Escapada al Pirineo aragonés (y 2)

Os hablaba la pasada semana de los tres pueblos pirenaicos visitados, Torla-Ordesa, Broto y Ainsa, dejando para esta entrega las rutas que realizamos por la naturaleza que, por cierto, tuvimos que improvisar sobre la marcha pues, aunque en Torla-Ordesa el tiempo fue generalmente soleado, la lluvia y la niebla se adueñaron de las montañas. Es por ello que, aunque no lo teníamos previsto. el primer día nos dirigimos a Bujaruelo, cogiendo la carretera de Ordesa hasta el puente de los Navarros, distante tan sólo 1,8 km del hotel, para luego coger el desvío que recorre el desfiladero conocido como estrecho de los Navarros, por el que discurre el río Ara y una pista a veces asfaltada.

Llegamos así al amplio aparcamiento situado frente a San Nicolás de Bujaruelo, que en verano se queda pequeño. Existe aquí un camping, una antigua ermita y un confortable refugio (https://www.refugiodebujaruelo.com/), antiguo hospital de peregrinos originario del siglo XII, además de un coqueto puente medieval sobre el río Ara, por el que pasa el GR11 y la ruta que se dirige a Francia. Esperamos en el coche para ver si dejaba de llover pero, como no lo hacía, nos acercamos a tomar un café en el refugio. Allí nos indicaron que en el valle de Otal, el destino que nos recomendó un amigo, solía hacer mejor tiempo. Unas cuatro horas más tarde, tras completar la ruta, el día levantó y el entorno de Bujaruelo se mostró espectacular.

Aunque caía sirimiri y había algo de niebla, nos animamos a caminar hacia el valle de Otal, pues la ruta es muy sencilla al discurrir por una pista con suave pendiente. Si seguía lloviendo pensábamos regresar, pero enseguida paró y continuamos caminando. Al llegar a la fuente de la Femella (unos 20 minutos de marcha) la pista se bifurca. A la derecha se dirige hacia la cabecera del río Ara y la zona del Vignemalle, teniendo que continuar por el ramal de la izquierda con rumbo a Panticosa por el valle de Otal. El camino está muy bien señalizado.

La ruta prevista tiene unos 10 km de ida y vuelta y 290 metros de desnivel. En el cruce anteriormente citado comienza el tramo de mayor pendiente hasta el collado de Otal, desde el que se tiene una impresionante vista del valle, aunque nada tiene que ver con las fotos que me enseñó mi amigo, que disfrutó de un día radiante. Ante nosotros tenemos la sierra Tendeñera, el pico Otal y la Peña de Ordiso. Caminamos hasta el final del valle, donde hay un refugio de pastores y una coqueta cascada. Nos habían dicho que en el valle abundan las marmotas, pero las oímos sin ver ninguna. El regreso se efectúa por la misma ruta.

Al día siguiente pensábamos haber caminado por el valle de Ordesa, subiendo hasta la Cola de Caballo por las Gradas de Soaso, pero amaneció lloviendo, así que optamos por desplazarnos a Ainsa. De regreso, al mediodía subimos hasta la pradera de Ordesa, donde concluye una carretera que se cierra al público en verano, teniendo que dejar el coche en Torla-Ordesa, para acceder a ella en autobús. De este lugar parten numerosas rutas por el parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Dado que era sobre las 14:30 h, no pensábamos realizar ninguna ruta, pero aunque caía algo de sirimiri en ocasiones, sentimos la llamada de la naturaleza, decidiendo caminar durante una hora para disfrutar del precioso hayedo situado junto a la pradera de Ordesa, uno de los mejor conservados del macizo pirenaico. Supongo que de cara al turismo no montañero, han habilitado una sencilla y casi llana ruta, muy bien acondicionada y accesible, que discurre por la margen izquierda del río Arazas. Merece realmente la pena.

Como ya he comentado, la idea original era subir hasta la cascada de la Cola de Caballo por la ruta que discurre por la margen derecha del río Arazas, pasando junto a varias cascadas y las llamadas Gradas de Soaso, aunque también se puede realizar en la primera parte por la ruta del hayedo. Se trata de un  recorrido lineal del 16,5 km de ida y vuelta, aunque hay fuentes que lo alargan a 18 km, y más de 500 metros de desnivel acumulado, partiendo de los 1330 metros de altitud de la pradera y subiendo a los 1750 de la cascada.

Nos dio mucha pena no poder realizar la ruta prevista, que os muestro a continuación al recuperar de mi archivo unas fotos de cuando la realizamos el 1 de junio de 2002, con mucha más agua que ahora, pues era la época en la que nevaba mucho más, siendo muy importante el deshielo. En la subida se disfruta contemplando diferentes cascadas, de nombre Arripas, Estrecho y de la Cueva, para luego empinarse un poco el camino para superar las Gradas de Soaso, en las que el río Arazas cae en forma de pequeños saltos.

Superadas las Gradas de Soaso el camino suaviza su pendiente y el agua chorrea por numerosas paredes rocosas. Poco a poco el valle se va cerrando ante la mole que forman los montes Cilindro y Monte Perdido. También está a punto de concluir nuestra ruta, pues el destino es la preciosa cascada de nombre Cola de Caballo, un precioso salto agua de 54 metros de caída situado bajo el refugio montañero de Góriz. El regreso a la pradera de Ordesa se realiza por el mismo camino.

Concluye aquí esta escapada pero el viaje continúa, pues tenemos por delante casi 400 km para llegar a la Costa Brava y, más en concreto, a Lloret de Mar, donde pasamos las siguientes 7 noches.

Escapada al Pirineo aragonés (1)

La cuarta escapada del año la hemos realizado del 14 al 24 de mayo, teniendo dos destinos diferentes, el Pirineo aragonés (3 noches) y el sur de la Costa Brava (7 noches). Cuatro días antes de la salida falló la caja de cambios automática de mi coche y, debido a la escasez de recambios, no me lo repararon hasta pasados 15 días, así que no me quedó más remedio que alquilar un coche en el propio concesionario, Renault Leioa Berri Auto, a un precio muy elevado, así que no empezamos con buen pie. Dicho esto, el día 14 de mayo comenzamos el viaje, accediendo a la provincia de Huesca bordeando el embalse de Yesa, que presentaba un penoso estado debido a la escasez de agua. El puerto de Cotefablo (1423 m) supuso la puerta de entrada al entorno del valle de Ordesa, que estaba mucho más verde pese a la sequía.

Para las tres primeras noches de esta escapada elegimos el Hotel Silken Ordesa ****, situado en un encantador emplazamiento, en la carretera de Ordesa, a 1 km del centro de Trola-Ordesa. Se encuentra, a 337 km de Leioa en un lugar muy tranquilo, por el que todas las tardes vimos pasar un rebaño de ovejas. Desde la terraza de la habitación podíamos contemplar las montañas del Parque Nacional. Fue un acierto el haber escogido este hotel, pues además recibimos un trato familiar por parte del personal, especialmente de la joven recepcionista donostiarra Maitane Irastorza. Muchas gracias a todas/os.

En esta primera entrega voy a hablar de los tres pueblos visitados en esta escapada, comenzando por el más próximo, Torla-Ordesa, puerta natural de acceso al valle de Ordesa y sede del Centro de Visitantes del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, que forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. La coqueta iglesia de San Salvador es el edificio más emblemático de la localidad pues se ve de lejos. Poco queda de su origen románico, ya que fue reconstruida en el siglo XVII.

