No es la Ertzaintza, es la justicia

Es la justicia la que interpreta que a quien exhibe un arma blanca solo se le puede “imputar las amenazas leves” (The Objective). Y si una o un agente de la Ertzaintza detiene a quien saca una navaja puede “recibir denuncias por detención ilegal”. Así que, sí, la judicatura ha obligado a que la Ertzaintza se vea obligada a “limitarse a identificar a los implicados y dejar cada expediente en manos de la Justicia ordinaria”. Y esto a la ciudadanía, evidentemente, le preocupa: nadie discute que las fuerzas de Seguridad necesitan la legitimidad del propio cuerpo, la sociedad, la justicia y la política para hacer su trabajo: detener a los malos.

No hay manteros sin mafias

No se trata de los manteros, se trata de las mafias que meten a estos chavales en una espiral de ilegalidad y antecedentes penales. Tenemos que hablar claro. Y no, no son heroínas ni héroes quienes protegen a los manteros, porque las que están más contentas con que la policía no pueda actuar son las mismas mafias que proporcionan las imitaciones, gestionan las zonas y recogen las ganancias. Nadie debería de estar orgullosa u orgulloso de satisfacer a estos grupos criminales que se benefician de la necesidad de los vendedores ambulantes y de una turba manipulada y dirigida que, como siempre, dice hablar en nombre de todas y todos.

Evitémoslo

Para evitar que las mafias se aprovechen de los manteros y de los generadores de conflictos a los que no les importan las personas debemos tomar decisiones: “Podemos insta al Gobierno a regularizar a medio millón de personas migrantes: ‘Se necesitan más trabajadores y menos racistas como Albiol, Alvise y VOX’” (Diario Red). Será necesario entrar en estas cuestiones y resolverlas para que nuestras sociedades crezcan y lo hagan sin manipuladores que confunden a la ciudadanía por objetivos políticos, y no humanos, precisamente. Si necesitamos a las y los inmigrantes, no podemos maltratarles ni echarlos en manos de las mafias y los “aprobetxategis” de turno.

Otro debate interesante

La policía francesa ha detenido a Pável Dúrov acusado de ser un colaborador necesario de los delitos que se cometen en la red social que creó y dirige: “transacciones ilícitas”, “blanqueo de capitales y otros delitos en banda organizada” y “prestación de servicios de criptografía”, según el comunicado de la fiscalía francesa que recogen en Genbeta. No explicita que Telegram es, además, el refugio de los consumidores de la peor pornografía (insisto, la peor). Pero más importante que todo esto es la cuestión de fondo: ¿tienen los gestores de las grandes redes responsabilidad sobre el contenido que alojan?

Corolario

Jesús Barcos resume muy bien en X (¿es Elon Musk responsable en algún grado de las barbaridades que suceden en su red social? ¿Y en qué grado?) una realidad que refulge ante noticias como la detención de Pável Dúrov: “Cuando fantaseábamos con que las redes iban a facilitarnos un ágora social, constructiva y civilizada; una inyección de pluralidad, contraste y equilibrio. Sin imaginar que a la extrema derecha, que había marcado 40 años de historia contemporánea, le serviría para reposicionar agenda”. Eso es lo que sucede: la Internet comercial es uno de los mayores problemas que deberían de preocuparnos como civilización.

«No» a la asimilación

El verano de la Eurocopa y las olimpiadas también ha sido el verano de la asimilación. No solo en Euskadi: he visto a personas a las que empecé a seguir durante lo más efervescente del Procés dejarse llevar por la euforia, ahora, de “la roja”. Cosas que casi no creeríais. Pero debemos de ser contundentes y claros, como hace Mikel en X: esto es Euskadi. Aquí hay un país y una ciudadanía que se reivindica contra la uniformización que celebran y facilitan medios que son más de España que del Athletic o la Real, y contra la ignorancia permitida… y promovida.

