Hace seis años, a comienzos de agosto nos desplazamos hasta la Hoya de Huesca, comarca perteneciente a esta provincia, que incluye 40 municipios, entre ellos dos de la provincia de Zaragoza. Es una zona de transición entre las sierras prepirenaicas y el valle del Ebro, con una extensión de 2.525 km2 y una población de 70.000 habitantes, buena parte de ellos ubicados en Huesca capital. Para alojarnos elegimos un lugar lleno de encanto, el Hotel Spa Aguas de los Mallos****, que sería una buena opción para la situación que estamos padeciendo, situado a 294 km de Leioa, en la carretera Jaca-Santa María de la Peña, cerca de Murillo de Gállego (Tel 974 383 132). Pero la perfección no existe, pues tuvimos unos días de muchísimo calor y alguna tarde, tormentas de las de asustar, lo que condicionó el programa que pensábamos realizar. Un valor añadido de este hotel es la vista panorámica que tenemos sobre los Mallos de Riglos y el cercano pueblo zaragozano de Murillo de Gállego, del que sobresale la iglesia de San Salvador.
5 de agosto. De camino al hotel, nos desviamos un poco de la ruta para dirigirnos a la pequeña localidad de Santa Cruz de la Serós, donde aprovechamos para comer y contemplar la monumental iglesia de Santa María, construida a mediados del siglo XI, y la más pequeña iglesia de San Caprasio, edificada entre los años 1020-1030. Tras la comida fuimos al cercano San Juan de la Peña, deteniéndonos primero en el Monasterio Nuevo, del siglo XVII, para luego visitar uno de los emblemas de la provincia de Huesca, el Monasterio Viejo de San Juan de la Peña, joya de la época medieval y más en concreto del estilo románico de los siglo XI y XII, como son los capiteles de lo que queda del claustro construido bajo una gran roca. Es un lugar único.
No estaba en nuestro programa, pero yendo de Santa Cruz de la Serós al hotel pasamos por un lugar que nos encantó, por lo que nos detuvimos a tomar unas fotos. Se trata del embalse de La Peña, que recoge las aguas del río Gállego, ubicado en el término municipal de Las Peñas de Riglos. Fue construido entre los años 1904 y 1913, generando una gran polémica hace unos años el proyecto de recrecimiento, actualmente paralizado. Llama la atención el puente que cruza el embalse para permitir el tráfico rodado, construido por Severino Bello, así como la cascada que se forma al caer el agua por el aliviadero, para ser devuelta al río.
6 de agosto. Debido al excesivo calor, hemos decidido dejar las rutas que pensábamos realizar y centrarnos en lugares culturales, comenzando la jornada visitando el pueblo de Bolea, donde se encuentra la monumental Colegiata de Santa María la Mayor, iglesia gótica construida entre 1541 y 1559, según un proyecto de Pedro de Irazábal. En su interior destaca el retablo mayor, obra maestra de comienzos del Renacimiento. Fue realizado entre los años 1499 y 1503 y consta de veinte tablas pintadas al temple y cincuenta y siete tallas de madera policromada. Las tallas y la estructura del retablo son obra del maestro flamenco Gil de Brabante, y la pintura se debe a un pintor anónimo.
A media mañana nos desplazamos hasta el pueblo de Loarre, sobre el que se levanta majestuoso el castillo que toma el nombre de la población, que se asienta sobre un promontorio de roca caliza. Está rodeado por una muralla con torreones, lo que le proporciona un aspecto mucho más vistoso. El castillo está en bastante buen estado de conservación, por lo que está considerado como la fortaleza románica mejor conservada de Europa. Fue ampliado hacia 1071, durante el reinado de Sancho Ramírez, dándole el aspecto que mantiene en la actualidad, mientras que el recinto amurallado se construyó en 1287. También es digna de reseñar la iglesia del castillo.
Aunque hemos estado en varias ocasiones en esta zona, tenía muchas ganas de volver a ver de cerca esas curiosas formaciones geológicas que son los Mallos de Riglos, así que a primera hora de la tarde nos dirigimos en primer lugar a Agüero, que goza de un perfecto emplazamiento bajo los Mallos, aprovechando para visitar el que dicen que es el único museo del mundo dedicado al órgano y sus dos preciosas iglesias, en honor a San Salvador y a Santiago. De allí nos dirigimos a Riglos, para obtener la típica instantánea de los Mallos desde el monolito que Montañeros de Aragón levantó a la memoria de Rabadá y Navarro.
7 de agosto.- Al poco de salir del hotel nos detenemos en Ayerbe, deteniéndonos para contemplar la Torre del Reloj (1798) y la típica arquitectura aragonesa dispersa por el casco antiguo, que cuanta además con notables palacios, como los de los Marqueses de Urriés o el de los Luna. De allí nos dirigimos a las afueras de Huesca y más en concreto al parque tecnológico Walqa, situado en Cuarte, donde se encuentra el Planetario de Aragón, cuando los visitamos conocido como Espacio 0.42, que fue inaugurado en 2012.
Dejamos para el mediodía y la tarde recorrer la ciudad de Huesca, caminando bajo un sol de justicia en busca de zonas sombreadas, como el parque de Miguel Server, el pulmón verde de la ciudad, en el que se encuentra uno de sus emblemas, las famosas Pajaritas de Ramón Acín. Recorriendo el Coso, fuimos descubriendo monumentales edificios como el Palacio de Villahermosa, gótico del siglo XIV, aunque donde mejor se estaba con el calor que hacía era en el interior de las iglesias, así que accedimos a la Catedral, a la Basílica de San Lorenzo, en cuya puerta se realiza cada 10 de agosto la danza de las espadas, cintas y palos y, luego, pasamos un buen rato en la iglesia de San Pedro el Viejo, monasterio románico del siglo XII, que cuenta con claustro y panteón real de los reyes de Aragón (Alfonso I el Batallador y Ramiro II el Monje). En la plaza Luis López Allué merece la pena entrar a curiosear los Ultramarinos La Confianza, la tienda más antigua de Aragón, abierta por una familia francesa en 1871.
8 de agosto.- Por la mañana temprano nos desplazamos al pequeño pueblo de Ibieca, en cuyas proximidades se encuentra una pequeña joya, la iglesia de San Miguel de Foces, único resto del monasterio fundado por la familia de la que toma el nombre. Mandado construir por Ximeno de Foces en 1249 para panteón familiar, pertenece al periodo de transición del románico al gótico. En los brazos laterales del templo está su auténtico tesoro, los cuatro sarcófagos decorados con pinturas al fresco de estilo gótico lineal (1302). La visita merece realmente la pena.
Para la última visita de esta escapada nos salimos de la Hoya de Huesca para desplazarnos a Alquézar, población situada en la margen derecha del río Vero. Teníamos idea de caminar por la Ruta de las Pasarelas, que permite contemplar el último tramo del cañón del río, pero con la hora que era y el calor que hacía optamos por posponerlo a mejor ocasión. Además, siempre hay que dejar algo para poder volver. Por ello, nos limitamos a visitar el pueblo, declarado Conjunto Histórico Artístico, con lugares como la Plaza Mayor y la única puerta de acceso que se conserva. Si algo destaca sobre todo es la Colegiata de Santa María la Mayor, con orígenes de fortaleza, construida en el siglo IX por Jalaf ibn Rasid para frenar a los reinos cristianos del norte. En un extremo de la localidad se encuentra la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel.
Aquí concluyó realmente esta escapada, pues al día siguiente, 9 de agosto, regresamos a casa.