Concluimos la tarde de la primera jornada de viaje dando un agradable paseo por las calles Francia y Fatás, que constituyen la arteria principal de Torla-Ordesa, pueblo con preciosas construcciones de piedra y tejados de pizarra, coronadas varias de ellas con las llamadas chimeneas espanta brujas, que le dan a esta localidad de 307 habitantes un toque muy personal y montañero, dando gusto contemplar cómo se ha conservado la arquitectura tradicional.

Después de comer y descansar un rato, nos desplazamos a la vecina localidad de Broto, distante tan sólo 5,5 km del hotel, que se realizan por una estrecha carretera, por la que pasamos otros dos días más. Situado también en la comarca de Sobrarbe, cuenta con una población de 577 y un pequeño casco antiguo, del que sobresale la iglesia de San Pedro, construida en el último tercio del siglo XVI, fundiendo la arquitectura gótica aragonesa con la renacentista. Llama la atención su campanario, de aspecto defensivo.

Como la tarde estaba espectacular, siguiendo los consejos de un amigo nos acercamos hasta la cascada de Sorrosal, de la que no había oído hablar hasta entonces. Está ubicada en el barranco del mismo nombre, por el que discurre un afluente del río Ara. Tiene unos 95 metros de caída y el acceso hasta su base se realiza por un camino muy bien acondicionado. Tan sólo hay que caminar unos 400 metros, partiendo del aparcamiento situado junto al puente medieval. A la parte superior se puede subir por una vía ferrata.

Las previsiones meteorológicas para el tercer día de nuestra estancia no eran buenas, así que optamos por desplazarnos a un pueblo que no conocía, Ainsa, pese a ser “uno de los pueblos más bonitos de España”, distante 46,5 km del hotel. Cuenta con dos partes muy diferenciadas, la zona moderna situada a orillas del río Ara y el amurallado centro histórico, ubicado en lo alto de una colina. Dejamos el coche en un amplio aparcamiento de pago, situado en la parte trasera del castillo, cuyas torres fue lo primero que vimos.

Declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1965, su centro histórico es una preciosidad. Accedemos a él por esa pequeña joya que es la Plaza Mayor, que parece datar de los siglos XII y XIII. De planta trapezoidal, cuenta con soportales en dos de sus lados, estando en el tercero el Ayuntamiento. Caminamos luego por las calles Mayor y Santa Cruz, contemplando su bien conservadas construcciones, con monumentales fachadas en la Casa Arnal (siglo XVI) y la Casa Bielsa (siglos XVI-XVII). También hay varias puertas de la antigua muralla y algunos museos ahora cerrados.

La siguiente cita la tuvimos en uno de los templos más notables de Sobrarbe, la iglesia de Santa María, construida entre finales del siglo XI y mediados del XII, declarada Monumento Nacional. Aunque ponía que estaba abierta de 10 a 18 horas, no fue así pero, gracias a la gestión con la oficina de turismo, conseguimos que la abrieran. Lo más llamativo es su torre, pues su interior es muy sobrio, así que ante todo os recomiendo visitar el claustro (siglo XIV) y la cripta, que conserva los capiteles originales.

Concluimos la visita a Ainsa en el castillo, construido en diferentes fases entre los siglos XI y XVII y declarado Monumento Histórico-Artístico. Ahora es un amplio espacio vacío en uno de cuyos lados se encuentra la oficina comarcal de turismo y el centro de interpretación del Geoparque de Pirineos, que sólo abría los fines de semana. Ocupando un torreón se encuentra el Eco Museo de la Fauna Pirenaica, lo único abierto, así que entramos a verlo previo pago de 5 €. Más información en https://quebrantahuesos.org/

La próxima semana, en la segunda entrega de esta escapada, espero hablar de nuestra experiencia en la naturaleza. Mientras tanto os invito visitar las fotografías realizadas por Maitante Irastorza, a la que cité al principio, en su web https://www.planovertical.es.

Un paseo monumental por Toledo

Me encanta Toledo. Creo que es una de las ciudades más interesantes del Estado, así que, aunque han pasado catorce años desde mi último viaje, he querido traerla a este espacio, para recomendar su visita. Además, la ciudad histórica de Toledo forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde el año 1986, porque sus monumentos son obras maestras de distintas civilizaciones, con presencia de tres grandes religiones, cristianismo, islamismo y judaísmo. Un buen lugar para disfrutar de una excepcional vista panorámica de la ciudad es la terraza del Parador de Turismo. También puede hacerse desde la Ronda de Toledo, la carretera TO-3100. De izquierda a derecha podemos contemplar el puente medieval de San Martín sobre el río Tajo, construido inicialmente en el siglo XIII, la Catedral y el Alcázar de Toledo, restaurado bajo el reinado de Carlos I y su hijo Felipe II en la década de 1540.

Encaminamos nuestros pasos hacia el principal monumento de la ciudad, la Catedral de Santa María, considerada por algunos como la obra maestra del arte gótico en España. Su construcción comenzó en 1226 bajo el reinado de Fernando III el Santo, aunque se alargó hasta finales del siglo XV. Mide 120 metros de largo por 59 de ancho y cuenta con interesantes portadas, tres de ellas situadas en la fachada principal, destacando la puerta del Perdón, del siglo XV. De interés son también la del Reloj, del siglo XIV y la de los Leones, de los siglos XV y XVI. La torre, del siglo XV, es gótica con influencia mudéjar.

Accedemos a su interior, donde estaca la capilla mayor debido a que guarda una gran riqueza de obras de arte. Destaca su retablo, de estilo gótico florido, encargado por el Cardenal Cisneros, cuya construcción se realizó entre los años 1497 y 1504. También nos detenemos ante el monumental fresco dedicado a San Cristóbal, obra de Gabriel de Ruedas (siglo XVII), el sepulcro del Cardenal Mendoza, de estilo renacentista, la capilla de los Reyes Nuevos, que cuenta con numerosos sepulcros, la capilla de Santiago, también llamada de Álvaro de Luna, por albergar su sepulcro y el transparente de la Catedral.

A continuación nos dirigimos al centro neurálgico de la ciudad, la plaza del Zocodóver, en parte diseñada por Juan de Herrera durante el reinado de Felipe II. Regresamos a la Catedral y tomamos la calle Arco de Palacio, que nos conduce a la plaza del Ayuntamiento, a la que se asoman el edificio de la que toma su nombre, cuya construcción se alargó durante un siglo, no concluyéndose hasta 1703, y el enorme Palacio Arzobispal, cuya construcción se inició en el año 1543.

Ya hemos visto la presencia de la cultura cristiana, así que pasamos a la islámica, ya que ese es el origen de las murallas de Toledo. Nos detenemos en primer lugar ante dos de sus puertas, comenzando ante la más antigua, la Puerta de Alfonso VI, cuya construcción data del siglo X, aunque con modificaciones de estilo mudéjar posteriores al siglo XIII. Espectacular resulta también la Puerta de Bisagra, reconstruida a mediados del siglo XVI, con dos fachadas muy diferenciadas, la interior y la exterior, a cual más hermosa.

A un paso de la hermosa fachada interior de la Puerta de Bisagra tenemos la iglesia de Santiago el Mayor, también conocida como Santiago del Arrabal. Construida en la segunda mitad del siglo XIII, está considerada como una de las mejores muestras del mudéjar toledano. Contemplamos en lo alto el edificio de la Diputación de Toledo y por la calle Real del Arrabal nos dirigimos a la Puerta del Sol, de estilo mudéjar e influencia nazarí, construida en el último cuarto del siglo XIV.

