Él no cuenta personas fallecidas

Benjamin Netanyahu cuenta las causas pendientes con la justicia que tiene en su país. Cuenta en el parlamento israelí los votos de su partido y el de la extrema derecha con el que gobierna. Y cuenta los días que faltan para que Trump llegue a la presidencia de EE.UU. para atacar con mayor libertad aún. Lo que no cuenta es el dolor que está generando y que tiene que volverse en su contra sin piedad ni demora: “Catherine Russell, directora de UNICEF, declaró esta semana que de los 600.000 niños que hay en Rafah, al sur de Gaza, todos están heridos, enfermos o desnutridos”, según Diario Red, el digital de Pablo Iglesias.

“El secreto de España para crear más empleo”

En El Blog Salmón han desvelado “el secreto de España para crear más empleo que Alemania y Francia juntos”, que es este: “Es el que tiene más desempleo”. Recogen datos de Eurostat y concluyen que en la monarquía constitucional “los trabajos ofertados son cada vez más temporales y dependen estrictamente de la época del año”. Incluso en elementos netamente positivos como las exportaciones también recuerdan que “para crecer y ganar competitividad en el mercado exterior, recorta salarios y apuesta por empleos de peor calidad”. Y rematan: “España e Italia mantienen la mayor tasa de fuerza labor infrautilizada de la zona Euro”.

Mi… serable

Esperanza Aguirre ha publicado en The Objective una columna titulada “Milei” en la que con una mano zurra a Óscar Puente (que bastantes autorretratos se hace en X el pobre) y con la otra acaricia al presidente argentino al que define como “el arma más eficaz para acabar con la tiranía social-comunista que ya sufrimos”. Es evidente que Aguirre vive en una realidad paralela, de señora mayor en Madrid con mucho dinero, y que decide no tener en consideración para mal los anuncios, las formas y las políticas del neoliberal más radical que gobierna hoy un país. Claro que si por Aguirre fuese, España también sería así de neoliberal.

Dictaduras

Ni Milei es un dictador, ni lo es Esperanza Aguirre. Son neoliberales radicales y, como tal, personas despreciables. No es un dictador Juan Tallón cuando escribe y describe, estupendamente en El Periódico, cómo su hija de nueve años se lo ha llamado (“dictador”) porque “acababa de pedirle, de una sentada, que apagase la tele, hiciese los deberes, ordenase la habitación y, al acabar con eso, se metiese en la ducha”. Tallón me representa. Y también hago mía su reflexión: “Nos hemos acostumbrado a decir ‘dictadura’ con alegría”, menos a la que lo fue. “Si algo nos hastía, o nos amarga, o nos irrita, o nos contradice, es dictadura”.

Una IA para detectar la IA

Solo era cuestión de tiempo y ya ha sucedido: “OpenAI anuncia una herramienta capaz de detectar imágenes generadas por su IA” (Hipertextual). Es decir: OpenAI ha desarrollado una inteligencia artificial para detectar obras creadas por la inteligencia artificial. No me parece mal, la verdad, aunque sería mucho más útil el uso de tecnología blockchain como en los NFT o, qué se yo, marcas de agua claras para que no haya duda (así de sencillo, así de útil). Pero, ojo, que con este párrafo no quiero mostrarme en contra de generar o usar imágenes por medio de la IA. Pero sí a favor de, como con todo lo digital, regularla.

Se me acaban los calificativos

Se me acaban las palabras para describir de modo crudo y llamativo, para que no lo pasemos por alto, lo que está haciendo el gobierno ultraderechista de Israel sobre la población palestina: “‘Miles’ de camiones de alimentos quedan varados en Egipto tras el cierre de cruce de Rafah” (Infobae). Nada justifica la masacre, ni Hamás, con todo lo reprobable y grave que ha hecho, que es muchísimo, ni los juicios pendientes por corrupción de Netanyahu, ni la ideología sionista y ultra de su gobierno, ni la presión a Biden, nada justifica esta salvajada sobre población civil machacada sin piedad ni motivo.

