Dejaba la pasada semana el relato de nuestra última escapada, cuando en torno al mediodía del 21 de julio abandonábamos el Parador de Gredos con rumbo al de Puebla de Sanabria. En Tordesillas decidimos parar a comer, haciéndolo en la terraza del restaurante Doña Carmen, situado junto al puente sobre el río Duero, con una excelente vista sobre el centro histórico de la población, teniendo en primer plano las Casas del Tratado y la iglesia de San Antolín. Continuamos por la A6, que dejábamos en la salida 209 para detenernos en Tiedra, localidad en la que hay unos cuantos campos de lavanda que, en la segunda quincena de julio, se encontraban en plena floración. Tras haberlos visto en la Provenza, tenía pendiente ir a Brihuega (Guadalajara), pero la casualidad hizo que en este viaje pasara a tan sólo 3 km de los campos de esta localidad vallisoletana, que merece la pena visitar. Además cuenta con un centro de interpretación de esta planta, que a la hora en la que pasamos estaba cerrado.
Para las cuatro últimas noches de esta escapada hemos optado por alojarnos en el Parador de Puebla de Sanabria ****, un moderno edificio con tan sólo 42 habitaciones, ubicado a 1 km del centro histórico de esa población. Cuenta con una pequeña piscina y un restaurante con un buen chef, pero como en la mayoría de los Paradores, dispone de poco personal, así que los trabajadores tienen que esforzarse mucho para hacernos la estancia agradable. La verdad es que nos sentimos como en casa por el trato recibido.
Desde el Parador tenemos una magnífica vista del centro histórico de esta villa, declarada bien de interés cultural, además de formar parte de los pueblos más bonitos de España. En la panorámica que tenemos ante nosotros destacan el castillo de los Condes de Benavente, de mediados del siglo XV, y la torre de la iglesia de Santa María del Azogue, románica del siglo XII, aunque con numerosas transformaciones posteriores. A su lado se encuentra la coqueta ermita de San Cayetano, capilla barroca del siglo XVIII, En el otro lado, cerrando la Plaza Mayor, está el monumental Ayuntamiento. Un paseo por la calle Costanilla nos permite contemplar otros notables edificios. Si os va la fruta, al comenzar la calle, en la frutería El Extremeño encontraréis género de calidad. Casi al lado, el Supermercado Vaquero es una buena opción para comprar productos de la tierra. A orillas del río Tera hay una buena zona de baños.
El 22 de julio concluía la ola de calor, así que optamos por ir a un lugar en el que hemos estado varias veces, la laguna de los Peces, de origen glaciar, pues se encuentra a 1707 metros de altitud. De aquí parte un recorrido muy bien señalizado mediante hitos y postes azules, que discurre por el Parque Natural del Lago Sanabria, hasta un refugio y dos viejos chozos para guardar el ganado, situado sobre otra hermosa laguna, la de Muria o de Yeguas, junto a la que hay una fuente. El recorrido tiene poco más de 6 km de ida y vuelta y un desnivel de 124 metros.
En el viaje de regreso nos detenemos a tomar algo en el pequeño pueblo de San Martín de Castañeda, aprovechando para visitar el monasterio del que el pueblo toma su nombre. Desde un par de miradores contemplamos nuestro siguiente destino, el lago de Sanabria, deteniéndonos enseguida a comer el bocadillo en el área recreativa de Vigo. Pese a que ahora cobran el aparcamiento a orillas de lago y que es jueves, no conseguimos aparcar, así que saco un par de fotos y nos dirigimos a tomar el café a Ribadelago, fotografiando también el monumento dedicado a las víctimas de la catástrofe sucedida el 9 de enero de 1959, en la que la rotura de la presa causó 144 muertos.
El 23 de julio nos propusimos recorrer el entorno de la sierra de la Culebra, buscando algún sendero para realizar una marcha sencilla. Sólo encontramos dos, optando por el PR-ZA 02, que parte de Riofrío de Aliste, a 60 km de Puebla de Sanabria. Fue un error pues la señalización era muy antigua y deficiente. Conociendo los criterios de la Bizkaiko Mendizale Federazioa, aquí no estaría homologado. Además el retorno circular consistía en 3 km de carretera, así que optamos por hacer ida y vuelta, unos 11 km, por el mismo camino, llegando hasta el restaurado molino Picón, tras seguir el curso del río Becerril junto a un robledal y cruzar bajo el ferrocarril por un túnel habilitado para el río. Lo mejor, las dos sombreadas mesas que había junto a una fuente en el punto de partida, donde aparcamos el coche, frente a un molino restaurado. En una de ellas comimos el bocadillo al concluir la ruta.
