«Lo social»

Mertxe Aizpurua basó su discurso en lo “social”. Esa fue, posiblemente, la palabra que más veces repitió en su discurso: en definitiva, EH Bildu decidió jugar ayer en el eje izquierda-derecha una vez más. Salvo una breve mención a su abertzalismo, lo que dijo Aizpurua podía haberlo escrito Ione Belarra (también la petición de tiempo para resolver la territorialidad). Pero sus referencias a la “democracia” y a que su propia identidad nacional no se construye “contra” nadie hacen que pensemos en su particular elefante. El enjabonado madrileño, en el que Sánchez colaboró, continúa. Solo que no es enjabonado: es colaboracionismo.

¿Se oye lo que dice?

Aitor Esteban hizo de nuevo el discurso más coherente: Sánchez se dedicó a desdecirse, Feijóo a ocultar su particular elefante en la habitación, Abascal solo dijo cosas nazis, Rufián no supo si estaba a setas (la cuestión catalana) o a Rólex (la española), Míriam Nogueras quiso ser oposición y todo lo contrario, Aizpurua negó lo que es y Esteban, insisto, fue el más coherente con su trayectoria y la de su partido, y también con la gobernabilidad. Pero, ¿se oye lo que dice? ¿Debe insistir el PNV en el posibilismo cuando lo que hace que subas el volumen de la tele es el populismo sin que importe lo que hiciste el último verano? No tengo ni idea.

Si te ha pillado el carrito del helado, UPN…

Vaya papelón el de UPN: nadie tiene en cuenta a su diputado, empeñado en que se le vea en el bloque facha. La intervención de Alberto Catalán, de principio a fin, cuando intentó hablar con la presidencia de la cámara, fue bastante ridícula, como su pleitesía al partido que, como bien le recordó Pedro Sánchez, forzó el transfuguismo de dos diputados de su formación al PP. Su “Euskal Herria no existe” solo fue el grito de quien pide que le dejen mover la bandera (facha) aunque solo sea unos segundos. Pero su negación, sus ganas históricas de derrotar a esa Euskadi unida prueban precisamente su existencia igualmente histórica.

No, no hay que decirlo más

Cantaban los de La Hora Chanante que “hijo de puta hay que decirlo más”. A veces, lo confieso, estoy de acuerdo con ellos. Y veo que no soy el único: parece que Isabel Díaz Ayuso se lo llamó desde la tribuna de invitadas e invitados a Pedro Sánchez cuando este, durante el debate para lograr su investidura, mencionó el caso de corrupción en la Comunidad de Madrid que denunciaron Casado y García Egea, y que les costó el puesto. “Hijo de puta”. Lejos de avergonzarse (que es la única opción razonable), leemos: “‘Es lo mínimo que se merece’: el equipo de Ayuso admite que la presidenta ha llamado ‘hijo de puta’ a Pedro Sánchez” (SER).

¿Pero qué dices, Santiago?

Hizo muy bien Francina Armengol al parar los pies a Santiago Abascal. Ningún diputado puede subir al estrado y hablar de dictaduras y golpes de estado a procesos políticos que pueden gustar más o menos pero se ajustan a las normas del juego democrático. ¿Qué respondió el ultraderechista? Lo fácil: que la profesora le tiene manía. O como él mismo dijo: no hay libertad de expresión. No, Santiago, lo que pasa es que no tienes derecho a decir gilipolleces en el Congreso, por muchos votos que hayas recibido con soflamas. Lo de las cuentas en Twitter que dicen que informan pero solo relanzan mensajes ultras tiene un nombre.

También hay que tenerlo en cuenta

Por supuesto que hay que tener en cuenta la capacidad del PP y Vox (que han fundido sus manos de tanto llevarlas unidas) para juntar a cientos de miles de personas en toda España, Euskadi y Catalunya. Hay que tenerlo en cuenta para dejar claro la irresponsabilidad de ambos partidos, especialmente grave en el caso del que tiene posibilidades de gobernar, que han movilizado a tantas personas con soflamas como la de Isabel Díaz Ayuso (la de devolver golpe tras golpe. ¿Qué golpes, a quién, con qué?): la irresponsabilidad de envenenar los pensamientos y acciones de personas que ven motivos para negar un resultado electoral.

