¿No hemos aprendido nada?

Empiezo 2022 con uno de los últimos tuits de 2021 que más llamaron mi atención: la exclamación de Quique Peinado después de conocer que la Comunidad de Madrid (que apenas hace seguimiento de casos de coronavirus en su sanidad pública) no contabilizará los positivos autodiagnosticados. “Madre mía, cuáles serán las cifras reales”, escribía el guionistas y presentador. Una pregunta que nos hacemos casi todos porque algunos (los menos) prefieren esgrimir el argumentario de Díaz Ayuso antes de hacer una lectura crítica de números y noticias. Una lectura crítica necesaria para mejorar en 2022.

No, Pablo, te retratas tú

Pablo Casado tiene claro que este 2022 tiene que sumar un par de victorias que pueda atribuirse, porque la de la Comunidad de Madrid lanzó a una competidora inesperada. Así, las de Castilla-La Mancha serán solo las primeras elecciones que competirá y que le servirán, además, para laminar a Ciudadanos. Pero ahí seguirán Vox y la dependencia del PP para gobernar. Dice Casado que los de Abascal “se tendrán que retratar” (El Independiente) y apoyar sus victorias desde fuera o forzar repeticiones electorales. Pero el selfie se lo va a hacer Casado, que demostrará que solo puede gobernar con la extrema derecha.

Que no nos pase más

Ya sé que el cambio de año no supone nada, realmente, salvo una oportunidad para lanzar buenas intenciones. Por ejemplo, solo deseo que esto que denuncia Xabier Lapitz en Twitter, simplemente, no suceda más: “¿Qué le pasa a la gente que llama ‘tarado’ a un catedrático de microbiología, ‘subnormal’ a una neumóloga, ‘nazi’ a un gobernante y ‘vendido hijodeputa’ a un periodista por decir que la vacuna salva vidas? ¿Qué pasa?”. Pasa, y seguirá pasando este año, que hemos dejado que nos ganen la partida de la desinformación los antivacunas y, ahora, los rebeldes de postal y escaparate contra la mascarilla o el Pasaporte Covid.

Que esto nos siga pasando

No sé si la reforma laboral que ha propuesto el gobierno español a sus socios en el Congreso saldrá adelante, pero sí sé que esto que tuiteaba Inma Carretero todavía en 2021 tiene tanto sentido común que solo espero que tenga continuidad este nuevo año: “Yo tengo que trabajar con el gobierno que legítimamente ha elegido el pueblo español. Eso dice Garamendi. Es tan sencillo. Tan obvio”. Porque la política va de eso, de trabajar y de posibilitar, de llegar a acuerdos haciendo renuncias y reforzando los avances. La política de todo o nada, o de destrucción del rival, no suma, y sumar es justo lo que necesitamos.

Sí, es un aviso

2021 también fue el año en el que el fútbol chino confirmó su apagón. “La Superliga, hace unos años polo de atracción de estrellas mundiales por sus desorbitadas fichas, ofrece hoy un panorama desolador de clubes históricos desaparecidos, salarios adeudados, estadios vacíos y cracks internacionales en éxodo”, escribe Adrián Foncillas en El Periódico de España, en un reportaje sobre la caída de un negocio insostenible con un consumo solo de proximidad. Y este aprendizaje tiene que ser un aviso también para el fútbol europeo, que sigue hinchando una burbuja insostenible sin querer aprender nada.

Son escorpiones

Se grababan vídeos montados en atracciones y presumían de manejar Internet: los talibanes intentaron colarnos incluso con candidez que eran más modernos y abiertos cuando recuperaron Afganistán. Pero, como suponíamos, no era cierto: han prohibido “la música en los coches y la conducción de las mujeres sin hiyab”. Las mujeres no pueden ir en un vehículo con otro hombre sin la presencia de su marido en un viaje largo y “los coches deberán detenerse cuando sea tiempo de oración”. A las mujeres, “además, se les ha prohibido a lo largo de estos meses, acudir solas a cualquier lugar o la posesión de un teléfono móvil”.

