TENERIFE, mucho más que playas (y 3): La Laguna, el barranco de Masca y el Carnaval

Concluyo el relato de los viajes por Tenerife que dejé la pasada semana en Candelario. Comienzo hoy en la ciudad más monumental de la isla, San Cristóbal de La Laguna, población de más de 150.000 habitantes, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999, por ser ejemplo único de ciudad colonial no amurallada.

Nos desplazamos en autobús hasta el aeropuerto de Los Rodeos y en sus proximidades tomamos el tranvía (Metropolitano de Tenerife), que cuenta con dos líneas. Una vez en el centro comenzamos a contemplar notables edificios como la Casa Peraza de Ayala, la capilla de la Santísima Trinidad, las Casas Alvarado-Bracamonte, de la Alhóndiga y del Corregidor, el colegio de las Dominicas, el convento de Santa Catalina de Siena, fundado en 1605, la ermita de San Miguel, la iglesia de Ntra Sra de la Concepción que, fundada en 1511, es la parroquia matriz de la isla de Tenerife. Su elemento más representativo es la torre, de 28 metros de altura. Finalmente, el Ayuntamiento.

Continuamos nuestro paseo monumental por San Cristóbal de La Laguna pasando por la plaza del Adelantado, el Teatro Leal, la Casa Bigot, la plaza de la Concepción, la iglesia y ex-convento de San Agustín, la iglesia y hospital de Ntra Sra de los Dolores, y la Casa Salazar, edificio barroco sede del Palacio Episcopal, de donde nos dirigimos al palacio Lercaro y al convento de San Juan Bautista o de las Clarisas, fundado en 1547.

Hemos dejado para el final uno de los edificios más interesantes de San Cristóbal de La Laguna, el Real Santuario del Santísimo Cristo de La Laguna, que forma parte del convento franciscano de San Miguel de las Victorias y tiene la categoría de Bien de Interés Cultural. En su interior destaca el retablo barroco de plata repujada, que data del siglo XVIII. Vemos pasar una carrera popular y nos ponemos a buscar restaurante, pues se ha echado la hora de comer.

Al día siguiente cambiamos de escenario y nos dirigimos al extremo norte de la isla en compañía de una pareja de amigos canarios que nos hacen de guías. De crío estuve con mis padres en la ermita de la Virgen de Begoña, que creo que se encuentra en Almáciga, pero mis amigos no tenían ni idea de su existencia, así que seguimos con su plan por el Parque Rural de Anaga y la zona del Pico del Inglés, donde contemplamos diferentes formaciones rocosas. Circulamos por la TF-134 hasta el Mirador Risco Amogoje, para luego ir a comer el tradicional gofio en un popular bar de la zona. El gofio es un alimento preparado con harina no cernida de cereales tostados, generalmente de trigo o millo, usada con diferentes alimentos, que realmente no me agradó en demasía. Como el día está amenazante, concluimos la jornada en la Casa del Vino La Baranda, una antigua hacienda canaria del siglo XVII cuyo propietario, el Cabildo de Tenerife, ha convertido en el Museo Insular de la Vid y el Vino de Tenerife, en el que también se visita la antigua capilla de la casa, dedicada a San Simón, acondicionada como biblioteca.

Los acantilados de los Gigantes son un accidente geológico volcánico de tipo basáltico, situados en la costa oeste de la isla. Nos acercamos a Playa de San Juan y Puerto Santiago y luego fuimos a hacer una excursión marítima que no olvidaré fácilmente, pues desde el barco contemplamos muy cerca un grupo de delfines mulares, que pueden llegar a medir 3 metros. Los delfines se acercan muchísimo y parece jugar con el catamarán. También observamos otro buen grupo de calderón tropical, también conocido como ballena piloto, que pueden superar los 5 metros de largo y pesan entre una y dos toneladas. ¡Una gozada de día!

Desde el barco en el que fuimos a observar delfines y calderones, contemplamos el final del Barranco de Masca, así que en el último viaje a Tenerife nos lo pusimos como principal objetivo, aunque no fue fácil, ya que llovió casi todos los días y con mal tiempo no se puede realizar. De hecho, desde el 26 de febrero de 2018 permanece cerrado, ya que ha habido bastantes accidentes, incluso mortales. Aunque su apertura estaba prevista para fin de 2020, supongo que se retrasará, dado que pretenden mejorar su seguridad con barandillas y escaleras, además de arreglar el embarcadero que se llevó el temporal. Conviene contratar una excursión que te lleve al punto de partida en el caserío de Masca y que te trasladen en barco desde el punto final, ya que hay que descender 580 metros de desnivel en unos 4 km de recorrido, en lo que se tarda más de 3 horas. Al principio se camina por un angosto y empinado sendero, con algunos destrepes, para luego seguir el curso de una especie de wadi que te conduce a la playa. El recorrido resulta espectacular, Lo peor, las agujetas de los días siguientes.

No podía terminar este relato sin citar al Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, considerado el segundo más popular y conocido del mundo tras el de Río de Janeiro (Brasil). El 18 de enero de 1980 fue declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional. Nunca me he planteado ir a esta fiesta, pues no me gustan las multitudes, pero la casualidad hizo que en uno de mis viajes a la isla, al ir a visitar su capital, me encontrara con un preludio del carnaval, de esos que se realizan desde muchos días antes, así que sigo sin conocer Santa Cruz de Tenerife, pues pasé toda la mañana en este acto en el que se presentó a las candidatas a reina del carnaval, fotografiando también a los ganadores de disfraces de la categoría infantil: femenina, masculina, parejas y grupos de más de 12.

El Carnaval de Santa Cruz de Tenerife se celebra desde los primeros asentamientos europeos, siendo  las primeras referencias escritas de finales del siglo XVIII. Como los reporteros gráficos que cubrían el evento llevaban buenos teleobjetivos y yo no, conseguí que me dejaran estar en el escenario, en un lugar en el que no estorbaba, para poder tomar las fotografías que os presento, en las que aparecen los ganadores de las categorías femenina, masculina, parejas, grupos de 6 a 12 y de más de 12 personas. Fue una suerte coincidir con este evento.

El último viaje a Tenerife lo realizamos con la compañía Vueling y, aunque siempre pedimos pasillos, como con esta compañía tengo “enchufe”, pude disponer de los tres asientos y así poder fotografiar desde el aire la punta del Teide, casi oculto por las nubes, la salida de la isla y algo que tenía muchas ganas, el paso del estrecho de Gibraltar, pudiendo ver a la vez el norte de África y el sur de Europa, pues tuvimos la suerte de coincidir con un día fantástico. Fue un buen remate del viaje.

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