Ah, vale, que va de esto…

Uno de los últimos tuits de “Ertzainas en lucha” no puede ser más significativo: sin poner la cara nadie, van pasando hojas en las que anuncian que promueven un voto para el 23-J que no sea a las y los actuales dirigentes del Gobierno Vasco. ¿Votarán a Bildu? ¿Tal vez a Sumar? ¿Se echarán en los brazos del PP ¿O es a Vox a quien ponen ojitos en este movimiento evidenetemente jupolizado? Si parecía que toda la movida era por esto, por mover el tablero tanto de la institución policial como del Gobierno Vasco, como no pocos sospechaban, lo han dejado claro definitivamente. Ahora ya solo convencen a quien quiere dejarse convencer.

La oportunidad, para los sindicatos

Ante lo que ha dejado claro el movimiento “asindical” (que no “apartidista”, como han dejado claro, ni mucho menos “sin intenciones”) lo tengo claro: gobierno vasco y sindicatos de la Ertzaintza tienen que negociar con generosidad. Un acuerdo satisfactorio para ambas partes solo sería bueno: dejaría sin efecto a quienes buscan desestabilizar y aseguraría como interlocutores futuros a quienes representan al cuerpo legal y legítimamente. Pero la pelota no está solo en el tejado del gobierno, de hecho, hay dos balones: los sindicatos tienen que apostar claramente por el posibilismo, también para marcar la diferencia dentro del cuerpo.

Lo que no quiere nadie

Lo que nadie quiere es una policía que se pierde el respeto y se lo pierde a las instituciones por conveniencia electoral. Lo que nadie quiere es policías jusapolizados en nuestras calles. Y lo que nadie quiere es un Grupo Wagner rojigualdo, que es lo que sugiere Daniel Esteve, conocido como “Dani Desokupa”: “Espero que las urnas echen a estos tíos de por vida (Pedro Sánchez y el Gobierno de coalición), le demos armas a nuestro ejército y a nuestra policía y se cierren las fronteras de una puta vez, que es lo que tiene que pasar aquí”. “Si no, nos veremos en la calle, pero yo no pondré una velita. Si vienes a por mí, yo iré a por ti” (El Plural).

Lo que vemos

Lo que cualquiera puede hacer es reconocer un nazi cuando lo ve. No hay que irse muy lejos. Pero si nos vamos podemos encontrarlos porque los fascistas siempre actúan como fascistas y hablan como fascistas: la periodista rusa Yelena Miláshina ha sido atacada en Chechenia, le han golpeado, le han roto varios dedos, le han rapado la cabeza, le han echado pintura verde y han destrozado sus equipos. Miláshina había ido a aquel país “para asistir a un juicio” (República). El Kremlin ha corrido a situarse junto a la periodista, que tuvo que abandonar Rusia pero seguía trabajando para el diario Nóvaya Gazeta, crítico con el régimen de Putin.

Y lo que no quieren que veamos

Hablando de fascistas que atacan como fascistas, Mikel Ayestarán denuncian con claridad esto en Twitter: “Las cámaras molestan al ejército de Israel en Jenin. Ahora dirán que se abre una investigación para aclarar lo ocurrido. La imagen es clara”. Y tan clara: un blindado israelí se detiene en un cruce en una calle destrozada por los ataques, y comienza a disparar contra una cámara de televisión colocada allí para grabar la destrucción. Otra cámara capta el momento claramente: se ve que los disparos proceden del vehículo y que impactan en la cámara repetidamente. Les molestan los periodistas que cuentan lo que ven.

Israel, como Rusia

Si los bombardeos rusos sobre Ucrania nos sobrecogen, y si los medios publicamos historia como la de Victoria Amelina, la escritora fallecida en uno de los últimos ataques a misilazos sobre población civil ordenados por el Kremlin, para que podamos empatizar, deberíamos de hacer lo mismo, exactamente lo mismo, cuando es Israel el estado que bombardea la ciudad de Cisjordania y deja nueve víctimas. Nada justifica los ataques sobre Ucrania, de la misma manera que nada lo hace sobre Palestina. No caben equidistancias, no caben los “si, pero…”, no caben las medias tintas: un antifascista lo es siempre y en todo lugar.