Y estos, unos irresponsables

Yo también opino, como Aitor Esteban, que en cuanto la demoscopia le muestre una oportunidad, Pedro Sánchez convocará elecciones para intentar librarse de Podemos y renovar su estancia en Moncloa. Mientras tanto, Pablo Casado ya ha puesto en marcha la maquinaria electoral de su partido: las de Castilla-La Mancha solo son las primeras elecciones que provocará en 2022 para iniciar un ciclo que él espera triunfalista. Pero eso está por ver. Quien ahora vea un momento electoral, por el motivo que sea, se presenta a sí mismo a la sociedad como un o una irresponsable. Y así tenemos que verlo.

Todos veremos que dependen de Vox

La jugada del PP en Castilla-La Mancha busca iniciar un ciclo de victorias electorales, pillar a contrapié al movimiento de “la España vaciada” y, por supuesto, acabar con Ciudadanos. Pero es evidente que la desaparición de los de Inés Arrimadas va a provocar que el PP dependa de otro partido de derechas: Vox. Y todas y todos lo vamos a ver. No sé si Casado contaba con ello o la fuerza de Vox le ha pillado por sorpresa. Y no sé si quiero saber la respuesta porque, si su maniobra electoral incluía normalizar los pactos con la extrema derecha, el nivel de irresponsabilidad del líder del PP puede ser histórico.

Pero, ¿cuántos fachas hay en España?

Pocas cosas me parecen más perversas que afiliarse a un sindicato de extrema derecha. Más incluso que militar en un partido de extrema derecha. Pues parece que en España hay muchas personas dispuestas a hacerlo: Solidaridad “cuenta con unos 13.000 afiliados y con representación en 53 empresas, entre las que se encuentran Cepsa, Prosegur, Trablisa o FCC. (…) 273 secciones sindicales en grandes empresas como Santander, Caixabank, Carrefour, Iberia, Mercadona, Ford o Renault. (…) Intervendrán también en el sector sanitario y educativo, y en la administración pública” (El Independiente).

Un poco de luz

Después de hablar de los talibanes de Afganistán y los de un poco más cerca, y la que cae fuera de la actualidad internacional y política, me niego a cerrar la columna sin encender una luz: “¿De verdad no se entiende que Resines se ha salvado porque estaba vacunado?”. La pregunta la hacía John Müller en Twitter y nos tiene que servir para que nos la hagamos el resto de periodistas: necesitamos contextualizar los mensajes para evitar alarmismos innecesarios y, sobre todo, para que no nos ganen la partida los negacionistas que tanto daño pueden hacer y que, inexplicablemente (¿o sí se puede explicar?) consiguen tanto crédito.

Al final, sí era la chufla

Llevamos casi dos años viviendo en medio de una pandemia mundial. Ya hemos aprendido alguna cosa (muchas menos de las que creen que saben los listos con Twitter) y algunos, sin embargo, siguen sin darse cuenta de lo más básico: el principal vector de contagios es y ha sido la chufla. “Los veinteañeros disparan el contagio por ómicron: es la confirmación clara de dónde está el riesgo” (El Independiente). ¿Nos hemos equivocado? No pasa nada: rectificamos y mejoramos. Pero si no lo hacemos, si negamos la realidad, simplemente agravamos el problema. Y el problema no son los veinteañeros sino la relajación.

Y si no, que lean a Biden

En Euskadi, fue Maddalen Iriarte la primera en alzar la voz en nombre de las personas no vacunadas en la CAV, a las que el Pasaporte Covid señalaría. Acertó la de Bildu: de eso se trataba y ha funcionado para llamar a la vacunación. Y ahora es Ernai la que se apunta al negacionismo de lo que pille, porque para negar el virus o la validez de las vacunas va tarde. A veces echo de menos la contundencia de la Casa Blanca que ha tuiteado Zigor Aldama: “A los no vacunados os espera un invierno de enfermedad grave y muerte. Para vosotros, para vuestras familias y para los hospitales que acabaréis desbordando pronto”.

¡Pero qué morro!

