Mil millones de espectadores

¿Cuántos eventos en el mundo alcanzan a mil millones de espectadores? Las partidas finales del mundial de League of Legends, un videojuego, sí, lo han logrado: “Tras sólo cinco encuentros disputados ya se ha llegado a los 1.168 millones de espectadores, sumando en total 29.664 horas de visualización” (Palco 23). El de los eSports es un fenómeno global, fascinante e indiscutible al que la mayoría somos completamente ajenos porque no lo dan en la tele, como el Tour o el Mundial de Fútbol. Tienen sus canales pero, sobre todo, tienen una afición a la que debemos prestarle atención.

Tú también has jugado

Hay dos maneras de enfrentarse a la realidad de que te gusta jugar a un videojuego a partir de los 40. Sin tapujos o con cierta vergüenza. Yo soy de los segundos, lo confieso. Me cuesta reconocerlo pero, sí, juego, y lo hago para liberar la mente. Si leo, en vez de evadirme acabo relacionando ideas y no desconecto. Y sé que a muchos les pasa lo mismo: lo de leer, lo de la vergüenza y, sobre todo, lo de jugar. Solo así se explica que la famosísima FarmVille alcanzase la fama que ha acumulado durante 10 años. Sin embargo y por motivos técnicos (estaba montado sobre Flash), la famosa granja cerrará en diciembre.

Lo que no es un juego

No es un juego lo de enmascarar en “economía colaborativa” lo que es una trampa del intermediario (desde Glovo a Airbnb pasando por Uber y hasta Amazon) para llevarse la parte del león de un negocio regulado. Tampoco es un pasatiempo jugar a la desregulación del mercado. Ni lo es apoyar ideas ultraliberales que pueden abaratar el servicio al consumidor pero acaban abaratándonos más como trabajadores. Así que tomo como una feliz coincidencia que casi a la vez que hemos visto la sentencia contra Glovo veamos que el Tribunal de Justicia de la UE da la razón a París para que pueda regular los Airbnb en la ciudad.

Qué bueno que viniste, Quino

No tengo en casa un tomo de Mafalda. No me hace falta: el personaje es tan universal que en cualquier momento encuentras una de sus reflexiones en Internet, la televisión y hasta la radio. Ahí está su grandeza: en lo accesible que eran las viñetas y en que invitaban a pensar como si nada. Tampoco conocía a Quino personalmente, pero estoy seguro de que preferiría ser recordado con un pensamiento que con una simple descripción de su deceso o su vida. Así que, si van a leer algo sobre el genial autor, que sea la columna en la que Manuel Jabois hablaba de él, que el propio escritor gallego ha recuperado en Twitter.

Sin VAR… Ni fútbol

Malos tiempos para hablar de fútbol en Euskadi… Pero toca hacerlo, sobre todo, porque durante la semana hemos visto una de las resacas futboleras más sorprendentes que se recuerdan: el entrenador del Newcastle, Steve Bruce, definió perfectamente lo que es (y lo que será) el VAR, y eso que la semana pasada le benefició contra el Tottenham de Mourinho. Lo hizo así: “Pensé que el VAR era para decisiones claras. Para mí, arruina el espectáculo de la Premier League. Debería estar encantado pero sé que acabará perjudicándome en algún momento. Parece que sólo hablemos del VAR ya”.

¿Y qué sabrás tú?

El presidente de Ciudadanos en Catalunya, Carlos Carrizosa, respondió a la reclamación de “libertad” que hacían los parlamentarios nacionalistas con un “no pasó ni en las peores épocas del País Vasco”. Carrizosa demuestra saber muy poco. En las peores épocas del terrorismo en Euskadi (supongo que se referirá a eso) había muertos sobre la mesa todas las semanas, tensión en las manifestaciones de repulsa porque algunos defendían a los fascistas de ETA y salían al paso desafiantes, y miedo al pasar cerca de comisarías. Nada es comparable a la Catalunya de hoy, y quien hace la comparación es un ignorante o un manipulador grosero.

Otro que anda despistado

Una pregunta similar me hago ante Pedro Sánchez: ¿es un ignorante o se piensa que todos menos él somos tontos? No ya solo porque nos intente colocar “el relato” del fracaso de las negociaciones y la excusa para unas nuevas elecciones injustificables. También porque se atreve a decir, como explican en Público, que Felipe VI guarda los valores de la II República (sí, yo también he alucinado) y que Podemos es una especie de extrema izquierda con la que no pudo pactar. ¿Intentará pactar con los de Iglesias después del 10-N? ¿De verdad no se da cuenta de que los votantes sí percibimos lo que intenta?

¡Este sí que es listo!

Ángel Carromero es el ejemplo de todo lo que está mal en política. Un tipo que empezó en las juventudes, que no ha tenido empleo conocido en la empresa privada, ni valor reconocido en la cosa pública, pero que siempre está ahí. No solo eso: es que siempre está mejor. Desde esta semana es el nuevo director general de Coordinación de la Alcaldía de Madrid, un puesto con 90.000 € de sueldo al año, según Eldiario.es. ¿Qué ha hecho para merecerlos? En todos los partidos, por cierto, hay un Ángel Carromero o más de uno que siempre está ahí. También en los de la nueva política, aunque les fastidie admitirlo.

No hay donaciones para todos

Íñigo Errejón apostará también por las donaciones y los microcréditos para financiar su proyecto. Me cuesta creer que haya tanta gente dispuesta a dar o prestar su dinero para que dos partidos políticos monten sus campañas, sinceramente. Un modelo de negocio que se basa en la excepcionalidad (solo hay uno que pide esa colaboración ciudadana) no es un modelo de negocio como tal. Pero hay más: en Vozpópuli han buscado los datos de la campaña del pasado mayo (Más Madrid prometía transparencia sobre su financiación) y a las puertas de un nuevo proceso no han publicado ninguna cifra del anterior.

Tampoco hay más público potencial

68 millones de euros al año, lo mismo que el Manchester United, eso es lo que quiere sacar el Liverpool a Nike por su camiseta. Una pretensión que choca con el acuerdo actual que tiene con New Balance, según leemos en Palco 23. Cifras, una vez más, locas, y que las firmas deportivas tendrán que rentabilizar cobrando 100 € por cada réplica (ya ni siquiera es como la camiseta de los futbolistas) al aficionado de a pie. Y los clubs permiten este atraco a mano armada a su base social porque, simplemente, ya no hay más público potencial en el mundo al que impactar y colocar los productos o los partidos. Y lo saben.