Dejaba la pasada semana el relato del viaje por Camboya en Kampong Thom, población situada a orillas del río Stung Sen, desde donde nos desplazamos hasta Sambor Prei Kuk, el conjunto de templos anteriores a Angkor más importante de Camboya. Entramos en la parte final del viaje, visitando en primer lugar los templos más antiguos del país, cosa que hacemos con la agradable compañía de un grupo de cinco niñas con las que conversamos a la vez que nos hacían de guías en perfecto castellano, algo que oímos por primera vez en este país, pese a estar en un remoto lugar poco visitado, así que no pudimos resistirnos a comprarles un montón de los fulares que vendían. En este lugar se encontraba Isanapura, la capital del reino Chenla a comienzos del siglo VII. Hoy conserva un notable conjunto de templos entre los que destacan cuatro: Yeay Peau, Tao (templo del León), Sambor y el del Árbol, así llamado por estar completamente atrapado por las raíces de un gran árbol. Este lugar dista tan sólo unos 30 km de la ciudad de Kampong Thom, distancia que tardamos en recorrer hora y cuarto debido al desastroso estado de la pista, en la que embarrancamos a nuestro regreso. Me recordó un poco, por lo escondidos que están los templos, a los de Tikal (Guatemala) y al de Ta Prom., que más tarde veremos en Angkor.
Tras visitar Sambor Prei Kuk tenemos por delante 167 km hasta llegar a nuestro destino final, Siem Reap. Los primeros kilómetros son por pista y la mayoría por una buena carretera, así que aprovechamos este último viaje para seguir disfrutando del ambiente que tienen las carreteras, contemplando en directo las carretas tiradas por búfalos, los medios de transporte, las sencillas viviendas, la canoa que transportan en un carro y la actividad de los pescadores. Una gozada.
Hemos elegido para pasar las seis últimas noches el Grand Hotel d’Angkor, en Siem Reap. Es un alojamiento de 5 estrellas con precio muy asequible, lejos de los exclusivos y carísimos hoteles existentes en esta ciudad, que concentra casi todo el turismo que recibe Camboya, en la que pasamos dos días completos, en plan relax: compras, piscina, masaje, comer y beber… Dos días y medio los dedicamos a Angkor y una mañana a navegar por el lago Tonlé Sap. Siem Reap es una desvencijada ciudad carente de interés, como todas, así que nos limitamos a visitar el Barrio Francés, que cuenta con alguna casa colonial y el Centro Artesanía Francés. También nos acercamos a un templo budista y a la zona del mercado.
A tan sólo 12 km de Siem Reap está la aldea de Phnom Krom, a la que llegamos siguiendo el curso del río Tonlé Sap, lleno de viviendas de pescadores en sus orillas. La citada aldea es el punto en el que embarcamos para recorrer el ahora enorme lago Tonlé Sap, ya que se encuentra desbordado por la crecida del Mekong. Nuestro objetivo es de lo más relajante, pues consiste en navegar por el lago, que más parece un mar, observando las viviendas flotantes de los pescadores, en su mayor parte inmigrantes vietnamitas, que se acercan con sus barcas a vendernos bebidas y fruta. También vimos una granja de cocodrilos. Al embarcar, una niña nos sacó fotos con una cámara digital que vimos impresas en sendos platos de cerámica una hora después. Los compramos, pues hay que apoyar las iniciativas de esta incipiente economía.
Siem Reap es la meta de todo viaje a Camboya, dado que en sus proximidades se encuentra esa joya de la arquitectura khmer que es Angkor, un gran complejo arqueológico esparcido por una superficie boscosa de unos 400 km2, en el que podemos admirar el esplendor alcanzado por las diferentes capitales del imperio Khmer, que reinó entre los siglos IX y XV. Angkor justificaría por sí mismo un viaje a Camboya. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1992. La primera visita que realizamos fue a uno de los tres lugares que obligatoriamente hay que visitar, Angkor Thom, ciudad real fortificada, construida entre 1181 y 1220 por el rey Jayavarman VII. La muralla, de 8 metros de altura, forma un cuadrado de 3 kilómetros de lado, a cuyo interior se accede por cuatro puertas principales. Las avenidas de acceso a las grandes puertas están flanqueadas con unas balaustradas, adornadas con grandes cabezas que representan a los dioses, a un lado, y a los demonios, al otro. Algunos turistas realizan la visita a lomos de elefantes.