Pocos titulares me han indignado tanto en este 2021 del que todas y todos hemos acabado hasta las gónadas que este en El Periódico de la Energía: “El Gobierno admite ahora que nunca ha abierto expedientes a Iberdrola por los desembalses de este verano”. Pero lo peor de lo que sabemos ahora, gracias a la pregunta que ha hecho EFE en el portal de Transparencia, es que “la gestión del desembalse se realizó con el consentimiento de las propias confederaciones, propiedad del Ministerio, pero no se tardó en acusar a la compañía de eléctrica de haber practicado abusos y de haberse beneficiado económicamente de ello”.

Ellas y ellos se lo han buscado

Lo Malo Conocido ha sido muy duro en su tuit sobre el desastre político de Ciudadanos, pero por desgracia para el partido de Arrimadas y Rivera, todo lo que dice es cierto: “Es normal que los de Ciudadanerds estén dolidos por las acusaciones de traición como excusa para darles el patadón y convocar elecciones: para el único mérito que tienen, que es el de ser unos palanganeros arrastrados ante el PP, encima se lo pagan así”. Sin duda, estamos asistiendo al fin del partido llamado a renovar la derecha (y lanzaron a Vox) y encabezar una nueva política (ya solo queda Podemos y lo está fiando todo a una sola jugada).

Las cosas, por su nombre

República.com es un buen medio digital: en él encuentras las noticias de las que se está hablando, columnas interesantes y, por lo general, enfoques comedidos, así que me da un poco de pena ponerle como ejemplo de lo mal escritos que están titulares como este: “El bloque del centro-derecha sumaría una mayoría absoluta holgada ante el retroceso de la izquierda, según un sondeo”. ¿Qué centro-derecha si el PP está echado al monte, Vox se sitúa a sí mismo con orgullo entre los partidos de la extrema derecha mundial y Ciudadanos, además de no contar ya para nada, fue quien sembró los vientos que liberarían a los fachas?

La historia de un fracaso

Últimamente he sido muy duro con los antivacunas y quienes han despreciado las normas y recomendaciones sanitarias, empezando por la mascarilla. Seguramente, parte de mi rudeza sea provocada por mi frustración. La otra parte porque realmente soy un bruto. Frustración porque no hemos sabido comunicar lo importante que son las vacunas ni el sentido de responsabilidad social, y cuatro interesados nos han ganado la partida. La vacunación obligatoria es la prueba de nuestro fracaso. Si hemos llegado a ella (y a la frustración) es porque no lo hemos sabido explicar ni les hemos sabido escuchar.

Esto ya no es cosa nuestra

Nos organizamos en parlamentos y en gobiernos, elegimos a quien queremos que nos represente para gestionar cuestiones complejas y, si queremos participar y ser elegidos, podemos hacerlo por medio de un partido político. Así funciona la democracia. Y resulta impresionante. Pero por mucho que nos impresione, no podemos relajarnos y tenemos que exigir incluso a las más altas instancias que actúen ante situaciones excepcionales como en la que nos encontramos: hoy hacer posible la vacunación en todos los rincones del mundo les corresponde a los que saben y es lo que nos permitirá recuperar nuestras vidas.

A veces da igual que lo cuentes

El de la dictadura cubana es un claro ejemplo de que, a veces, no importa que te empeñes en contarlo, siempre va a haber alguien que crea lo que le dé la gana aunque carezca de cualquier prueba. Yunior García, dramaturgo y último recordatorio en persona de que algunos siguen defendiendo una dictadura, incomprensiblemente, explicaba en El Independiente que “no se trata de ideología o revolución sino de una casta aferrada al poder”. En efecto, el castrismo ya no lo ejercen los Castro, sino un Partido Comunista que se ha convertido en el nombre de una organización cuya única misión es sostenerse al mando, cueste lo que cueste a Cuba.

Ojo a esto

Creo que ser millenial por un pelo me libra de esto, ya que soy de los que a veces echan de menos aquellos teléfonos móviles con los que solo podías llamar y enviar SMS (soy un señor mayor). Pero esto de Magnet me ha dejado preocupado sobre todo ahora que estamos todos sensibilizados con la salud de la mente: “Las llamadas telefónicas son la nueva fobia de los millennials. (…) Para algunas personas, hacer o recibir llamadas es una experiencia estresante. La ansiedad telefónica, o telenofobia, es el pánico y la huida de las conversaciones telefónicas y es más común entre las personas con trastorno de ansiedad social y jóvenes”.

