Libertad

Pepe Colubi, que es un hombre de televisión, cine, música, novelas cómicas y Twitter, es el que mejor ha definido en este par de días el asalto del Tribunal Supremo a la Generalitat: “Inhabilitar a un presidente por colgar una pancarta pidiendo Libertad. Está pasando”. Esta es la foto, esta es la historia, estos son los hechos. Los que tienen que justificar el atropello judicial echarán mano de los tecnicismos y el momento en el que se cometió el delito sancionado, pero, en esencia, todo se resume a lo que describe Colubi: Torra pidió libertad y se negó a dejar de hacerlo. Y España le castiga por ello.

La política

Pese a la gravedad de la situación fue Quim Torra el primero en hacer referencia a las elecciones pidiendo que las siguientes, a las que no podrá presentarse, sean de carácter plebiscitario. No es oportunismo: es una apuesta democrática. Hace bien. Quienes no van a perder ni un segundo en hacer política, según El Independiente, son los de PSOE, Podemos y la propia ERC: “Moncloa convierte a Aragonès en interlocutor privilegiado y lo fía todo a su victoria. El vicepresidente catalán mantiene vías de comunicación directas con Moncloa y con distintos ministros del PSOE y de Unidas Podemos”.

Una salida

Al laberinto catalán hay que ponerle salidas, no más complicaciones y barreras. Cualquiera que tenga cierta sensibilidad política lo sabe, quien lo niegue o incluso añada dificultades se retrata, y el Tribunal Supremo se ha hecho un selfie grupal. El lehendakari Urkullu lo ha expresado con nitidez en un mensaje que ha hecho público a través de Facebook. Y recuerda que “se produce, además, en un contexto de especial sensibilidad sanitaria, emocional, económica y social. Nuestra responsabilidad debe ser ofrecer cauces de solución política a través del diálogo y la negociación con auténtica voluntad de acuerdo”.

El que más sabía…

En el programa de Risto Mejide colocaron un tuit de una cuenta falsa del lehendakari en Twitter como si fuera real, crítico con Torra. Y eso que en el nombre de la cuenta aparece la palabra “fake” y carece de la verificación que sí tiene la cuenta real. El propio Mejide se disculpaba por el error. Pero, precisamente por ser Mejide, no es suficiente. Porque el presentador se hizo popular por no tener piedad con quien fallaba, no ha dudado en jugar a ser político en su propio programa, ¿y cuando le toca ponerse serio con un tema de fundamentos de democracia sí vale ser descuidado?

Y de paso, nos la cuelan

Si parece que detrás de todo hay un plan lo más probable es que lo haya, así que, si parece que la Audiencia Nacional ha intentado aprovechar la resaca de la inhabilitación de Torra para hacer pública la absolución de Rodrigo Rato y sus secuaces por la salida a bolsa de Bankia poco antes de ser rescatada, lo más probable es que todos pensemos que lo han intentado aprovechar, sí. Dice la absolución que esta salida a bolsa contaba con todos los OK necesarios, pero en vez de entrar en el fondo e investigar qué falló en la cadena de responsabilidad se limitan a exonerar a los que siempre caen de pie.

Intolerable

Este tuit de Isabel Díaz Ayuso no solo es vergonzante, en medio de una pandemia y al inicio de una crisis económica devastadora resulta intolerable: “Todo mi apoyo a la policía, profesionales que siempre arriesgarán su seguridad en cumplimiento del deber y por todos los ciudadanos, empezando por los barrios más humildes. Estos altercados contra nuestras medidas sanitarias están apoyados políticamente al más alto nivel”. Y lo ilustraba con imágenes de agentes agredidos en Madrid. ¿De qué va? ¿Qué pretende? ¿Por qué no se deja de tuits y pulsos y se pone a hacer lo más básico contra el coronavirus?

