Continúo el relato del viaje realizado por la provincia de Lugo del 9 al 13 de julio pasado, que dejaba hace dos semanas tras recorrer la Ruta da Auga en Mondoñedo. El 11 de julio nos desplazamos hasta la capital de provincia, la ciudad de Lugo, distante 101 km de nuestro hotel en Viveiro. Tras dejar el coche en el aparcamiento de pago Vía Romana, al que accedimos con dificultad debido a las obras, nos dirigimos directamente a la Oficina de Turismo, sita en la coqueta praza do Campo, 11 (abre de 10 a 20 h), a la que accedimos caminando por la Rúa Nova, bordeando el Museo Provincial.
A un paso de la Oficina de Turismo tenemos la Catedral de Santa María, empezada a construir en 1129 en estilo románico, que desde 2015 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, al estar incluida entre los monumentos del Camino de Santiago. Cuando nos acercamos a ella se encontraban en Misa, no pudiendo visitar su interior, así que nos limitamos a rodearla por el exterior y ver los a otros edificios que se asoman a la praza de Santa María, entre los que destaca el Palacio Episcopal.
Tenía muchas ganas de visitar la muralla romana de Lugo y a la tercera la vencida. En la primera visita a la ciudad tiraba agua a cántaros y en la segunda la niebla la envolvía, así que por fin pude disfrutar de esta construcción que tiene 2.266 metros de longitud y cuenta con 85 torres. Desde el año 2000 forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Junto a la Catedral se encuentra la Porta de Santiago o do Postigo, junto a la que accedimos a la parte superior de la muralla, para de nuevo descender junto a la Porta de San Pedro, tras pasar sobre la Torre da Mosqueira.
Tras recorrer un tramo de muralla por su parte superior, decidimos bordearla por la parte inferior, pues luce mucho más. En primer lugar nos acercamos a ver la escultura situada en la praza Mártires de Carral y luego el grupo escultórico dedicado a Pelúdez y familia. Como nuestro principal interés en esta ciudad era la muralla romana, le seguimos recorriendo pasando sucesivamente por las puertas de San Pedro o Toledana, la más hermosa, por la que pasa el Camino de Santiago, la de Bispo Aguirre, la de la Estación y la de San Fernando o del Príncipe Afonso.
Por esta última puerta accedimos de nuevo al centro histórico, pasando junto a la a la iglesia de San Froilán, el patrón de Lugo, y el edificio de la Diputación. Nuestra ruta continuó por la praza de Santo Domingo, donde se encuentra la columna con un águila, monumento dedicado al bimilenario de la ciudad. Luego vimos dos iglesias, la de San Domingos y la de San Pedro. Al lado se encuentran las arcadas de la Rúa Quiroga Ballesteros, sentándonos en la terraza de un bar a tomar un albariño.
Previamente entramos en la Praza de Abastos, situada entre las dos iglesias. Siempre que tengo ocasión procuro visitar los mercados locales, donde mejor se plasma la vida de un pueblo, así que éste no podía ser una excepción. En nuestro peregrinar por su interior, ante todo nos detuvimos en los puestos de venta de pescado.
Nuestro recorrido por Lugo está a punto de concluir, pero pasamos por un lugar muy interesante que estaba a punto de cerrar, la Casa dos Mosaicos, en la que amablemente nos permitieron estar un par de minutos. Nuestro destino final era la Praza Mayor, presidida por la estatua dedicada a Juan Montes. A ella se asoman el convento de los Franciscanos, la monumental Casa do Concellos, con su hermosa fachada del siglo XVIII y la iglesia de Santiago A Nova. En una esquina vemos una escultura de una cuadriga romana. Aprovechamos para comer en uno de los restaurantes de la plaza y regresamos a Viveiro.
Nuestro gozo en un pozo. El día 12 de julio amaneció lloviendo y, aunque esperamos, la lluvia no cesaba, así que se frustró el plan de realizar una ruta de senderismo por molinos. A media mañana optamos por coger el coche y desplazarnos hasta el centro de Viveiro para visitar el mercado local que, como os he dicho es algo que nos gusta, centrándonos de nuevo en la zona de pescaderías, pues el pescado varía de un lugar a otro. Enfrente teníamos el puerto deportivo.
Aunque ya hemos estado en otras ocasiones, como la lluvia amainó un poco, optamos por recorrer el casco antiguo de Viveiro, que cuenta con dos notables iglesias, siendo la primera a la que nos acercamos la del convento de San Francisco, que cuenta con un interesante claustro y, junto a su fachada, el grupo escultórico “Los Heraldos del Encuentro”. Pasamos luego junto a la iglesia de Santa María del Campo y nos dirigimos a la Praza Mayor, para abandonar el centro histórico por la Puerta de Carlos V, de mediados del siglo XVI, resto de la antigua muralla.
Andábamos buscando una churrasquería para comer, cosa que ya hemos hecho las últimas veces en la zona, pero no sabía que a tan sólo 4,5 km del Hotel Thalasso Cantábrico Las Sirenas, en Vieiro, teníamos el Mesón O Filón, donde dimos cuenta a sendas raciones de churrasco y criollo. Tras descansar un rato en el Hotel, para compensar que no lo habíamos hecho por la mañana, por la tarde fuimos caminando hasta el centro de Viveiro (unos 7 km entre ida y vuelta), disfrutando de la costa lucense que nos despidió con un precioso atardecer. La escapada ha concluido.
Escribo estas líneas a las 19:30 h del martes 22 de agosto, en plena Aste Nagusia bilbaina. Para mañana anuncian 44 grados en Bilbao y recuerdo que el año pasado, en otra ola de calor, escapé a Viveiro, donde creo que no pasamos de los 24 grados. Esta vez no podré hacerlo entre otras cosas porque estoy sin coche pese a haberlo dejado esta mañana a las 08:30 en Leioa Berri Auto, para montar una pieza que encargué el 26 de julio. Así es la vida.