Por las merindades burgalesas

No sé si se empieza a ver la luz al final del túnel pero, como todos, tengo muchas ganas de salir del confinamiento, aunque soy consciente de que para la libertad total falta bastante tiempo. Esto me ha traído a la memoria la escapada que realicé por las Merindades burgalesas los días 20 y 21 de abril de 2017, por si queréis empezar a hacer planes. Pude haberla hecho en el día (287 km), pues de hecho el segundo día no hice más que regresar a casa, pero tenía ganas de pernoctar en el pequeño pueblo de Orbaneja del Castillo, para ver las cascadas sin gente, contemplar la puesta de sol sobre las peñas y disfrutar de un impresionante cielo estrellado. Para que os voy a decir que hoy todavía disfrutaría mucho más de todo ello, tras más de cinco semanas encerrado.

A mitad de camino, más o menos, y tras una hora de viaje, paramos para hacer el hamaiketako en Espinosa de los Monteros, pueblo en el que he estado un montón de veces. Paro siempre en la plaza, un lugar que me gusta, en uno de los bares situado bajo los soportales con miradores, escoltados por los edificios del Ayuntamiento y la iglesia Santa Cecilia. Casi enfrente tenemos el Palacio de Chiloeches. Este pueblo me trae gratos recuerdos de cuando subíamos con nieve al Castro Valnera, de las clases de esquí de fondo en Lunada y de las excursiones de fin de año al Pico de la Miel, donde comíamos el turrón y tomábamos el cava. ¡Qué tiempos aquellos!

14 kilómetros después tenemos la siguiente parada en el Monumento Natural Ojo Guareña. Su ubicación es extraordinaria. Si quieres acceder al interior hay que pagar una entrada que cuesta 4 € (3 los jubilados). El precio incluye una visita guiada, de 45 minutos de duración, por el interior de la zona acondicionada de la cueva, que forma parte del segundo complejo kárstico más extenso en cuevas de la Península Ibérica. Concluye en la ermita dedicada a San Tirso, más conocida por San Bernabé, que cuenta con unas pinturas murales anónimas datadas en los siglos XVIII y XIX. La temperatura en el interior de la cueva oscila entre 11º y 13ºC.

Camino de Puentedey, cuando todavía no habíamos recorrido 11 km, al borde de la carretera encontramos un pequeño aparcamiento y un cartel que indica que a la cascada de la Mea hay tan solo 270 metros, que recorremos por un agradable sendero hasta una pequeña oquedad en una roca, sobre la que se precipita la cascada. Lástima que, como ha sido un invierno muy seco, casi no tiene agua, cosa que nos sucederá en los próximos lugares que visitemos.

Tenemos poco más de 1 km para llegar a nuestro siguiente destino, Puentedey. Nada más cruzar el puente nos detenemos para contemplar un lugar lleno de encanto, pues el río Nela horada la roca para abrirse paso. Sobre esta oquedad se levanta el pueblo, destacando dos edificios, el Palacio de los Fernández de Brizuela (siglo XVI) y la iglesia de San Pelayo. Al lado tenemos el Bar Victorino, en el que aprovechamos para tomar un vino. Se ha echado la hora de comer y al lado del río, en un marco incomparable, comemos el bocadillo que hemos traído de casa. El día está radiante.

Paramos en Soncillo a tomar un café y nos dirigimos a nuestro siguiente destino, distante 19,5 km desde Puentedey. Se trata del pequeño pueblo de Villabáscones de Bezana. De aquí parte el sendero por el que caminamos unos 4 km, por un itinerario circular, que discurre por un hermoso hayedo. El punto más alejado es nuestro objetivo, las cascadas de las Pisas, que con la poco agua que hay, más bien son una especie de rápidos del arroyo de la Gándara.

Tras recorrer otros 35,5 km llegamos a nuestro destino final, la pequeña localidad de Orbaneja del Castillo. Antes de acceder al pueblo, nos detenemos al lado de la carretera para contemplar ese gigantesco cañón, de 200 metros de profundidad, que ha excavado el río Ebro. El lugar merece realmente la pena.

Orbaneja del Castillo se encuentra en un emplazamiento espectacular. Ya he comentado al principio que teníamos el capricho de pasar noche aquí, para poder disfrutar de la tranquilidad del pueblo cuando se han ido los visitantes que, en fechas especiales, llegan a colapsar los accesos. Elegimos para ello el Hotel Rural La Puebla, situado a un paso del conjunto histórico, en la parte alta de la población. Al día siguiente subimos a la Cueva del Agua, donde mana el arroyo de aguas cristalinas que luego se precipitan hasta alcanzar el río Ebro.

He dejado para el final el punto fuerte de esta escapada, la cascada de Orbaneja del Castillo, que fotografiamos por la tarde y al día siguiente por la mañana. Pese a la escasez de agua de este año, la caída de 25 metros del agua, que luego se deshace en pequeños ramales hasta alcanzar el Ebro, proporciona un magnífico espectáculo. Aquí ponemos el punto final a esta escapada. Tenemos por delante 130 km, vía Villarcayo, para regresar a Leioa.

7 comentarios en «Por las merindades burgalesas»

  1. En ese recorrido podemos añadir los restos del monasterio de Santa María de Rioseco,en el valle de Manzanedo y el desfiladero de Las Palancas en el Valle de Valdemezana,que están cerca de Soncillo.

  2. Qué pedazo de viaje. Tuve la suerte de hacerlo este año también, aunque cada uno siendo los mismos lugares,lo hemos hecho de forma diferente. Qué buenos recuerdos, cuando nos podíamos mover con toda libertad,y no hace tanto de eso. Un abrazo.

  3. Precioso recorrido,y si haces parada en el Valle de Mena,aunque,te lleva mucho tiempo,tienes muchos paisajes y monumentos que visitar.Entiendo que se necesita más tiempo.Por cercanía a Leioa,un finde de escapada,merece la pena,ir y no moverte del Valle.Yo soy de allí y vivo en Romo y llevo fatal el no poder subir.Es mi paraiso.

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