Lo básico, sí

Cuando el 22 de septiembre el gobierno de la Comunidad de Madrid colocó dos dispensadores de gel hidroalcóholico para la puñetera foto también se sacó el selfie de la desvergüenza: no han hecho nada, ni lo más básico, contra la pandemia. Otro ejemplo: el hipódromo de Zarzuela se ha puesto tan de moda que hasta lo saca El País en su edición del sábado porque al ser considerado casa de apuestas y no espacio deportivo, la chavalada va a beber, jugar y juntarse. Un planazo para los más inconscientes y un retrato para los incompetentes: en la comunidad de Madrid no han tomado ni las medidas más sencillas y lógicas.

Sus prescriptores ya avisaban

El caos en la capital se veía venir: la máxima dirigente ya mostraba de qué pasta estaba hecha y de quién se rodeaba (eligió como jefe de gabinete a Miguel Ángel Rodríguez antes de la pandemia), y los prescriptores que defendían al gobierno de la comunidad y la capital también avisaban. Carmen Lomana tuiteba el fin de semana: “¡Hoy Madrid estaba como en sus mejores tiempos! ¡Restaurantes, tiendas, calles, terrazas llenas de gente de todos los lugares de España! ¡Gracias por venir! Gracias por arroparnos y no hacer caso a tanto panfleto vacío del Gobierno que quiere cargarse la Comunidad de Madrid”.

¿Y el jefe?

No creo que la ciudadanía de Madrid eligiera a Isabel Díaz Ayuso para gobernar Madrid, sino al PP. En la mayoría de las ocasiones son las siglas las que reciben los votos y la ciudadanía supone que los candidatos responderán a un perfil predecible. Pero la presidenta de la Comunidad es mucho más disruptiva de lo que esperábamos todos, incluido Pablo Casado, responsable de este error (como el de Cayetana Álvarez de Toledo o Dolors Montserrat). En vez de actuar, Casado hace declaraciones vía Twittter como presidente “wannabe” y da cortes tan constructivos tanto como: “Viva España, viva el Rey”.

El gran resumen

Jorge Matías ha resumido en Twitter la situación mucho mejor de lo que yo seré capaz: “Lo peor de todo lo de Madrid es que la actitud del gobierno de la CAM es meramente ideológica. No dan su brazo a torcer porque eso sería admitir que el proyecto ultraliberal iniciado hace más de 25 años es un puto fracaso de principio a fin”. En efecto: el PP ha gobernado con el viento a favor y sobre ríos de dinero que nacían de la capitalidad. Pero en cuanto las cosas se han puesto feas se han visto las costuras y la acumulación de desastres: rebajas en impuestos, gestión “a lo txoko”, y más privilegios a los privilegiados.

Teletrabajo… Y desconexión

La ley de Teletrabajo ha llegado después de que suene la bocina y como suelen hacerlo la mayoría de las leyes: abierta a interpretaciones. Las descripciones en los medios han incidido mucho en qué parte le toca a la empresa y qué parte al trabajador. Pero he echado de menos más referencias expresas, insistentes y firmes al derecho a la desconexión. Porque ningún jefe debería de entender que el teletrabajo significa tener a su disposición a su equipo en cualquier momento. La cantidad de horas presenciales que regalamos ya es intolerable como para que nuestra casa sea nuestra cárcel. De ninguna manera.

Autónomos… De verdad

Soy autónomo. Sé perfectamente qué es el teletrabajo, las llamadas a horas intempestivas, las exigencias de los que están al otro lado, bajarse el sueldo cuando vienen mal dadas, pagar mi propio teléfono y mi propio ordenador, el coche, la gasolina y el menú del día. Como cualquier autónomo tengo también dos superpoderes: no coger la baja nunca y oler a kilómetros a un falso autónomo… Y también a quien no lo es pero se acomoda en esa victimización. Pero el negocio/jetada de Glovo, Deliveroo o Uber estaba clarísimo: “Se ahorran 72 millones al año por no dar de alta a los ‘riders’” (El Independiente).

