SICILIA (2): El Casale, Enna y Siracusa

Continúo el relato del cuarto viaje del año, realizado del 10 al 20 de mayo a Sicilia, que dejaba la pasada semana tras visitar los templos de Agrigento. El principal objetivo para el día 14 consistía en visitar un lugar que ya conocíamos, pero que en nuestro anterior viaje nos impactó por ser una de esas cosas únicas en el mundo. Situada a 92 km de nuestro hotel, en las afueras de Piazza Armerina, se trata de la Villa del Casale, una villa romana que desde 1997 forma parte de la selecta lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Está tan bien conservada gracias a una capa de barro que la cubrió tras una inundación.

La Villa del Casale es famosa gracias a la excepcional colección de mosaicos que alberga en su interior, que ocupan unos 3.500 metros cuadrados, con imágenes de héroes y dioses, escenas de caza, juegos y vida cotidiana. Varias salas dan a un patio con sus pórticos cubiertos de mosaicos y una fuente en el centro. Uno de los lugares más espectaculares es el pasillo de la Gran Caza, de 71 metros de largo, con un gran mosaico con escenas de la captura de animales africanos, como rinocerontes, leones, elefantes y antílopes, y su traslado en barco a Roma. Sin embargo, quizás el mosaico más conocido es el de la sala en la que aparecen 10 muchachas en bikini, practicando diferentes pruebas deportivas.

Como se había echado la hora, nos desplazamos 8 km hasta el centro de Piazza Armerina para picar algo, cosa que hicimos en el Caffé del Centro, degustando una pequeña pizza y una especialidad muy siciliana, el arancini, unas bolas de arroz empanadas y fritas, cuyo relleno puede variar. En nuestro caso una fue de ragú y otra de queso. Son como una bomba que te deja lleno. Antes de comer dimos un corto paseo cuesta arriba hasta lo alto de la colina, donde se encuentra el Duomo, mientras contemplamos otros antiguos edificios.

Para visitar por la tarde elegimos la población de Enna, distante 31 km y erigida en lo alto de un escarpado cerro a 931 metros de altitud, sobre el que se levanta el castillo de Lombardía. Partiendo del mirador del Belvedere, la mayoría de los palacios, iglesias y el Ayuntamiento se encuentran a lo largo de una calle, adornada con cuadros. Sólo accedimos al interior de dos iglesias, la de Santa Chiara y a la más espectacular de todas, que nos encantó, el Duomo, dedicado a Maria Santissima della Visitazione, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad UNESCO. Eso si, todos los bares estaban cerrados.

Como lo habíamos visto desde el Belvedere de Enna, nos desplazamos tan sólo 6,5 km al pueblo que teníamos en frente, también construido sobre un cerro, Calascibetta. Nada más llegar a su parte alta nos sorprendió un buen chaparrón, así que aprovechamos para tomar un café en el único lugar prácticamente llano, la plaza a la que se asoma la iglesia de María Santissima del Monte Carmelo. Como era tarde y el tiempo inseguro sólo visitamos los alrededores, donde se encuentra la Grote di Vía Carcere, antiguas cuevas excavadas en la roca, siendo una de ellas una antigua prisión. También nos acercamos hasta el Museo della 500, dedicado al pequeño Fiat, pero estaba cerrado. Todavía tuvimos por delante 89 km para regresar a nuestro hotel en Agrigento.

El 15 de mayo tuvimos unas previsiones meteorológicas espantosas que luego se cumplieron, pues nada más salir de desayunar comenzó una fuerte tormenta, con rayos, truenos y mucho viento, así que nos recluimos en la habitación hasta las 11 de la mañana, cuando dejó de llover y pudimos emprender el viaje a nuestro siguiente destino, Siracusa, distante 210 km, eligiendo para pasar las tres siguientes noches en el que luego resultaría con mucho el mejor hotel del viaje, el Mercure Siracusa Prometeo ****. Luego supimos que en Agrigento hubo inundaciones y en Siracusa había alerta naranja, por lo que cerraron la zona arqueológica que pensábamos visitar. Siracusa nos recibió con un fuerte chaparrón y las calles llenas de charcos, así que nueva espera en la habitación hasta media tarde, cuando definitivamente dejó de llover, animándonos a salir con paraguas y chubasquero hacia el centro histórico. Contemplamos el Santuario della Madonnina y pasando junto al Panteón, continuando hasta el Ponte Umberto y la Dársena, donde se encuentra la escultura de Archimede. La segunda noche descubrimos que cerca del hotel teníamos un buen restaurante, el Nabu, dejándonos asesorar por la chef, así que repetimos la noche siguiente.

Nuestro destino en Siracusa fue el centro histórico de Ortigia un lugar plagado de edificios históricos que desde el año 2005 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, dándonos la bienvenida el antiguo templo griego dedicado al dios Apolo. De allí continuamos hacia la piazza del Duomo, a la que se asoman la Catedral barroca y tres monumentales palacios, el de Beneventano de Bosco, el del Senato, sede del Ayuntamiento y el de Arcivescovile e Ipogeo. Hicimos una pausa para tomar un café y el postre más tradicional de Sicilia, el canolo, una masa frita y crujiente rellena de ricotta, aunque el relleno puede variar. Continuamos caminando hasta el extremo de Ortigia, donde se encuentra el castello Maniace, deteniéndonos de regreso ante la impresionante fuente de Arethusa y en la piazza Archimede, donde se encuentra la preciosa Fontana di Diana. Al final no llovió y pudimos caminar algo más de 7 km.

Debido a las intensas lluvias del día anterior, el 16 de mayo tuvimos que cambiar de planes, para visitar lo que habíamos dejado pendiente, que además estaba a unos pasos de nuestro hotel. Se trata del Parque Arqueológico de Neápolis de Siracusa, que también forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Lo primero que vimos fue el Altar de Hierón, de 198 metros de longitud y 22,8 metros de anchura, construido entre el 241 y el 215 aC dedicado a Zeus Eleutherios. De allí nos trasladamos al Teatro griego, que nos decepcionó bastante, por estar las gradas preparadas para espectáculos. Sobre él se encuentran las cuevas que forman parte de la Necrópolis de Grotticelle. Antes de salir nos detuvimos en el Anfiteatro romano, excavado en la propia roca y adornado con la escultura “Ícaro blu”.

He dejado para el final lo que más me gustó del recinto arqueológico, la Oreja de Dionisio, una cueva excavada en la roca por esclavos, que sirvió como cantera para extraer piedra y como cárcel, en la que Dionisio recluía a los disidentes para poder escuchar sus planes debido a su buena acústica. En su entorno se encuentra la llamada Latomia del Paraíso, una antigua cantera. Todo este recinto está rodeado de vegetación y adornado por numerosas esculturas.

Hemos estado ya en algunos de los lugares más importantes de Sicilia, pero todavía nos quedaba mucho por recorrer, aunque de ello espero seguir hablando la próxima semana. El viaje continúa.

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