La culpa de esto sí la tienen algunos políticos

Más allá de que Daniel Esteve, también conocido como “Dani Desokupa” por el nombre de su empresa, nunca haya escondido que es “de derechas” (valga como eufemismo) y que su cosmovisión implica muy poquito respeto por casi nadie, no es menos cierto que algunos políticos (más ellos que ellas, sí) son responsables directos de esta tendencia de señalar a periodistas. Políticos, empresarios y célebres gracias a Internet que no entienden que la prensa ejerce y debe ejercer un control, y por eso, como hace Esteve y denuncia Rubén Sánchez, amenazan a quienes les investigan. Si nada tiene que ocultar nada debe preocuparle.

Vale, es cierto

Yo creo que muchas y muchos nos hemos aliviado esta semana cuando hemos sabido que Kamala Harris ha superado, según las y los estadounidenses, a Donald Trump en el debate que mantuvieron. Cualquier opción alternativa al populismo y a quien se siente cómodo entre representantes de la peor extrema derecha imaginable, es mejor, evidentemente. Pero sabemos que no podemos lanzar las campanas al vuelo, y para bajar la euforia César Calderón estuvo hábil en X: “Nada más lejos de mi intención que fastidiarles el día, pero Hilary Clinton ganó claramente sus dos debates contra Trump”.

Hemos llegado

He mantenido un blog ininterrumpidamente desde que estaba en la universidad y si me pongo a buscar los primeros posts estoy seguro de que me arrepentiré. Algo parecido le ha pasado a J.D. Vance, candidato a vicepresidente de Estados Unidos por el partido republicano, lo malo para él es que se lo han buscado otros: “En aquel momento tenía veinte años y en él contaba intimidades emocionales que ahora le persiguen”. Su caso es relevante por lo que supone de modo global: “Representa el inicio de una tendencia que irá a más: la de políticos accediendo a puestos de alta exposición que tienen que lidiar con su pasado digital”.

Bien por Margrethe Vestager

No solo son los fondos europeos, no solo es algo tan aplicable a nuestra vida como los cables universales y el fin del roaming, Europa también sirve poner límites a prácticas ultraliberales que se practican en otras partes del mundo como EE.UU., por eso es importante. Y personas como Margrethe Vestager, que ha hecho frente a las empresas más grandes, son imprescindibles: “Apple ha perdido un pleito de 13.000 millones de euros”, “Google perdió otro recurso contra una multa de 2.400 millones” (Euronews). Pero no son solo las multas, es el cambio: nadie puede librarse de los impuestos, ni en Dublín ni en ningún sitio de Europa.

En China, sí

Cuando hay fútbol en abierto sube el interés por este deporte. De la misma manera, emitir fútbol solo por plataformas de pago está directamente relacionado con que la juventud, que nunca lo ha visto en televisión con sencillez, se aleje de él. Es tan sencillo que abruma. Pero siguen sin verlo o, más bien, seguimos sin verlo sin pasar por caja. Aunque todo es relativo: “LaLiga firma con CMG para emitir en China dos partidos en abierto por jornada” (Palco 23). Allí, sí, porque hay que vender camisetas (¿qué porcentaje serán imitaciones?), aquí, no, porque ya las venden. ¿El futuro? Que se preocupe quien venga, debe de pensar Tebas.

Por guapo

No voy a fingir un falso escándalo: que Juan Carlos I haya encontrado la fórmula de una fundación en Abu Dabi que gestione su patrimonio y el modo en el que este llega a sus herederas, una vez Felipe VI ha renunciado a su herencia (venga, voy a hacer como que me lo creo), me parece lo de menos. Lo que más llama mi atención, de nuevo, es por qué Arabia Saudí le hizo una donación de 65 millones de euros y por qué él la aceptó, o por qué percibió “52 millones de euros en comisiones por la venta del Banco Zaragozano” (Público) cuando era jefe de Estado en España. Y estos son solo los ingresos más llamativos.