Con la verdad medimos mejor

Sigo hablando de cuestiones y, sobre todo, discusiones laborales: en Maldita.es han publicado una información necesaria sobre los políticos a los que elegimos libremente. “Sueldos vitalicios: ni diputados, ni ministros ni vicepresidentes tienen derecho a ellos”, es el título de una pieza que, como todas las de esa web, merece el tiempo que le hemos dedicado. Porque solo con la verdad medimos mejor las críticas que podemos hacer. Y sin ella las críticas se convierten en desmedidas, y benefician a populistas de un extremo y de otro. Por eso todos tenemos y debemos aportar algo a calibrar debidamente.

El cuñado del año

Todos somos “cuñados” y “cuñadas”, y caemos a veces en críticas desmedidas. Es inevitable. Pero estoy convencido de que estar atento para que no nos la cuelen es nuestra responsabilidad individual. Y para recordarlo nada mejor que no perder de vista al que seguramente sea el cuñado del año todos los años: Javier Ortega Smith. El hombretón ha dicho recientemente: “Defenderemos la Monarquía hasta la última gota de sangre” (El Plural). Qué tío. Qué capacidad de convencerse a sí mismo de que ha dicho algo cuando no ha dicho nada. Porque la frase es un cagarro del diez para gente como él.

¿Es por todos… O es por ellos?

Cuando asistimos el primer pulso entre Fortnite y Apple o Android ya avisamos en esta columna de que no se trataba de una cuestión puntual sino de una apuesta por un cambio de paradigma. La empresa del videojuego quería saltarse la plataforma de aplicaciones de los dueños del sistema operativo (y la mordida, claro). Ahora se han sumado Tinder, Spotify y unas cuantas más con cierto peso. Y el resultado puede ser desastroso: los desarrolladores de aplicaciones más pequeños podrían quedar en desventaja, pasando por el peaje de Android y Apple mientras el poderoso, como siempre, contaría con buenos descuentos.

Es justo y necesario

El Periodismo primero fue atacado on-line por los blogs y el “periodismo ciudadano”. Buena milonga fue aquella. Sobre todo, larga y plomiza. Pero solo era el principio: la proliferación de páginas webs de supuestas noticias acabó por destrozar el “periodismo”. Y al final, sobre todo por culpa de Internet (cambio de modelo, clickbait, etc.), las empresas periodísticas han dado la puntilla con contratos a la baja, Google como principal herramienta y la puta métrica web. Así que cualquier medida de corrección a esta deriva, como el procesamiento a Inda y Entreambasaguas, de OK Diario, me parece adecuada.

Igual pensaban que era otra cosa

Me sorprende que haya alguien capaz de pensar que en un partido de extrema derecha hay democracia interna. Pero, por lo visto, sí lo hay. Y unos cuantos. De saque, para votar a un partido facha hay que ser ignorante; para militar en él, por lo menos, tener una tarita o dos; y para creer que, además, vas a poder tener voz y voto, te tienen que faltar unos veranos. Lo que no entiendo es que el propio partido haya montado un teatro de procesos internos, ¡con lo fácil que es el ordeno y mando que quieren imponernos a todos! Primero, la dirección prohibió las reuniones de afiliados y ahora tumba parte del proceso.

¿Y a mí me representan?

La lucha de clases ya se ha reducido a dos, y lo hemos visto en Madrid: están los “cayetanos”, o lo que siempre hemos llamado “pijos de mierda y, además, fachas”. Y estamos el resto. En el sur de Madrid no viven “obreros”, en el sur de Madrid vive gente que tiene muy buenos puestos en sus trabajos y ganan muy bien, pero el centro es para Airbnb, oficinas y los que fueron marqueses cuando Franco era Franco. Así que a lo de la lucha de clases la izquierda va a tener que darle una vuelta porque, sí, hay diferencia entre unos pocos y la mayoría, pero esa mayoría hace mucho que es heterogénea y hasta ejecutiva.

A esto me refiero

Martínez Almeida es de aquellos, de los pijos de derechas. E Irene Montero es de los demás, de los míos y de los tuyos, de la mayoría, pero no es una trabajadora de base. Tiene estudios superiores, es ministra y vive en un chalet porque puede. Y sale en la Vanity Fair de septiembre como lo hizo Martínez Almeida en la de agosto. Exactamente igual. Así que la polémica que han montado algunos es, directamente, una chorrada con la que no deberíamos perder tiempo ni líneas de una columna. Pero es lo que toca. Porque siguen mandando aquellos y porque, cada vez más, esto se parece a Los Juegos del Hambre.

