Desde Samarcanda (Samarqand) realizamos una interesante excursión de 209 km de recorrido por unas penosas carreteras, sobre todo en los alrededores de la ciudad. Son muy anchas, pero nuestro conductor tiene que ir haciendo slalom para evitar los continuos baches. A través del hotel, hemos vuelto a contratar un vehículo con conductor, mucho más cómodo para realizar este viaje. Nuestro destino son dos excepcionales lugares, el mercado de Urgut, distante 39 km de Samarcanda, y el centro histórico de Shakhrisyabz, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, al que llegamos tras otros 85 km de viaje, los mismos que tendremos luego para regresar al hotel.
Cuando planificamos el viaje por Uzbekistán y Kazajistán, hicimos coincidir nuestra estancia en Samarcanda de viernes a domingo, para así poder acudir al mercado de Urgut que, aunque se celebra a diario, los sábados y domingos adquiere un tamaño impresionante, debido a la cantidad de compradores y vendedores que a él acuden, convirtiendo este bazar en un enorme centro comercial, en el que primero visitamos la zona de alimentación.
Tras recorrer la zona de carnicerías, venta de huevos y diferentes productos hortícolas, nos dirigimos a los más vistosos, los puestos de venta del tradicional y riquísimo pan de Samarcanda, además de aquellos que elaboran comida, incluido el tradicional plov, para ser consumida allí mismo. Estamos en el mercado oriental más grande de Samarcanda y probablemente el mayor de cuantos he visitado en el mundo.
Situado a los pies de las montañas de Zeravshan, a unos 1000 metros de altitud, el gran bazar de Urgut parece un centro comercial, pues en él puedes encontrar de todo: alimentación, ropa, electrodomésticos, juguetes, tapices, calzado, telas y un largo etcétera, todo perfectamente ordenado por secciones. Según avanza la mañana el número de compradores va en aumento, pero la temperatura también, así que ha llegado la hora de abandonarlo.
Nuestro siguiente destino es Shakhrisyabz, distante 85 kilómetros de Samarcanda, a donde regresaremos a dormir, así que continuamos viaje en dirección a la frontera con Afganistán. Poco a poco vamos ganando altitud, hasta pasar por un puerto situado a 1788 metros, donde un cartel nos indica que abandonamos Samarcanda. Mucha gente se detiene para sacarse fotos junto a él, motivo por el que existe un pequeño mercado, sobre todo de especias, que venden las mujeres de la zona.
En el descenso del puerto, nuestro conductor nos propone parar a comer en un lugar de lo más pintoresco y tradicional. Hoy toca cordero, preparado de dos formas, guisado y al horno, acompañado de ensalada. Qué bien entra la cerveza fría con el calor que hace, pese a estar en un lugar alto y sombreado. Parece que comemos sentados en una cama, con una mesa en el centro. Todos los comensales, salvo nosotros, son población local.
A primera hora de la tarde, con un calor terrible, llegamos a nuestro destino, Shakhrisyabz, pequeña ciudad que alberga un conjunto de palacios, mezquitas, madrazas y tumbas, por los que la UNESCO la ha incluido en la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad. Todo lo que hay que ver se alinea en torno a una gran avenida peatonal, completamente nueva, pues los árboles son tan jóvenes que no nos protegen del sol. Junto al lugar en que dejamos aparcado el coche se encuentra uno de los emblemas de la ciudad, los restos del palacio Ak Saray, construido por Tamerlán en el siglo XIV. En el parque de al lado se alza majestuosa la estatua de Amir Temur.
Se puede contratar los servicios de un minibús eléctrico que hace el tour por los principales lugares de interés, pero optamos por caminar por la avenida peatonal, bajo un sol de justicia, deteniéndonos ante los baños antiguos y las madrazas Chubin, restaurada en 1997 para albergar el Museo Amir Temur y O Gollig, convertida en bar. Una pérgola en el parque marca el final de esta primera parte de nuestra ruta. Parece que estamos en una ciudad completamente nueva.
La siguiente cita la tenemos en el Complejo Dorut Tiloval, el lugar que más me ha gustado, en el que el principal monumento es la Mezquita Kok Gumbaz, construida por Ulugbeg en 1437. Da gusto estar a la sombra en uno de sus patios interiores. No hay casi visitantes en Shakhrisyabz, así que muchos bares están cerrados, por lo que nos ha costado encontrar uno abierto para comprar agua. El calor es tan intenso que igual debíamos haber cogido el pequeño autobús eléctrico que recorre todos los sitios de interés.
Concluimos la visita de Shakhrisyabz en un lugar que tiene varias cosas que ver. Se trata del Complejo Dorut Siadat, que significa “Lugar de fuerza y poder”. Nos detenemos sobre todo en la curiosa Mezquita Hazrat-i Imam y en la sencilla cripta de Temur (Tamerlán). Quedan algunos lugares por visitar pero ya no podemos más, así que regresamos al coche caminando por los soportales que se asoman a la avenida peatonal, que nos proporcionan sombra, haciendo un alto en el camino para comprar unos botellines de agua fría.
Pese a los baches, el viaje de regreso a Samarcanda nos resultó un placer, al refugio del aire acondicionado del coche. En Shakhrisyabz hemos sudado muchísimo. No hemos hecho más que empezar el viaje, pero las altas temperaturas fueron lo habitual en nuestro recorrido por Uzbekistán, pese a realizarlo en junio.
Bueno…poco comentario puedo hacer ,con tan buenas explicaciones,parece que vengo de allí.
Soy una apasionada de los mercados, siempre que viajo,suelo ver alguno,son un placer confundirte con la gente del lugar.Bellisimo viaje. Un abrazo.