Os hablaba la pasada semana de los tres pueblos pirenaicos visitados, Torla-Ordesa, Broto y Ainsa, dejando para esta entrega las rutas que realizamos por la naturaleza que, por cierto, tuvimos que improvisar sobre la marcha pues, aunque en Torla-Ordesa el tiempo fue generalmente soleado, la lluvia y la niebla se adueñaron de las montañas. Es por ello que, aunque no lo teníamos previsto. el primer día nos dirigimos a Bujaruelo, cogiendo la carretera de Ordesa hasta el puente de los Navarros, distante tan sólo 1,8 km del hotel, para luego coger el desvío que recorre el desfiladero conocido como estrecho de los Navarros, por el que discurre el río Ara y una pista a veces asfaltada.
Llegamos así al amplio aparcamiento situado frente a San Nicolás de Bujaruelo, que en verano se queda pequeño. Existe aquí un camping, una antigua ermita y un confortable refugio (https://www.refugiodebujaruelo.com/), antiguo hospital de peregrinos originario del siglo XII, además de un coqueto puente medieval sobre el río Ara, por el que pasa el GR11 y la ruta que se dirige a Francia. Esperamos en el coche para ver si dejaba de llover pero, como no lo hacía, nos acercamos a tomar un café en el refugio. Allí nos indicaron que en el valle de Otal, el destino que nos recomendó un amigo, solía hacer mejor tiempo. Unas cuatro horas más tarde, tras completar la ruta, el día levantó y el entorno de Bujaruelo se mostró espectacular.
Aunque caía sirimiri y había algo de niebla, nos animamos a caminar hacia el valle de Otal, pues la ruta es muy sencilla al discurrir por una pista con suave pendiente. Si seguía lloviendo pensábamos regresar, pero enseguida paró y continuamos caminando. Al llegar a la fuente de la Femella (unos 20 minutos de marcha) la pista se bifurca. A la derecha se dirige hacia la cabecera del río Ara y la zona del Vignemalle, teniendo que continuar por el ramal de la izquierda con rumbo a Panticosa por el valle de Otal. El camino está muy bien señalizado.
La ruta prevista tiene unos 10 km de ida y vuelta y 290 metros de desnivel. En el cruce anteriormente citado comienza el tramo de mayor pendiente hasta el collado de Otal, desde el que se tiene una impresionante vista del valle, aunque nada tiene que ver con las fotos que me enseñó mi amigo, que disfrutó de un día radiante. Ante nosotros tenemos la sierra Tendeñera, el pico Otal y la Peña de Ordiso. Caminamos hasta el final del valle, donde hay un refugio de pastores y una coqueta cascada. Nos habían dicho que en el valle abundan las marmotas, pero las oímos sin ver ninguna. El regreso se efectúa por la misma ruta.
Al día siguiente pensábamos haber caminado por el valle de Ordesa, subiendo hasta la Cola de Caballo por las Gradas de Soaso, pero amaneció lloviendo, así que optamos por desplazarnos a Ainsa. De regreso, al mediodía subimos hasta la pradera de Ordesa, donde concluye una carretera que se cierra al público en verano, teniendo que dejar el coche en Torla-Ordesa, para acceder a ella en autobús. De este lugar parten numerosas rutas por el parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Dado que era sobre las 14:30 h, no pensábamos realizar ninguna ruta, pero aunque caía algo de sirimiri en ocasiones, sentimos la llamada de la naturaleza, decidiendo caminar durante una hora para disfrutar del precioso hayedo situado junto a la pradera de Ordesa, uno de los mejor conservados del macizo pirenaico. Supongo que de cara al turismo no montañero, han habilitado una sencilla y casi llana ruta, muy bien acondicionada y accesible, que discurre por la margen izquierda del río Arazas. Merece realmente la pena.
Como ya he comentado, la idea original era subir hasta la cascada de la Cola de Caballo por la ruta que discurre por la margen derecha del río Arazas, pasando junto a varias cascadas y las llamadas Gradas de Soaso, aunque también se puede realizar en la primera parte por la ruta del hayedo. Se trata de un recorrido lineal del 16,5 km de ida y vuelta, aunque hay fuentes que lo alargan a 18 km, y más de 500 metros de desnivel acumulado, partiendo de los 1330 metros de altitud de la pradera y subiendo a los 1750 de la cascada.
Nos dio mucha pena no poder realizar la ruta prevista, que os muestro a continuación al recuperar de mi archivo unas fotos de cuando la realizamos el 1 de junio de 2002, con mucha más agua que ahora, pues era la época en la que nevaba mucho más, siendo muy importante el deshielo. En la subida se disfruta contemplando diferentes cascadas, de nombre Arripas, Estrecho y de la Cueva, para luego empinarse un poco el camino para superar las Gradas de Soaso, en las que el río Arazas cae en forma de pequeños saltos.
Superadas las Gradas de Soaso el camino suaviza su pendiente y el agua chorrea por numerosas paredes rocosas. Poco a poco el valle se va cerrando ante la mole que forman los montes Cilindro y Monte Perdido. También está a punto de concluir nuestra ruta, pues el destino es la preciosa cascada de nombre Cola de Caballo, un precioso salto agua de 54 metros de caída situado bajo el refugio montañero de Góriz. El regreso a la pradera de Ordesa se realiza por el mismo camino.
Concluye aquí esta escapada pero el viaje continúa, pues tenemos por delante casi 400 km para llegar a la Costa Brava y, más en concreto, a Lloret de Mar, donde pasamos las siguientes 7 noches.