Continúo el relato del viaje a Irlanda realizado del 6 al 20 de junio de 2016, que dejaba la pasada semana en Derry, la segunda ciudad más poblada de Irlanda del Norte.
15 de junio. Le hemos pedido a la encargada del Amore Bed & Breakfast que nos recomiende un lugar para pasar la mañana y nos propone ir al extremo norte de la isla, regresando a territorio irlandés. Se trata de Malin Head (Cionn Mhálanna), un cabo que marca el punto más septentrional de la isla de Irlanda, un lugar lleno de encanto situado a tan sólo 52 km de Derry, al que llegamos bordeando el fiordo Lough Swilly, contemplando hermosas vistas y numerosas ovejas pastando. Previamente visitamos un lugar que nos quedó pendiente el día anterior, Grianán Ailigh, un fuerte circular de piedra que se cree que fue construido entre los siglos VI-VII, situado a un paso de Irlanda del Norte.
El 15 de junio nos desplazamos de Derry a Belfast efectuando varias paradas por el camino, siendo la primera cuando llevamos 45 km, al ver una cascada al borde de la carretera y poco más adelante en la gran playa Benone Beach, desde donde se contempla nuestro siguiente destino, Downhill Demesne, una enorme finca que cuenta con los restos de una mansión de finales del siglo XVIII y un coqueto edificio levantado sobre el acantilado, el Mussenden Temple. 20 km más adelante nos detenemos para contemplar las ruinas del Dunduce Castle, construido al borde del acantilado en el siglo XIV.
Enseguida llegamos a la siguiente cita, que también la tenía marcada en rojo en nuestro programa, pues era de las cosas que más ganas tenía de conocer. Se trata de La Calzada del Gigante (The Giant’s Causeway), declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, a la que se accede previo pago de 8,50 libras. Se ha convertido en una máquina de hacer dinero, pues es un lugar muy concurrido, fruto de colisiones volcánicas que ardieron y después se enfriaron hace 60 millones de años. La lava se ha convertido en 40.000 columnas de basalto. Disfrutamos del lugar con tranquilidad, renunciando a más visitas este día, conformándonos con ver en la distancia Carrick-a-Rede Bridge, un acantilado y un puente que lo une con un islote. La entrada cuesta 13 libras. Como comenté al principio, aquí nada es barato.
La dos siguientes noches las pasamos en Belfast, en el Balmoral Hotel ***. Por primera vez en diez días no voy a tener que conducir, pues vamos a dedicar toda la jornada a recorrer la ciudad más poblada de Irlanda del Norte, desplazándonos en el autobús urbano hasta la enorme mole que es el Ayuntamiento, donde iniciamos nuestro recorrido a pie hasta la gran atracción de la ciudad, el Museo Titanic, en recuerdo del trasatlántico construido en esta ciudad. Al lado se encuentra el barco de vapor SS Nomadic, botado en 1911 y, muy cerca, “The Big Fish”, figura de cerámica de un pez, de 10 metros. También llama nuestra atención la escultura Beacon of Hope y el Albert Clock, la Torre del Reloj local.
Visto lo que nos parecía más interesante, caminamos ahora sin rumbo fijo y nos topamos con Commercial Court, una callejuela escondida, ahora casi sin vida, pero que constituye el corazón del Belfast nocturno, además de ser un excelente lugar para ver arte urbano. Pasamos ante St Anne’s Catedral y nos volvemos a detener, casi por casualidad, en la Queen’s University, en la que realizan un reportaje fotográfico. Estamos llegando a la zona de la Ópera, cuando empieza a llover. Se ha echado la hora de comer, así que aprovechamos para entrar en uno de los pubs. La gente se toma una cerveza mientras contempla uno de los partidos de la Eurocopa, en la que participan las dos Irlandas, Inglaterra y Gales.
No nos podemos quejar del tiempo que hemos tenido durante el viaje, pues aunque ha llovido casi todos los días, en los momentos clave la lluvia nos ha respetado, pero no ha sido así en la tarde pasada en Belfast, que hemos reservado para recorrer la zona de “The Murals” entre chaparrón y chaparrón. Recuerda la época de violencia del conflicto entre protestantes y católicos, en la que se levantaron muros para dividir los barrios, convertidos en la actualidad, junto a muchas fachadas de casas, en murales que dan fe de los sucedido, principalmente en las calles Shankill road, Falls road y Divis street.
Debo decir que las carreteras han mejorado mucho desde que estamos en Irlanda del Norte y el último día realizamos casi todo el viaje por autopista, así que los 232 km previstos para hoy me saben a poco. Nos dirigimos en primer lugar a Cranfield Point (84 km), el punto más meridional de Irlanda del Norte, ubicado en la desembocadura de Carlingford Lough, una especie de fiordo de cuyas aguas emerge majestuoso el Haulbowline Lighthouse, faro de 34 metros de altura inaugurado en 1824. Muy cerca nos volvemos a detener atraídos por un buen grupo de ciervos que hay en Ballyedmond castle.
La visita importante de la jornada la tenemos a unos 50 km antes de Dublín. Se trata de Brú na Bóinne, que significa Palacio del Boyne, uno de los dos lugares existentes en Irlanda que forman parte del Patrimonio de La Humanidad de la UNESCO, que presume de ser la mayor colección de arte megalítico en Europa Occidental. Comprende tres yacimientos, aunque se visita sólo dos, a los que hay que desplazarse en minibús desde el centro de visitantes. Se trata de Knowth y Newgrange, el más conocido, un túmulo de 80 metros de diámetro y 13 de altura, que tiene en su interior una tumba de corredor neolítica.
Al final nos ha pillado el toro y tengo que poner el coche a más de 100 km/h para regresar a Dublín, eso sí, por autopista, pues tenemos que ir hasta el Campus de la Dublin City University, donde pasaremos las tres últimas noches del viaje, para dejar los equipajes y desplazarnos luego al cercano aeropuerto para devolver el coche antes de las 19:00 h. En Dublín no lo vamos a necesitar. Por cierto, por una habitación espartana con baño en una especie de residencia de estudiantes, con desayuno incluido, pagamos 100 € la noche. En el centro todo era mucho más caro. Como requiere más espacio, he dejado Dublín para una próxima entrega, pero os dejo un avance en imágenes.
20 de junio. El viaje toca s su fin. Hemos disfrutado mucho en estos 15 días, que nos han sabido a poco. A las 13:10 tiene prevista la salida el vuelo EI748 de Aer Lingus, con destino al aeropuerto de Bilbao. Siempre cojo pasillo, pero el vuelo va bastante vacío y poco antes de aterrizar puedo acercarme a la ventanilla y contemplar la rara maniobra que me parece que realiza el avión, pues ante mis ojos van apareciendo sucesivamente Lekeitio, Ondarroa, Mutriku y Deba (de oeste a este), antes de enfilar hacia el Duranguesado y el Txorierri.
Importante: En parte de la autopista de circunvalación M50 que rodea Dublín funciona un sistema de peaje sin barreras. En vez de pagarlo en una cabina, el sistema registra el paso fotografiando la matrícula del vehículo, disponiendo hasta las 20:00 h del día siguiente para efectuar el pago en kioskos y otros locales autorizados.
Hola, después de escribir una respuesta ,no la había mandado. Comentaba la diferencia con el blog anterior de Teruel,que lo había leído antes. Dos experiencias diferentes,pero igual de válidas.
Lo de ponerte a 100km por hora,no te costaría mucho esfuerzo😁
Me encanta ver lo bien que sabéis viajar, aprovechando el tiempo al máximo y sacando todo el partido.
Un aprendizaje,por lo menos para mí. Un abrazo