Caminamos 550 metros por la calle Alfonso XII y nos detenemos ante la hermosa portada mudéjar, del siglo XIV, del antiguo convento Madre de Dios, actual Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Castilla-La Mancha. Nos separan 400 metros de nuestra siguiente cita, a la que llegamos caminando por las calles Alfonso XII, Rojas y Taller del Moro. Se trata de la iglesia de Santo Tomé, construida sobre una mezquita a principios del siglo XIV. Destaca sobre todo su campanario mudéjar y por albergar la obra de El Greco, “El entierro del Señor de Orgaz”, de obligada visita en Toledo. Abre de 10:00 18:45 h y la entrada cuesta 4 €. A unos pasos se encuentra el Museo del Greco (3 €), siendo la entrada gratis los sábados por la tarde y los domingos.

Tras la comida continuamos con las visitas. La calle San Juan de Dios nos lleva a la de Reyes Católicos, donde se encuentra la Sinagoga del Tránsito, representante de la tercera cultura que nos faltaba, la judía. Conocida también como Sinagoga de Samuel ha-Leví, se trata de un hermoso edificio mudéjar construido entre los años 1355 y 1357, pese a la prohibición de erigir sinagogas. Alberga el Museo Sefardí y abre de martes a sábado de 9:30 a 19:30 horas y los domingos y festivos de 10:00 a 15:00 horas. La entrada cuesta 3 €, siendo gratis para los mayores de 65 años y los sábados por la tarde y los domingos.

Tenemos que caminar otros 350 metros por la misma calle de Reyes Católicos, para realizar la última visita. El lugar elegido fue el Monasterio de San Juan de los Reyes, mandado construir por los Reyes Católicos y considerado como el edificio más representativo del gótico toledano y una joya del gótico isabelino. Data de finales del siglo XV y se puede visitar todos los días de 10:00 a 18:45 h, siendo el precio de la entrada de 4 €.

Toledo tiene otras muchas cosas que ver, pero un día no da para más y nuestro “campamento base” para esta escapada se encontraba en Alcalá de Henares. Además terminamos agotados por el intenso calor que padecimos pese a ser un 2 de mayo

Ascensión al Mendibil desde La Arboleda (Bizkaia)

Abro un paréntesis en los relatos viajeros para estirar un poco las piernas cerca de casa, aunque al otro lado de la ría, en el municipio de Valle de Trapaga-Trapagaran y, más en concreto, en uno de sus barrios altos, La Arboleda, conocido como Zugaztieta en euskera. Esta zona de esparcimiento es fácilmente accesible mediante el Funicular de Larreineta, inaugurado el 25 de septiembre de 1926 y gestionado por Euskotren, que accede a este barrio desde La Escontrilla, en la parte baja del municipio. A La Arboleda se puede llegar también desde Santurtzi en el autobús A3333, línea operada por Bizkaibus.

El principal objetivo de esta salida fue subir al monte Mendibil, cuyo pirulí cimero es visible desde Leioa, pues tenía ganas de ver mi pueblo desde él. Como Larreineta se encuentra a 395 metros de altitud, tan sólo hay poco más de 150 metros de desnivel para llegar a su cima, caminando durante buena parte del recorrido por la estrecha carretera de acceso al barrio rural de Barrio Nuevo, otro antiguo barrio minero, en el que vemos vacas y gallinas. Durante la subida disfrutamos de magníficas vistas de Sestao, Portugalete y, al otro lado de la ría, la margen derecha, con Leioa y Getxo en primer plano.

Atravesamos Barrio Nuevo y continuamos subiendo con suave pendiente hacia la loma del Bitarratxu, que bordeamos abandonando por un momento la carretera para pasar por un pequeño pinar, aunque la mayor parte del paisaje está dominado por las praderas que nos permiten ver al fondo nuestro objetivo, el pirulí de Mendibil. En esta zona alta todavía vemos cómo trabajan en un caserío, observando a varios ciclistas que suben por la carretera.

Son 3,7 km de suave subida desde La Arboleda y uno menos desde Larreineta, lo que tenemos hasta la cumbre del monte Mendibil situado a 549 metros sobre el nivel del mar. Esta cima está dominada por la imponente torre de telecomunicaciones, conocida popularmente como el pirulí. Desde la cima se tiene una impresionante y hermosa vista casi aérea de La Arboleda, con las antiguas minas, hoy convertidas en embalses artificiales, a nuestros pies. Los caballos pastan cerca de la cumbre.

De la misma cumbre parte una pista que nos condujo de regreso a La Arboleda, mientras disfrutamos de unas espectaculares vistas panorámicas. Caminamos entre amplias praderas, pudiendo contemplar diferentes grupos de vacas y caballos, alguno con su cría, que hacen que nuestro descenso resulte muy agradable. Como a la subida, la pendiente es escasa.

Nuestro descenso hacia La Arbolada continúa mientras contemplamos los montes de Triano y, en el fondo del valle, el pequeño embalse Loiolako. Pronto volvemos al asfalto, junto al que pasta un pequeño grupo de vacas. Nos dirigimos ahora hacia La Ronda auzoa pero, antes de llegar al cementerio, nos desviamos a la derecha para coger la carretera por la que regresamos directamente a La Arboleda. Antes de llegar me detengo a fotografiar sendos grupos de asnos, emús y ocas, una fauna de lo más variada.

El descenso concluye en La Arboleda, barrio al que accedemos pasando por una antigua casa minera. Su casco histórico fue declarado Conjunto Monumental en el año 2003, debido a ser uno de los pocos pueblos mineros que se conservan en Euskal Herria. La Arboleda fue fundado en 1877 para acoger a las personas que trabajaban en las minas. En 1888 se abrió aquí la primera Casa del Pueblo del PSOE y del sindicato UGT. Hoy cuenta con 532 habitantes, siendo el edificio más notable la iglesia de Santa María Magdalena. Cuenta también con varios bares y restaurantes, siendo conocidas las alubiadas que aquí preparan.

No podemos abandonar La Arboleda sin recorrer Meatzalde Goikoa Parkea. Las antiguas minas que se explotaban desde la época romana, se llenaron de agua dando lugar a un paraje de impresionante belleza, en el que se ha ubicado el parque de esculturas del citado nombre, que cuenta con obras de artistas de la talla de Nestor Basterretxea, Iñigo Arregi, Guillermo Olmo, Karmelo Gañan, José Antonio Legorburu, Mariemi Otaola, Victor Arrizabalaga o Alex Morlotez. Más información en https://meatzaldegoikoa.blogspot.com/

Un kilómetro separa La Arboleda de Larreineta que se realiza en un agradable paseo bordeando los embalses artificiales que cubrieron de agua las antiguas explotaciones mineras. Estamos en un precioso entorno natural desde el que podemos ver grupos de caballos, el parque de esculturas y, en lo alto, el pirulí de Mendíbil. También vemos un par de vagonetas utilizadas en las antiguas minas y, a mitad de camino, un enorme aparcamiento, prueba de la cantidad de gente que se acerca a La Arboleda.

Ya que estamos aquí, recomiendo el desplazamiento de tan sólo 3 km hasta el vecino municipio de Ortuella, donde se encuentra Ekoetxea Meatzaldea, el Centro de Interpretación de Peñas Negras, en el que podemos contemplar varias fotografías que nos muestran el antes y el después del efecto minero que sufrió La Arboleda, así como la historia del funicular y, en el exterior, unas vagonetas y una torreta de un “teleférico” de las antiguas explotaciones mineras. De aquí parten varias rutas por los montes de Triano.