Esto, tampoco

Bildu se ha vuelto a posicionar estas vacaciones a favor de un régimen represivo: el de Venezuela que se niega a informar con la transparencia mínima sobre el último proceso electoral y detiene a los opositores. El apoyo sin tapujos ni sonrojos de la izquierda abertzale a Maduro no es nuevo, como no lo es el apoyo expreso o velado a Rusia, China o la Palestina de Hamás. ¿Alguien recuerda alguna petición de ese espectro para que el grupo terrorista deje de utilizar a la población civil? En septiembre, volverán las americanas, curiosamente.

Agur, Jokin

Estas vacaciones se han visto interrumpidas por un trueno de esos que hacen que se te remueva todo por dentro: el fallecimiento inesperado de Jokin Perona. Diputado foral de Gipuzkoa, ha sido una terrible sacudida que nos ha recordado lo absolutamente vulnerables que somos: un día estás y otro no estás. Es así de injusto, de inevitable y de triste. En este caso, la vida se ha llevado a un servidor público sobre cuya persona hay un consenso pocas veces visto: desde todas las posiciones han alabado su quehacer. Goian bego.

¿Una autocrítica?

Me ha sorprendido la salva estival contra el gobierno vasco de los sindicatos de la Ertzaintza, en el fondo (el equipo del lehendakari Pradales no ha podido ser apenas ejecutivo) y en la forma: ¿de verdad pretenden que la ciudadanía crea que la percepción de inseguridad que desde sus propias cuentas en redes sociales amplifican está generada solo por los responsables políticos y no por la acción o inacción de las y los agentes? La distancia con la realidad es la que hace viable los proyectos. Y las reivindicaciones.

Una competición condicionada

Evidentemente, en esta primera columna de la temporada hay un párrafo dedicado a la competición liguera que acaba de comenzar y que todos sabemos ya que está adulterada: el modo en el que el FC Barcelona ha acosado a Nico Williams con el apoyo del presidente de La Liga, que necesita un Barça poderoso para hacer apetecibles los duelos contra el Real Madrid, es la enésima muestra de que algunos juegan con varias barajas y todos los comodines. En Europa, sin embargo, han dado calabazas a Laporta. ¿Por qué será?

«Tiro en la nuka»

Hernani, 2024, y algunos o algunas siguen, espray en mano, amenazando a la Ertzaintza y al consejero vasco de Seguridad el día que arranca en el cargo. Imanol Lasa lo explica muy bien en X: “No son tics residuales del pasado, sino la expresión del odio y la amenaza que aún perviven”. Y estas amenazas tan concretas y conocidas no son un fenómeno atmosférico: es un modo de pensar, de vivir y de sentir que existe, y que el marketing político caro no logra tapar. Y debe de ser, también, un mensaje claro a las y los agentes, para que no duden de quién les defiende pese a todo, y quien sigue atacándoles como siempre.

¿Por qué?

La salida, por fin, de prisión de Julian Assange es una buena noticia aunque para lograrlo, “se declarará culpable del delito de conspiración” (BBC). El australiano ha pasado cinco años encarcelado en el Reino Unido y de doce refugiándose en embajadas, perseguido por acusaciones de violación que se archivaron, y claro, por conspirar y relevar secretos. Todo ha sido bastante difuso, la verdad, pero lo cierto es que Assange se ha convertido en el símbolo de que también en el mundo occidental los países persiguen a los periodistas. Tampoco hace falta irse tan lejos: Pablo González sigue en una cárcel de Polonia sin que nadie le haya juzgado.

Otro que pacta con la justicia

Otro que pacta con la justicia es Alberto González, la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que admite que “defraudó a Hacienda por valor de 350.951 euros en dos ejercicios y que también se sirvió de una trama de facturas falsas para ejecutar el engaño” (El Diario). A mí esto me escandaliza, pero más lo hace aún que no sea un escándalo mayúsculo en España. Ya sé que Díaz Ayuso es responsable solo de sus propios actos, pero no es sostenible este punto de degradación tan próximo al poder. Y en Moncloa también tienen lo suyo, claro. No me imagino lo que supondría algo así en la CAV.

