Menudo trajín que llevamos este año. Casi sin tiempo para descansar, los días 18 y 19 de noviembre realizamos otra miniescapada por tierras cántabras, centrándonos en los municipios de Mazcuerras, Cabezón de la Sal y Ruente. Nuestro campamento base en esta ocasión no fue un hotel, sino la casa de nuestro amigo Alu, ubicada a 130 km de Leioa junto al arroyo de la Fuente del Ojo, en la localidad de Villanueva de la Peña, el pueblo más comercial del municipio de Mazcuerras. Un moderno puente cruza el río Saja y enlaza esta población con la de Virgen de la Peña, en la que existen varios bares.
El sábado por la tarde después de comer, caminamos el kilómetro que nos separaba de Virgen de la Peña, pasando junto al principal monumento de Villanueva de la Peña, la torre fundada en el siglo XVI por Francisco de Hoyos, caballero de Calatrava. Luego nos detuvimos a tomar unas fotos de un buen grupo de patos que había junto al antiguo lavadero. Finalmente, antes de llegar al puente sobre el río Saja, contemplamos el Santuario de Ntra Sra de la Peña, cuya construcción se remonta al siglo XVII.
Por la mañana, antes de comer, dimos un agradable paseo de casi 7 km, entre ida y vuelta, siendo nuestro destino final Mazcuerras, la capital del municipio del que toma el nombre. Caminamos por una llana pista agrícola pasando en primer lugar junto a una granja de vacas de raza Tudanca. Nuestro agradable paseo lo realizamos por la zona conocida como La Mies, amplias praderas en las que pastan bastantes caballos y numerosas vacas, muchas de ellas Tudanca.
Tras unos 3 km de marcha llegamos a Mazcuerras, pueblo situado en una fértil llanura por la que discurre el arroyo Pulero, afluente del Saja. Nombrado “Pueblo de Cantabria” en 2008, lo primero que encontramos a nuestra llegada fue la iglesia de San Martín, templo de finales del siglo XVII, junto al que existe una elegante fuente. El pueblo también es conocido como “Luzmela”, por ser el escenario de la novela “La niña Luzmela”, una de las obras más importantes de la escritora Concha Espina, que vivió en este pueblo. A ella le han dedicado una estatua.
Continuamos recorriendo Mazcuerras, contemplando sus elegantes casonas y el palacio de Las Magnolias. También observamos cómo juegan unos niños en la Bolera de Manolo Escalante, próxima a nuestro siguiente destino, los Viveros Escalante, que cuentan con más de un siglo de antigüedad, lo que prueba que este pueblo tiene una gran tradición en el cultivo de las flores. Concluida la visita regresamos caminando a Villanueva de la Peña, donde pasamos la tarde.
El 19 de noviembre iniciamos la jornada visitando un lugar que llevaba tiempo en nuestra lista de espera. Se trata del Parque de las Secuoyas, situado a tan sólo 8 km de Villanueva de la Peña, en el vecino municipio de Cabezón de la Sal. En un corto recorrido circular perfectamente acondicionado, recorrimos un bosque de 2,5 hectáreas de extensión, cuya antigüedad se remonta a los años 40 del siglo XX. Cuenta con 850 ejemplares de secuoyas bebé, de una altura media de 40 metros y un perímetro de los troncos de unos 2 metros. Esta especie puede alcanzar más de 1.000 años y medir hasta 115 metros de altura, como pudimos ver en el Yosemite Nacional Park norteamericano. Más información en https://turismocabezondelasal.com/bosque-de-secuoyas/
Para hacer tiempo antes de comer, nuestros amigos nos llevaron a continuación a un lugar del que no habíamos oído hablar y que se encuentra a 13 km de su casa. Nosotros no lo conocíamos pero si la población de la zona, pues encontramos al menos un centenar de coches, así que no quiero pensar cómo estará en verano. Se trata Robledal de Ucieda, situado en el municipio de Ruente, en el Parque Natural Saja Besaya. Tuvimos suerte de encontrar sitio para los coches junto a la Casa del Monte, a la que regresamos, tras dar un corto paseo, para tomar un vino con una ración de chorizo frito.
De esta forma concluyó esta corta escapada por Cantabria, pues después de comer en casa del amigo y de la sobremesa, emprendimos el regreso a Leioa. Es lo que tiene el que en esta época la tarde casi no exista, al ser los días tan cortos.