En enero de 2015 realizamos un crucero de una semana de duración recorriendo los Emiratos Árabes Unidos (Abu Dhabi y Dubai) y el Sultanato de Omán, que es lo que más curiosidad me despertaba dado lo cerrado que había estado al mundo y por haber estado en dos ocasiones en el vecino Yemen. Ante mi sorpresa me encontré con un país moderno pues, con la ayuda del petróleo, el sultán Qaboos logró llevarlo al siglo XXI, hasta el punto de que, cuando lo visitamos, tres mujeres formaban parte del Gobierno, el 58% de los universitarios tiene sexo femenino, la red de carreteras es muy buena, hay 200 hospitales, la sanidad es gratuita, la electricidad llega hasta el pueblo más remoto y la educación es universal. Nos comentaron que los niños de aldeas remotas son trasladaos en helicóptero a la ciudad y al finalizar la semana devueltos a su aldea. Qabus ibn Sa’id Al Sa’id ostentó el título de sultán desde que derrocó a su padre en 1970, hasta ser sustituido por Haitham bin Tareq al Said, tras su fallecimiento en enero de 2020. El Islam es la religión del Estado y la de la mayoría de la población, aunque existe plena libertad religiosa pero está prohibido hacer proselitismo de cualquier religión. El árabe es la lengua oficial pero también se habla inglés y la moneda de curso legal es el rial omaní, aunque pagamos en dólares USA.
11 de enero de 2015. Sobre las 7 de la mañana las primes luces del sol iluminan la isla Al Fahal, que marca la proximidad de nuestro destino, Muscat, la capital del Sultanato de Omán. Mientras observamos el paisaje montañoso, un práctico nos acompaña al Port Sultan Qaboos, donde vemos amarrado otro crucero. Autobuses y todo-terrenos se agolpan al pie del Costa Serena, en espera de los clientes para las excursiones. Nosotros cogemos el autobús gratuito que nos lleva a la entrada del puerto. Aunque hace falta visado que se obtiene al llegar al país, la única documentación que tenemos que presentar es la tarjeta de identificación del crucero, pues ellos se encargan de las gestiones. Pasada la aduana vemos la parada de taxis. Hablamos con un taxista, le indicamos el plan, regateamos el precio y lo contratamos para 5 horas. Un matrimonio gallego que anda despistado, se une a nosotros. Todo nos salió fenomenal.
Nuestro primer destino es el lugar más impresionante de Muscat, la Gran Mezquita, situada en una amplia explanada en las afueras. En 1992 el Sultán Qaboos decidió que su país debía tener una Gran Mezquita, así que un año después tuvo lugar un concurso para su diseño. En 1995 comenzaron las obras que se prolongaron durante seis años y cuatro meses. Siendo inaugurada por el sultán el 4 de mayo de 2001. Cuenta con un minarete central, de 90 metros de altura y cuatro laterales, de 45,5. La musalla (sala de oración) principal puede alojar a más de 6.500 fieles, y la de mujeres 750. Con el pavimentado espacio exterior (40.000 m²), puede recibir a un total de 20.000 fieles. Un importante elemento del interior es la alfombra que cubre el suelo de la sala de oración (70 x 60 metros). Contiene 1.700.000.000 nudos, pesa 21 toneladas y se tardó cuatro años en fabricar, siendo la segunda alfombra de una pieza más grande del mundo. La lámpara de araña de encima de la sala de oración tiene 14 metros de altura. La verdad es que la mezquita nos gustó mucho.
A media mañana le pedimos al taxista que nos lleve a algún bar para tomar algo, café o zumo de naranja, a lo que nos iremos acostumbrando, pues de alcohol nada. Nos lleva a una terraza junto a la playa Al Qurum Beach, muy concurrida los viernes por niños que acuden a jugar al fútbol. La temperatura es muy agradable. Como telón de fondo tenemos la isla Al Fahal. Vemos que Muscat es una ciudad muy verde y con muchos jardines, que contrastan con la aridez del desierto. También nos comentan que el sultán prohibió los edificios muy altos. Tras el zumo, nos detenemos un momento a fotografiar la otra joya de la ciudad, la lujosa Royal Opera House, la primera ópera estable de la Península Arábiga y la segunda de Oriente Medio, tras la de El Cairo. La sala grande tiene capacidad para 1.100 espectadores. Como curiosidad, los días 17 y 19 de enero de 2018 se representó aquí “Madame Butterfly”, con la Sinfónica de Bilbao en el foso, que concluyó con siete minutos de aplausos.
