15 de junio. Concluyo el relato del viaje por Islandia que dejaba hace quince días en Stödvarfjördur. Hoy tenemos por delante 185 km para llegar a la ciudad de Höfn. Será una jornada tranquila, pues iremos todo el tiempo por la carretera nº 1. Bordeamos el fiordo Benufjördur y a los 75 km nos detenemos para dar un paseo por Teigarhorn. Tenemos que hacerlo con cuidado, pues descubrimos varios nidos de patos, algunos con huevos y otros con pequeños patitos. 5km después nos detenemos en la localidad costera de Djúpivogur. 45 km más paramos en otro lugar lleno de encanto, pese a lo tristón que ha salido el día, Lækjavik, una playa de arena negra con una enorme roca. Enseguida volvemos a realizar dos paradas en Eystrahorn (reflejo) y en el faro de Hvalnes. Nos quedan 51 km hasta Höfn, teniendo como telón de fondo las montañas nevadas y los glaciares.
Al final se ha quedado un día precioso, así que disfrutamos de la tarde en Höfn, tras comer en el apartamento en el que pasaremos la noche, Skyjaborg Apartment. Höfn es un importante puerto pesquero que ocupa una especie de península en la costa sudeste de Islandia. Nos acercamos a la zona del puerto y a un parque costero, en el que vemos varios tipos de aves, volviendo a ser atacados por los charranes. Höfn cuenta con bastantes servicios, cosa que no hemos tenido en otros pueblos, así que para cenar me obsequio con unas cigalas en tempura y otras a la plancha en un restaurante del puerto. Al día siguiente desayunamos en el apartamento unos croissants recién hechos. No olvidaré fácilmente este pueblo rodeado por el mar y las montañas.
16 de junio. Para hoy tenemos 192 km, pero a los 79 hacemos la primera parada en uno de los puntos fuertes del viaje, Jökulsárlón, el mayor y más conocido lago glaciar de Islandia, situado en el extremo sur del glaciar Vatnajökull. Su atractivo principal es que está lleno de icebergs. Llegamos con un tiempo tristón y con bastante niebla pero, como no tenemos prisa, pasamos un buen rato hasta que el tiempo levantó. ¡Menuda diferencia! Organizan excursiones en lanchas y barcos con ruedas, pero preferimos bordearlo a pie, eludiendo los ataques de los charranes árticos. De hecho un tramo tuvimos que hacerlo en coche, pues fuimos incapaces de pasar caminando. Pronto descubrimos el motivo. Estaban con las crías que pude fotografiar bajando un poco la ventanilla. También vimos unos coloristas patos y un par de focas en el cercano mar.
10 km después nos detuvimos en Fjallsarlon, una pequeña laguna glaciar que proviene del glaciar Fjallsjökull y cuenta con pequeños icebergs. Llegamos tras un breve recorrido a pie, teniendo como telón de fondo la imponente lengua del glaciar. Lástima que el día está muy avanzado y se ha vuelto a nublar. No había comentado que, tras abandonar la ciudad de Höfn camino de Jökulsárlón, circulando siempre por la carretera nº 1 que da la vuelta a la isla, fuimos bordeando el glaciar Vatnajökull y nos detuvimos a tomar un café en un bar que parece una enorme biblioteca.
17 de junio. Hemos pasado la noche en la Dalshöfdi Guesthouse, un lugar situado en Kálfafell en medio de la nada. De hecho el GPS nos indicó que habíamos llegado a nuestro destino 1 km antes de llegar, en una pista en la que no había nada. Tuvimos que llevar algo para cenar, pero al día siguiente nos prepararon un buen desayuno, tras el que caminamos hasta un cercano río que baja con mucha fuerza, formando una pequeña cascada, prueba de que estamos en pleno deshielo. Abandonamos el lugar a media mañana deteniéndonos 38 km después en Kirkjubæjarklaustur para ver Kirkjugólf (suelo de la iglesia), una formación de basalto que se asemeja a la planta de una iglesia situada a un par de kilómetros. Camino de Vik nos detenemos para fotografiar una cascada.
Volvemos a pasar dos noches en el mismo lugar, en la ciudad de Vik i Myrdal, la más meridional de Islandia, que cuenta con varios restaurantes. Tras la comida aprovechamos para visitar la iglesia Reynir, que destaca por su tejado rojo. Está situada en la parte alta de la población, por lo que de ella se tiene una vista excepcional. Bajamos luego a la playa de arena negra para contemplar los Reynisdrangur, tres supuestos «trolls» gigantes de roca, una de las imágenes típicas del país. Nos desplazamos luego a Dyrhólaey, pero empieza a llover así que, en un momento que cesa nos acercamos a ver las columnas de basalto en la playa Reynisfjara. Se nota que estamos en la zona más lluviosa de Islandia, pues en mi anterior viaje también diluvió.
