Memorias de un viaje por Alemania en tren (y 3)

Continúo el relato del viaje del viaje realizado en tren por Alemania durante la primera quincena de julio de 2007. La pasada semana lo dejaba en Berlín, de donde partimos a nuestro siguiente destino, Lübeck. Como teníamos que cambiar de tren en Hamburgo (Hamburg), aprovechamos para conocer un poco el centro de la ciudad, pero como bien digo solo un poco, pues llovía a cántaros y optamos por no alejarnos mucho de la estación de tren, así que nos conformamos con su vistoso Ayuntamiento, de finales del siglo XIX y la Catedral de San Pedro.

Situada en el norte de Alemania, Lübeck es una encantadora ciudad que atrae desde lejos cuando contemplamos sus siete altivas torres, fruto del esplendor alcanzado a partir del siglo XIV como capital de la Liga Hanseática. La Puerta de Holsten da acceso al casco antiguo, rodeado por una canal, que conserva interesantes edificios de ladrillo rojo y negro entre los que destacan el Ayuntamiento, la Puerta Bugtor, el Hospital del Espíritu Santo y las iglesias de Santa María y de Santa Catalina. Como se quedó una tarde espectacular, la aprovechamos para ver todo lo posible. Al día siguiente lo pasamos también en esta ciudad pero, como no dejaba de llover, nos desplazamos hasta el pequeño pueblo de Travemünde (media hora de tren), puerto de salida de los ferrrys a Suecia, Finlandia y Estonia, aunque optamos por estar a cubierto en el mercado.

Iniciamos el regreso. Las dos próximas noches las pasaremos en Dusseldorf, ciudad que prácticamente no pisaremos salvo el Ibis Duesseldorf Hauptbahnhof, que nos resulta muy cómodo por estar en la misma estación. De camino nos detenemos en Bremen, otra ciudad que nos ha encantado, conocida mundialmente por los “Músicos de Bremen”, el popular cuento de los hermanos Grimm que tiene por protagonistas a un asno, un perro, un gato y un gallo, Su rico patrimonio se sitúa en torno a la Plaza del Mercado, donde están el Ayuntamiento, uno de los más importantes ejemplos de arquitectura gótica en Europa y la gigantesca estatua de Roland, que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2004. Mención especial merece el pintoresco barrio de Schnoor, con las antiguas casas de pescadores. Hemos tenido poco más de tres horas para recorrer la ciudad (está todo muy a mano) y comer en una cervecería tradicional antes de volver al tren.

De Dusseldorf a Colonia (Köln) solo tenemos 22 minutos de tren, así que aprovechamos todo el día para “patear” esta ciudad de la que solo conocíamos la Catedral, pues en un viaje anterior, ya que teníamos que cambiar de tren en nuestro viaje de la Expo de Hannover a Paris, aprovechamos para visitar ese majestuoso templo situado al lado de la estación. En Colonia destaca su impresionante Catedral gótica, que por sí misma justificaría el viaje a esta ciudad bañada por el río Rin. El templo forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y guarda dos importantes joyas, el cofre-relicario de los Reyes Magos y el altar de los patrones de la ciudad.

Tras las intensas lluvias de días pasados, el 13 de julio regresó el verano, así que aprovechamos para pasar un día de relax en Colonia (Köln) después de tantos días de ajetreo. De esta forma pudimos caminar sin prisa por las orillas del Rin, disfrutando de las vistas sobre la Catedral, sentarnos a tomar algo en sus terrazas y visitar otros lugares de interés, como el antiguo Ayuntamiento y el conjunto de iglesias románicas, principalmente San Juan, San Gereón, San Pantaleón y Santa María del Capitolio. En Colonia se utiliza mucho la bici, así que hay que tener cuidado al cruzar los bidegorris.

El penúltimo día de viaje, camino de Stuttgart, nos detuvimos en Heidelberg, donde casi nos arrastramos por sus calles debido al intenso calor, pues la temperatura ha subido casi 20 grados en un par de días. Nada más salir de la estación nos llamó la atención la escultura “S-Printing Horse”, realizada en el año 2000 por Jürgen Goertz. Es la escultura de un caballo más grande del mundo, pues tiene 13 metros de alto, 15 de largo y un peso de 90 toneladas. Como no está el día para subir al castillo, nos dedicamos a caminar por el Puente Viejo y su principal calle, la Hauptstraße, contemplando la antigua puerta de acceso a la ciudad, la antigua Universidad, la estatua de Hércules y la Heiliggeistkirche (iglesia del Espíritu Santo), de estilo gótico tardío.

