FLORENCIA (1): De iglesias

Con bastante retraso, inicio el relato del quinto viaje del año con destino a la italiana ciudad de Florencia (Firenze), realizado del 10 al 14 de junio. He visitado esta ciudad en tres ocasiones, pero no lo hacía desde el año 2015. El vuelo de Volotea nuevamente salió con retraso, así que llegó bastante más tarde de las 22:55, hora a la que tenía prevista su llegada, pero ni tan mal, pues conseguimos aterrizar en Florencia, no como el sábado anterior que voló a Pisa, teniendo luego una hora de viaje en autobús. También tuvimos la suerte de que, aunque el aeropuerto estaba a punto de cerrar, había un taxi de guardia que nos trasladó al Hotel Eurostars Florence Boutique ****, en el que nos alojamos las cuatro noches. Fue un buen acierto pues tenía un buen aire acondicionado, estaba a solo 550 metros de nuestro primer destino, la Basílica de Santa Croce y desde su terraza había una excelente vista del centro histórico, de donde sobresalía el Duomo.

Con muchísimo calor, el 11 de junio empezamos a patear la ciudad, siendo el primer destino la Basilica di Santa Croce, frente a la que se encuentra la estatua de Dante Alighieri. En este entorno cenamos las tres noches siguientes. Consagrada el 6 de enero de 1443, tiene 115 metros de longitud y 38 de anchura, lo que la convierte en la iglesia franciscana más grande del mundo. En sus capillas hay frescos de artistas como Giotto, Brunelleschi o Donatello, aunque si algo caracteriza a este templo son las casi 300 tumbas con que cuenta. Algunos de los personajes más conocidos aquí enterrados son Galileo Galiei, Maquiavelo, Lorenzo Ghiberti o Miguel Ángel.

La Basílica de Santa Croce cuenta con una amplia zona museística ubicada en torno al claustro Mayor, diseñado por Filippo Brunelleschi, que también alberga la Capilla Pazzi, otra obra maestra de Brunelleschi, que destaca por su arquitectura renacentista. Se construyó como recinto funerario de una de las grandes familias florentinas del renacimiento, los Pazzi, y como sala para los franciscanos. Una de las obras más interesantes es el Crucifijo de Cimabue. La entrada cuesta 10 €.

Concluida la visita a la Basílica, empezamos a recorrer el centro histórico pasando junto al Museo Nazionale del Bargello que cuenta con un monumental edificio y varias ubicaciones. Nuestro destino era la piazza del Duomo, abarrotada de gente que hacía una larga cola para acceder al interior de la Catedral, una de las más grandes del mundo, cuya entrada es gratuita. Como ya estuvimos en un viaje anterior, nos limitamos a contemplarla desde fuera. Lo mismo hicimos con el Battistero di San Giovanni, revestido de mármol, y el Campanile de Giotto, de 82 metros, pudiéndose acceder a lo alto tras subir 414 escaleras.

Los cuatro días que estuvimos en Florencia la temperatura máxima osciló entre los 37 y 38 grados, así que optamos por el plan B, que solemos hacer cuando llueve: visitar iglesias y museos. Como la teníamos cerca optamos por la Basílica de San Lorenzo, sacando una entrada conjunta para tres de sus cuatro lugares visitables, siendo el primero la Biblioteca Medicea Laurenziana, una de las joyas ocultas de Florencia, que cuenta con una espectacular sala de lectura, a la que se accede desde el primer piso de un claustro. A continuación  tocó descender a la Cripta de los Médici, convertida en un museo.

Tuvimos que salir a la calle para acceder a San Lorenzo, la iglesia parroquial de los Médici, una familia de banqueros rica y poderosa, que gobernó Florencia durante casi tres siglos. Es una de las iglesias más antiguas de Florencia, aunque su fachada está sin terminar. En su interior destacan el tabernáculo de mármol, las capillas de los Ginori, Mayor y Martelli, en la que hay obras de Donatello, Filippo Lippi y Desiderio da Settignano y, por supuesto, la Sacristía Vieja de Brunelleschi.

La entrada conjunta para la iglesia, la biblioteca y la cripta no sirve para otra zona de la iglesia con acceso separado, que pertenece al Museo Cappelle Medicee, donde se encuentra la espectacular Capilla de los Príncipes (Capella dei Pricipi), una sala octogonal convertida en mausoleo de los Grandes Duques de Toscana y sus familias, obra del arquitecto Matteo Nigetti. Aquí también se encuentra la Sacristía Nueva, obra de Miguel Ángel (Sagrestia Nuova), construida en el siglo XVI como panteón de los Medici. Lo más curioso es que cada tumba tiene en su base un par de estatuas, masculina y femenina, reclinadas.

Empachados de tanta cultura, decidimos acercarnos al Mercato Centrale, que se encuentra a tan solo 170 m. La calle que le da acceso, la via dell’Ariento, está repleta de puestos de venta de prendas de piel: cinturones, bolsos…, algo muy habitual en Florencia. Conocido también como Mercado de San Lorenzo, data del siglo XIX, cuando Florencia fue la capital de Italia. Lo primero que encuentras nada más acceder a su interior son pequeños restaurantes y puestos de comida. Luego nos detuvimos en los de venta de quesos y en los más coloristas, de frutas, verduras y hortalizas. Abre de 9 a 23 h.

Tras comer en las proximidades del mercado y dado el insoportable calor que padecimos, nos dirigimos a la Basílica de Santa María Novella, distante tan solo 400 metros, que abre de 9 a 17:30 h, costando la entrada 7,50 €. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la iglesia se levantó en diferentes fases, entre los siglos XIII y XV, destacando su imponente fachada renacentista de mármol. Se accede por una especie de pórticos decorados con frescos, que nos conducen a la gótica nave central. Detrás del altar está la capilla Tornabuoni, cuyos frescos son de Domenico Ghirlandaio. Otros frescos notables son los de Filippino Lippi en la capilla Strozzi.

