Nuestro destino de hoy es el municipio más extenso de Gipuzkoa (107,31 km²), situado en la comarca del Alto Deba o Debagoiena. Se trata de Oñati, que cuenta con una población de 11.380 habitantes. Fue una villa señorial poderosa que pasó a ser condado y no se integró en la provincia de Gipuzkoa hasta 1845. Cuenta con unos de los cascos antiguos más hermosos de la provincia, que se articula en torno a la Foruen Enparantza (Plaza de los Fueros), que data de finales del siglo XIX y está porticada en tres de sus lados. En ella destaca la Casa Consistorial, edificio barroco construido por Martín Carrera en 1778. Recorriendo las calles Barria y Atzeko empezamos a descubrir notables edificios, como las Casas-Torre de Zumeltzegi y Lazarraga, las Casas Hernani y Otaudi-Jausoro, el Palacio Pedruena y la Torre de Urain o Zubiaur. En la salida hacia Arantzazu encontramos el Monumento al Pastor Vasco, de Nestor Basterretxea.
He querido resaltar los dos edificios más notables de Oñati, destacando sobre todos la Universidad Sancti Spiritus, edificio renacentista del siglo XVI, fundada en 1540 por el obispo Rodrigo Mercado de Zuazola. Destacan en su interior el claustro, la capilla y el artesonado mudéjar. Tiene el honor de ser la primera universidad que hubo en Euskal Herria. El otro edificio más importante es la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, templo gótico del siglo XV que cuenta con un curioso claustro de estilo gótico flamígero.
Casi 10 km nos separan de nuestro siguiente destino, en los que tendremos que salvar 500 metros de desnivel para llegar a los 731 metros de altitud a los que se encuentra el original Santuario de Arantzazu (Arantzazuko Santutegia). Destaca en él su impresionante fachada, con sus tres torres, la Piedad y los 14 apóstoles. Estas dos últimas, obras de Jorge Oteiza. Tras cruzar las puertas de hierro, obra de Eduardo Chillida, descubrimos un imponente retablo mayor de 600 m², concebido en madera policromada por Lucio Muñoz. Las vidrieras fueron realizadas por Xabier Álvarez de Eulate. Finalmente descendemos a la cripta, adornada con las pinturas de Néstor Basterretxea.
Nuestro siguiente destino son las campas de Urbia pero en el punto en el que comienza la ruta nos detenemos, accediendo a la terraza del Hotel Sindika, desde donde contemplamos la parte trasera del Santuario de Arantzazu, cuyas obras comenzaron en 1950 y estuvieron dirigidas por los arquitectos Sáenz de Olza y Laorga. Desde este punto la vista resulta grandiosa.
La subida a Urbia es sencilla. Comienza en el aparcamiento del Santuario desde donde caminamos por la carretera que bordea la Basílica hasta el hotel Sindika. Aquí vemos los paneles informativos que indican el comienzo de la ruta que sigue el GR-283. Tendremos que salvar más de 400 metros de desnivel en 4,3 km de recorrido. Indica que se emplea 1 h 20 min. El camino no tiene pérdida, pues es una ancha pista. Luego nos internamos en el hayedo y llegamos a la Fuente de Erroiti.
Vamos ganando altura y la pista se ha convertido en un cómodo sendero, a veces con bastante pendiente, desde el que divisamos las crestas del Duranguesado, de las que sobresale el Anboto. Hacia el otro lado tenemos al fondo el Aldamin y el Gorbeia. Salimos del bosque de hayas y casi sin enterarnos llegamos al punto más alto de la ruta, el collado de Elorrola (1160 m). Entramos entonces en una senda bordeada por una hilera de fresnos plantados para guiar a caminantes entre la niebla, que va descendiendo primero hacia la ermita y luego a las campas de Urbia.
Seguimos caminando por el sendero bordeado de fresnos que pasa junto a la ermita de Andra Mari, edificada en 1925 a petición de los pastores, para oír la misa los domingos sin tener que bajar hasta Arantzazu. Nuestro descenso continúa hasta la Fonda de Urbia, que estaba cerrada cuando llegamos el 21 de octubre de 2016. ¿Sabéis que tenía teléfono antes de que Telefónica llegara a Gipuzkoa? En el collado de Elorrola hemos visto muchas ovejas, que ahora son las únicas ocupantes de las campas de Urbia.
Nos queda por delante más de 4,5 km de desandar el camino y volver al coche, que hemos dejado aparcado junto al Santuario, pero ahora nos quedamos a disfrutar en soledad de una de las mejores vistas de Euskal Herria, mientras damos cuenta del bocadillo que hemos traído para comer. Ante nosotros tenemos las campas de Urbia y, sobre ellas la sierra de Aizkorri, en la que dos montes, el Aitxuri y el Aketegi (1551 m), compiten por ser el más alto de Gipuzkoa y de la Comunidad Autónoma de Euskadi. Qué mejor final para esta escapada.
En Oñati se encuentran también las cuevas de Arrikrutz, a las que tengo ganas de ir, pero el día no da para más. Además, siempre hay que dejar algo para poder volver.
ÚLTIMA HORA: De acuerdo con el decreto del Gobierno Vasco, en este momento sólo pueden disfrutar de estos lugares los residentes en Oñati.
Qué sitios!!!que ganas de pasar unas vacaciones por esas tierras. Un abrazo.