Las fotos que ilustran este reportaje ha sido tomadas en tres salidas diferentes.

Escapada a Castellón (y 2)

Concluyo el relato de la escapada realizada por la provincia de Castellón del 24 al 28 de abril pasado. El 26 de marzo decidimos dedicar la mañana a caminar un par de horas por el Parc Natural Desert de les Palmes, situado cerca de Benicassim, optando por la ruta 5, que parte del Centro de Interpretación de la Bartola y se realiza en dos partes diferenciadas, teniendo la primera como objetivo principal las murallas de la Portería Alta, un hermoso lugar situado en el punto más alto, al que se llega por un agradable sendero desde el que se tienen magníficas vistas. Luego hay que descender hasta la carretera CV-147, pasando por un centro de oración de las Carmelitas.

En la segunda parte hay que caminar durante un pequeño tramo por la carretera CV-147, pasando junto a la entrada al monasterio nuevo de las Carmelitas, del siglo XVIII. Es una ruta acondicionada para ciclistas que alcanza los 459 metros de altitud, en pleno antiguo yermo carmelitano. Enseguida, a mano izquierda sale un sendero que nos conduce al segundo objetivo, el castillo de Montornés, una fortaleza de origen árabe del siglo X, construida sobre una escarpada cima que domina una amplia zona. El castillo se encuentra en estado ruinoso. Tenemos que regresar luego a la carretera y continuar unos metros por la ella hasta el punto en el que dejamos el coche, bajo el Centro de Interpretación de la Bartola.

Comemos de bocadillo en un área de pícnic y tenemos luego tenemos casi 70 km de viaje hasta nuestro siguiente destino, Villahermosa del Río, el pueblo que mas nos ha gustado hasta ahora. Se encuentra en una zona de montaña, a 755 metros de altitud, con vistas a la cumbre más alta de Castellón, el Penyagolosa. Además de por su emplazamiento, su principal interés se encuentra en torno a la plaza de la Iglesia, a la que se asoman el castillo y la iglesia de la Natividad, en la que destacan los retablos de los siglos XIV y XV, que pudimos ver gracias a la amabilidad de Rosa Mari, propietaria de la Tienda Casa Provincias, que nos abrió del templo antes de la hora de apertura de su comercio.

El 27 de marzo optamos por quedarnos cerca del Parador de Benicarló, pasando la mañana en la vecina localidad de Peñíscola. Dejamos el coche en un aparcamiento subterráneo, desde donde nos dirigimos al castillo del Papa Luna, cuya estatua pudimos ver junto a la entrada. Lo mejor del castillo es su emplazamiento sobre una península rocosa. En esta época abre de 09:30 h a 21:30 h, costando la entrada 5 € (3,50 € los mayores de 60 años), incluyendo el acceso al parque de Artillería, que rodea la fortaleza por su parte marítima. A mitad de camino se encuentra la iglesia Ermitana.

Para la tarde dejamos un importante yacimiento arqueológico, el Poblat iberic Puig de la Nau, que se encuentra a unos 10 km del Parador. Construido entre los siglos VII al IV aC se encuentra en excelente estado de conservación, ofreciendo una magnífica visión de cómo era la estructura urbana de un poblado íbero fortificado. Las dos fotos inferiores están sacadas de Internet pues, para nuestra frustración, se encontraba cerrado. Al llegar vimos que había que concertar la visita en el teléfono 964 460 448 y eso hicimos, pero nos dijeron que sólo era posible los sábados. Nuestro enfado fue mayúsculo, pues podíamos haber ido al día siguiente. Da la impresión de que sólo interesa el turismo de playa.

Mosqueados regresamos al Parador para dejar el coche y caminar un poco por el pequeño pero coqueto Paseo Marítimo, desplazándonos hasta el puerto pesquero, donde vimos zarpar a dos embarcaciones. He comentado en otras ocasiones que siempre que podemos visitamos los mercados y los puertos pesqueros, pues creo que es donde mejor se conservan las tradiciones, pero en este puerto por poco nos quedamos encerrados. Caminando por la avinguda del Marqués de Benicarló, contemplamos un hermoso mural en la fachada de una casa y una estatua de un pescador.

Dejamos para el día de vuelta, el 28 de marzo, los dos pueblos en mi opinión más interesantes, en los que ya estuvimos en el año 2011. El primero de ellos, Ares del Maestrat, se asienta sobre una espectacular mole rocosa, a 1194 metros de altitud, que conserva restos de su castillo. Dejamos el coche en la Plaza Mayor y entramos en la oficina de turismo, donde nos entregaron un mapa y nos indicaronn los tres anillos que tenemos que recorrer, siendo el último en la parte superior, a los pies del castillo. En la plaza de la Iglesia tenemos la estatura del rey Jaime, I, la antigua Lonja, que conserva los sus arcos góticos-mudéjares del siglo XIV, y la iglesia parroquial de la Asunción, con su fachada barroca del siglo XVIII.

Concluimos las visitas de esta escapada en el pueblo más hermoso de todos, que forma parte de los “pueblos más bonitos de España”. Se trata de Morella, declarado Conjunto Histórico-Artístico, del que os hablaré con más amplitud en una próxima entrega, pues considero que merece realmente la pena, por su castillo, su calle porticada, la muralla y puertas de acceso y, especialmente, por la Basílica de Santa María la Mayor, joya del gótico religioso, que fue construida entre los siglos XIII y XIV. Destaca por sus puertas exteriores, el monumental órgano y la espectacular escalera del coro, con la talla de madera policromada con la escena del Juicio Final. La entrada cuesta 3,50 €. Os recomiendo dejar el coche en el amplio aparcamiento situado en la parte alta de la población, en la calle Hospital, muy cerca del acceso al recinto amurallado por el portal y torres de Sant Miquel. Nada más entrar tenemos la Oficina de Turismo.

La casualidad hizo que comiéramos en la terraza de unos de los pórticos de Carrer d’En Blasco d’Alagó, 22, en Casa Pere. Digo esto porque al ir al baño encontramos un cuadro de la Peña del Athletic Club, cosa nos hizo mucha ilusión. Aquí nos despedimos de los amigos madrileños. Por delante teníamos 485 km para regresar a Leioa.

Escapada a Castellón (1)

Del 24 al 28 de abril hemos estado recorriendo parte de la provincia de Castellón, pues cinco días no dan para conocerla al completo. Ha sido la tercera escapada que realizamos este año, teniendo como campamento base la localidad de Benicarló, distante 549 km de Leioa, que se realizan en algo menos de seis horas viajando por autopista hasta Zaragoza, para luego continuar buena parte del recorrido por la N-232, una excelente carretera que pasa por Alcañiz y Morella, puerta de entrada a la provincia de Castellón.

El Parador de Benicarló **** fue el lugar que elegimos para pasar las cuatro noches de esta escapada, que realizamos con la pareja de amigos de Rivas Vaciamadrid. El Parador está muy bien situado, en la avenida Papa Luna, 5, teniendo acceso también al Paseo Marítimo. Cuenta con piscina, extensos jardines y una amplia terraza en la habitación. La relación calidad precio es excelente, pues pagamos unos 94 euros por noche, en alojamiento y desayuno. En la carta del restaurante destaca la amplia oferta de fideuá y arroces.