“El tiempo que viene”

Si mi hijo y/o mi hija dedican parte de su tiempo a la política, tengo claro que sus rivales van a ser las y los fascistas. Es “el tiempo que viene, si no se le pone freno”, como escribe Enric Juliana en Twitter después de ver la lona que Desokupa ha colocado en Madrid con un mensaje dirigido a Pedro Sánchez: “Tú, a Marruecos; Desokupa, ¡a La Moncloa!”. ¿Se presenta la empresa a las elecciones? ¿Se ve plenamente representada por una de las opciones que prometen desalojar al del PSOE de la presidencia? ¿Por cuál? En su tuit, Juliana también atina con esta descripción: “Pequeñas compañías Wagner fabricando temor”.

El PP ha comprado el marco a Vox

Lo explicaba muy bien Andoni Ortuzar en Radio Euskadi ayer: el verdadero problema de Europa es que los partidos de derechas están haciendo suyo el discurso de la extrema derecha y ya no hay manera de distinguir entre ellos. En España esto está siendo muy evidente: “El PP exhibe con Vox su negacionismo climático a las puertas de las generales”, leemos en Público, donde citan uno de los elementos que más sorpresa me genera: ¿qué tienen de malo o de comunista los carriles-bici? Que Vox imite a Trump sin pensar lo puedo entender, que el PP compre el marco y vea el mundo a través de él me resulta incomprensible.

Bildu sigue sobre la ola

Bildu sigue sobre la ola y la está surfeando. Hace lo que debe, ni más, ni menos. De aquí al 23 de julio intentará no cometer errores y, sobre todo, esperará a qué Vox, PP y PSOE le aupen en campaña, como sucedió durante las municipales y forales pasadas. Con los “agentes sociales” habiendo hecho bien su trabajo de desafección y hartazgo social, precisamente, y por primera vez con portavoces en Madrid reconocidos en Euskadi, Bildu va a por el “sorpasso” al PNV que ya lograra Podemos en unas generales anteriores. A Bildu le va bien con la abstención y al PNV, con la movilización. Básicamente, la pugna electoral vasca se resume a eso.

Un impacto mundial

Sigue el Tour aunque haya abandonado el País Vasco (volverá a entrar a Zuberoa en alguna etapa de Pirineos), y seguimos viendo los coletazos de la visita de la carrera a nuestra tierra: Rafael Anchía, el congresista estadounidense de origen vasco, compartía en su Twitter la noticia del The Guardian sobre cómo las y los vascos habíamos arropado a los ciclistas y a todas las personas (muchísimas) que hacían todo el montaje. El impacto del paso del Tour por Euskadi ha sido mundial, y ha sido positivo: nuestro paisaje geográfico y humano ha salido bien retratado. Solo nos falta creernos lo que somos capaces de ser.

ELA debilita a un equipo… y al país

Va por delante mi reconocimiento a todas las personas trabajadoras que reclaman una mejora justa de sus condiciones laborales. Pero en este caso me dirijo a ELA, que firma todas las pancartas y ha intervenido para generar un ruido constante en la puerta del hotel Occidental de Bilbao, en nombre de las y los empleados, donde se aloja el Soudal-Quick Step. ¿Sabe ELA el esfuerzo colectivo que muchísimas personas hacen para que haya huéspedes durante la “grand depart” y de vacaciones, para que haya hotel, para que haya sector? ¿Sabe el dinero público que se gasta en que haya un equipo del Tour allí? Lo peor es que sí que lo sabe.

Actualización a día de la fecha: en el hotel Occidental de Bilbao, además del Soudal-Quick Step se ha alojado el equipo del Jumbo-Visma.

Tienen la fuerza, no la razón

Es evidente que la Ertzaintza se ha excedido en los fondos y en las formas. Yo sigo haciendo mías las apelaciones al diálogo, pero solo las que reconozcan que al otro lado también hay personas. Y esas son pocas, por desgracia. Xabier Lapitz, blanco de la ira y chulería de quienes la muestren con preocupante facilidad (desde perfiles anónimos, además), lo dice alto y claro: “¿Sabéis por qué hay que poner orden? Porque no puede ser que los que tienen la fuerza bruta vayan contra la mayoría parlamentaria. Y sí, me refiero a la Ertzaintza”. Quien no entienda esto (y no son todos, ni tampoco la mayoría) tiene un problema.