La siguiente cita la tuvimos en el corazón de la sierra de la Culebra y en el pueblo probablemente más representativo de ella, Villardeciervos, declarado conjunto histórico-artístico por constituir un bello ejemplo de la arquitectura rural de la comarca de La Carballeda. Aparcamos el coche junto a la estatua de un ciervo que preside la llegada a esta localidad, aprovechando para tomar el café en la terraza del Remesal, situada al lado. Bajo un sol de justicia fuimos contemplando sus ricas construcciones de piedra de sillería con cerramientos de madera, llegando hasta su edificio más notable, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Dedicamos toda la jornada a cortejar a la sierra de la Culebra y sus rocosas cumbres. Por la mañana, la casualidad hizo que paráramos a comprar pan en Ferreras de Arriba, pudiendo así contemplar su elegante Ayuntamiento y las esculturas de dos personajes de la mascarada de invierno, que se celebra el 26 de diciembre. También fue una casualidad que para regresar a Puebla de Sanabria, el GPS nos hiciera entrar en Portugal, pasando por dos pequeñas aldeas, con sus estrechas calles empedradas, que parecían sacadas de otra época. Se trata de Guadramil y Río de Onor, Rihonor de Castilla en el lado español. Estas dos localidades forman un pueblo mixto único en la península ibérica, una unidad poblacional con distinta hora e idioma oficial.
Por si en el entorno de Puebla de Sanabria había mucha gente, para el sábado 24 de julio preparamos una ruta circular de unos 8 km por uno de los mayores parques naturales de Portugal, el de Montesinho, al que se accede de la pequeña aldea del mismo nombre situada a tan sólo 27 km del Parador. La subida la realizamos por un aburrido camino que al final sale a una ancha pista que lleva al Barragem de Serra Serrada, embalse que nutre de agua a Bragança. Buena parte de la ruta es sombreada pues discurre por un robledal, realizándola completamente solos, aunque rodeados de molestas moscas y algunas mariposas.
Aunque no tiene nada de sombra, el descenso es mucho más hermoso y entretenido. Desde el embalse, situado a 1290 metros de altitud, se realiza en su totalidad por un sendero, que a veces se pierde pues hay que caminar sobre las losas de granito. El paisaje resulta muy atractivo por las formaciones rocosas y por la vista del Barragem de Montesinho, que tenemos a nuestros pies. Hay algunos vistosos pasos entre piedras y cruzamos sendos arroyos por unas losas a modo de puente. La señalización es buena, con numerosas marcas de pintura, que a veces hay que buscar cuando se pierde el sendero, y abundantes hitos.
Los horarios portugueses no son como los nuestros, así que cuando regresamos a la aldea de Montesinho, el único bar, en el que tomamos café a la llegada y al que quedamos en volver para tomar un vino con queso de cabra, estaba cerrado, así que nos desplazamos hasta Bragança. Aunque teníamos preparado el bocadillo y localizado el lugar en el que comerlo, optamos por realizar un picoteo en el restaurante O Acácio. Su propietario me enseñó su enorme local y la amplia terraza completamente vacíos. Éramos los dos únicos comensales, pues a Portugal le está afectando mucho económicamente el COVID. Estuvimos muy a gusto, máxime cuando el propietario se desplazó a una pastelería para que tuviéramos de postre el rico pastel de Belem. De allí regresamos al Parador, desde donde tuvimos por última vez la vista, ahora nocturna, de Puebla de Sanabria.
Para el domingo, 25 de julio dejamos los 473 km que nos separaban de Leioa, todos por autovía y autopista, dando por concluida la tercera escapada del año.
Estuvimos en puebla de Sanabria a finales de julio . Destino recomendable a cinco horas de Bilbao. A la vuelta me he enterado de la propuesta de un teleférico hasta la laguna de los peces. A ver en qué acaba.
Estuvimos del 21 al 25 de julio. Del teleférico no he oído nada, pero creo que sería un despropósito. Un saludo.