Continúo el relato de la sexta escapada del año, que tuvo lugar del 20 al 24 de junio con destino al departamento francés de Dordogne, que dejaba hace dos semanas tras recorrer el Périgord Negro. El 22 de junio lo continuamos recorriendo, deteniéndonos de forma inesperada al borde de la carretera cuando llevábamos recorridos 35 km, atraídos por unos muñecos situados en una campa anunciando el mercado que se realiza los viernes por la tarde en el pueblo de Plazac, que presume de contar con un tesoro escondido del Périgord, que nos animamos a descubrir. Se trata de la iglesia fortificada de Saint-Martin, con su imponente torre del homenaje cuadrada del siglo XII y sus elementos defensivos.

Nuestro destino se encontraba 6 km después, en La Roque Saint Cristophe, una muralla de piedra caliza de unos 1.000 metros de longitud y 80 de altura, horadada por el río y las heladas y habitada por el hombre desde la prehistoria y convertida en fortaleza troglodita en la Edad Media y en ciudad hasta comienzos del Renacimiento. Hoy podemos contemplar como fueron algunos de esos períodos. Abre de 10 a 18 h y cuesta la entrada 12,90 €. Más información en https://www.roque-st-christophe.com/.

34 km después estaba nuestro siguiente destino, Belvès, que pertenece a la asociación de “los pueblos más bellos de Francia”. Hizo mucho calor y coincidimos con día de mercado, siendo su epicentro Les Halles, el mercado cubierto del siglo XV, teniendo enfrente la oficina de turismo sita en 1 rue des Filhols. Ubicada en un espolón sobre el valle del río Nuze, Belvès es conocida como “la ciudad medieval de los 7 campanarios”, dedicándonos a recorrer su centro histórico contemplando notables edificios como la iglesia de Notre-Dame-de-l’Assomption, la Casa de los Cónsules y la Tour des Filhols, del siglo XI. Luego aprovechamos para comer, bastante tarde por cierto, en un restaurante de la isla de Reunion, en la céntrica rue Merdanson.

Abandonamos el Périgord Negro para desplazarnos al Périgord Púrpura, así llamado por el color del vino procedente de sus abundantes viñedos. A tan solo 16 km nos detuvimos en Monpazier, la más representativa de las más de 300 bastidas del suroeste de Francia, que fue fundada en el siglo XIII por Eduardo I de Inglaterra. Su centro es la place des Cornières, donde se encuentra la oficina de turismo, estando rodeada de casas con arcadas y contando con un magnífico mercado cubierto. Pertenece también a “los pueblos más bellos de Francia”, teniendo dos monumentales puertas de acceso al recinto amurallado, saliendo de él por la de Santiago. Poco antes de llegar a la plaza visitamos la iglesia de Saint-Dominique, construida en el siglo XIII, aunque el campanario se le agregó en el XVI.

Aunque pensábamos visitar otra vez la capital del Périgord Púrpura, Bergerac, como nos quedaba bastante a desmano, optamos por regresar al Périgord Negro, desplazándonos 21 km hasta Villefanche-du-Périgord, conocida por su mercado y las castañas, que presume con contar con una de las bastidas más antiguas pues fue fundada por Guillaume de Barriols en 1261. Es un pueblo pequeño completamente vacío cuando los visitamos, dedicándonos a recorrer sus dos pequeñas calles paralelas que cuentan con notables edificios. Frente al mercado cubierto se encuentra la iglesia de Notre Dame de l’Assomption, que fue consagrada en 1869. 83 km (1 h 15 min) nos separaron del Hotel Ibis Styles Perigueux Trelissac, dando por concluida esta jornada en el frescor de nuestra habitación.

La jornada del 23 de junio la volvimos a dedicar en su mayor parte al Périgord Negro. Conocíamos Lascaux II, pero no la más reciente Lascaux IV, situada en Montignac, a 55 km de nuestro hotel, en el valle de la Vézère, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se trata de una réplica de uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo, la cueva de Lascaux, que cuenta con más de 600 pinturas y grabados que datan de la prehistoria, destacando las de bisontes, caballos, ciervos y uros. En el interior está prohibido tomar fotos, así que están sacadas de Internet. Abre de 9 a 19 h, costando la entrada 23 €. Más información en https://lascaux.fr/es/

La siguiente cita la tuvimos a tan solo 11 km en otro pequeño pueblo que ya conocíamos, Saint-Léon-sur-Vézère, uno de “los pueblos más bellos de Francia”, que cuenta con una pequeña joya, la iglesia románica que data del siglo XII. Situado a orillas del río Vézère, tiene otros dos notables edificios, el privado castillo de Clérans, del siglo XVI, y la torre del homenaje del Pazo de La Salle, del siglo XIV, que no visitamos pues se nos hizo tarde y salimos en busca de un área de pic-nic para comer el bocadillo, encontrando una, muy buena por cierto, a tan solo 5 km, frente al castillo de Losse.

Tras comer el bocata nos desplazamos 15 km hasta un pequeño pueblo que no conocíamos y que también forma parte de “los pueblos más bellos de Francia”. Se trata de Saint-Amand-de-Coly, que nos sorprendió gratamente al contar con una impresionante iglesia, de la que el pueblo toma el nombre, considerada la más bella iglesia fortificada de Dordoña. Originaria del siglo XII, fue reconstruida en gran parte, sobre los restos de la abadía, a lo largo de los siglos XIX y XX. Estamos en tierra de nogales, así que aprovechamos para comprar aceite de nuez en una curiosa tienda repleta de productos locales.

Nos quedaba muy a desmano, pero tenía ganas de volver a recorrer el Périgord Verde, el que nos faltaba, situado en el extremo norte y así llamado por sus abundantes prados. Tras recorrer 69 km llegamos a nuestro siguiente destino, Saint-Jean-de-Côle, otro de “los pueblos más bellos de Francia”, que cuenta con dos impresionantes edificios, el castillo de Marthonie, de los siglos XV a XVII, y la iglesia de Saint-Jean-Baptiste, románico-bizantina, construida en el siglo XII. También hay un puente románico al que no nos acercamos, concluyendo la jornada, tras recorrer 36 km, en el Hotel Ibis Styles Perigueux Trelissac, en el que pudimos cenar al estar por fin el lunes abierto el restaurante.

Al igual que sucedió en Florencia, parece que el calor nos persigue, pues hemos tenido que soportar altas temperaturas. Sin embargo hemos disfrutado mucho de esta escapada pues, salvo en Sarlat, no hemos encontrado casi gente en los pueblos visitados. Por delante nos quedaban 480 km, por autopista, para llegar a Leioa. La escapada ha terminado. Próximo destino: Inglaterra. Supongo que allí no hará calor.