Y esto, por supuesto

El 67% de la militancia de Junts ha participado en la consulta on-line para avalar el acuerdo de su partido con el PSOE, y de ese porcentaje, el 87% ha votado afirmativamente. Como en el caso de la consulta socialista, el resultado de las y los nacionalistas catalanes hay que tenerlo en cuenta, por la movilización. ¡Ya les gustaría a otros partidos que presumen de democracia interna activar a tanta gente! Y en este caso, al contrario que en el del PP y Vox, la llamada es a avalar un acuerdo entre diferentes, que es justo en lo que consiste la democracia. Hay diferencia, es importante y marca la línea clara entre el bando bueno y el malo.

Para mal

Lo que hay que tener muy en cuenta es lo que dicen las y los portavoces del PP y de Vox, que ahora niegan que llamaran a la movilización, a la respuesta contundente y hasta rechazan que reconociesen en público que les parecían bien ciertas algaradas. Lo de Núñez Feijóo, Martínez-Almeida y Díaz Ayuso queda claro y registrado, como lo de Santiago Abascal, que “rechaza un ejercicio de ‘mesura’ en protestas contra la amnistía: ‘Ninguna tolerancia frente al golpe de Estado’” (Vozpópuli). La irresponsabilidad de la y los mencionados, y de sus acólitas y acólitos, es tan grande como acreditable, y queda en su mochila.

¡Claro que hay “lawfare”!

Estamos viendo a Joaquín Urías llevarse las tortas porque le gusta ponerse donde apuntan las cámaras. De lo suyo gasta, no me parece mal. Aunque sí me ha parecido arriesgado que el profesor de derecho constitucional haya tuiteado nombres y apellidos de jueces que han podido usar su posición para hacer política. Es evidente que esto ha pasado en España con consecuencias en Catalunya y en Euskadi, antes. El mismo Urías cierra su hilo con una idea muy precisa: “Seguramente no prevaricaron, porque están convencidos de haber hecho lo justo. Pero, desde luego, con sus sentencias actúan políticamente. Y eso es lawfare”.

Montero, ministra… O no

Leo en El Periódico de España que “Podemos prioriza su entrada en el Gobierno y rebaja la exigencia de que Irene Montero sea ministra”, y me parece bien. No porque Montero me parezca mala ministra, que no me parece peor que muchas y muchos que la han precedido. Sino porque estoy convencido de lo que he dicho unas líneas más arriba: hacer política consiste en acordar entre diferentes, en llegar a soluciones intermedias, en ceder para avanzar. Y Podemos tendrá que ceder si quiere que, a su vez, Sumar le ceda una cuota de poder. Ya hablaremos más adelante sobre en qué se ha quedado Podemos.

La derecha

La izquierda vasca no abandona su mantra para señalar al PNV como un partido de derechas al mismo tiempo que “la derecha política y mediática” está “contra el PNV”, según Laura Arroyo en Diario Red, la web de noticias que ha puesto en marcha Pablo Iglesias desde su nuevo proyecto mediático. Y sigue: “Los actores del bloque reaccionario entienden que el PNV es hoy un enemigo al que toca atacar para que vuelvan al redil o bien para sacarlos de la ecuación por la vía del desgaste electoral”. Habla de “declaración de guerra” y enumera en su pieza las diferentes columnas que atacan a los nacionalistas desde tribunas (ultra)conservadoras.

Es insostenible

No es sostenible una economía en la que la o “el pequeño autónomo es una especie en extinción” (Pymes y Autónomos). Es lo que sucede en España y en Euskadi: “España ha perdido 6.167 autónomos entre el último mes de 2022 y marzo de 2023” por las dificultades ligadas a esta actividad en el presente y en el futuro: “¿Se puede vivir con una jubilación de un autónomo?”. Las y los trabajadores por cuenta propia reclamamos “igualdad” para evitar que “los jóvenes no quieren ser autónomos, y los mayores lo son, en su mayoría, porque no les queda otra opción”. Yo genero IVA, ¿cuál es tu superpoder?