Nos desplazamos ahora al otro extremo de la ciudad para ver los antiguos fuertes portugueses, aunque el primero de ellos, el de Mutrah, que ya lo vimos al lado del puerto. La entrada al viejo puerto de Mascat está rodeada por dos fuertes, el de Al-Jalali al este y el de Al-Mirani al oeste. El primero data de 1587 y el segundo de 1550. Fueron construidos por los portugueses para protegerse de los ataques otomanos y asegurar su ruta comercial. Cerca de Al-Mirani se encuentra el Al Alam Palace o Palacio del Sultán de Omán, moderno edificio que utiliza solo para las recepciones oficiales. Vemos también a los fieles que acuden a la mezquita Al Khor Mosque.
Cerca de los fuertes hay una zona residencial rodeada de parques y jardines, donde se encuentra nuestro siguiente objetivo, el Museo Bait al Zubair, antigua vivienda de lujo construida en 1941 y reconvertida en museo en 1998, con objeto de mostrar distintos aspectos del patrimonio omaní. Cuenta con una extensa colección de armas antiguas, mobiliario y disfraces. Fuera del museo hay un zoco y un pueblo omaní a gran escala, así como esculturas de oryx, el animal nacional de Omán, Qatar y Jordania. Son antílopes de gran tamaño y con largos cuernos rectos y anillados, de un metro o más de longitud. Por su colorido me recuerda a la exposición de vacas que hace unos años hubo en Bilbao y otras ciudades europeas.
Abandonamos la zona del museo y sus amplios jardines y pasamos bajo el Muscat Gate Museum, inaugurado en 2001 para albergar exhibiciones sobre la historia de Omán. Nuestra última cita es en el paseo de la Cornisa (La Corniche), a donde volveremos al día siguiente. Desde allí contemplamos el enorme y lujoso yate del sultán y nuestro crucero, el Costa Serena. Aunque es un poco tarde, decidimos regresar al barco a comer, cosa que podemos hacer con vino, y a descansar, pues hemos tenido muchas horas de viaje hasta llegar aquí, donde anochece pronto, a las 17:38 h. Desde nuestro barco contemplamos la puesta de sol y el vecino crucero Aida Diva.
12 de enero de 2015. Hasta las 14 h no zarpa nuestro crucero, así que aprovechamos la mañana con más tranquilidad que el día anterior. Hoy no cogemos taxi, pues hemos dejado todo lo que queda cerca del puerto y podemos recorrer a pie, comenzando con un lugar fascinante, el mercado del pescado de Mutrah, situado nada más salir del Port Sultan Qaboos. Aquí podemos ver un centenar de vendedores y cortadores de pescado, que posan amablemente para la cámara. Eso sí, no hay ni una sola mujer. Vemos muchos atunes, pequeños tiburones, sardinas y otros pescados. Recientemente el mercado ha sido renovado, contando con una elegante cobertura.
Todos los días, a partir de las 6 de la mañana, comienza la incesante actividad de los pescadores, descargando su preciada mercancía en los aledaños del mercado de pescado. Nosotros nos acercamos bastante más tarde y tan solo pudimos presenciar la llegada de dos pequeñas embarcaciones y el traslado del pescado en una carretilla. Eso si, contemplamos un buen grupo de aves esperando una captura fácil y a un pescador lanzando la red en las proximidades de La Corniche.
Tras tomar un café en el centro histórico de la ciudad, accedidos al Zoco de Mutrah, que teníamos al lado. A media mañana en su interior había muy poca gente y, a diferencia de lo que vimos en el mercado del pescado, aquí era mayoritaria la presencia femenina. Accedimos por la puerta que da al paseo marítimo, La Corniche, deteniéndonos en los puestos de especias, frutos secos, perfumes, telas, de vestidos tradicionales y gorros, en el que compré uno.
Como todavía nos quedan más de dos horas hasta la salida del barco, el día está fantástico y no hace calor, dedicamos el último tiempo en Muscat a recorrer todo el agradable paseo de la Cornisa (La Corniche), por donde también circula el autobús turístico, descubriendo un par de grupos escultóricos dedicados a los delfines que pueblan estas aguas, varios kioskos para descansar a la sombra, embarcaciones tradicionales y un punto de alquiler de bicicletas, que son gratuitas en cuanto anochece, para fomentar su uso cuando menos calor hace. Al fondo se encuentra el Costa Serena, desde le que más tarde contemplamos la puesta de sol.
El viaje continúa. Nuestro próximo destino es Khasab, situado en la península de Musandam. Se trata de un enclave omaní ubicado en los Emiratos Árabes Unidos, en pleno estrecho de Ormuz, del que os hablaré en otra ocasión.
Muy interesante.
Gracias. Un saludo.