El horror de cada día

Almudena Ariza mostraba en X un vídeo de unos pocos segundos pero abrumadoramente angustioso, en el que se veían las consecuencias directas de un bombardeo, y lo explicaba así: “Más de 150 muertos en poco más de 24 horas en Gaza. Están siendo las jornadas más letales de la guerra. Ha habido 48 muertos solo en ataques contra tres barrios residenciales”. Ane Irazabal era igual de descriptiva en su tuit sobre el mismo ataque, pero en otro sentido: “El horror que ya no ocupa titulares”. No podemos permitirnos dejar de sorprendernos, ni por la persecución a la prensa, ni por los escándalos políticos, ni por el ataque a la humanidad.

Rusia, igual

En Ucrania también continúan las agresiones sobre población civil: “Rusia ha atacado hoy, como ya es habitual, el centro de Járkiv. Ha vuelto a bombardear el barrio donde siempre me alojo. Esta vez con una bomba aérea; su capacidad de destrucción es tremenda. Conozco al dedillo el lugar y allí no hay nada militar. Es una salvajada rusa más”. El tuit es del periodista Cristian Segura. Ya sé que no son los únicos lugares del mundo donde hay guerra, destrucción y muerte, pero sí sé que los presidentes de Israel y Rusia son los responsables de sus guerras, la destrucción que ejecutan sus ejércitos y la muerte de civiles.

No podemos infantilizar a la sociedad

Podemos y debemos hablar a la ciudadanía con claridad, desde los atriles durante la campaña y desde los medios cada día: si queremos la mejor sanidad y la mejor educación públicas, la Ertzaintza y las y los conductores de autobús mejor pagados, y viviendas de alquiler social como si no costaran, de algún sitio tendremos que sacar el dinero. Y no, la cotización del funcionariado y la espalda de las y los autónomos, no es la respuesta. Tampoco la deuda pública, que “supera por primera vez en la historia los 1,6 billones de euros” en España, según Vozpópuli. Necesitamos generar riqueza y mantener a las grandes empresas vascas.

No todo el mundo votó “cambio”

Me he quedado pasmado ante algunos análisis en Euskadi de los resultados electorales del domingo pasado: según interlocutores validados por los medios, hasta quienes votaron al PNV votaron por un cambio. ¿Seguro? Hay gente que sí sabe lo que cuestan las cosas, que las promesas al aire se las lleva el viento, y que tiene memoria y conciencia. Y son la mayoría: “El resultado en el País Vasco consolida la alianza entre el PSOE y el PNV”, escribía Mikel Segovia en El Independiente, destacando la perogrullada porque era necesario hacerlo en medio de un runrún que, incluso después del resultado electoral, sigue sonando.

La prepotencia

Después de conocer los resultados del 21-A, Aitor Esteban no pudo reprimirse en X… E hizo bien: “Podemos se pasó la campaña diciéndole a la ciudadanía vasca que ‘había que echar al PNV’.  Parece que al pueblo vasco le ha parecido mejor echar a Podemos de su parlamento: cero escaños”. La prepotencia de Pablo Iglesias y Pilar Garrido (Miren Gorrotxategi bastante ha tenido con defenderse) ha sido castigada por la sociedad vasca. Su ínfimo nivel político que les ha llevado de ganar las elecciones generales en 2016 a desaparecer del Parlamento en 2024, no es ya una opinión: es un hecho probado. Las lecciones se han acabado.

Cuatro años dan para mucho

Si Imanol Pradales consigue la lehendakaritza finalmente tendrá cuatro años por delante para consolidarse como lehendakari. Cuatro años en los que pueden pasar muchas cosas en política. Según el ritmo actual, podremos vivir dos o tres elecciones generales, además de unas municipales y forales, y las europeas de junio, por supuesto. Cristina Hernández recordaba el lunes que ese día se cumplían cinco años del debate electoral con Pablo Casado, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Solo han pasado cinco años y únicamente Sánchez sigue en política. Así es la democracia hoy: ritmo alto y ninguna certeza… Salvo que el PNV estará ahí.