Evidentemente

Estamos en pleno mayo, mes de las comuniones (aunque cada vez, menos) y de sus respectivos banquetes y regalos. En Pantallas Amigas también lo han tenido en cuenta y por eso han escrito un muy oportuno post: “Seis razones para no regalar un móvil en la primera comunión”. A saber: no es la edad adecuada (de hecho, sugieren que sea a partir de los 12 años), no es necesario, dificulta el desarrollo pleno, no parece que el móvil como regalo sea un buen punto de partida porque conlleva nuevas responsabilidades para la o el menor, y además añade un nuevo trabajo a los habituales de la crianza. A mí me han convencido.

La gran hipocresía

La de la energía es la gran hipocresía de nuestro tiempo: no queremos explorar el subsuelo ni poner placas o aerogeneradores en el entorno, pero sí queremos traer gas o lo que haga falta de donde sea. Otra hipocresía (porque superan con creces la contradicción): “La gente dice que le preocupa el cambio climático pero el turismo está batiendo todos los récords en España y el mundo” (El Blog Salmón). Viajamos por encima de nuestras posibilidades, no ya económicas, sino planetarias: el mundo que difícilmente nos sostiene con nuestro consumo diario va a llevarse ración y media de gasto de recursos solo para que veamos tres ciudades más.

Y que venga a mi ciudad

Es evidente que tiene menos impacto ecológico que se traslade un equipo a varias ciudades, que miles de personas lo hagan para ver a su ídolo. Pero ya no se trata de la típica furgoneta o autobús con la estrella y el camión con el escenario detrás: “La última gira mundial de Taylor Swift se ha cobrado una víctima y es la Tierra: 286.000 km en jet privado” (Xataka). “La exitosa gira The Eras Tour ha convertido en milmillonaria” a la cantante, por lo que sí debería de ser exigible una parte de sus beneficios ayuden a reparar su impacto. Taylor Swift es el ejemplo, pero también puede ser la palanca para proyectar una conciencia global necesaria.

Ya sé que no está de moda

Dejo para el final una cuestión que, para mí, debería de abrir esta columna. Pero es un tema que parece que nos importa cada vez a menos personas, que no está de moda, que mencionarlo es incluso negativo para mantener viva la memoria. Nuestra memoria. La memoria del sufrimiento, la desazón y la rabia: “La abstención de EH Bildu frustra un texto de condena de todos los atentados de ETA y, en especial, del asesinato de Tomás Caballero”, leo en la cuenta en X del Parlamento de Nafarroa, y pienso que algunos no han avanzado nada pero han logrado que la sociedad involucione hasta la glaciación. Qué pena.

Qué puta desgracia

Lo que está haciendo el gobierno ultra de Israel es una puta desgracia mundial que no podemos seguir permitiéndonos. La foto que ha elegido Oscar Mijallo para ilustrar su tuit, con dos niños abatidos bajo los escombros, desgarra. Y su mensaje araña por dentro: “Netanyahu sabe que cuantos más muertos haya en Gaza más protestas habrá en Estados Unidos y que las protestas perjudican más a Biden que a Trump, su gran aliado. En noviembre hay elecciones en USA… Me temo que habrá muchos muertos en Rafah”. Niñas y niños asesinados por necesidad política. Quien no haga todo lo que pueda por pararlo es culpable de que siga sucediendo.

Y qué vergüenza

Vergüenza debería de dar a quienes aprobaron la ley de vivienda antes de una campaña solo para tener un argumentario electoral las consecuencias de su obra: “El precio de la vivienda sube un 7,4% en abril: así está por capitales” (Expansión). Y todavía hoy las y los representantes de la izquierda en las tertulias de televisión y radio siguen hablando con suficiencia del problema, como si el gobierno español no hubiese tenido mayoría y tiempo suficiente para hacer una normativa efectiva, útil, que fomente la oferta en vez de retraerla, y que explique la realidad del problema, en vez de buscar el titular, el tuit y el voto.