El Parador se encuentra a unos 7 km de Peñíscola, así que el 24 de abril, tras instalarnos en la habitación y descansar un poco del largo viaje, decidimos estirar las piernas un poco y caminar durante unos 5 km por la zona en la que la avenida del Papa Luna se convierte en paseo marítimo, fotografiándome al llegar en el cartel de Peñíscola, para luego tomar sendas instantáneas de las fuentes Marítima y del Dragón. Tomamos luego un vino rosado valenciano en una terraza, regresando en taxi al punto de partida.

La mañana del 25 de abril la dedicamos a caminar por el Parc Natural de la Sierra d’Irta, una de las últimas sierras vírgenes del litoral valenciano. Elegimos una ruta costera de unos 9 km de ida y vuelta, que empieza en Cala Blanca, cerca de Alcossebre, en forma de paseo hasta el faro de Irta, para continuar por un sendero que pasa sucesivamente por la cala Mundana y la playa del Serradal. Los apartamentos Prestige, situados sobre el acantilado, marcan la imagen de las construcciones del pasado. Aquí comienza la parte más hermosa de la ruta roja que concluye en Cala Cubanita, de donde regresamos al punto de partida por la misma ruta.

Comemos de bocadillo en la zona de pícnic de Cala Blanca y nos dirigimos a nuestra siguiente cita, Alcalà de Xivert, pueblo situado en la comarca de Baix Maestrat, en el que destaca la iglesia de San Juan Bautista, de estilo barroco valenciano, construida a mediados del siglo XVIII. En la parte derecha de su monumental fachada se alza majestuosa la torre-campanario, que se terminó el 14 de junio de 1803. En la plaza vemos un viejo olivo y, en la carretera que se dirige al castillo, la barroca ermita del Calvario.

A unos 6 km de Alcalà de Xivert se encuentra una construcción islámica que data de los siglos X y XI, aunque durante el siglo XIII la reformaron los templarios. Se trata del castillo de Xivert, al que se puede subir caminado durante hora y media, teniendo que salvar un desnivel de unos 200 metros, para llegar a los 358 metros de altitud a los que se encuentra. La visita merece realmente la pena, pues el ruinoso castillo está bastante restaurado, siendo la visita libre, con numerosos paneles con explicaciones. Lo que no es tan bueno es el acceso en coche, pues la carretera se estrecha y se convierte en una pista por la que hay que circular con cuidado. En algunos puntos está asfaltada, pero sin posibilidad de cruzarse con otro vehículo, así que estáis avisados. No entiendo cómo tienen una zona tan bien acondicionada con un acceso tan malo.

Muy cerca tenemos el pequeño pueblo de Santa Magdalena de Polpis, en el que su principal edificio es la iglesia parroquial, de estilo neoclásico, situada frente al Ayuntamiento. La verdad es que este pueblo no nos dijo nada, siendo el mejor recuerdo los nidos de golondrinas que vimos y la Radler que nos tomamos. Cuenta también con un castillo situado a 4 km y 431 m de altitud. Se trata de una antigua alcazaba árabe, de los siglos X y XI, que en el siglo XIII reformaron los templarios. Aquí no llegamos a subir, pues no me atreví a hacerlo por la pista de acceso, lo cual fue un acierto, pues nos dijeron que se encontraba en muy mal estado. Tomé una foto de la carretera, siendo las otras dos imágenes de Internet.

Me ha sorprendido gratamente lo montañosa que es la provincia de Castellón o al menos los lugares que hemos visitado. También lo verde que se encontraba el paisaje debido a los numerosos cultivos existentes, pese a que todos los ríos que vimos estaban secos. Sólo en el Baix Maestrat dicen que hay 448 hectáreas de olivos y 356 de frutos secos. Hemos visto numerosos campos de almendros y, en la zona de regadío, cantidad de naranjos. También he fotografiado las alcachofas de Benicarló, que cuentan con denominación de origen, algo que ignoraba, pues sólo había oído hablar de las de Tudela.

Esta entrega sólo ha sido el aperitivo del viaje, pues falta lo más importante, lo que realizamos en los tres días siguientes, pero de ello espero hablar la próxima semana. La escapada continúa.

Parque Natural Collados del Asón (Cantabria)

Hace ya unos años que evito viajar en Semana Santa, puentes y cualquier temporada alta, para evitar los atascos en las carreteras y los precios desorbitados en los alojamientos. Es por ello que esperé al 11 de abril, día siguiente al Lunes de Pascua, para realizar esta escapada de unos 200 km de ida y vuelta desde Leioa, con el objetivo de acercarme al Parque Natural Collados del Asón, en Cantabria, para contemplar el nacimiento de los ríos Gándara y Asón. También tuve ocasión de percibir los efectos de la sequía que padecemos, pues la cascada del Asón tenía muy poca agua y la del Gándara nada. Buscando en mis archivos pude ver que esta misma excursión la efectué el 20 de abril de 2018, con un resultado completamente diferente, como a continuación os muestro.

Los tres lugares visitados se encuentran en el Parque Natural Collados del Asón y, más en concreto, en el municipio de Soba, acercándonos en primer lugar al nacimiento del río Gándara, cuyo entorno lo están acondicionando. Este río nace en una surgencia bajo la peña caliza del Becerral, en La Gándara. El agua empieza enseguida a discurrir con fuerza en un lugar de gran belleza, en el que existe un molino, mesas para pícnic y praderas en las que pastan vacas y caballos.

Las imágenes anteriores las tomé el pasado 11 de abril, cuando el nacimiento del río Gándara tenía bastante agua, aunque no tanta como las que muestro a continuación, sacadas el 20 de abril de 2018.

Limítrofe con Bizkaia y Burgos, el municipio de Soba está formado por 27 núcleos de población, siendo en el de La Gándara donde se encuentra el principal centro de actividad, a excepción del Ayuntamiento que está en Veguilla. Rodeado de un hermoso parque con mesas para pícnic, en La Gándara se encuentra el Centro de Interpretación del Parque Natural Collados del Asón. Frente al bar-restaurante nos llamó la atención un cartel de venta de productos “Km 0”,

Dejamos aparcado el coche frente al citado centro de interpretación, realizando un breve recorrido hasta el final del parque que lo rodea, donde se encuentra un vistoso y aéreo mirador. Desde él contemplamos una magnífica panorámica del Parque Natural Collados del Asón, teniendo bajo nosotros la cascada que se desliza por la pared rocosa, o eso creíamos, pues cuando estuvimos el pasado el pasado 11 de abril, no tenía ni gota de agua.

El 20 de abril de 2018 tuvimos mucha más suerte, pues disfrutamos de un magnífico espectáculo de agua desde el mirador, algo que, por lo visto, sólo es visible en épocas de abundantes lluvias o tras el deshielo posterior al invierno, así que, con la sequía de este año, el agua brillaba por su ausencia. Hasta el Mirador del Gándara se puede llegar también caminando desde el nacimiento del río, por una ruta circular de 4,5 km que enlaza ambos lugares.

5,4 km separan tan sólo el Mirador del Gándara del Mirador del nacimiento del río Asón, teniendo que pasar un puerto, el Collado del Asón, junto al que se ha acondicionado un amplio aparcamiento del que parten rutas de senderismo. Es el gran cambio que hemos notado en los cinco años que han separado nuestras dos escapadas a la zona, prueba de que la naturaleza está de moda. Justo donde comienza el descenso, me entretuve un rato fotografiando a un grupo de vacas con sus crías, alguna recién nacida.

