Continúo el relato del quinto viaje del año con destino a tierras italianas, realizado del 10 al 14 de junio, que dejaba la pasada semana tras visitar las principales iglesias de Florencia, ciudad que seguimos recorriendo el día 12 de junio, comenzando en la plaza más bonita y emblemática de la ciudad que teníamos a sólo 1 km del hotel. Se trata de la Piazza della Signoria, contemplando nada más llegar a ella la monumental Fuente de Neptuno, realizada por Bartolomeo Ammannati en el siglo XVI. Casi al lado se encuentra la estatua ecuestre de Cosme I, obra de Giambologna en 1594. Un lateral de la plaza lo ocupa la Logia dei Lanzi, también llamada Logia della Signoria, que es un pequeño museo al aire libre pues en sus soportales se encuentran diversas esculturas como El Rapto de las Sabinas o Perseo con la cabeza de Medusa. Sin embargo lo que más me llamó la atención por estar en medio de la plaza, es la estatua de una joven negra mirando su teléfono móvil, de unos cuatro metros de altura, realizada en bronce dorado por el escultor británico Thomas J. Price.

A la Piazza della Signoria se asoma uno de los emblemas de Florencia, el Palazzo Vecchio (Palacio Viejo), construido entre 1299 y 1314 con forma de castillo y con una torre de 94 metros de altura, para convertirse en la residencia y el lugar de trabajo de los funcionarios de la república. Frente a él se encuentra la escultura más fotografiada de la ciudad, la réplica del David de Miguel Ángel y, enfrente la escultura de Hércules y Caco. Para acceder al interior del palacio hay que pasar entre las de Adán y Eva.

Nuestra ruta continuó por la Via dei Calzaiuoli, una calle peatonal llena de tiendas, que nos condujo a nuestro siguiente destino situado a 280 metros, la Piazza della Repubblica, tipo Plaza Mayor, que cuenta con un carrusel en uno de sus lados. A continuación emprendimos la marcha hacia el Puente Viejo, situado a 400 metros, caminando por la Via Calimala, haciendo un alto en el camino en Mercato del Porcellino, una Logia del siglo XVI convertida en pequeño mercado artesanal de productos de piel, que abre todos los días de 9 a 18:30 h. En uno de sus lados se encuentra el Porcellino (cerdito), una fuente de bronce que representa a un jabalí, con el hocico muy pulido de tanto sobarlo.

Nuestro siguiente destino es otro de los emblemas de Florencia, el Ponte Vecchio (Puente Viejo), construido sobre el río Arno a mediados del siglo XIV. En los siglos siguientes sus casas colgantes estaban ocupadas por carniceros, pero cuando la corte se trasladó al Palacio Pitti, Fernando I ordenó cerrar las tiendas por el mal olor, convirtiéndose desde entonces en joyerías. La parte alta del puente corresponde al Corredor Vasariano, construido para unir el Palazzo Vecchio con el Palazzo Pitti sin salir a la calle. Ahora se puede visitar previo pago. Desde el Ponte Vecchio contemplamos los dos puentes que tenemos a su lado, el de Santa Trinita y el de Grazie, con la Porta San Niccoló al fondo.

Con los 37 grados que había, optamos con modificar nuestro programa, por lo que decidimos cruzar el puente para buscar refugio en el Palacio Pitti, distante 350 metros. Su construcción se realizó en la segunda mitad del siglo XVI por encargo del comerciante florentino Luca Pitti, amigo de Cosimo de Medici, siendo realizada por Luca Fancelli. Su interior alberga varios museos, siendo el más importante la Galería Palatina, que originalmente fue la pinacoteca de los Medici. Como no teníamos prisa, compramos la entrada conjunta para todos los museos.

Seguimos recorriendo la Galería Palatina, que guarda las principales colecciones de arte de los Medici, con obras de Rafael, Tiziano, Tintoretto, Rubens…, además de magníficos frescos de Pietro da Cortona. Luego visitamos la Galería de Arte Moderno, con su rica colección de esculturas y pinturas de los siglos XVIII a comienzos del XX. Mi mujer quería visitar también el Museo de los Trajes (Galleria del Costume), pero estaba cerrado.

Nos dio mucha pereza tener que salir a comer del museo, pues su cafetería estaba abarrotada, pero la entrada permitía volver a entrar, así que, tras la comida, regresamos. A continuación cometimos el error de dirigirnos al Jardín de Boboli, también incluida en la entrada, pues tuvimos que subir una empinada cuesta hasta la Fuente de Neptuno bajo un sol de justicia, desde donde contemplamos la estatua La Abundancia. Estamos en la zona verde más grande de Florencia, pero no nos dijo nada y regresamos al palacio en el que, por poco, no visitamos otro de los museos más interesantes, el del Tesoro dei Granduch (Grandes Duques), que ocupa las salas del que fue el apartamento de verano de la familia Médici. Concluida la visita regresamos caminando al Eurostars Florence Boutique, distante 2 km, con escala técnica para tomar un café con hielo en una terraza de la Piazza della Signoria. Menos mal que la ruta fue sombreada.

El día siguiente, 13 de junio, nos desplazamos a pasar el día a Bolonia, pero de ello os hablaré más adelante, así que paso al 14 de junio, fecha de nuestro regreso a casa. Como el vuelo nos salía hasta la tarde, compré la entrada para las 10:45 h de la Galería de los Uffizi (Gallerie Degli Uffizi), distante 1 km del Hotel. Este museo guarda una de las colecciones de pintura más ricas y famosas del mundo, por lo que lo quería volver a visitar, junto con las 8.000 a 10.000 personas que lo hacen a diario. La construcción del edificio comenzó en 1560 por orden de Cosme I de Medici para sustituir al Palazzo Vecchio como residencia. Comenzamos viendo estatuas griegas y romanas y numerosos cuadros.

La Galería de los Uffizi cuenta con 50 salas que albergan pinturas realizadas entre los siglos XIII y XVIII, siendo la parte más famosa la referente al renacimiento italiano, con obras de Botticelli, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael o Tiziano. Entre otras obras contemplamos varios Cristos del siglo XIII, Adán y Eva, de Lucas Cranach el Viejo, La coronación de la Virgen, de Filippo Lippi, Crucifixión, de Pietro Perusino, Venus con el perro y cupido de Tiziano y Mujeres en el baño.

No he disfrutado en esta ocasión de la Galería de los Uffizi, pues había muchísima gente. Algunos cuadros tenían delante dos grupos de unas treinta personas, por lo que no me resultó fácil tomar las fotos que ilustran esta entrega, pues me tenía que infiltrar para llegar a primera fila. Pese a ello y a modo de resumen os muestro cinco obras que son especialmente conocidas. De arriba abajo y de izquierda a derecha, El Nacimiento de Venus (Sandro Botticelli, 1484), La Anunciación (Leonardo da Vinci), Adoración de los Magos (obra inacabada de Leonardo da Vinci, 1481), Virgen del jilguero (Rafael, 1506) y La Venus de Urbino (Tiziano, 1538). Me gusto más el Palacio Pitti, pues pude disfrutarlo mejor.

De esta forma concluyó nuestra visita a Florencia (Firenze). Me queda pendiente el relato de Bolonia, del que espero hablar dentro de dos semanas. El viaje continúa.
Muy interesante reportaje sobre esta ciudad, que tiene tantas obras de arte que no le caben en los museos, y tiene que albergarlas en la calle.
Gracias por comentar, Edu.