Alguien sí lo ve

ERC fue uno de los que votaron a favor de esa ley, junto a Bildu y el gobierno español de coalición. Después, el partido del president Aragonès se descolgó por la invasión competencial evidente de la norma, pero seguía teniendo capacidad ejecutiva para aplicarla. Sin embargo, algo no ha debido de ir bien: “Activistas por la vivienda revientan un acto de ERC en Barcelona: ‘No vengáis a vender humo’” (El Nacional). Estoy radicalmente en contra de que nadie boicotee los actos de campaña de ningún partido (además, es delito), pero la noticia en El Nacional evidencia carencias legislativas, ejecutivas o ambas.

El debate sucesorio en el PSOE

Igual que la ley de vivienda española está generando mucha frustración por sus resultados, inversos a los esperados salvo por la parte electoral de quienes aún la defienden (Bildu y los partidos del gobierno español de coalición), la decisión de Sánchez de quedarse en Moncloa después de su reflexión televisada ha generado frustración en el PSOE, donde muchas y muchos ven un problema a la hora de organizar el relevo de quien ha convertido el partido en una cuestión personal. Un problema que el líder radicaliza a cada paso: “El PSOE aleja hasta ‘finales de 2025’ el congreso previsto en otoño para enterrar el debate sucesorio” (EPE).

A mí me resulta caro

Quien me conoce y quien me lea habitualmente sabe que muy monárquico no soy. Mi aversión ante semejante anacronismo que una referencia a la “tradición” no sostiene es global: aunque la casa real británica me genere más curiosidad por su imbricación en la vida pública, todas me parecen prescindibles. Prescindibles por extemporáneas, por inútiles y por caras: en El Imparcial leo que “Felipe VI vuelve a jurar la bandera en Zaragoza con la Princesa Leonor de testigo”. Solo el acto de agenda que genera gasto por desplazamientos, mantenimiento del traje militar y dietas (el Rey no va a comer un poke-bowl), ya me parece prescindible.

La factura

“Los hospitales propiedad de Community Health Systems (CHS), una de las mayores cadenas hospitalarias de Estados Unidos, han presentado al menos 19.000 demandas contra sus pacientes por facturas médicas supuestamente impagadas desde marzo de 2020”, esa es la nota que leemos en CNN y, sí, se refiere a los pacientes afectados de coronavirus. Parece que no es la norma general, pero sí es un anuncio grave: “No se me ocurre algo peor que pueda hacer un sistema hospitalario que demandar a los pacientes por sus facturas médicas durante una pandemia y una recesión”, dice una portavoz de los pacientes indefensos.

La ideología

Si el titular de la CNN sobre el sistema de salud estadounidense no resulta suficientemente aterrador, hemos encontrado otro para no dormir: “En Estados Unidos la vacuna también es guerra cultural: el 44% de republicanos no quiere ponérsela” (Magnet). Es decir: el principal partido conservador de aquel país se está convirtiendo en el grupo que reúne a los trumpistas, los negacionistas y los antivacunas. Un partido cuya élite política surge de la élite económica y social (esa que puede pagar sus facturas médicas), y que está llamado a volver a gobernar antes o después por culpa de aquel bipartidismo perfecto.

La indecencia

La vacunación masiva en Israel no dio a Benjamín Netanyahu el margen político necesario para gobernar. Así que la legitimidad que no ha alcanzado en las urnas la está arrancando de Palestina. Suena reduccionista y crudo, pero Ockham y yo estamos de acuerdo: la escalada de violencia provocada por Israel tiene una explicación así de indecente. El presidente israelí, además, insiste en ello: la masacre (por supuesto, él lo llama el mantenimiento del orden) continuará. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que Hamás o la Yihad desaparezcan, como sugiere en su último vídeo? Eso no va a suceder. Netanyahu lo sabe y todos lo sabemos.

El mercado

Intento ser una persona que lee a quienes saben más que yo, que huye de prejuicios y argumentarios, y que intenta llegar a conclusiones. Básicamente, si no lo hiciese esta columna no tendrías sentido. Con todo, lo de China me resulta incomprensible: ¿cómo puede ser que el país que primero sufrió la pandemia, con todo el desconocimiento, haya sido el que ha salido reforzado de toda este mierda? No me creo las teorías de la conspiración y precisamente por eso me parece más difícil de entender que su negocio automovilístico, uno de los indicadores económicos globales, por ejemplo, haya ido viento en popa.