Así les va

Mientras en Euskadi sufrimos una policía “jupolizada” (no tanta como parece, estoy convencido), en España empiezan a librarse de ese sindicato: Jupol deja de ser el mayoritario, según El Diario. Quién nos lo iba a decir: la policía española (la misma que pide las condiciones laborales de la Ertzaintza) parece que va por delante de la autonómica vasca. Pero no se trata solo de los policiales: los sindicatos no posibilistas, mayoritarios en Euskadi, a medio plazo complican la vida de todas y todos, no solo del empresario, el patrón o la institución pública que no gasta en lo que el sindicato (y algunos asindicados) reclama.

Hablemos de esto

¿Son muchos 110.000 euros brutos por soportar la presión de ser el líder de la oposición de un país como España? A mí no me parece excesivo, la verdad. Un directivo de una empresa con una responsabilidad siempre menor ganaría mucho más. Esta es la verdad. Y tendremos que abordar en algún momento que las medidas populistas de que las y los políticos cobren poco acaba perjudicando a la democracia y al acceso a esta de quien menos tiene. La política tiene que ser atractiva para que las y los mejores no dejen hueco a las y los mediocres. Lo que no ayuda en nada al debate es el juego de esconder la bolita de Núñez Feijóo y el PP.

No es un pulso

Estamos viendo a Núñez Feijóo, precisamente, y a Pedro Sánchez, en los programas de televisión con más audiencia o mejor consideración (que no siempre coincide). Si pudieran, Esteban, Aizpurua, Abascal y Díaz harían exactamente lo mismo. En la mayoría de esos espacios, la o el entrevistador se ha erigido en estrella, pero para mal. Este tuit de Quique Peinado es una lección para la profesión: “Hace años, no es de ahora, asistimos a un tipo de entrevista en el que la gracia está en ver quién gana. Y eso no es una entrevista: es un choque de egos. A mí, y es mi opinión, no me interesa nada ese rollo”.

¿Qué harían en Moncloa?

Este titular de Público es muy concreto y, a la vez, elocuente: “Los pactos PP-Vox amordazan el Orgullo 2023: sin banderas LGTBI, ‘lona del odio’ y la censura a Rocío Saiz. La alianza urdida entre la derecha y la extrema derecha boicotea una celebración que busca reafirmar el sentimiento de orgullo sobre las orientaciones sexuales e identidades de género tradicionalmente marginadas y reprimidas”. ¿Qué podría suceder el próximo 28 de junio si PP y Vox alcanzan una mayoría suficiente para gobernar? Espero no saberlo nunca, lo reconozco con total claridad. ¿No soy objetivo? Por supuesto que no, ante el intolerante no puedo serlo.

Un friki

Si con 29 años te describen como “admirador de Primo de Rivera y defensor del Valle de los Caídos” porque has “participado de homenajes al fundador de la Falange” y has colgado mensajes “defendiendo el espacio donde los restos de éste descansaban hasta abril”, pareces un poco friki. Si además haces vida activa en Vox hasta ser elegido diputado en el parlamento valenciano (el más joven del hemiciclo), lo confirmas. Lo pregunto completamente en serio: ¿qué lleva a un chico tan joven como José Muñoz Salvador a admirar valores tan rancios, personajes tan antiguos y dictaduras violentas? La respuesta evidencia uno de los principales problemas de España.

Hasta los mejores cometen errores

Las intrahistorias en política son, por lo general, apasionantes. Y en el caso de la líder del PP en Extremadura, un mirlo blanco durante la campaña que ha tenido que rectificar en su rechazo a Vox para formar gobierno autonómico, por supuesto, hay intrahistoria: la protagoniza a su pesar Santiago Martínez-Vares, el asesor que aupó a la candidata entre aplausos de los medios conservadores y que ha tenido que dimitir no por la tensión con Vox y Génova, sino por el audio que filtró un concejal sevillano del partido ultraderechista que, según The Objective, habría enviado el propio Martínez-Vares amenazando a Abascal, y que ha dinamitado todo.

¡Por supuesto!

Se acerca la campaña y el ruido de sirenas y pitos vuelve a las calles. Demasiada casualidad. Una vez más, una comunidad próspera como la vasca se llena de conflictos laborales en nuestras aceras y tímpanos. Una vez más, una conveniencia electoral marca el paso de las personas trabajadoras que aceptan que ELA firme todas las pancartas en su nombre. Y el Tour ha regalado un decorado a los oportunistas. Ahora son los bomberos de Bilbao. ¿Por qué no? Hace tiempo que no se trata de que los peores convenios sean actualizados: se trata de pedir más, y si es dinero público, mucho más. Y la ciudadanía, literal y metafóricamente, lo paga.