Cuando el pasado 11 de abril nos acercábamos a la cascada del nacimiento del río Asón, no nos podíamos creer lo que veíamos, pues tenía poquísima agua. Las aguas subterráneas que discurren por las zonas más altas del Parque Natural Collados del Asón, salen a la superficie y se precipitan sobre el valle de Asón, dando lugar a la cascada Cailagua, un imponente salto de agua de más de 70 metros de altura que, en el mes de abril, por el deshielo, solía tener mucha más agua que la que pudimos ver desde el mirador.

Qué diferencia con el espectáculo del que disfrutamos casi cinco años antes, el 20 de abril de 2018, cuando contemplamos la cascada Cailagua desde el Mirador del nacimiento del río Asón. Un sendero acerca a la base de la cascada partiendo desde la aldea de Asón. Nosotros hicimos un recorrido mucho más breve, partiendo unos 300 metros, carretera abajo, del mirador. Un pequeño tramo de pista y un corto sendero nos permitió acercarnos a la base de la cascada, para sentir cómo el agua nos salpicaba en la cara.

Visto lo visto, habrá que informarse antes de ir sobre si las cascadas tienen agua, aunque acercarse al Parque Natural Collados del Asón siempre merece la pena.

Escapada griega (y 3)

Concluyo el relato del viaje a Grecia, realizado del 10 al 20 de marzo, que dejaba la pasada semana en Meteora.

16 de marzo. Amanece lloviendo pero, para cuando terminamos de desayunar, la lluvia cesa y nos permite ver lo que era el principal motivo de este viaje, los monasterios de Meteora, construidos sobre las moles rocosas y declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988. En el hotel verificamos los horarios y los días que abren que, para este día, son sólo 3: Monasterio Roussanou (siglo XVI), San Nicolás (reconstruido en el siglo XVI) y San Esteban, el más nuevo, pues data del siglo XVIII. Es al único que se accede sin escaleras. Nos dirigimos luego a los tres que faltan y vemos que el de Varlaam (siglo XVII), también está abierto, así que subimos a verlo. Comemos en un restaurante de Kastraki y regresamos al hotel. Tarde libre y de descanso, pues hemos subido 643 escaleras y bajado otras tantas.

Son 6 los monasterios que se pueden visitar previo pago de 3 euros cada uno, así que el 17 de marzo nos dirigimos a los dos que nos faltaban, el Gran Meteoro (sigo XIV) y el de la Santísima Trinidad (siglo XV), el más conocido, por ser la localización de varias películas, entre ellas una de las de James Bond. Todavía no he dicho que tuvimos ocasión de verlos cubiertos de nieve, pues amaneció nevando, aunque cesó para las 9 de la mañana. Eso sí, en las escaleras de acceso había nieve y un grado de temperatura. Hoy ha tocado subir 540 escaleras. No quiero ni pensar lo difícil que será aparcar el coche en verano junto a los monasterios, pues los espacios son pequeños. Las mujeres tienen que acceder al interior de los monasterios con una falda larga, que proporcionan en la taquilla. Espero volver a hablar con más detalle de Meteora, pues es un sitio único.

Por la tarde tuvimos que recorrer los 231 km que nos separaban de nuestro siguiente destino, Delfos, que se realizan en algo más de 3 horas, teniendo que pasar puertos con nieve en la cuneta, pueblos escalonados en las montañas y muchas plantaciones de olivos. Elegimos el mes de marzo pues, en nuestro anterior viaje, hace 6 años, pasamos calor en ese mes. En esta jornada, en las montañas hemos vuelto a estar a 4 grados. Las dos siguientes noches las pasamos en el Nidimos Hotel ***, muy bien situado y con aparcamiento, algo importante en Delfos. Cuenta con un coqueto lugar para los desayunos y, desde la terraza de la habitación, excelentes vistas sobre la bahía de Itea y los montes nevados de Kalavrita. Lástima que hiciera tanto frío en la calle.

El 18 de marzo fue el único día en el que no tuve que tocar el coche, pues nuestro destino, uno de los puntos fuertes del viaje, se encontraba a 950 metros del hotel. Se trata del yacimiento arqueológico de Delfos que, desde 1987, forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Este antiguo santuario del siglo VI aC, está considerado como una de las ruinas mejor conservadas de Grecia. Según la mitología, Delfos es el centro del mundo antiguo, el omfalos u ombligo. La escultura de Prometheus nos da la bienvenida al recinto arqueológico, en el que sucesivamente vamos pasando por el Ágora romana, el Tesoro de los Atenienses, el Templo de Apolo y la Columna Serpiente, el Teatro y el Estadio. Fuera del recinto tenemos la Fuente Castalia, el Gimnasio y el precioso Santuario de Atenea Pronaza.

Hacemos un alto en el camino para comer algo en la cafetería del Museo Arqueológico, que visitamos a continuación. Pese a ser un lugar muy concurrido, también cierra a las 15:30 h, así que tenemos que andar rápidos. La entrada reducida para el recinto y el museo cuesta 6 €. Estamos en uno de los mejores museos arqueológicos de Grecia. Cuenta con 14 salas en las que contemplamos a Cleobis y Bitón, la Esfinge de Naxos, la cabeza crisoelefantina, Pancratista Agias, Apolo, Antinoüs y el Auriga de Delfos. En otra ocasión espero volver a hablar de Delfos, para dedicarle la atención que merece.

El 19 de marzo fue muy intenso, pues fue nuestra última jornada en Grecia y, a las 6 de la tarde tuvimos que devolver el coche de alquiler. Tan sólo llevábamos 9 km recorridos, cuando me detuve en un lugar del que nunca había oído hablar, Arachova, uno de los pueblos de montaña mas turísticos de Grecia. Atrás habíamos dejado las montañas nevadas del Golfo de Corinto y de nuevo vimos la nieve cerca y mucha gente sacándose selfies con el monte Parnasos (2457 m) a su espaldaa. Esto trajo a mi memoria cuando en 1978 subimos al Olimpo (2918 m), la montaña más alta de Grecia y segunda de los Balcanes, sólo superada por el búlgaro Musala (2925), en el que estuve con anterioridad.

Teníamos previsto haberlo visitado el día anterior por la tarde pero, con eso de que todo cierran tan pronto, lo dejamos para la última jornada. Se trata del Monasterio de Hosios Loukás, uno de los más bellos monasterios bizantinos de Grecia, que, desde 1990, forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Dedicado a su fundador, San Lucas, un ermitaño del siglo X cuyos restos se están en la cripta, fue construido en 1011 sobre los cimientos de una iglesia de 944. Es conocido por su cripta, mosaicos y pinturas. La entrada cuesta 4 euros. Fuera del recinto está la coqueta Metamorphosis church.

Seguimos a la carrera. Comida rápida en un restaurante de la autopista y nos dirigimos al hotel a dejar el equipaje. Todavía no hemos terminado, pues aún nos faltaba una visita a 45 km del hotel, en el cabo Sunión, donde se levanta el Templo de Poseidón, construido en el año 413 aC (entrada 3 €). Es un lugar lleno de encanto por el que deambulan las perdices. Existe un bar que se encuentra abarrotado de personas pues es domingo y muchos atenienses se desplazan hasta aquí para contemplar la puesta de sol. Para nosotros fue el broche perfecto para poner el punto final a nuestro viaje por Grecia.

Del cabo Sunión regresamos al aeropuerto sin poder contemplar la puesta de sol, aunque apuramos al máximo ya que casi todo el viaje se realiza por autovía. Entregamos el coche y nuevamente nos alojamos en el Sofitel, situado en el mismo aeropuerto. El 20 de marzo regresamos a casa en dos vuelos, primero de Atenas a Frankfurt (3 h) y luego de Frankfurt a Bilbao (2 h). Lo peor fue que tuvimos que pasar más de 4 horas en el aeropuerto alemán, en el que aprovechamos para cenar, aunque fuera un poco temprano.