18 de junio. Para hoy tenemos previsto recorrer 120 km, comenzando la jornada desplazándonos hasta el promontorio de Dyrhólaey, importante reserva natural en el que anidad varias especies de aves, como los frailecillos que no tenemos la suerte de ver pese a que dicen que abundan. Realmente no vimos casi nada, pues el gran arco y el faro se ocultan en la niebla. El tiempo levantó y volvimos más tarde para tomar las fotos y contemplar desde otro ángulo los Reynisdrangur, los tres supuestos «trolls», eso sí, cuando el rebaño de vacas nos dejó pasar por la carretera. La siguiente cita fue en Skógafoss, una de las mayores cascadas del país, que tiene 25 metros de anchura y una caída libre de 60 metros. Luego regresaremos a cenar junto a ella, enterándonos de que España había perdido 2-0 ante Chile en la Copa del Mundo de Fútbol. Casualmente cenamos con vino chileno.
Hoy toca otra espectacular cascada, Seljalandsfoss, que tiene la peculiaridad de que se puede caminar por un sendero por detrás de ella, para lo que hay que llevar chubasquero ya que al tener unos 60 metros de caída salpica bastante, sobre todo si hace viento. Comimos el bocata frente a la cascada y nos desplazamos al centro de visitantes del volcán más conocido de Islandia, Eyjafjallajökull, que en el año 2010 colapsó los aeropuertos de buena parte de Europa. La erupción arrojó unos 250 millones de metros cúbicos de ceniza volcánica a la atmósfera, llegando a una altura de 11.000 metros.
19 de junio. Último día en el que disponemos del coche, pero antes tenemos que recorrer 300 km, deteniéndonos cuando llevamos 181 para caminar por el entorno de la impresionante cascada de Gullfoss, conocida como la cascada Dorada. Se encuentra en el cañón del rio Hvita y tiene un caudal de 140 m³ por segundo en verano, contando con tres saltos de 11, 21 y 32 metros de altura. Lo más espectacular de esta cascada es que parece ocultarse en el cañón tras su último desplome.
10 km después nos detenemos en la zona geotérmica de Haukadalur en la que tenemos que abrir el paraguas, pues llueve bastante. Pasamos un buen rato contemplando el géiser Strokkur, que tarda en entrar en acción entre 2 y 10 minutos, alcanzando unos 25 metros de altura. Sin embargo no pudimos ver el gran Geysir, del que los géiseres toman su nombre, que en el año 2000 alcanzó los 122 metros de altura, pero que desde ese año solo entra en erupción cuando hay un terremoto. Me quedo con la imagen de cuando lo contemplé en mi anterior viaje. Comemos en un restaurante cerca del géiser y nos dirigimos directamente al hotel, quedándonos sin ir al Blue Lagoon o Lago Azul, el lugar más frecuentado por los turistas que buscan relajarse en un agua con múltiples propiedades. También estuve con anterioridad.
20 de junio. Último día de viaje para conocer la capital del país, Reykjavik, que nos decepciona un poco tras haber disfrutado durante dos semanas de tanta naturaleza en forma de cascadas, géiseres, glaciares y fiordos. No obstante hay que conocerla y visitar lo más importante, entre lo que destaca la modernista iglesia Hallgrímskirkja y el Harpa Concert Hall. También vemos varias esculturas, la Stjórnarrádidadir (Casa de Gobierno), la Catedral luterana (Dómkirkjan), el Ayuntamiento y la Solfarid o barca solar.
Lo último que hacemos es recorrer las dos únicas calles comerciales de la capital, Hverfisgata y Laugavegur, la verdad es que bastante animadas. En esta última realizamos la última comida en el país en el Restaurante Italia, que prepara una buena variedad de platos italianos en versión islandesa. En los pueblos en los que hemos pernoctado no había mucho donde elegir.
El viaje está a punto de concluir. Un momento de descanso en el hotel y traslado al aeropuerto, pues a las 00:50 sale el vuelo de Lufthansa con destino a Dusseldorf, donde enlazaremos con el de Bilbao tras pasar cuatro horas en el aeropuerto. El viaje ha concluido. Me ha encantado Islandia por su generosa naturaleza.