El pasado 6 de junio iniciamos un nuevo viaje a los Balcanes, de doce días de duración. Todavía no había amanecido cuando embarcamos en el avión de Lufthansa rumbo a Frankfurt, un aeropuerto caótico en estos momentos, pues tuvimos que pasar más de una hora dentro del avión, sin movernos, para que nos dieran autorización para despegar hacia Sofía, la capital de Bulgaria, en cuyo aeropuerto nos encontramos con Alex, nuestro conductor del año pasado en Rumanía y ahora amigo. Como a última hora no pudo venir la pareja de amigos que siempre nos acompaña en este tipo de viajes, tuvimos la furgoneta para nosotros dos y Alex, quien nos propuso que antes de ir al hotel, ya que había mucho tráfico, realizáramos la visita prevista a la coqueta iglesia ortodoxa de Boyana, dedicada a San Nicolás y San Pantaleón, construida en el siglo XI y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es una gozada contemplar los frescos, que datan de 1279 y están considerados el ejemplo más completo de arte medieval de Europa medieval. Además se está muy bien aquí, pues está rodeada de árboles, entre ellos algunas sequoias. Hemos comenzado el viaje con fuerza.
El segundo día tenemos casi 350 km de viaje, realizando la primera parada a los 117 km, en un lugar en el que estuve hace unos 40 años, el monasterio de Rila, declarado también por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Es probablemente la joya de Bulgaria, estando ubicado en un precioso lugar rodeado por las montañas más altas del país. Destaca la iglesia de la Natividad, con sus pinturas murales tanto en el interior como en el pórtico que la rodea.
En este segundo día de viaje cruzamos la frontera de Macedonia del Norte, en la que no hay nada de tráfico pese a pasar por ella la carretera que une la capital del país con Sofía. Parece que hemos llegado al tercer mundo. Menos mal que hay un pequeño bar y una casa de cambio. La carretera es espantosa y llena de baches. Menos mal que a los 10 km nos detenemos en el monasterio de Saint Joachim Osogovski, que cuenta con dos iglesias y buenas pinturas murales. Está en un lugar lleno de encanto, en un agujero rodeado de montañas. Hay un grupo de estudiantes y uno de ellos, muy amable, nos hace de improvisado guía. Este lugar parece sacado de su entorno, pues todo está muy cuidado y hasta tiene un restaurante en el que aprovechamos para comer. Eso sí, para llegar al monasterio tenemos que bajar un centenar de escaleras, que luego hay que volver a subir con el calor que hace.
105 km después estamos en Skopje, la capital y mayor ciudad de Macedonia del Norte, con unos 550.000 habitantes. La ciudad está cruzada por el río Vardar al que se asoman sus principales edificios y museos. Es todo muy moderno, con amplias plazas y una calle peatonal que sale de la plaza de Macedonia, en la que se ubican numerosas terrazas. La ciudad está completamente tomada por la policía, pues se juega el partido Macedonia del Norte-Polonia, habiendo acudido muchísimos aficionados polacos. En esta ciudad nació la madre Teresa de Calcuta, que se crió en la vecina Albania. Sobre la ciudad se encuentra Kale, una fortaleza del siglo VI. Damos un paseo antes de cenar, pero dejamos la visita de la ciudad para el día siguiente, comiendo en el barrio turco (Karsija old bazar), con un calor terrible.
Skopje está lleno de esculturas, demasiadas en mi opinión, que se encuentran en todos los lugares de la ciudad. Es muy difícil no ver alguna en todo momento. Incluso dos de los puentes que cruzan el río Vardar están rodeados de esculturas. Os dejo una pequeña muestra.
Menos mal que el tercer día de viaje dejamos para la tarde el recorrer Skopje y a las 9 de la mañana salíamos hacia el cañón de Matka, distante tan solo 15 km. Digo esto porque es un lugar de esparcimiento de los habitantes de la ciudad, que los fines de semana acuden en masa. Para llegar a él hay una estrecha carretera y un diminuto aparcamiento. Eso sí, se puede llegar en autobús urbano. En el camino vemos varias mezquitas y banderas de Albania, origen de la población asentada en esta zona. El cañón, resultado de la erosión del río Treska lo recorrimos en parte a pie y el tramo más largo en barca. Merece realmente la pena utilizar este servicio (hay muchas barcas), pues por unos 6 euros incluye también la cueva de Vreo. Junto al embarcadero hay una pequeña iglesia dedicada a San Andrés y un enorme pero abarrotado bar y restaurante.
En el cuarto día seguimos recorriendo Macedonia del Norte durante 200 km, pasando por el Parque Nacional Mavrovo, donde disfrutamos de uno de los mejores paisajes del viaje, además de alcanzar los 1700 metros de altitud. Nuestro siguiente destino es el monasterio de San Jovan Bigorski, cuyos orígenes se remontan a principios del siglo XI, aunque fue destruido por los otomanos y restaurado en 1746, donde asistimos a la boda ortodoxa de una curiosa etnia de la zona.
En Ohrid, población situada a orillas del lago del mismo nombre, pasaremos dos noches. Como lugar de estancia ha sido el mejor destino del viaje pues además de formar parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, al estar a orillas del lago y a 700 metros de altitud, la temperatura resulta mucho más agradable. El día de llegada recorremos el Old Bazar, dejando para la mañana siguiente la fortaleza de Samuel, el teatro griego, la casa de la familia Robev y las iglesias ortodoxas de Santa Sofía, San Pantaleón y San Juan en Kaneo. En las terrazas situadas a orillas del lago se está de maravilla y en el restaurante Gladiator se cena muy bien.
El quinto día de viaje toca bordear el lago Ohrid durante 30 km hasta llegar a un paso de la frontera de Albania, donde sen encuentra el monasterio de San Naum, cuyos orígenes se remontan al siglo X. La parte central del complejo la ocupa la iglesia de los Santos Arcángeles, cuyos frescos del siglo XVIII están considerados entre los mejores de la pintura religiosa de los Balcanes. Todo el recinto está muy cuidado y cuenta con varios restaurantes y la posibilidad de realizar excursiones en barca. Nos ha gustado Macedonia del Norte y además es un país muy barato. Veremos que nos depara en nuestro siguiente destino, Albania.
INFO: Lufthansa ofrece una buena conexión entre Bilbao y Sofía, vía Frankfurt, pero dado el caos existente en este aeropuerto, con constantes retrasos, y la dureza del control de seguridad, calcular un tiempo de escala de dos horas. En hoteles y restaurantes pagamos con tarjeta de crédito, pero hay que llevar moneda local que obtuvimos en casas de cambio. En Bulgaria, en el aeropuerto, 1 € = 1,96 lev (el cambio es fijo). En Macedonia del Norte, en la frontera, 1 € = 61 dinar macedonio (denar).
Se me había pasado, sabía que tenía algo pendiente y repasando correos, ajá, ahí estaba.No me extraña que te gustará Macedonia del Norte.Se ve bellísimo,tanto de naturaleza como de monasterios,y si es barato y se come bien…