Por qué es importante Broncano

No me gustó La Revuelta el lunes (aunque Aitor Francesena lo dio todo y demostró que las barreras están en las mentes), no creo que vuelva a verlo. Menos me gusta El Hormiguero: no me gusta el presentador, no me gustan sus entrevistas, no me gusta el tono del programa y, por supuesto, no me gusta lo que transmite. El Hormiguero es un aspersor de testosterona y odio maquillado, y proyecta una visión de la sociedad (también de la vasca) machirula que me incomoda. Así que, sí, es importante que el programa de David Broncano (que ganó en Euskadi porque a ir de progres no nos gana casi nadie) exista y dé la batalla de la audiencia.

Así, no

Salvo en el caso de Ciudadanos, que se disolvió consumiendo sus propias reservas de mala uva, mala educación y mala política, sufro viendo las luchas intestinas de los partidos políticos. Yo los concibo como herramientas para debatir, defender ideas y llegar a acuerdos entre personas que piensan diferentes para beneficio de todas las personas. Así que las laceraciones y las sangrías me generan desasosiego: “Rovira se desvincula de los carteles de los Maragall y acusa la candidatura de Junqueras de guerra sucia” (El Nacional). “Yo también tengo capturas”, avisa. ¿Así entienden la democracia? ¿Así quieren convencer a las y los votantes no afiliados?

La tragedia sin fin

No podemos naturalizar el sufrimiento humano: “Al menos 40 muertos en un campo de refugiados de Gaza tras uno de los mayores ataques de Israel”, leo en Euronews y me niego, me revelo ante la idea de que esas 40 personas fallecidas, las heridas y las familias de todas ellas simplemente formen parte de un titular sobre el que pasar con ligereza. Forman parte de una tragedia y de una masacre que el actual gobierno de Israel perpetra con impunidad. Urge, un día más, que alguien haga algo para pararlo, para que no haya más titulares como el que me sobresaltó ayer, que Netanyahu sea juzgado implacablemente en una corte internacional.

Más claro, imposible

El guionista portugalujo, Raúl Díaz, ha tuiteado como si nada una de esas frases extraordinarias por la concentración de verdad que poseen: “El orden de peligrosidad, de menor a mayor, es el siguiente: un idiota, un idiota que se cree listo y un idiota que los demás piensan que es listo”. No importa cuándo lo leamos, cuándo lo retuiteemos y cuándo lo veamos relanzado en X o en otra red social. Es así: Trump en el debate, Maduro en el gobierno, Abascal tuiteando “puto ladrón”, Permach alabando las políticas del gobierno español, Alvise riéndose de sus votantes o Laporta asegurando que no han fichado más porque no han querido.

¿Hasta cuándo vamos a salvar match-points?

La derrota del partido de Le Pen en las legislativas francesas es otro match-point que ha salvado Europa frente a la ultraderecha. Lo hicimos también el pasado junio, cuando no crecieron tanto como esperábamos y los tres grandes grupos del parlamento europeo han podido maniobrar para arrinconar al fascismo. Y hasta cuando ganó Meloni en Italia parece que nos libramos de los ultras más ultras dando por buena a una ultra, pero menos. ¿Cuántos más vamos a salvar? Jordan Bardella ya se emplaza a sí mismo para la noche electoral de las presidenciales de 2027, en las que espera, por fin, vencer. ¿Libraremos también ese día?

¿Y en España?

Mientras en Francia la ciudadanía da la espalda claramente a la ultraderecha y los partidos expresan con claridad que se organizarán para apartarla de la vida política, en España los medios conservadores siguen dando por hecha una coalición de PP y Vox que, según Vozpópuli, “sumarían mayoría absoluta impulsados por los escándalos en torno al PSOE de Pedro Sánchez”. ¿Y qué dice Núñez Feijóo? Pues imparte una clase de hipocresía en X, poniendo de modelo a Francia como país moderado y de centro político. Es indiscutible que no se entera o que piensa que nadie menos él lo hace. Y que se equivoca de todas las maneras.

Bajo obediencia francesa

La elección de Peio Dufau en la sexta circunscripción del departamento de Pirineos Atlánticos es una victoria histórica de la izquierda abertzale, fruto de una decisión estratégica acertada, la de acudir con el Nuevo Frente Popular y negociar el puesto de salida de Dufau. Pero también es la evidencia de un rendimiento: la izquierda abertzale es hoy en el sur el socio que más fácil se lo pone a PSOE y Sumar, y en el Norte, un partido más de una gran coalición con casi una única argamasa: su naturaleza jacobina y centralista. Lo que hace ahora la izquierda abertzale está muy bien, por fin, pero lo que deja a la vista está, también, muy claro.

