Continúo el relato del viaje a la Provenza realizado del 27 de mayo al 7 de junio, que dejaba la pasada semana en la ciudad de Avignon, de donde regresamos al hotel en Orange. Al día siguiente, 5 de junio, abandonamos la Provenza para entrar en la vecina región de Occitania y, tras recorrer unos 80 km, desplazarnos a dormir a la ciudad de Nîmes, capital del departamento de Gard, en el que en ruta, realizamos dos interesantes visitas, el romano Pont du Gard y la medieval población de Uzès.
La primera parada la realizamos a algo menos de 37 km de Orange, en el Pont du Gard, que desde 1985 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El puente se construyó durante el siglo I de nuestra era y formaba parte del acueducto romano de Nîmes, una conducción hidráulica de 50 km de longitud que llevaba el agua de un manantial en Uzès a la colonia romana de Nemausus. Tiene 49 metros de altura en tres niveles, teniendo el más largo 275 metros de longitud. Es increíble como ha cambiado este lugar en 19 años. Antes casi no había nadie y ahora cuenta con un centro de visitantes, con cine y cafetería, además de un gigantesco aparcamiento. La entrada sigue siendo libre pero el parking cuesta 9 €.
14 km después realizamos la segunda parada en otra población que ya conocíamos, Uzès, que tieme una mezcla de estilos, medieval, renacentista y clásico. Como cuando llegamos era mediodía, todos los lugares de interés monumental estaban cerrados, aunque vimos el mercado, era miércoles, y caminamos por sus calles llenas de historia, destacando entre sus edificios el emblema de la ciudad, el Palacio Ducal y la Catedral de Saint-Théodorit, junto a la que dejamos el coche, en la que destaca la Torre Fenestrelle, de 42 metros de altura, única circular de Francia por lo que se ha convertido en otro de los emblemas de Uzès.
30 km nos separaron de nuestro siguiente destino, aunque hicimos un alto en el camino para comer el bocadillo en un área de servicio de la autopista, pues el año pasado en Normandía y Bretaña tuvimos bastantes problemas para comer después de las 12 h en restaurantes, cosa que no ha sucedido este año en los lugares visitados. Para pasar esta noche escogimos el Hotel Ibis Nîmes Ouest ***, que también contaba con piscina, aunque nuevamente no tuvimos tiempo para disfrutar de ella.
Pasamos la tarde en Nîmes, pero anduvimos con prisa pues hay que visitar varios lugares antes de las 19 h, así que nos dirigimos en primer lugar al lugar más importante, el anfiteatro romano (Arènes), que presume de ser el mejor conservado del mundo. Data de finales del siglo I-principios del siglo II y tiene 133 metros de longitud y 101 metros de anchura, pudiendo albergar hasta 24.000 espectadores. Conviene informarse de los horarios el día que lo pienses visitar, pues en él se celebran muchos eventos, entre ellos corridas de toros. Precisamente en uno de los laterales hay una estatua dedicada a un torero nimeño.
En el anfiteatro compramos el Pass Nîmes la Romaine, válido para los tres monumentos romanos durante tres días, al precio de 13 € (parados: 11 €). Por ello nuestra siguiente cita fue en la Maison Carrée (Casa Cuadrada), un espléndido templo romano de finales del siglo I con columnas rematadas por capiteles corintios. Desde el año 2023 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Enfrente se encuentra el Carré d’Art, moderno edificio que alberga un museo de Arte Contemporáneo, diseñado por el arquitecto Norman Foster.
Como la tarde avanza, dejamos las visitas y caminamos hasta la Square Antonin, presidida por una preciosa fuente con la estatua del emperador romano Antonino Pío. A unos pasos tenemos el lugar que más nos ha gustado de Nîmes, los Jardins de la Fontaine, construidos en el siglo XVIII en torno a la fuente de Nemausus y adornados con numerosas estatuas. Es un lugar muy agradable en los días de calor en el que además se encuentran los restos del templo romano de Diana y la terraza de un bar en la que nos detenemos a tomar un vino antes de emprender el regreso al hotel.
Tenemos que caminar 1,5 km para regresar al coche, que hemos dejado aparcado cerca del anfiteatro en el Parking Indigo Nîmes Arènes, situado en Bd des Arènes. De camino pasamos ante la iglesia de Saint-Paul y bordeamos el anfiteatro y el moderno Museo de la Romanité, que nos dio pena no poder visitar. Nuestro destino ya está cerca, así que fotografío el modernista “Taureau de Djoti Bjalava”, antes de pasar junto al Palacio de Justicia y la Fontaine Pradier, bajo la que tenemos el coche. Como telón de fondo vemos la iglesia de Sainte-Perpetue.
Dejamos para el día siguiente, 6 de junio, antes de abandonar el hotel, la última visita incluida en el Pass Nîmes la Romaine. Se trata de la Tour Magne, la más alta (32 metros) y prestigiosa del recinto romano. Se construyó hacia el año 15 aC, en torno a una torre de piedras secas de la Edad del Hierro. Una vez en su interior se puede subir a lo alto por una escalera de caracol, pudiendo disfrutar de una espectacular vista de los Jardines de la Fontaine situados bajo la torre. Eso si, entre nosotros, os comento que lo más interesante de los tres edificios romanos es su exterior, así que os podéis ahorrar los 13 € que cuesta el pase.
En la Tour Magne dimos por finalizadas las visitas de este viaje, iniciando el regreso a Leioa con escala en el Hotel Ibis Tarbes Odos ***, ubicado en esta ciudad, al que llegamos tras recorrer 440 km por autopistas. Nada más entrar en la A61 nos detuvimos a comer el bocadillo en el Aire de Pech-Loubat, perfectamente preparada como casi todas las áreas de servicio francesas. Cuenta con mesas sombreadas y está dedicada a los cátaros.
El 7 de junio tenía que estar en casa al mediodía, así que, tras desayunar, nos dispusimos a recorrer los 298 que nos separaban de Leioa. El viaje ha concluido. La semana que viene celebramos la Aste Nagusia en Bilbao, así que el día 20 no acudiré a esta cita semanal. ¡Gora Marijaia!