El día de las librerías

Suelo coincidir con las opiniones de Juan Ignacio Pérez Iglesias (¿y quién no?), pero lo que tuiteó ayer me pareció especialmente acertado: “En el Día del Libro, salvo que no te quede más remedio, no compres en línea y, menos aún, en Amazon y similares. Que el Día del Libro sea también día de las librerías. Las librerías son focos de cultura, lugares de encuentro, espacios para la vida. Mantén vivas las librerías”. Desde que en casa leemos tres en vez de dos (y espero que dentro de poco lo hagamos cuatro), visitamos más librerías de segunda y primera mano. Un pequeño lujo (porque lo es) que no renunciamos a seguir dándonos.

La sociedad sabe lo que hace

La sociedad vasca sabe lo que hace cuando ha elegido mayoritariamente al PNV como vencedor de las elecciones, lo sabe cuando eligió al PSE en las últimas generales, y lo sabrá el domingo, 21 de abril. Ángel Carreño explica en El Independiente algunos movimientos del CIS del pasado miércoles y señala claves interesantes: Bildu absorbe casi por completo al electorado de Podemos y Sumar, y también a parte del electorado del PNV que se declara progresista. Así, el CIS da un margen de hasta 2,5 puntos de los de Otxandiano sobre los de Pradales, pero, ojo el margen de error del estudio es de hasta el 5%.

El debate es sobre seguridad

No es que “la seguridad y el papel de la Ertzaintza vuelven a la campaña vasca”, como afirman en EPE. Es que nunca se fueron como temas. La sorprendente idea de desarmara al cuerpo policial autonómico que lanzó Bildu choca de frente con la percepción de delincuencia creciente que ayudan a generar la derecha y ultraderecha españolas y sus medios más afines. En el término medio, esta vez más que nunca, se encuentra la virtud: el debate es sobre seguridad, no lo es sobre armas ni lo es sobre criminalizar colectivos. Y no hay seguridad sin recursos, pero tampoco sin una policía que se tome, otra vez, en serio su función.

Ganan las fake-news

Te puede parecer bien, pero nadie puede negar que la izquierda abertzale tiene montado un tingladazo para difundir fake-news, especialmente, en Twitter, con cuentas con notable éxito que descontextualizan, como poco, y mienten como recurso habitual. Marcelino Madrigal esta misma semana acertaba describiendo en X la función de emisores como los que todas y todos los que echamos un ojo a Twitter conocemos: “Las fake news y la desinformación no tienen por objeto que usted se crea una mentira una vez. El objetivo es que usted pierda toda confianza en quienes le cuentan la verdad”. A eso juega la izquierda abertzale.

A ver si así…

No se me ocurre criticar que personas de todo el territorio, del país y de más lejos (no había plazas en los autobuses desde Madrid) se acercaran a Bilbao y al resto de municipios de ambos márgenes de la ría, para ver el paso de la gabarra. Solo pido que cuando nos toque movernos a las zonas de playa de Bizkaia nadie se queje. Voy a poner el ejemplo de Granada, a ver si así se entiende: quienes hablan de “gentrificación turística”, ¿nunca viajan? Y cuando lo hacen, ¿se alojan en las afueras? A mí me parece todo un despropósito y creo que nos desplazamos demasiado, pero si queremos ser bienvenidos tendremos que dar la bienvenida.

Y el domingo, a San Mamés

No lo digo con ánimo de continuar la fiesta, porque creo que ya hemos tenido suficientes celebraciones entre las espontáneas y las programadas. Lo digo porque creo que a esta temporada todavía le queda un broche final: entrar en Champions es posible aunque eso suponga poner en peligro la posibilidad de jugar la final de la Europa League en San Mamés. Porque, claro, uno es del Athletic y si piensa en jugar un torneo, piensa en llegar a la final. Aún con ese acicate, la máxima competición continental supondría una inyección económica de tal calibre que merecería otra celebración. Aunque sea sin gabarra.