Tras instalarnos en el hotel en Stuttgart y como somos un poco masocas, en lugar de refugiarnos en el aire acondicionado del hotel, por la tarde nos metimos 45 minutos y otros tantos de vuelta en un tren-sauna para conocer el casco antiguo de Tubingen, donde estaban en fiestas, con txosnas y música en la calle, llevándonos un grato recuerdo de este país que tanto nos ha sorprendido. Jamás había oído hablar de esta población situada al sur de Stuttgart, a orillas del río Neckar, que el fin de semana del 15 de julio se encontraba en fiestas. Luego supe que, al salir indemne a los combates de la II Guerra Mundial, conserva su encanto medieval formado por estrechas callejuelas, coquetas plazas y casas con entramados de madera en sus fachadas, situadas a los pies del castillo de Hohentübingen. Destaca el edificio del Ayuntamiento, situado en la hermosa Plaza del Mercado. También son de interés la Colegiata de San Jorge y la Fuente de Neptuno. Fue la guinda de este intenso viaje realizado en tren por buena parte de Alemania. Al día siguiente, en el aeropuerto de Stuttgart tomamos el vuelo de regreso a Bilbao.

Memorias de un viaje por Alemania en tren (2)

Continúo el relato del viaje del viaje realizado en tren por Alemania durante la primera quincena de junio de 2007. La pasada semana lo dejaba en Augsburg, ciudad desde la que también nos desplazamos a Munich (München). Solo se tarda 40 minutos y hay trenes cada cuarto de hora. La capital de Baviera es ante todo conocida por su monumental Ayuntamiento nuevo (Neues Rathaus), edificio neogótico con una torre de 85 metros de altura, que preside la Marienplatz. Por cierto, parte de él estaba con andamios. El edificio fue proyectado por Georg von Hauberrisser en estilo neogótico, extendiéndose la construcción desde 1867 hasta 1908. A un paso tenemos el mercado de las flores y el Viktualienmarkt, mercado de frutas y verduras. También está la Frauenkirche, la Catedral de Nuestra Señora.

Munich (München) me ha decepcionado un poco, quizás porque el tiempo no nos acompañó durante nuestra visita. Sin embargo tiene edificios de interés, como el Teatro Nacional, la iglesia de los Teatinos y de San Cayetano (Theatinerkirche St. Kajetan), el edificio de la Logia (Feldherrnhalle), la Catedral (Frauenkirche), la Odeonsplatz y el antiguo Ayuntamiento (Altes Rathaus), aunque para el recuerdo solo quedará la imagen del nuevo Ayuntamiento y el codillo y las salchichas que comimos en la popular cervecería Donisl, ubicada nada más entrar en la calle Weinstraße, al lado mismo del monumental edificio.

Tras pasar cinco noches en Augsburg, de nuevo subimos al tren para dirigirnos hacia Leipzig, pero a la hora de viaje nos bajamos, dejamos los equipajes en la consigna de la estación y nos dispusimos a recorrer Núremberg (Nürnberg), la ciudad que más nos ha gustado de Baviera, pese a que solo disponíamos de poco más de cuatro horas antes de continuar viaje hacia Leipzig (3 horas de tren). Su casco histórico tiene un atractivo especial, al estar rodeado por una muralla medieval de más de 5 km, construida en 1325. Os dejo un resumen en imágenes, en las que destaca la Torre Spittlertor, la iglesia de San Lorenzo, la fuente de las Virtudes, el antiguo Hospicio del Espíritu Santo (Heilig-Geist-Spital) y la Nassauer Haus. Si algo llamó especialmente nuestra atención fue la fuente maravillosa (Schöner Brunnen). Se trata de una aguja gótica de 19 metros de altura, construida entre 1385 y 1396, que cuenta con 40 figuras. Durante la Segunda Guerra Mundial se salvó de los bombardeos gracias a que fue envuelta en un abrigo de hormigón. Todos los lugares citados se encuentran en la llamada milla monumental.

