Cuando Javier Ruiz publicó el dibujo del próximo Congreso me sorprendió el bloque central: Unidos Podemos, ERC y el PNV, juntos pero no revueltos, evidentemente. Después, me puse a contar los asientos de los catalanes: 15. Los mismos que escaños había logrado en Catalunya. Es decir: ni rastro del grupo con Bildu. Así que lo que avisamos durante la campaña, al final, se ha cumplido: ERC no contemplaba el pacto que Otegi vendió insistentemente. ¿Quién lo ha roto? ¿O simplemente nunca existió ese pacto que se vendió fraudulentamente para captar votos? Y la pregunta que importa: ¿nadie va a dar una explicación?
Igual la culpa es solo de Podemos
Panik se describe en Twitter “cansado de medios de información manipulados y derechas camufladas”, y tuitea cosas como esta: “¿Qué esconderá la gran cloaca española para que el principal objetivo de PP, PSOE, VOX y Ciudadanos sea que Unidas Podemos jamás entre en el gobierno? Siente terror sólo de pensar que entre gente de la calle y levanten todas las alfombras”. Para empezar, ese “jamás” es relativo porque Podemos solo tiene cinco años y poca experiencia de gobierno. Para seguir, igual no hay ninguna conspiración y el problema es que la idea de Iglesias como ministro solo les gusta a ellos.
¡Claro que tienen algo que esconder!
Si no me fío de Pablo Iglesias ni como director de un departamento universitario, menos me fío de algunos partidos españoles que mencionan en titulares como el que hemos encontrado en Público: “El presidente del PP en Castilla y León, acusado de falsificar 5.000 firmas e ingresar 500.000 euros en B para ganar las primarias”. ¿Cómo lo hicieron? Alfonso Fernández Mañueco y Fernando Martínez Maíllo pagaron las cuotas de afiliados y falsificaron sus firmas para obtener más votos en esas primarias que se adjudicaron. Según el digital, que cita a Diario16, la denuncia ha sido admitida a trámite. ¡Y en unas primarias!
Esto sí que me parecen cloacas
Tampoco dudo de que en el estado español del GAL y, más recientemente, del Comisario Villarejo, existan esas “cloacas” recurrentes en los discursos de izquierda. Pero si en algún sector me parece que tiene que haber subterfugios, acuerdos oscuros y una permisibilidad excesiva, es en el eléctrico. Gracias a una iniciativa popular, un juez va a investigar la sustitución de 28 millones de contadores por los eléctricos que, para empezar, consumen vatios. Pero lo más grave es que esa sustitución no ha traído transparencia ni sencillez para el consumidor, por lo que nada evidente sostiene ese supercambio.
El tuit
No tengo nada contra Eduardo Casanova. Lo que tengo es todo a favor de quien ha escrito este tuit desde la redacción de El País: “A Eduardo Casanova lo conocimos en ‘Aída’ como un niño sabiondo que se ganó la simpatía. Ahora es un artista que prepara su segundo filme: ‘Siento una pulsión disidente, antisistema’, sentencia durante la presentación de la nueva campaña de Mahou”. No ha sido necesario caer en el “clickbait” para que todos estemos pendientes del medio y la noticia: solo ha hecho falta una redacción en un estilo periodístico puro (información explícita e implícita) para llamar nuestra atención.