Nos ha encantado Grecia, además de sorprendernos gratamente por sus buenas carreteras y excelente gastronomía. Eso sí, hemos tenido temperaturas bastante bajas. Nos han tratado muy bien y, aunque el griego es muy difícil os dejo tres palabras que al menos merece la pena aprender: Kaliméra (Buenos días), Efcharistó (Gracias) y Parakaló (De nada). La escapada griega ha concluido.

Escapada griega (2)

Tras la pausa de Semana Santa, continúo el relato del viaje realizado a Grecia del 10 al 20 de marzo pasado, que dejaba hace dos semanas en Loutraki.

El 13 de marzo nos desplazamos hasta Diakopto, población costera distante 92 km, que se realizan en casi su totalidad por autopista. Nuestro objetivo era viajar a lo largo de algo más de una hora en el ferrocarril que sube hasta Kalavrita. Durante dos días intenté comprar los billetes en la web sin conseguirlo. Ni siquiera en Diakopto nos enteramos de que el servicio ferroviario estaba suspendido en Grecia debido al terrible choque de trenes el 28 de febrero, en el que perecieron 57 personas. Nos informó de ello un taxista en Kalavrita, tras ver la estación cerrada. Como no nos coincidían los horarios, optamos por efectuar el recorrido en coche, viendo desde lo alto la garganta del Vouraikos, por la que pasa el tren y las montañas nevadas al otro lado del golfo de Corinto. Merece la pena.

Mientras tomábamos un café en la estación de Diakopto, que estaba abierta, buscando un plan alternativo mi mujer encontró que, en la ruta a Kalavrita, teníamos el monasterio Mega Spileon, cuya traducción literal es “Gran Cueva”, aunque su nombre oficial es monasterio de la Dormición de la Theotokos. Dicen que es uno de los monasterios más antiguos de Grecia, aunque fue destruido por los alemanes el 8 de diciembre de 1943, ejecutando a 22 monjes y visitantes. Reconstruido posteriormente, ahora es un complejo de ocho pisos ubicado en el acantilado de 120 metros de altura y situado a unos 950 metros de altitud, por lo que pasamos bastante frío (5 grados).

Nuestro recorrido concluyó en Kalavrita, importante y popular centro de esquí que, al igual que Sierra Nevada, presume de sol, nieve y playa. Cuenta con una calle peatonal que reúne a buena parte de los comercios y la hostelería, además del Museo del Holocausto y la Catedral de la Asunción de la Virgen María. Antes de comer, nos desplazamos al Memorial dedicado a la Masacre u Holocausto de Kalavrita, que recuerda el exterminio casi total de la población masculina, así como la destrucción de la ciudad por las fuerzas de ocupación alemanas durante la Segunda Guerra mundial, el 13 de diciembre de 1943. De allí regresamos a Loutraki, parando a tomar fotos de la garganta del Vouraikos.

14 de marzo. Sin salir del Peloponeso nuestro siguiente destino estuvo en Kaiafas, distante 191 km de Loutraki. Al llegar, parados en un semáforo, vimos que al lado teníamos un supermercado, así que aprovechamos para comprar pan, un sobre de salchichón, un trozo de queso y una botella pequeña de vino. El tema es que íbamos a dejar el equipaje en el hotel y salir disparados hacia el Templo de Apolo Epicuro, construido en la segunda mitad del siglo V aC y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986. Está protegido por una gran carpa mientras lo restauran. El problema es que también cierra a las 15:30 h, por lo que hicimos un alto en el camino para comer de bocadillo y no perder tiempo. La entrada reducida nos costó 3 €.

En la ruta hacia el templo vimos carteles que anuncian las Neda Waterfalls, cascadas del río Neda que presuntamente se encuentran en la proximidad de la ruta, cosa que comprobamos en Google Maps. El acceso se realiza desde la aldea de Perivolia, por una estrecha carretera que luego se convierte en una pista. En una amplia curva aparcamos el coche y seguimos caminando unos 500 metros, hasta coger un estrecho sendero que sube y baja, paralelo al río, hasta la cascada a la que al final no llegamos por no haber llevado bastones y por temor a que anocheciera, así que la foto de la cascada es de Wikipedia. El recorrido merece la pena, pues es una preciosidad.

No vimos la cascada pero llegamos a tiempo de ver la preciosa puesta de sol en la playa de Kakovatos, que ahora languidece. Muy cerca tenemos el agradable Kaiafas Lake Hotel ***, que lo regenta una familia que hace que nos sintamos como en casa, disfrutando para la cena, por un módico precio, de la tradicional gastronomía griega. Estamos rodeados de olivos en medio de la nada, a 800 metros del lago y a 900 de la playa de Kaiafas. Podía ser un remanso de paz, pero la perfección no existe, pues también se alojaban sendos grupos de jóvenes franceses y holandeses. Grecia está lleno de estudiantes de todo el mundo.

El 15 de marzo fue el día de más viaje, pues tuvimos 435 km hasta Kalambaka, casi 300 por autopista, pero en la primera parte empezó a diluviar. Menos mal que la carretera era buena y llevábamos delante un camión que circulaba a 80/100 km/h, al que me pegué como una lapa y que no nos abandonó hasta que cesó la lluvia, poco antes de coger la autopista en las proximidades de Patra. Cuando llevábamos 139 km nos detuvimos junto al Rion Fortress (Castillo de Río), construido por el sultán otomano Bayezid II en 1499, para proteger la entrada al Golfo de Corinto. Desde él contemplamos el puente de Río-Antirio, oficialmente llamado puente Charilaos Trikoupis, que une el Peloponeso con el resto de Gracia. Tiene una longitud de 2.252 metros, una anchura de 28 y está formado por cinco tramos de cable. Fue inaugurado el 7 de agosto de 2004. Por el continuó nuestra ruta.

Este día tocó malcomer en un área de servicio de autopista, que finalmente abandonamos para volver a encontrarnos con la lluvia y los 5 grados de temperatura. Una parada en el camino en el pintoresco Caffé Excelsior y llegamos a uno de los puntos fuertes del viaje, Meteora, nombre dado por los monjes a los gigantescos pilares de roca que vieron aquí en el siglo XIV, sobre los que edificaron varios monasterios. Aquí pasamos dos noches en el alojamiento que más nos ha gustado del viaje, Divani Meteora Hotel **** en Kalambaka. Por ser de Bilbao nos dieron una habitación de más categoría y nos dejaron prolongar la salida un par de horas. Todo gracias al Athletic o, mejor dicho, a Ernesto Valverde, al que todo el mundo recuerda en Grecia por sus años al frente de Olympiacos, con el que ganó tres ligas y dos copas, que ha colocado a Bilbao en el mapa.

Quería volver a ver este lugar y que mi mujer lo conociera, pues tengo un buen recuerdo de cuando lo visité en 1978. Por ello cogí la habitación con vista a las montañas. En aquella ocasión vinimos varios amigos en dos coches desde Bilbao (2.986 km), para de camino subir al Triglav y al Olympo. En el viaje estrené mi Ford Fiesta, pero eso es otra historia. De los monasterios espero hablar la próxima semana. El viaje por Grecia continúa.