Hicimos dos noches en Leipzig, así que al día siguiente nos desplazamos hasta Dresde (Dresden), distante poco más de una hora de tren. La que fue conocida como “la Florencia del Norte”, fue excluida en 2009 por la UNESCO de la lista del Patrimonio de la Humanidad, por la construcción de un puente sobre el río Elba. Cuando visitamos la ciudad se notaba mucho que habíamos pasado a la antigua Alemania Oriental, pues sus edificios estaban muy negros, aunque supongo que ahora todo habrá cambiado. Sus principales monumentos se encuentran en un reducido espacio a orillas del río. Residencia de la realeza de Sajonia a finales del siglo XV, la ciudad ha sufrido varias guerras e incendios. De su rico pasado hoy podemos contemplar la iglesia luterana de Nuestra Señora (Frauenkirche), la Catedral católica (Hofkirche), la antigua residencia de los reyes de Sajonia (Dresdner Schloss), el edificio de la Ópera y el Zwinger, palacio de estilo barroco, aunque lo que más original nos pareció fue el “Desfile de los Príncipes” (Fürstenzug), un mural formado por unos 24.000 azulejos de porcelana de Meissen, situado junto a la Schlossplatz, que representa a los monarcas de la casa de Wettin entre 1123 y 1906.

Leipzig nos dio imagen de ciudad más moderna, quizás debido a los murales que la adornan, algunos cubriendo fachadas enteras o por la presencia de su edificio más alto, el City-Hochhaus, de 142 metros. De la parte monumental me quedo con los dos Ayuntamientos, el viejo y el nuevo (Altes Rathaus y Neues Rathaus) y la iglesia de San Nicolás (Nikolaikirche), uno de los lugares de donde partió en 1989 la rebelión contra el régimen comunista alemán. Mañana tenemos menos de hora y media de tren para llegar a Berlín.

Berlín es una ciudad que nos encanta y muy fácil de recorrer, pero como ya hemos estado con anterioridad solo le dedicamos algo menos de dos días. La tarjeta Berlin Welcome Card incluye transporte gratis y descuentos en muchos muesos. Una forma para desplazarse por la ciudad es utilizar el autobús nº 100, pues es casi como un autobús turístico, ya que une Alexanderplatz con Zoologischer Garten, pasando por los principales lugares de interés. En esta ocasión nos dedicamos a visitar los lugares que ya conocíamos, pero teníamos una asignatura pendiente, subir hasta la acristalada cúpula del Reichstag, diseñada por Norman Foster. Además, el Parlamento alemán está a un paso de la archiconocida Puerta de Brandemburgo (Brandenburger Tor), antigua puerta de entrada a Berlín y emblema de la ciudad.

Berlín es una de esas ciudades que resulta muy atractiva para el visitante. En la Alexanderplatz, bajo la enorme torre de la televisión visible desde casi toda la ciudad, iniciamos nuestro recorrido acercándonos al viejo Ayuntamiento (Roten Rathaus), para continuar por esa gran avenida que es la Unter den Linden, trazada en 1647 durante el reinado de Federico el Grande. Sucesivamente fuimos viendo la iglesia de Santa María (Marlenkirche) y la Catedral de Berlín (Berliner Dom), concluida en 1905, desde donde nos desviamos a la impresionante Isla de los Museos, de la que os hablo a continuación. Caminando entre palacios junto al río Spree, llegamos a la hermosa plaza Gendarmenmarkt, a la que se asoman el Konzerthaus y las catedrales alemana y francesa. De nuevo en la avenida, nos dirigimos a la Puerta de Brandemburgo y al Reichstag. Todavía nos queda por ver algún resto del antiguo muro, Postdamerpltz y los alrededores de Zoologischer Garten, donde se encuentra la iglesia Memorial Kaiser Wilhelm y, muy cerca, la escultura “Berlin”.

En Berlín recomiendo especialmente acercarse a la llamada Isla de los Museos, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en la que al menos hay que visitar dos de los museos existentes. El Museo de Pérgamo (Pergamonmuseum) es uno de los museos de arquitectura más impresionantes del mundo. Su origen se encuentra en las expediciones de los museos berlineses por Asia Menor (Antioquía), Pérgamo, Mileto, Babilonia y otras metrópolis de Mesopotamia. Sus obras más relevantes son los Altares de Zeus y de Pérgamo y la Puerta de Ishtar. El otro es el Museo Nuevo (Neues Museum), donde se exhiben las colecciones egipcias, siendo la obra más conocida el busto de la Reina Nefertiti.

