Continúo el relato del viaje realizado del 7 al 17 de septiembre pasado por Inglaterra y Gales, que dejaba la pasada semana en Truro. El 10 de septiembre era el día de mejor previsión meteorológica, así que lo dedicamos a recorrer el sur de Cornualles, pues es la zona que más nos atraía. Iniciamos la jornada deteniéndonos en St Ives, uno de los principales puertos de Cornualles y uno de los que más me ha gustado, remontándose su construcción a los años 1767 a 1770. En nuestra visita contemplamos las casas que se asoman al puerto y sus dos iglesias, entre las que destaca la dedicada a su patrona, Santa La.
Como hemos visto St Ives con bajamar nos desplazamos de inmediato a uno de los lugares cuya visita resulta obligada en Cornualles, St Michael’s Mount, que nos recuerda a su hermana normanda Mont Saint-Michel. Se trata de una isla mareal situada a 366 metros de la población de Marazion, a la que está unida durante la marea baja por una calzada de granito. El interior de la isla en nada se parece a la localidad francesa pues, aunque está coronada por un castillo y una capilla que data del siglo XII, sólo cuenta con un pequeño puerto y las viviendas de su 30 habitantes, que se toman fiesta el sábado no permitiendo el acceso a su interior, así que nos quedamos con las ganas.
Comemos en Marazion y continuamos el viaje hasta nuestro siguiente destino, The Minack Theatre, unas gradas construidas sobre el acantilado. El trayecto es penoso por una estrechísima carretera en la que cruzarse con otro vehículo resulta imposible. Cuando llegamos no nos dejan ni aparcar, pues no tenemos entrada para un espectáculo vespertino, así que, frustrados, nos dirigimos a Mousehole, otro de los pueblos que más me ha gustado, de que Dylan Thomas dijo que es “el pueblo más bonito de Inglaterra”. Llamó nuestra atención una especie de pequeña trainera.
Dejamos de visitar pueblos por hoy y nos dirigimos al Land’s End, un pequeño parque de atracciones situado en el “Finisterre” inglés, su punto más occidental, situado en la península de Penwith. Frente a la costa se encuentran los islotes de Longships. Aprovechamos para estirar las piernas caminando brevemente sobre el borde de sus hermosos acantilados, mientras contemplamos los islotes. Sobre uno de ellos hay un grupo de cormoranes.
Estamos a una hora del hotel, casi el tiempo que falta para que empiece a anochecer, así que decidimos concluir la jornada en Pendeen Lighthouse, un faro ubicado a un par de kilómetros de Penden, en el oeste de Cornualles. La torre, de 17 metros de altura, los edificios y el muro que los rodea fueron construidos por Arthur Carkeek de Redruth. Cuenta con un edificio anexo en el que se ubicaban las cuatro viviendas de los cuidadores del faro, hasta que se automatizó en el año 1995.
El 11 de septiembre iniciamos la jornada en el penúltimo de los pueblos costeros que visitamos en Cornualles, Mevagissey, que ha sido el escenario de una película que recientemente he visto en televisión. Particularmente es uno de los que más me ha gustado, deteniéndonos sobre todo en su curiosa zona portuaria, que cuenta con numerosos pesqueros y dos puertos, uno interior, de origen medieval y otro exterior, que protege al anterior, datando sus muelles del siglo XVIII.
A partir de aquí comenzó a llover con intensidad, así que eliminamos otras visitas que teníamos previstas y nos dirigimos directamente a un lugar que se convirtió en uno de los puntos fuertes de este viaje. Se trata del parque The Eden Project, un gigantesco invernadero construido sobre el cráter que dejó una antigua mina de arcilla. A resguardo de la lluvia, pudimos cerrar los paraguas y disfrutar de la vegetación de diferentes lugares del planeta, todo ello hermosamente ambientado. La única pega es el precio de la entrada, £32.50, por lo que entre las dos parejas dejamos 150,80 €, a lo que hay que añadir la comida que allí realizamos. Tal como estaba el día, fue la mejor opción para esta jornada.
Concluimos nuestro recorrido en un lugar que teníamos marcado en rojo, Polperro, Porthpyra en córnico, un encantador pueblo de poco más de 1.500 habitantes, considerado uno de los más hermosos de Cornualles. Menos mal que dejó de llover, pues tuvimos que dejar el coche a la entrada del pueblo, teniendo que caminar un rato entre hermosas casas antes de llegar a su coqueto puerto. Como la tarde avanzaba ya no había turistas. Nuestra visita concluyó tomando unas cervezas y unas sidras en uno de los pubs más antiguos de Cornualles, The Blue Peter Inn, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI y ocupa una vivienda entera. Fue un magnífico final a nuestro viaje por Cornualles, convirtiendo esta jornada en la más atractiva de las cinco que allí pasamos.
Todavía tuvimos casi una hora de viaje para regresar a Newquay, nuestro campamento base durante las cinco primeras noches. Aún nos quedaban por delante otras tres en Cardiff (Gales) y dos en Londres, pero de ello os hablaré más adelante. El viaje continúa.
Qué bonitoooo todo. Me encanta esta escapada qué habéis hecho. Una maravilla de lugares.
Un abrazo.