No, no necesitamos copia

Ahora que hemos normalizado la tarjeta de crédito (o el teléfono e incluso el reloj) para pagar por medio de datáfonos (que cobran a quien lo tiene en su establecimiento, que no se nos olvide), nos llenamos de comprobantes. Comprobantes que como bien explican en Xataka, no necesitamos: el propio Banco de España deja claro que es suficiente con “que guardemos el ticket de compra para comprobar que coincide con el importe y revisar los cargos de la tarjeta en nuestra cuenta” pero también “recuerda que debemos asegurarnos de que nos han cobrado la cantidad adecuada. Para ello debemos mirar la pantalla del TPV”.

Pero, ¿es periodismo?

Las y los jefes de prensa de todos los grupos en el Congreso salvo los de PP, Ciudadanos y Vox, han pedido medidas para limitar la participación de los nuevos medios de derechas en las ruedas de prensa de los diputados. Sí, son medios de comunicación. Sí, se trata de limitar. Y sí, puede que quien haga las preguntas sea periodista. Pero ningún representante de esos canales está ahí ni por el periodismo ni por la información. Tenemos que empezar a ser honestos con nosotros mismos de una vez. Y empeñarnos en defender a cualquier periodista, en demostrar que no distinguimos incendiarios de intencionados, no nos hace ningún bien.

Ciudadanos se desangra

Es imposible explicar el auge de Vox sin mencionar a Ciudadanos, escalón en el que se apoyó la extrema derecha para llegar al nivel de empoderamiento e impunidad que siente ahora. Tanto es así que la expectativa de que los de Abascal mantengan o mejoren sus datos pasa, indefectiblemente, por el vaciamiento de los de Rivera y Arrimadas. Una caída que, claro, los naranjas intentan evitar: en Andalucía, la propia Arrimadas y Juan Marín fían “su supervivencia política a reeditar un pacto con Juanma Moreno” (El Independiente). Pero antes el propio Marín tiene que sobrevivir a los duelos internos y, lo más importante, sacar representación.

No es fácil

Llevo varios días guardando el link a esta noticia, y con la del negro futuro de Ciudadanos, por fin, le he encontrado encaje: porque la viabilidad de los partidos no es fácil. La damos por hecho porque hasta la aparición de lo que desde Ciudadanos y Podemos llamaron “nueva política”, la mayoría de los partidos estaban ahí, como el dinosaurio de Monterroso, desde el regreso de la democracia (con algunos cambios). Pero el futuro de Ciudadanos, Podemos, Más País y Vox va a ser complejo, como lo es su presente: “La Policía detiene a un exempleado de Más Madrid por hackear su web y desviar dinero a una cuenta de Podemos” (EPE).

Ven la luz cuando ven la puerta de la UCI

No es el primero y no será el último, pero vamos a confiar en que queden pocos, no porque se los lleve la pandemia, sino porque van entrando en razón: “Lorenzo Damiano, de 56 años, ‘líder’ del movimiento antivacunas contra la COVID-19 en Italia, ha contraído la enfermedad e, ingresado en un hospital, se ha arrepentido por no vacunarse y ha pedido a la población ‘seguir la ciencia’, que ‘cura y salva’. ‘Claramente mi visión ha cambiado, estoy listo para decirle al mundo lo importante que es seguir colectivamente la ciencia, la que te cura y te salva’” (Nius Diario). ¿De cuántas muertes ha sido responsable?

Tampoco estaban tan convencidos

El movimiento antivacunas es ridículo. Lo era antes de la pandemia y lo es más ahora, cuando de la acción solidaria de todas y todos depende que salgamos de una pandemia mundial. El último episodio que están protagonizando quienes han rechazado los pinchazos, la ciencia y la inversión, ratifica el absurdo al que estamos asistiendo y que Iu Forn ha condensado en muy pocas palabras: “Vacunarse por el bar o viajar, sí y por el abuelo, no”. Al final, las fiestas de Nochevieja y el puente que se nos echa encima, junto al pasaporte COVID, han hecho más por las vacunas que proteger a los suyos. Si esto no es de atolondrados…