Memorias de un viaje por Alemania en tren (1)

Haciendo memoria, recuerdo un viaje realizado durante la primera quincena de julio de 2007, en el que recorrimos buena parte de Alemania en tren, con Interrail, visitando sus principales ciudades y pueblos monumentales. Fueron 36 horas de viaje en todo tipo de trenes, llegando incluso a superar los 300 km/h. Las estaciones alemanas son magníficas, pues parecen centros comerciales con abundante hostelería. Además de contar con conexiones de tren constantes a numerosos lugares, se han convertido en el punto de salida de la principal arteria comercial de cada ciudad. Las 15 noches nos alojamos en hoteles Ibis, cerca de cada estación o incluso dentro de ella. Como tantas cosas habrán cambiado en el país, en este relato me centraré en contar lo que más nos gustó de cada lugar que visitamos. Trato con ello de daros ideas para realizar un viaje similar.

El 30 de junio llegamos a Stuttgart, la capital del Estado de Baden-Würtemberg. La temperatura era de 36 grados, la misma que hizo el 15 de julio cuando tomamos el vuelo de Lufthansa de regreso a Bilbao. Esto nada tuvo que ver con lo que sucedió el resto de días, en los que llovió a diario e incluso hubo jornadas en las que no se superaron los 16 grados. De hecho, en trenes, restaurantes y en las terrazas de Berlín, encendieron la calefacción. 27 minutos en tren separan el aeropuerto del centro de Stuttgart así que, una vez instalados en el hotel y como los días son largos, aprovechamos para dar una vuelta por la industrial ciudad alemana, una encantadora población en la que sus principales atractivos se concentran en dos plazas, la inmensa Schlossplatz a la que se asoma el barroco Palacio Nuevo y la coqueta Schillerplatz, rodeada por el Palacio Viejo y la Colegiata.

Stuttgart es una ciudad muy relacionada con la industria automovilística, pudiendo en sus alrededores visitar el Museo de Mercedes-Benz y el de la firma Porsche. Nosotros optamos por el primero de ellos, pues resultaba más fácil de llegar en autobús. Resultó ser una maravilla que merece la pena conocer y eso que lo tuvimos que ver deprisa, pues a mediodía salíamos para nuestro siguiente destino, Augsburgo.

Aunque nuestro destino era Augsburgo, decidimos bajar del tren a mitad de camino, en la ciudad de Ulm, a la que también volvimos otro día. Dejamos el equipaje en la consigna de la estación y directamente nos dirigimos a su principal monumento, la Catedral, edificio de arquitectura gótica que presume de tener la torre de iglesia más alta del mundo (161,53 m). También nos gustaron las casas tradicionales que se asoman al canal, el reloj astronómico del Ayuntamiento, la torre medieval y las fuentes, coronadas con curiosas esculturas, como las dedicadas a San Cristóbal y San Jorge.

Por fin, el intenso segundo día de viaje concluyó en Augsburgo (Augsburg), ciudad en la que pasamos cinco noches, usando el Ibis Hotel Augsburg Hauptbahnhof como campamento base para recorrer Baviera. El hotel está muy cerca de la estación y a un paso descubrimos un restaurante italiano, para las cenas, en el que nos sentimos casi como en casa. Augsburgo no es de las ciudades más interesantes que hemos visitado, así que me quedo con la calle Maximilianstrasse, en la que se encuentran la fuente de Hércules y la iglesia de San Ulrich y Afra. También nos gustó el Ayuntamiento, construido por Elias Holl entre 1615 y 1620 y considerado como el más importante edificio renacentista situado al norte de los Alpes. Junto a él se encuentra la Torre Perlach, desde la que se tiene una excepcional vista del casco antiguo. Sin embargo lo que más llamó nuestra atención fueron las Casas de Fugger, mandadas construir entre 1512 y 1515 por Jakob Fugger para los pobres de la ciudad.