¿Cuál es la diferencia?

¿Cuál es la diferencia entre que Israel lance un misil contra un hospital en Gaza y que lo haga Rusia en Ucrania? Ninguna. Así que los que justifican lo injustificable, por favor, que aprovechen el silencio de ayer, síntoma de vergüenza, para callarse para siempre. Un hospital infantil ha sido bombardeado por el ejército del Kremlin, ha provocado cinco muertes y ha dejado a las y los pacientes, niñas y niños, recibiendo tratamientos contra el cáncer en la calle. ¿Y por qué? ¿Cuál es el objetivo de este ataque? ¿Qué demonios lo justifica?

¿Y a mí, qué?

Me pasma cómo hemos normalizado en Euskadi la presencia de la selección española. Hasta he leído en un periódico que es una falta de respeto que al lehendakari Pradales no le guste el fútbol y no muestre su apoyo a los jugadores vascos en “la roja”. ¿Y a mí, qué? Hoy se enfrentan dos países que no nos dejan tener ni selección ni estado propio. Yo me fijo en eso. Y me importa lo mismo que esté Nico jugando con España que lo que me importaba que estuviera Lizaranzu con Francia o Amorebieta con Venezuela. Si tengo que quedarme con un estado opresor, me quedo con Inglaterra, que por lo menos nos dio el fútbol.

Yo voy a votar teniendo en cuenta esto

Yo hoy voy a votar teniendo en cuenta quién me ha dicho la verdad y quién no lo ha hecho. Teniendo en cuenta quién ha sido coherente y quién está pegando volantazos. Teniendo en cuenta quién es capaz de tener una visión global y de largo recorrido y quién ve solo lo que le dicen sin explicarnos quién se lo dice. La alta velocidad ferroviaria que en Europa se utiliza y, además, se fomenta, es uno de los ejemplos más valiosos que tenemos de pragmatismo vasco, de interés español en función de necesidades políticas, de prácticas electoralistas sin vergüenza, y lo será de cambio de opinión histórico en la izquierda abertzale.

Esto, también

Hace unos días Alberto Elías tuiteaba esto: “Me niego a que haya que resignarse y aceptar que sea legal colar anuncios así en campaña y que no pase nada. En serio, ¿se nos está yendo la puta cabeza?”. Lo hacía sobre un pantallazo pegado a un anuncio de Vox: “Más muros y menos moros. Lo que Vox quiere para Europa”. El mensaje es absolutamente cavernícola, y con él conseguirán votos, que es lo más alucinante. Pero solo es un poco menos sorprendente que, como bien denuncia el usuario de X, alguna plataforma digital haya admitido que puede ganar dinero difundiendo semejante montón de mierda racista.

Y esto

Las y los que han estado en contra de la alta velocidad ferroviaria en Euskadi tampoco han estado nunca a favor del proyecto europeo (si van a Bruselas es por el dinero y los contactos, no a trabajar por su país), como la extrema derecha. Sin embargo, como recuerda Enrico Letta, hoy nadie habla de “exit” y todos se arriman al proyecto europeo. Creo que el expolítico italiano es muy optimista en su reflexión. Yo, por si acaso, hoy voy a votar convencido de que el fascismo de allí, como el de aquí, está escondiendo su naturaleza antieuropeísta y está siendo puramente pragmático para pillar pasta y cacho. Lo que hace Alvise Pérez, vamos.

Cómo no, esto lo tengo en cuenta

Curiosamente, unas elecciones europeas que tan poco importan a la mayoría han sido las primeras en las que la inteligencia artificial ha podido intervenir. Una inteligencia artificial que, como muestra Uxioferreeiro en X, sirve para poner en boca de Pedro Piqueras y las candidatas y candidatos de los partidos españoles, palabras que nunca pronunciaron. El vídeo tiene su gracia porque cae en los tópicos de cada partido, pero es aterrador: tenemos que aprender a recelar de todo, a no creernos nada. Y la culpa la tiene el periodismo que empezó aceptando contenidos de baja calidad que ahora la inteligencia artificial replica con facilidad.