Los banqueros

Me hago viejo y empiezo a arrepentirme de cosas que no he hecho. Por ejemplo, me arrepiento de no haber elegido un sector más rentable que el periodismo: a mismo talento y mismo esfuerzo, quien haya apostado por la banca, por ejemplo, vive mucho mejor que yo. “El Banco de España pagó durante ocho años a sus exdirectivos finiquitos que triplican los asignados a esa categoría”. Curiosamente, “en febrero de 2020, el actual gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, se opuso públicamente a la derogación de la reforma laboral y a la subida del salario mínimo” (InfoLibre).

Gaza, hoy

El periodista de la BBC, Alaa Daraghme, tuiteaba con medida dureza un simple “Gaza today” junto a un vídeo de 29 segundos en el que se veía un par de explosiones y la devastación posterior en esas calles estrechas y esos edificios precarios. Un ejemplo del día a día de una población cercada y aplastada por Israel, y presa de Hamás en su propio territorio. Pero esta no es una cuestión de equidistancia, sino de momentos: el de ahora es el de la violencia de Israel sobre personas indefensas y es el que hay que señalar, determinar, exponer y criticar. Lo que vemos es, sencillamente, intolerable, y tenemos que alzar la voz.

Israel no quiere que lo veamos

Benjamín Netanyahu y la tan popular inteligencia israelí saben que esta guerra no es como las demás: la tecnología hoy permite que veamos su poder de destrucción a tiempo real y nos indignemos con cada tuit o cada vídeo que nos llega a WhatsApp de una fuente fiable. Por eso atacan, infundiendo terror añadido, las sedes de los medios de comunicación en Gaza: Bessma Momani mostraba en Twitter cómo los periodistas de Associated Press evacuaban su edificio después del aviso de Israel de que iba a ser bombardeado (junto con sus antenas), intentando rescatar el máximo posible de equipos en menos de una hora.

Nos toca ponernos serios

“Ya han muerto cerca de 150 palestinos en Gaza. Hay 8 israelíes asesinados”. El rótulo es de LaSexta, la televisión española más “progre”, según algunos, porque mantiene al Gran Wyoming. La del periodismo que resiste, según Ferreras. La que diferencia entre palestinos que mueren porque les cae encima un misil como a quien le cae una maceta, y entre israelíes que son asesinados por el cruel Hamás. No solo el periodismo: la ciudadanía tiene que tomar conciencia de lo que pasa, reconocer una injusticia y actuar contra ella de una manera firme, decidida y activa. No, no es un simple rótulo.

¿Dónde están los de “nos adelantan por la izquierda”?

Ya que me he metido en el fregado de pedir responsabilidad a la profesión ante una masacre injusta, pediría también a esos compañeros expertos en política internacional comparada EE.UU.-Europa que nos expliquen cómo puede ser que el gobierno de Biden, que adelantaba por la izquierda al viejo continente, haya derrapado y vetado hasta por tres veces que el consejo de seguridad de la ONU pida un alto el fuego en Gaza. Insisto: esta guerra, tan cruda, tan difundida sin filtros, tiene que servir de palanca: no podemos permitir que todo siga igual, ni los vetos, ni las posiciones, ni las explicaciones de una ligereza insultante.

¿Cómo? ¿Por qué?

Para no terminar enfadado conmigo mismo, finalizo la columna como la he empezado: hablando bien de la profesión. La ocupación de viviendas de familias palestinas por parte de sionistas y los disturbios al final del Ramadán duramente reprimidos por el poder israelí son los dos grandes brochazos del inicio de esta escalada, pero un sencillo hilo tuiteado por 5W pone orden e información a los hechos: Israel provocó, Hamás cayó en la provocación y los de Netanyahu han cogido aquello a por lo que han ido sin dudarlo. El conocimiento esta vez tiene que ser motivo de indignación y de acción. No hay justificación que valga ya.