Pensábamos alquilar un coche para desplazarnos hasta el castillo de Neuschwanstein, pero resultó fácil hacerlo en tren, pues desde Augsburgo a Füssen hay trenes cada hora que tardan 1 h 52 min. De la misma estación sale un autobús que enlaza con el tren y te lleva a las taquillas del castillo. Mandado construir por Luis II de Baviera en 1866 en estilo neoclásico, el castillo de Neuschwanstein se ha convertido en uno de los emblemas de Baviera. Es toda una fantasía de torres y muros, en perfecta armonía con las montañas y lagos de su entorno. Su interior no merece realmente la pena, pero resulta obligado ir caminando hasta Marlenbrücke, el puente que salva los 90 metros de profundidad de la garganta de Pöllat, desde el que se tiene la magnífica vista del castillo. Como solo hay unos 4 km hasta la estación, descendimos caminando y así contemplamos otro castillo en lo alto de una colina.

Al día siguiente fuimos a Rothenburg ob der Tauber, en el norte de Baviera, empleando 2 h 22 min. Es una pequeña población que, debido a su aspecto medieval, se ha convertido en una atracción turística de fama mundial. Presidida por el edificio del Ayuntamiento, la plaza del Mercado (Marktplatz) constituye el centro neurálgico de esta ciudad que se alza sobre el río Tauber y conserva intactas sus murallas de los siglos XIII-XIV, incluidas las torres defensivas, siete puertas y el impresionante baluarte Spitaltor. Presume de ser el pueblo más bonito del país, cosa que no me extraña, pues a nosotros es el que más nos ha gustado.

Por la tarde, como solo estábamos a una hora de tren, decidimos desplazarnos hasta Wurzburg, población situada todavía más al norte de Baviera, a orillas del río Main. Cuenta con un importante monumento declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la Residencia (Würzburger Residenz), construida entre 1720 y 1744 y considerada la principal obra barroca del sur de Alemania. Para tener una hermosa vista del casco antiguo, merece la pena cruzar el río por el Puente Viejo (Alte Mainbrücke), construido entre 1473 y 1543 y adornado con estatuas en 1730. También contemplamos la Catedral de San Filian, la Marienkapelle y el castillo de Marienburg, situado en un alto. Lo malo es que todavía teníamos por delante regresar a Augsburg, aunque lo hicimos en menos de dos horas en un tren ICE. El viaje continúa.

Escapada al norte de Galicia

Esta escapada tiene como “campamento base” la localidad lucense de Viveiro, que del 11 al 14 de julio celebra la decimosegunda edición del Mercado Renacentista, versión gallega de nuestros mercados medievales. Eso si, un consejo, no se os ocurra consumir nada en el gran bar medieval que montan en la plaza. Una ración de calamares y dos Alvariños cuestan el doble que en Leioa y los calamares son incomestibles, pues están refritos.

Lo mejor de Viveiro es su privilegiada ubicación en la Mariña lucense, en torno a la playa de Covas, de 2.100 metros de longitud, que cuenta con un agradable paseo marítimo. En la parte occidental de la playa hay unas rocas conocidas como Os Castelos, así como el islote Insua, que contribuyen a embellecer el paisaje.

Merece la pena recorrer el casco antiguo de Viveiro, al que se accede por la Puerta de Carlos V, resto de la antigua muralla. Esta nos conduce a la Praza Mayor, plaza rodeada de casas con miradores, en la que se encuentra el centro del Mercado Renacentista. A un paso tenemos la iglesia de Santa María del Campo, el edificio religioso más antiguo de la ciudad. Un poco más alejada está la iglesia del convento de San Francisco, construcción del siglo XIV, junto a la que se encuentra el grupo escultórico “Los heraldos del encuentro”, que hace referencia a la Semana Santa.

Salimos de Viveiro y recorremos la costa hasta llegar a uno de los lugares que más me gustan de Galicia, el cabo de Ortegal, el segundo más septentrional de la península Ibérica, solo superado por el cabo de Estaca de Bares. Se encuentra en el término coruñés de Cariño. Si no hay niebla, merece la pena pasar un rato junto al faro y contemplar los acantilados que lo rodean.