Lo llevan dentro

Vox es el partido que con más brío defiende a las fuerzas armadas mientras su líder, Santiago Abascal, se libró de hacer la mili. El mismo que asegura que está en contra de los chiringuitos y vivió de uno gracias a Esperanza Aguirre. También le hemos visto clamar contra el sistema de partidos en España (lo que es bastante lógico en la ultraderecha) y, gracias a él, “Vox infla su fundación privada con siete millones de euros en cuatro años”. No es nada ilegal, pero en El Plural explican muy bien cómo factura la familia Ariza y cómo la fundación ha crecido en número de trabajadores para difundir un ideario afín, como corresponde, evidentemente.

Porque somos gilipollas

No discuto la capacidad de personas que no son del mundo de la gastronomía para formarse y conocer un sector concreto (chuletas, vino, cerveza…), y además para saber divulgar sus conocimientos y opiniones. Lo que sí me parece discutible es que haya tantas personas capaces de hacerlo. Todas esas cuentas en TikTok o Instagram (nadie se molesta en hacer un simple blog) que enseñan dónde comer o beber en vídeos rápidos son, en su mayoría, una basura. Hablemos claro. “¿Por qué nos fiamos de su criterio?”, preguntan en Público: porque somos gilipollas y no distinguimos a un experto de un chaval con un móvil.

La nueva moda

Intento escribir poco sobre tecnología en esta columna porque creo que no me corresponde: hay expertas y expertos en el periódico que saben mucho más que yo de dispositivos y, sobre todo, que lo explican mejor. Mi objetivo es poner a lectoras y lectores sobre la pista de temas, opiniones o contradicciones que veo cada día en Internet. Por ejemplo: la moda de los anillos inteligentes que mucha gente ya habrá hecho suya, especialmente quien más dinero tiene: son complementos imprescindibles en las grandes tecnológicas y líderes como Zuckerberg lucen el suyo. Básicamente, hace lo mismo que un reloj conectado al móvil pero sin pantalla.

Pero, ¿dónde vas?

El Huffington Post destacaba este titular de Santiago Abascal durante su rueda de prensa en el Congreso: “La única alternativa posible, que aún no se ha probado para combatir al separatismo en España, no es otra que la ilegalización de los partidos separatistas”. Primero, Abascal lo desconoce o lo omite: por supuesto que Franco ilegalizó a los partidos nacionalistas y por suerte no mitigó sus objetivos. No sé si prefiere que pensemos que es tonto o que es un populista torpe. Segundo: ¿dónde va Abascal y, sobre todo, dónde va Núñez Feijóo, ambos de la mano desde puntos de partida como este? Es imposible que nadie se sume a PP y Vox.

La cadena de responsabilidad

Ante una crisis, ante una catástrofe, es humano que las víctimas y el resto de la ciudadanía busquen responsables. Y también a personas responsables que miren a los ojos y digan la verdad. Y esto segundo no está pasando en Murcia. La manera en la que las instituciones públicas están intentando lavarse las manos, ya lo hemos visto, se está convirtiendo en una oportunidad estupenda para los propietarios de las discotecas y sus abogados. La comunicación pública no es sencilla: es esencial. Ejecutarla bien es complicado y exigente, es cierto, tanto como que la cadena de responsabilidad es ineludible y hay que asumirla.

¿Qué agrava los problemas?

Uno de los problemas de la comunicación pública hoy es que las y los políticos tienen que comerse sus crisis y las del funcionariado, de manera global. ¿Alguien va a pedir cuentas en Murcia a una o un técnico del ayuntamiento o las y los concejales, el alcalde o los puestos de designación? Pasa lo mismo con “los médicos”, ese concepto que The Objective maneja en su pieza para advertir, atención, de que “crear más plazas de Medicina agravará los problemas”. ¿No son “los médicos” los que inflacionan ciertas especializaciones? ¿Con qué criterio? ¿Quién ha desprestigiado la medicina general, los políticos o “los médicos”?

Viva la vida

Esto de la CNN, que he visto gracias al chef José Andrés en Twitter, me ha encantado: el precio de los diamantes está bajando porque preferimos gastarnos el dinero en viajar y comer. ¡Viva la vida! Este cambio de criterio global me parece estupendo. Ya hablaremos cuando toque de la oferta gastronómica de los sitios turísticos, otra vez. Pero de momento pienso celebrar nuestro despertar. Y ojalá que a los diamantes les sigan otras cosas materiales, especialmente, las tecnológicas que reemplazamos cuando todavía tienen una larga vida útil por delante. El mundo empieza a valorar su tiempo, lo que puede ser el verdadero cambio de paradigma.