No puedo olvidar esto

Hoy votaré, sobre todo, en contra de las y los ultrarricos. De ese colectivo que, como bien exhibe Elon Musk, abraza además las ideas más ultras (salvo honrosas excepciones como Bill Gates), y que definen bastante bien en El Confidencial: esa gente que “puede desaparecer en un avión privado” y “puede permitirse una vida al margen” de la inflación o el cambio climático y que “observa la política, pero como un zoólogo”. Un colectivo al que, como bien expresan, solo podemos hacer frente de un modo colectivo (y las y los políticos tienen que hacer frente sin ambages), y para eso la redistribución de la riqueza es clave.

«El lujo»

Hay muchas cosas que me parecen mal en este extracto del discurso de Arkaitz Rodríguez y en el tuit de Sortu: “No nos dejamos a Josu Muguruza, Santi Brouard, Espe Arana, Jokin Etxeberria y tantos y tantos otros compatriotas a manos de los fascistas para que ahora nos permitamos el lujo de no ir a votar”. La primera, que instrumentalice el dolor por un puñado de votos. Estaba mal cuando lo hacía el PP y está mal ahora. La segunda, que el líder de Sortu, el partido mayoritario en Bildu, olvide, literalmente, a “tantos y tantos otros compatriotas” asesinados por los fascistas a los que Otxandiano no llamó terroristas. Lo del “lujo”, ya, es el remate.

“Si estás harto de la corrupción, vota al PP”

Este tuit de @eVeydeVendetta me parece brillante: “Si estás harto de la corrupción, vota al PP”. Este es el resumen del mensaje que ha puesto Cuca Gamarra en la misma red social, X (existe porque lo he comprobado), con todo su morro: “Si estás harto de la corrupción del Gobierno, del partido y del entorno familiar de Pedro Sánchez, este domingo vota PP”. El tuit-resumen me parece brillante porque deja ver la cara dura de quien, siendo del PP, habla de la posible corrupción de otros. Lo hacen en Euskadi reiteradamente (y así les va) y ahora lo hacen también en España. La corrupción es una pelotita roja para el PP. Si se mueve la vemos más.

Y la foto de Begoña, claro

Si el PSOE quiere que hablemos de Begoña Gómez lo haremos. Tendremos que hablar, entonces, de esos favores que, según cuentan, ha pedido a grandes empresas que han colaborado gratis para sus proyectos. Tendremos que hablar de cómo se presta a que el PSOE maneje su imagen ahora que la de Pedro Sánchez parece quemada. Tendremos que hablar de lo que es una victimización vergonzante, la suya. Y tendremos que hablar de cómo Begoña, Pedro y el PSOE creen que la ciudadanía es tonta y va a tragar con la historia de amor y de lawfare, lo que sea con tal de no hablar de lo que toca: Europa.

La “policrisis”

Europa ya vota: no todos los países esperan al domingo y algunas conciudadanas y conciudadanos lo están haciendo en diferentes puntos del continente que compartimos en medio de una “policrisis”. Un concepto que describen así en Euronews: “El volátil estado de cosas en la década de 2020. Un fenómeno ‘en el que crisis dispares interactúan de tal manera que el impacto global supera con creces la suma de cada una de las partes’, según el Foro Económico Mundial”. Se trata de “crisis consecutivas que han reconfigurado profundamente sus políticas, desafiado sus viejas creencias y ahondado sus temores existenciales”.

Cuánto facha, ¿no?

Sé que parezco un exagerado cuando hablo de que debemos mantener una lucha diaria contra el fascismo de aquí y el de allí, pero en solo un par de días, y solo centrándonos en Madrid, hemos leído varias noticias que nos recuerdan la cantidad de neonazis con los que conviven (en Euskadi lo hacemos con calaña similar): el asesinato de Borja Villacís y la agresión de Alberto ‘Pugilato’ González al cómico Jaime Caravaca. Raúl Díaz, guionista portugalujo y tuitero certero redondeaba así la semana: “Nostálgico soy yo, que echo de menos cuando los nazis no proclamaban sus ideas en público porque estaba mal visto”.