Nos dirigimos ahora a la localidad coruñesa de San Andrés de Teixido, pero antes nos detenemos en el Miradoiro de Teixidelo. Un corto paseo nos permite llegar a un pequeño montículo situado a 337 metros sobre el nivel del mar, donde se encuentra el Cruceiro do Curutelo, desde donde tenemos una espectacular vista de la costa de A Serra da Capelada, la ensenada de San Andrés de Teixido y los acantilados del Monte Tarroiba.

Al fin llegamos a San Andrés de Teixido, situado en el municipio de Cedeira. La capilla de San Andrés es un famoso centro de peregrinación pues, según el dicho popular, “vai de morto quen non foi de vivo” (va de muerto quien no fue de vivo). Merece la pena pasar un rato en esta agradable aldea, donde aprovecharnos para tomar algo, pues ha salido uno de esos días de julio en los que hace mucho calor.

Nos detenemos a comer en la localidad coruñesa de Ortigueira, muy vinculada a la gaita gallega, motivo por el que tiene una gran escultura dedicada al gaitero. El casco urbano está ya cerrado al tráfico, pues del 11 al 14 de julio será escenario del Festival Internacional do Mundo Celta, al que acuden miles de personas.

En el mismo municipio de Ortigueira (A Coruña) y más en concreto en la parroquia de San Julián de Loiba buscamos un banco que se ha hecho famoso porque alguien realizó en él la siguiente inscripción: “The best bank of the world” o, lo que es lo mismo, “el banco más bonito del mundo”. Hoy se ha convertido en un lugar de peregrinación de turistas. La verdad es que merece la pena, pues desde él se pueden contemplar unas impresionantes vistas de la costa situada entre el cabo de Estaca de Bares y el de Ortegal.

El siguiente día comemos churrasco en el puerto del pintoresco pueblo de O Barqueiro, situado a un paso del cabo de Estaca de Bares, situado en el municipio de Mañón (A Coruña). Constituye el lugar más septentrional de la península Ibérica, por lo que está considerado el punto en el que confluyen el océano Atlántico y el mar Cantábrico. Cuenta con un faro e instalaciones militares abandonadas.

No soy de ir a la playa, por lo que todavía no os he hablado de ellas, pese a que la costa gallega cuenta con excelentes arenales. Sin salir de Viveiro podemos contar con varias playas, pero os recomiendo otras dos Si quieres paz y tranquilidad y un entorno sin urbanizar, el lugar es la playa de Arealonga, en el municipio de O Vicedo (Lugo), a 13 km de Viveiro. Tiene una longitud de 1.300 metros y una anchura que oscila entre 15 y 80 metros. En el mismo municipio, pero más urbanizada y concurrida, aunque llena de encanto, está la playa de Xilloi, de 550 metros de largo y una anchura que oscila entre 60 y 90 metros.

INFO: En esta escapada a Viveiro no hemos alojado en el Hotel Thalasso Cantábrico Las Sirenas (www.thalassocantabricolassirenas.com), moderno establecimiento de 4 estrellas situado sobre la playa de Sacido, que cuenta con piscina y un excelente restaurante con vistas al mar. Probablemente nunca he comido tan bien en Galicia. Os dejo algunos de los platos degustados.

GETXO: Salida de la Regata Costa Vasca

Esta mañana ha tenido lugar en Getxo la salida de la Regata Costa Vasca, que concluirá en Getaria, en homenaje a Juan Sebastián Elcano, superviviente del grupo de marinos que zarparon del puerto de Sevilla el 10 de agosto de 1519, consiguiendo dar la vuelta al mundo. A la regata se ha sumado el Juan Sebastián Elcano, buque escuela de la armada española, que ha completado diez vueltas al mundo.

Numerosas embarcaciones siguen al Juan Sebastián Elcano en su singladura hasta el puerto de Getaria, donde se celebrarán los actos del quinto centenario de la partida de las naves en las que iba Juan Sebastián Elcano, quien concluyó la vuelta al mundo en el año 1522.

En la regata también participa otro barco cargado de historia, el Saltillo, actual buque de la Escuela Náutica de la Universidad del País Vasco (EHU/UPV).

También hemos podido ver en la Regata Costa Vasca el Mater, un viejo atunero de Getaria restaurado y reconvertido en museo flotante, con sede en el puerto de Pasaia.

Completa el cuarteto de barcos VIP participantes en la regata el Lucretia, un emblemático velero holandés restaurado por dos jóvenes marinos gipuzkoanos.