“Este tío nos ha utilizado”

“Este tío nos ha utilizado a Alsina, a Wyoming y Sandra Sabatés, a Aimar, a Pepa Bueno y a Cue, y a mí… solo para calentar y llegar así a ‘El Hormiguero’. No hay entrevistador/a que pueda hoy con un Sánchez desatado. Ya ha enganchado a la liebre Zapatero”. Lo tuitea Jordi Évole y lo protagoniza, cómo no, el presidente español, que está haciendo la precampaña en los mejores platós. No lo critico (no me parece en absoluto criticable), simplemente, lo señalo: Sánchez demuestra que va a por todas y que no se arruga, que se sabe el relato y que, como demuestra Évole, marca los tiempos a todas y todos… las y los que se dejan.

No lo entiendo

Llevo toda mi vida profesional, desde que era investigador en comunicación de la UPV/EHU, observando la política. Pero es evidente que no entiendo nada. No entiendo, por ejemplo, la táctica de señalar a otros de lo que eres tú: corrupción en el PP, fascismo en la izquierda abertzale y, ahora, Sergio Sayas llamando “tránsfuga” a Pedro Sánchez. ¿De verdad que el navarro no ha encontrado ninguna otra manera de desprestigiar al presidente español? ¿De verdad que el transfuguismo a él, que abandonó UPN para votar con el PP en el Congreso, le parece reprobable? ¿Piensa que todas y todos menos él somos tontos?

Esto es lo que hay

“Vox coloca a una exdirigente de Hazte Oír como presidenta de las Cortes valencianas. Llanos Masó será una de las monedas de cambio que permitirá la investidura de Carlos Mazón como presidente regional”. Pocos titulares como este de The Objective definirán mejor a la sociedad española hoy: ultrarrancios y ultraderechistas aupados tan alto como pueda hacerlo el PP a cambio de una opción de gobernar España después del 23 de julio. En Euskadi, como en Catalunya, está probado que un voto fuerte en clave vasca y catalana es lo que parará esta deriva y podrá convertir lo malo en bueno: la necesidad de pactos en beneficio directo.

¿Cuánto ha costado?

Cuando supe que Yevgeny Prigozhin acabará en Bielorrusa sin cargos y que la columna de su ejército de mercenarios no llegó a Moscú, lo primero que pensé es: ¿cuánto dinero habrá costado esto al Kremlin? Dicho esto, va la siguiente pregunta para esos que nos explican todo en clave prorrusa y, por lo tanto según ellos, antinazi: ¿quién ha financiado y financia a nazis? ¿Qué explicación peregrina nos van a dar para lo que hemos visto todas y todos? ¿Qué película se van a montar para que no veamos que Putin se ha giñado encima cuando ha visto el monstruo que ha parido y alimentado volverse contra él?

Habla claro

Cuando la RAE lo explica mejor que nadie, ¿quién soy yo para añadir una coma? “Lo adecuado es referirse a las personas transgénero según su identidad de género, no según el sexo asignado al nacer. Por tanto, en este caso, se trata de una mujer y para referirse a ella deben usarse las formas gramaticales correspondientes al género femenino”. Los comentarios, el lenguaje inventado sobre lo “queer”, lo normativo, lo CIShetero, etc., no ayudan a entender un mundo que es complicado, sobre todo, para quien se siente con un género diferente al sexo con el que nació. Eso es lo más importante, no cómo me sienta eso a mí.

Como si no costara

Ya sé que nadie me ha pedido mi opinión al respecto y que estamos a la puerta de una campaña, que se supone que es lo mío, pero no voy a dejar pasar la oportunidad de denunciar, una vez más, que el FC Barcelona está gastando dinero como si pudiese hacerlo. Acaba de fichar a una de las estrellas del Manchester City sin soltar lastre económico. Directamente, nadie ha hablado de equilibrio financiero, de fair-play o de palancas: se ha normalizado el desequilibrio entre equipos, pero no entre quienes tienen más dinero y quienes tienen menos, sino entre quienes no necesitan ni tenerlo y quienes hacen sus cuentas.