¿Qué huelga?

Hablando de comunicación pública, otra vez, me ha llamado la atención el comunicado de la ICHH. Primero, por largo y pesado. Segundo, porque paso tanto de ella que no me había enterado de su huelga de animación. Digamos la verdad: en algunos partidos de la temporada pasada lo que animaban era equivalente a los primeros de esta, que se ve que no lo han hecho. ¿Por qué? Porque se siente perseguida, según quienes redactan el comunicado. ¿Por qué vuelve? Pues porque se habrá cansado de ser intrascendente: reconoce que no ha conseguido absolutamente nada. Como nada es lo que podemos esperar de ella.

¿Por qué, Alberto?

“Amnistía ¿sí o no? Yo digo no, ¿y usted? Referéndum ¿sí o no? Yo digo no, señor Sánchez, ¿y usted?”. No solo lo dijo Alberto Núñez Feijóo en el Congreso: el PP lo ha puesto por escrito. Yo lo tengo claro: la amnistía y el referéndum serían la mejor solución para el conflicto catalán. Negarlo y judicializarlo ya vemos que ha salido muy mal. Lo que no alcanzo a entender, y será que no soy muy espabilado, es por qué Núñez-Feijóo dice “no” ni por qué, digámoslo todo, Salvador Illa, el líder el PSC, niega esas evidencias. ¿ERC y Junts han lanzado un órdago inoportuno? Puede ser. Pero eso no es lo relevante. Y si lo es, mala señal. Pésima.

No

No, Pedro Sánchez no es “el presidente más corrupto de la historia de España”. Y si lo es, no lo sabemos. Tendrán que venir las denuncias y las sentencias. Entonces, veremos cómo queda en el ránking. Pero Santiago Abascal no dijo la verdad y lo sabe. Y le da igual. Tanto que sumó este pobrísimo argumento: “En cualquier película sería el más corrompido, el más villano y el más infame”, dijo a Sánchez. Pero esto, ¿qué es? Democracia en estado puro: incluso los políticos con peores discursos e ideas más reprobables pueden llegar al estrado de un parlamento. Su llamada a “defenderse” del pueblo español ante la amnistía es una irresponsabilidad.

Violencia, se llama violencia

Jacobo Bergareche dice que “la moderación hay que tomársela con moderación”, y creo que es un gran consejo pero no voy a seguirlo. De hecho, voy a hacer un esfuerzo para no ponerme a la altura del cantante de Los Zopilotes Txirriaos que “dedica” una canción a Julian Iantzi, al que insulta gravemente y del que cree que debería de estar bajo tierra, para el alborozo de su parroquia, fácilmente reconocible en Twitter, donde se han viralizado el tuit y las reacciones. Lo que a uno le pide el cuerpo es ponerse igual de chulo, pero sin hacerlo también es posible dejar claro que este tipo de violencia sobra, ha sobrado y sobrará.

Ni un paso atrás

Si lo difunden “el disidente OK” y “Willy Tolerdo” en Twitter, o Alvise Pérez en Telegram, y lo relanzan con alborozo los mismos que aplauden sus habituales mensajes para la parroquia ultra, es bastante probable que Óscar Puente haya sufrido una emboscada en el AVE. Ante esto no hay duda, no hay moderación, no hay matización posible: ni un paso atrás. La labor de Puente en el Congreso puede parecer buena o mala, mejor o peor, miserable o heroica, pero su derecho a expresarse y representar a las y los votantes del PSOE en el Congreso y en la calle es indiscutible. Y quien lo discute inicia una escalada de consecuencias imprevisibles.

Ni una excusa

La cuenta en Twitter de Pedro Sánchez es una mina: en sus tuits de hace 8, 10 y 12 años hay comentarios que pueden traerse a la actualidad con una facilidad pasmosa. Pese a la abundancia, mi favorito, desde hoy, está claro: “Viondi dales fuerte! my friend” (sic). Esto lo escribió el 31 de marzo de 2011. Es decir, doce años y seis meses antes de que Daniel Viondi se equivocase gravemente y diera tres palmadas en la cara al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Este gesto también es intolerable, y políticos que no entienden los límites como Viondi también son responsables de escaladas peligrosas.