Canal Sur Radio

Primero leí que Kiko Rivera fichaba por una radio para comentar los partidos de fútbol del Sevilla FC. Después, que su actuación fue muy criticada. Y lo último que leí fue lo único que logró llamar mi atención: se trata de Canal Sur Radio. La pública y en tiempos de PP, Ciudadanos y Vox. Olé. Y arsa. Y qué arte tiene mi niño. Bueno, el mío, no, el de la Pantoja. Soy el primero que cree que los medios públicos están para informar… Pero también para entretener, y más en este tiempo tan angustioso. Pero de ahí a Kiko Rivera hay océanos de sentido común que alguien se ha saltado. Qué vergüenza.

Las hostias van por barrios

Cuando los pijos de Madrid salieron a manifestarse contra el confinamiento, saltándose las recomendaciones, circulando en sus descapotables y poniendo a descendientes de franquistas en primera línea para hablar con agentes de la policía nacional, el gobierno español puso el nivel de contundencia (nulo) ante este tipo de concentraciones. Nivel que ha modificado radicalmente cuando las manifestaciones son en barrios más pobres en el mismo Madrid. ¿Por qué? ¿Qué ha cambiado para que los agentes, esta vez sí, hayan usado las porras? ¿Acaso las hostias van por barrios? Qué cosas pregunto: por supuesto que sí.

Con algunos nunca va

Tiene que ser muy fácil trabajar para uno de esos partidos con los que “las movidas” no van nunca. Ante el evidente doble rasero de la Policía Nacional en Madrid, IU ha decidido “condenar” vía Twitter “las cargas injustificadas”. ¡Qué pena que este partido no tenga, qué se yo, a su coordinador general de ministro en el gobierno del que dependen esos agentes para que haga algo! ¿O sí lo tiene? Entonces, ¿a qué viene ese tuit? ¿Nunca son parte implicada? Qué fácil se hace la política siempre desde el lado del hostiado… Aunque en el consejo de ministros te sientes al lado del que encarga la manita.

Más cultura, menos porras

Vista la injusticia en Madrid y vistas las reacciones de los que son parte pero solo quieren hacer arte, menos mal que tenemos a personas como Lander Otaola que usaba Twitter para recordarnos lo evidente: “La gente que opina que la cultura ahora es lo menos importante no entiende nada de nada. La cultura es lo que evita que nos matemos (aún más) los unos a los otros. Sin cultura sólo somos trozos de carne que andan”. Y si algo ha demostrado esta pandemia es que necesitamos más cultura y más civilización, porque el egoísmo anda disparado pero saldremos de esta solo con solidaridad.

Aprovechando la coyuntura…

Pero si alguien nos arregló el jueves fue Carlos Galiana, que participó en una de las mejores comedias que nos ha dejado la pandemia… De momento (porque estoy seguro de que no faltarán guiones para películas sobre el confinamiento). El concejal de Compromís aprovechó la mascarilla durante una presentación telemática para proponer que Valencia sea Capital Europea de la Innovación 2020, para que alguien hablara por él en inglés mientras él hacía gestos. Así se aseguraba la presencialidad… Y el inglés fluido. Galiana se presenta como actor en su propio currículum y, de momento, ha innovado.

El “momentismo”

En diciembre sabremos si la palabra del año es “mascarilla” o “coronavirus”, pero si de mí dependiera, sería la que ha acuñado mi admirado César Ortuzar: “Momentismo”. El tuit completo del compañero de DEIA era este: “Un gol de Javi Martínez y se enciende el debate aún más. Vivimos instalados en el momentismo”. Y claramente ha acertado. Ese gol, ese momento, ha generado otra cascada de informaciones sobre el jugador navarro, que es a su vez el tema del momento en la Bizkaia futbolera. Si mañana el Athletic no gana con solvencia en Eibar, el momentismo sobre Martínez se extenderá.