Escapada griega (1)

Del 10 al 20 de marzo de 2020 teníamos previsto viajar a Grecia, pero el COVID iba avanzando y algunos vuelos se estaban cancelando, así que, por si acaso, el día anterior decidí cancelar la reserva y preparar un nuevo viaje para las mismas fechas a Portugal, viajando con nuestro coche para así poder regresar cuando fuera necesario, cosa que hicimos el 14 de marzo, desde Lisboa, para confinarnos. En buena hora tomamos esa decisión, pues volver de Atenas el 20 de marzo habría resultado muy complicado. Como tenía todo preparado decidimos realizar el viaje en las mismas fechas en cuanto se puediera, así que el 10 de marzo de 2023 emprendimos el viaje a Atenas, aunque todo resultó más complicado de lo previsto, pues algunos de los hoteles, tras la crisis, no abrían hasta abril y otros estaban completos los fines de semana, así que decidimos realizar el viaje al revés de lo previsto, es decir en el sentido de las agujas del reloj. En resumen, han sido 5.756 km en avión, 2.046 km en coche y 78 km a pie.

Con los vuelos tuvimos más suerte, pues pese a los tres años transcurridos los precios seguían parecidos. En 2020 pagamos por los dos 517 €, que Lufthansa nos devolvió cuatro meses después. A finales de noviembre de 2022, con motivo del Black Friday, algo en lo que no creo, Lufthansa me pasó una oferta, así que ese mismo día realicé las dos reservas por 344 €, volando a la ida por Munich y regresando vía Frankfurt. Tras el consiguiente madrugón, llegamos al aeropuerto de Atenas coincidiendo con el atardecer, motivo por el cual nos alojamos a dos pasos, en el carísimo Sofitel*****, dejando para el día siguiente el recoger el coche de alquiler.

El 11 de marzo tuvimos la primera sorpresa agradable del viaje nada más recoger el Skoda Scala que nos entregaron en la empresa de alquiler. Pensábamos que, tras la profunda crisis padecida, las carreteras griegas serían penosas, pero nada de eso, pues todas las grandes distancias las recorrimos por autopistas de peaje que, cada pocos kilómetros, tienen aparcamientos con WC. Cuentan también con numerosos túneles y viaductos, estando muy bien mantenidas. En total pagamos 57,85 € de peajes, más otros 13,70 por cruzar el puente en el estrecho del golfo de Corinto. El resto de carreteras estaban muy bien, pese a que tuvimos que pasar varios puertos, incluso con nieve en las cunetas. Eso si, en un par de carreteras de montaña nos encontramos con sendos rebaños de ovejas.

La otra segunda sorpresa agradable ha sido gastronómica, colocando a Grecia en cabeza de los países en los que mejor he comido. De izquierda a derecha y de arriba abajo os presento algunos de los platos que he degustado, comenzando con el delicioso yogur griego con miel de la Taverna Efrosino. Siguen la Moussaka, especie de lasaña en la que se emplean berenjenas en lugar de pasta, Spanokopita, espinacas envueltas en pasta filo, el queso feta frito, el Bifteki, carne picada de ternera, los Gyros de cerdo, carne asada servida con pan de pita, el Kritharoto, pasta de cebada con forma de granos de arroz, ligeramente mayores, el Paidakia, chuletas de cordero a la parrilla y el Souvlaki, brocheta de pollo, todos ellos acompañado de vino rosado o tinto, en ocasiones  pagado a precio bastante caro.

Tras recorrer tan solo 112 km por autopista llegamos al alojamiento en el que pasamos las tres siguientes noches, el Club Hotel Casino Loutraki*****, al que creo que le sobra una estrella, como sucedió con el anterior. Esta localidad veraniega es sobre todo conocida por este casino, que dicen que es uno de los más grandes de Europa. El hotel cuenta con SPA, piscina cubierta y otras al aire libre que, al no estar en temporada, permanecían cerradas. No disfrutamos de nada de esto, pero fotografié la escultura de Poseidón.

Queríamos aprovechar la tarde, así que comimos unos perritos calientes en el hotel y salimos rápidamente hacia nuestro siguiente destino, situado a 16,4 km del hotel. Se trata de Acrocorinto, una de las más antiguas necrópolis griegas, transformada en imponente fortaleza medieval. Aquí tuvimos la sorpresa negativa del viaje, pues llegamos a las 15:10 y cerraban a las 15:30, algo habitual en otros lugares en el mes de marzo, lo que supone que por las tardes no haya nada que poder ver. Menos mal que nos dejaron pasar y poder picotear un poco en veinte minutos.

Tras el fracaso anterior nos dirigimos a nuestro siguiente objetivo, una de las cosas que más ganas tenía de ver, motivo por el que nos alojamos en Loutraki. Se trata del Canal de Corinto, que une el golfo de Corinto con el mar Egeo por el istmo de Corinto, separando el Peloponeso del resto de Grecia. Tiene 6,3 km de largo, 21 metros de ancho y tan solo 8 de profundidad. Se construyó entre 1881 y 1893, siguiendo el antiguo proyecto de Nerón. Lo vimos un par de veces desde el Isthmos Bridge, situado a tan solo 5,6 km del hotel, al que os recomiendo acudir por la mañana. Desde él hacen “bungy jumping”. Aprovechamos para tomar café con tranquilidad. En otra ocasión vimos uno de los puentes sumergibles con que cuenta el canal.

Como todavía era pronto, decidimos aprovechar el resto de la tarde visitando el Heraion de Perachora, santuario de la diosa Hera, notable sitio arqueológico ubicado en un cabo al final de la península de Perachora, que tuvo su mayor importancia hacia finales del siglo VI aC. En su hermoso emplazamiento se encuentra la capilla de Agios Nikolaos, algo bastante habitual en las ruinas griegas. En el cabo está  también el faro Maják Melagavi. Antes de llegar nos detuvimos en Vouliagmeni Lagoon, un hermoso lago interior conectado con el mar por un pequeño estrecho.

12 de marzo. La cita importante de la jornada se encontraba en Epidauro. Se trata del Asclepeion, un santuario dedicado a Asclepio que desde 1988 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Situado en el Peloponeso, cuenta con importantes restos del siglo IV aC, destacando el tholos y el teatro, considerado este último una obra maestra de la arquitectura griega. Construido hacia el año 330 aC, llego a tener capacidad para 12.000 espectadores. También visitamos el sencillo museo. La entrada, como en todo los lugares, tenía hasta el 31 de marzo un descuento del 50%, costando 6 euros.

A la hora de comer nos dirigimos a Nafplio, importante puerto del golfo Argólico al que se asoma la calle Boumpoulinas, repleta de restaurantes. En uno de ellos comimos unas raciones de calamares, pues el pescado fresco tenía unos precios desorbitados. Nafplio presume de ser la ciudad más bonita de Grecia, probablemente por su emplazamiento. Desde el puerto contemplamos el coqueto castillo Bourtzi, que ocupa un islote frente al puerto. Dominado la ciudad desde una colina tenemos el imponente castillo de Palamedes, supuesto inventor del ajedrez y del juego de dados, que debido a que empezó a llover renunciamos a visitar, aunque tampoco habríamos podido, pues cerró a las 15:30 h. Por la mañana hicimos un alto en la ruta para fotografiar una piscifactoría que ocupa un precioso lugar costero.

Dejo este relato en el Peloponeso, de donde regresamos al hotel en Loutraki, en el que todavía pasamos otras dos noches. El viaje por Grecia continúa. De ello os hablaré en la próxima entrega, tras una pausa en la Semana de Pascua.