XIII, que nos da acceso al interior del recinto amurallado. Pasando junto al Hotel du Governeur, del siglo XV, llegamos a la place de la Halle, donde se encuentran el Ayuntamiento y la oficina de turismo, que ocupa parte del Halle de Domme, desde la que se accede a la cueva de Domme, que no visitamos. Casi al lado está la iglesia parroquial y un buen mirador sobre el acantilado del valle de la Dordogne, que bordeamos para llegar al molino.

Avanza la tarde cuando nos desplazamos tan solo 5 km hasta La Roque-Gageac que presume de ser uno de los lugares más visitados de Francia, tras el Mont Saint-Michel y Rocamadour. Desde el amplio aparcamiento, junto al que se encuentra la oficina de turismo, se tiene una buena vista de la iglesia del siglo XV y del fuerte troglodítico construido en el siglo XII. Una empinada cuesta nos dio acceso a la parte superior del pueblo, algo que no habríamos hecho aquí sobre las 5 de la tarde con 37 grados (¡qué dura es la vida del turista!), volviendo a descender hasta la zona del Chateau Malartrie, que no es antiguo, pues data del siglo XIX. Deshidratados decidimos regresar caminando por la orilla del río Dordogne, por el que organizan paseos en gabarras tradicionales. De camino mi mujer vio un comercio al que entró para comprar agua. En qué condiciones nos verían que nos la regalaron. Luego nos tomamos un café con hielo y nos obsequiaron con dos grandes vasos de agua fría.

Nuestra siguiente cita está también a tan solo 5 km. Se trata de Beynac et Cazenac, que forma parte de “les plus beaux villages de France” (Los pueblos más bellos de Francia). Entre que hace mucho calor, es tarde, la oficina de turismo está ya cerrada y las casas serpentean por la ladera de la montaña, optamos por pasarlo de largo y subir con el coche a fotografiar el castillo, una austera construcción medieval que domina el río Dordogne desde una altura de 150 metros. Durante la Guerra de los Cien Años, se utilizó como plaza fuerte francesa, sirviendo el río Dordogne  de frontera entre Francia e Inglaterra.

Realmente hemos concluido las visitas pero, como los tenemos cerca, nos desplazamos a fotografiar dos castillos, primero el de Milandes, situado a 10 km, construido en 1489 por François de Caumont, señor de Castelnaud y que luego fue residencia de Josephine Baker. Cuenta con interesantes jardines, pero lo que vimos fue una concentración de antiguos vehículos Citroen. A 7 km tuvimos el siguiente castillo, el de Castelnaud, que domina también desde 150 metros de altura el río Dordogne y alberga el Museo de la Guerra en la Edad Media.

De esta forma concluyó nuestra segunda jornada en el Périgord. Por delante tuvimos 68 km (1h 10 min) para regresar al hotel ¡Qué gozada entrar en la habitación con el aire acondicionado! Todavía nos queda mucho por recorrer, pero de ello espero hablar dentro de dos semanas. El viaje continúa.

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