Construido a finales del siglo XII, Bayon fue creado en honor de las divinidades budistas, hindúes y locales, aunque enseguida fue consagrado al culto de Shiva, para finalmente ser dedicado al budismo. Destacan en este templo las casi doscientas grandes caras que coronan las 37 torres (dicen que tuvo 54), muchas de ellas por sus cuatro lados. También son interesantes las paredes que rodean el templo, pues están cubiertas por relieves en los que se muestra la vida cotidiana del pueblo y del rey, por lo que son una importante fuente de documentación.
Angkor es un gran conjunto de templos de los que puedes salir empachado, máxime con el pegajoso calor que hace debido a la elevada humedad y con la permanente amenaza del monzón, pues a veces llueve con fuerza aunque solo sea un momento. Continuamos recorriendo los diferentes lugares situados en torno a la Plaza Real, como el Baphuon, el Palacio Real, la Terraza de los Elefantes, así llamada por los relieves de estos animales tallados en su base, y la Terraza del Rey Leproso, que cuenta con espectaculares bajorrelieves. Desde ambas terrazas el rey contemplaba las paradas militares y los actos festivos. También estuvimos en los templos de Phinean Akas y Preah Palilay.
Construido a comienzos del siglo XII durante el reinado de Suryavarman II, Angkor Wat es uno de los conjuntos arqueológicos más importantes del mundo, el mayor templo dedicado a las deidades hindúes fuera del territorio de la India y el único edificio khmer en el que no se ha interrumpido la actividad religiosa a lo largo de la historia. Además de la armonía de sus torres y sus espectaculares ventanas, destacan en él todos sus muros, pues se encuentran repletos de bajorrelieves tallados relativos a Vishnú. Un gran foso cuadrado, de 1 km de lado, rodea el complejo. Es otra de las visitas imprescindibles.
El templo de Preah Khan se construyó en 1191 para conmemorar la victoria sobre los Cham del rey Jayavarman VII. Preah Khan es un complejo monástico que ocupa una superficie de 700 por 800 metros, rodeada por un foso. Sus paredes están ricamente decoradas con bajorrelieves, que representan motivos budistas y épicas hindúes. Jayavarman VII fue también el responsable de la construcción del templo de Banteay Kdei, hacia el año 1185. Está rodeado por cuatro muros concéntricos, a los que se accede por cuatro puertas decoradas con Garudas. Cuenta con una torre central, que no llegó a terminarse y cuatro laterales, siendo su construcción de inspiración budista. Al salir del templo tenemos que acercarnos al Srah Srang, el baño real.
He dejado para el final Ta Prohm, el templo que nos resulta más espectacular, ya que está completamente invadido por las grandes raíces de los árboles que lo rodeaban. De esta forma, las gigantescas raíces de las higueras se entrelazan con las piedras, no siendo posible quitarlas sin destruir los templos. En ello radica su principal atractivo, que lo convierte en un lugar tan fascinante. Fue construido a finales del siglo XII durante el reinado de Jayavarman. Nuestro recorrido por Camboya ha concluido. Ahora queda lo peor, una larga vuelta: algo más de 2 horas de vuelo a Singapur, 8 horas en esta ciudad, más de 15 horas de vuelo a Barcelona, con poco más de una hora de escala en Milán, 7 horas en la Ciudad Condal y otra hora de vuelo a Bilbao. En definitiva, 44 horas sin ver una cama y, lo que es lo peor, la vuelta a la rutina diaria. Es el precio a pagar por conocer estos hermosos lugares.