El año pasado por estas fechas estábamos en Rumania, país que no conocía y del que no esperaba nada, pero, después de recorrerlo durante 8 días, puedo decir que me ha encantado y que teníamos que haber ido más días para poder conocer las iglesias de Maramures y el Delta del Danubio. Como en Rumania la tasa de alcohol es 0,0, contratamos los servicios de una furgoneta con chófer y ahí estuvo gran parte del éxito del viaje, ya que Álex, nuestro conductor, fue responsable de ello, pues además de ser un magnífico profesional, se convirtió en la quinta persona del grupo y un amigo.
Nuestro vuelo llegó al aeropuerto de Bucarest rondando las 3 de la madrugada y a las 11 nos pasó a recoger Alex por al hotel, así que, tras haber dormido unas pocas horas, nos disponemos a recorrer la capital de Rumania, comenzando por un lugar que nos ha gustado mucho, el Museo de la Aldea (Muzeul Satului), museo al aire libre que cuenta con 340 construcciones: casas, iglesias, molinos, ferrerías… Todo ello contribuye a hacernos una idea de la vida en esta tierra en otros tiempos. También vemos a un grupo luciendo un traje tradicional.
Bucarest no es una ciudad muy monumental, así que os presento los tres lugares que hemos visitando, dedicando la mayor parte del tiempo al Parlamento, el edificio administrativo civil más grande del mundo, que Ceaușescu lo bautizó como Casa del Pueblo. Nos gustó mucho el Ateneo Rumano, sala de conciertos situada en el centro de la ciudad, inaugurado en 1888. Frente al edificio hay un pequeño parque y una estatua del poeta rumano Mihai Eminescu. En tercer lugar tenemos la Catedral Patriarcal, edificada a mediados del siglo XVII, junto a la que se encuentra el Palacio del Patriarcado de la iglesia ortodoxa.
A las 3 de la tarde decidimos poner fin a las visitas así que, siguiendo las recomendaciones de Alex, fuimos a comer al popular Restaurante Caru cu Bere, precioso por dentro, aunque optamos por la terraza. Pese a la hora tardía tuvimos que esperar y no empezamos a comer hasta casi las 4 de la tarde. No es barato, comparando con lo que luego veremos por el país, pero, si pides codillo no te arrepentirás. Nos dedicamos luego a caminar por el casco antiguo (Strada Lipscani), optando enseguida por sentarnos en una de sus terrazas a tomar café. Estamos muy cansados por lo poco que hemos dormido.
Para hoy tenemos casi 300 km de viaje y con un monumental atasco en cuanto dejamos la autopista de salida de Bucarest. Además vamos a visitar el Monasterio de Cozia, erigido en 1388, el único de estilo bizantino que se conserva en Rumania. Destaca la iglesia y, sobre todo, los hermosos frescos de su interior. Es un buen ejemplo de lo que más tarde veremos.
Para pasar la noche hemos elegido la ciudad de Sibiu, que se dio a conocer en todos los medios el pasado 9 de mayo, debido a que fue escenario de la reunión informal de los jefes de estado o de gobierno de la Unión Europea. Es un importante centro económico y cultural de Transilvania. De esta ciudad destaco la Torre del Consejo, símbolo de la ciudad y la Plaza Grande (Piaţa Mare), punto central de Sibiu desde el siglo XVI, en la que nos sentamos a tomar un vino en una terraza, mientras disfrutamos de la vistosa animación callejera.
Iniciamos una nueva jornada en la que el plato fuerte es la población de Sighisoara, incluida por la UNESCO en la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad. La verdad es que no me ha decepcionado pues, como ciudad, es la que más me ha gustado. Puestos a seleccionar me quedo con la Torre del Reloj, en la que llama la atención el reloj del siglo XVII, toda una atracción por sus figuras características de los relojes de Europa Central. También me ha gustado la torre Turnul Cizmarilor. Conocedor de que nos gusta la naturaleza, poco antes de llegar a Sighisoara Alex nos propuso visitar la Reserva Natural de Robles de Breite, 70 hectáreas con árboles de 350 a 400 años y uno de ellos de 800. Una gozada de sitio, aunque no vimos los osos que abundan en este lugar.
Paramos a comer en Târgu Mureș, así que aprovechamos para visitar el elegante Palacio de la Cultura, edificio de principios del siglo XIX que alberga varios museos. Cerca están el Ayuntamiento y una vistosa iglesia. Hoy nos alojamos en Bistriţa, ciudad natal de Cristian Ganea, jugador del Athletic cedido casi toda la temporada al Numancia. Para cenar degustamos uno de los platos tradicionales rumanos, el mici, salchichas parecidas al kebab, pero con más sabor y más jugosas, acompañadas de mostaza.
Seguimos recorriendo Transilvania, donde la carretera es un espectáculo: todo tipo de vehículos, vendedores y algo que llamó especialmente nuestra atención a la entrada de una par de pueblos. Se trata de la reproducción perfecta de un coche de la Policía, que de lejos da completamente el pego, para que los vehículos aminoren la velocidad. El viaje continúa. Todavía nos falta por ver lo que más nos ha sorprendido de Rumania.
INFO: Por sugerencia de unos amigos que viajaron un año antes, el viaje lo contratamos con una agencia rumana en la que hablan castellano. Con su ayuda, nosotros mismos diseñamos el viaje para las dos parejas que viajamos juntos. Eso si, os recomiendo que el conductor sea Alex. La agencia es Santiago Tour (www.rumania-viajes.es).
Adoro a Rumania: he estado dos veces allí, y lo único que no he visto es el Mar Negro. Tengo muchos amigos rumanos aquí en España y en Rumania 🇷🇴🇪🇸
Este es un país qué no conozco todavía. Tengo intención de ir hace varios años y después de leer este reportaje, creo que no tardaremos mucho en visitarlo. Me ha servido de mucha información.