Pero no todo va a ser barcos en el entorno de Ereaga, pues esta mañana los corredores habituales de la zona se han dado cita para realizar una carrera popular vestidos de los años ochenta.

A media mañana, la playa de Ereaga estaba ya muy concurrida de gente dispuesta a tomar el sol y darse un baño, debido al buen día que ha salido, permaneciendo ajenos a la carrera popular que se celebraba por el paseo, con los corredores vestidos de los años ochenta.

El Palio de Siena

Con una población de algo más de 50.000 habitantes, Siena es una preciosa localidad de la Toscana italiana. 2 de julio. Hace mucho calor. Hemos tenido suerte en poder aparcar el coche, así que nos disponemos a “patear” esta monumental población. Enseguida nos encontramos ante la iglesia de San Domenico, una de las más importantes de la ciudad, construida a partir del siglo XIII. A un paso tenemos uno de los rincones emblemáticos, la plaza Salimbeni, a la que se asoma el palacio del mismo nombre.

La siguiente visita resulta obligada. Se trata del Duomo, la imponente catedral de Siena, que cuenta con una espectacular fachada. El edificio fue terminado entre 1215 y 1263 por Giovanni Pisano, en estilo gótico. Si el aspecto exterior es impresionante, el interior merece mucho más la pena. Además se está muy a gusto cuando en la calle la temperatura supera ya los 30 grados.

Siena es la encarnación de la ciudad medieval por excelencia, motivo por el cual la UNESCO la incluyó en la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad, así que, caminando bajo la sombra, seguimos recorriendo su centro histórico contemplando sus palacios, entre los que destaca el Piccolomini. También nos detenemos ante la escultura de una pantera negra, que representa a una de las 17 “contradas” o distritos en los que está dividida la ciudad.

Antes de parar para comer todavía nos queda por visitar el lugar más emblemático de Siena, la piazza del Campo. En esta monumental plaza destaca la alta torre de Mangia, perteneciente al Palazzo Pubblico (Ayuntamiento), construido entre 1297 y 1310 como sede del Gobierno de los Nueve, de la República de Siena. La torre de Mangia fue levantada entre los años 1338 y 1348 y tiene 88 metros de altura. En esta plaza ya se celebraba el mercado medieval antes del siglo XIII. Hoy será escenario del Palio.

Cuesta mucho salir de la sombreada terraza en la que hemos comido pero, aunque todavía no lo he dicho, si hoy estamos en Siena es porque hemos venido a ver el Palio, competición en la que participan las 17 parroquias de cada uno de los distritos de la ciudad, cada una con su caballo. Según avanza la tarde, en el casco antiguo se van concentrando los seguidores de cada una de ellas, luciendo vistosos trajes y estandartes.

También van apareciendo los protagonistas del Palio, los caballos. De hecho, el ganador de la carrera es el caballo, aunque llegue sin jinete, que haya realizado primero las tres vueltas a la piazza del Campo en el sentido horario. En cada uno de los dos Palios participan solo diez caballos. Aunque estas carreras se remontan al siglo XII, en su actual versión parece ser que data de 1659. Dos horas antes de comenzar la carrera, la plaza está ya abarrotada, así que optamos por regresar al hotel de Florencia y verlo en la televisión. No hay quien pare al sol, cuando a la sombra hay 35 grados.

He puesto fotos sacadas de Internet para ilustrar este último apartado. Menos mal que nos hemos ido, pues cualquiera aguanta entre ese montón de gente. Hay que estar más de tres horas para ver la carrera, que dura menos de un minuto. Además estuvo plagada de salidas nulas. Tras casi una hora de intentos, supongo que el realizador de la RAI presionó para que la salida fuera válida, pues se echaba encima el informativo de las 21 h. Al final se impuso la Contrada della Selva. Lo mejor ha sido el ambiente que ha habido durante todo el día en la ciudad.

INFO. El Palio se realiza dos veces al año. El 2 de julio se corre el Palio di Provenzano, en honor a la Virgen del mismo nombre. El 16 de agosto es el Palio dell’Assunta, en honor de la Asunción de la Virgen. Más información en https://es.wikipedia.org/wiki/Palio_de_Siena.