Pasamos la tarde a gusto en esta basílica pues la temperatura resultaba muy agradable, aunque salimos también a los claustros, entre los que destaca el Verde por sus frescos, especialmente los realizados por Paolo Uccello, que representan escenas del Antiguo Testamento. El refectorio ha sido convertido en un museo, que alberga pinturas y objetos religiosos. Concluida la visita nos dirigimos a la Estación Firenze Santa Maria Novella, que tenemos enfrente, para comprar los billetes a Bolonia, a donde fuimos dos días después. El calor era insoportable, así que cogimos un autobús que nos llevó hasta cerca del hotel. ¡Qué gusto nos dio el aire acondicionado y el vaso de agua fría que tomamos en la recepción!

Todavía nos quedaban muchas cosas por ver en Florencia, aunque tuvimos que adaptarnos a las altas temperaturas. El viaje continúa.

Escapada a la Alcarria y la serranía de Guadalajara

Hago un paréntesis en los viajes de este año para “colar” la séptima escapada, realizada del 13 al 16 de julio por tierras de la Alcarria, en la parte perteneciente a la provincia de Guadalajara. Ha sido una escapada familiar para volver a mis orígenes pues aunque mi padre nació en Zalla, mi abuelo lo hizo en el pequeño pueblo de Santiuste por el que pasamos camino de nuestro campamento base, distante 6 km, Huérmeces del Cerro y, más en concreto, la casa de mis primos Alfredo y Nati. Volvimos a pasar mucho calor por el día, pero las noches fueron frescas, como también lo son las casas del pueblo. Huérmeces del Cerro se encuentra a 339 km de Leioa, siguiendo la ruta que pasa por Logroño, Cameros, Soria y Almazán. Lo más destacado de este pueblo es su iglesia parroquial y el embalse de El Atance. También tiene bar, pese a contar tan solo con 42 habitantes, pero mucha población flotante y veraneantes.

Con mis primos como anfitriones, lo primero que hicimos el 14 de julio fue cumplir con una asignatura que tenía pendiente, contemplar los campos en flor de lavanda ubicados en las proximidades de Brihuega, que han cogido mucha fama aunque algunos estaban todavía un poco verdes. Los mejores se encuentran en el km 37 de la carretera CM2005, junto al lugar escogido para la celebración del concurrido festival de música que tuvo lugar durante los días 11, 12, 18 y 19 de julio. De allí nos desplazamos a Brihuega, población que encontramos engalanada debido al evento.

Brihuega cuenta con una población de 2.816 habitantes y un interesante casco histórico que fue declarado conjunto histórico-artístico en 1973, al que accedimos por la Puerta de la Cadena, visitando algunos de los lugares más interesantes como la fuente de los doce caños. Con el mapa que nos entregaron en la oficina de turismo fuimos deambulando por sus calles hasta llegar a la Puerta de la Guía, que nos dio acceso al castillo de Peña Bermeja y a la Santa María de la Peña, que data del siglo XIII, que estaba cerrada al igual que las cuevas árabes. En los bares no había tampoco nada para picar hasta las 13 h.

Seguimos la ruta haciendo enseguida un alto en el camino en Cívica, donde contemplamos la pequeña cascada y el conjunto de galerías y escaleras excavadas en la roca, realizadas entre 1950 y 1970 por Hipólito Henche. Se ha echado la hora de comer y lo hacemos, muy bien por cierto, dando cuenta al menú del día del Bar Las Vegas, en Masegoso de Tajuña. A continuación nos desplazamos a Trillo, donde tomamos el café en el parque existente junto a la desembocadura del río Cifuentes en el Tajo, que lo hace de forma brusca con varias cascadas. Tras un corto paseo nos acercamos al puente sobre el Tajo, que data del siglo XVI, a la plaza de toros y a la Plaza Mayor, a la que se asoman el Ayuntamiento y la iglesia de Ntra Sra de la Asunción.

Tras descansar un rato a la sombra en Trillo, a media tarde nos dirigimos a Cifuentes, que toma su nombre del río que nace en esta población, siendo su nacimiento al primer lugar que nos acercamos, caminando unos metros por un agradable parque hasta la balsa y el molino. La siguiente cita la tuvimos en la triangular Plaza Mayor, de estilo castellano, a la que se asoma el Ayuntamiento que se encuentra en restauración. Una empinada cuesta bordeando la barbacana nos llevó a la histórica Casa de los Gallos, frente a la que se encuentra el principal monumento, la iglesia del Salvador, que mezcla diferentes estilos, destacando la portada románica y el majestuoso interior gótico. Junto a ella se encuentra otra iglesia, la de Santo Domingo. Desde lo alto contemplamos el castillo, que data del siglo XIV.

Concluimos la jornada acercándonos al pequeño pueblo de Baides, dando un agradable y sombreado paseo por el Parque Senda del río Henares, hasta el barrio de la Estación, donde el río Salado se funde con el Henares. En torno al paseo se encuentra el llamado Museo del Ferrocarril, que exhibe al aire libre una colección de locomotoras, vagones y material ferroviario histórico, llamando nuestra atención el fabricado en Bilbao. De aquí, tras recorrer unos 120 km en una intensa y calurosa jornada, regresamos a Huérmeces del Cerro.

La jornada del 15 de julio la iniciamos visitando el pueblo más monumental de todos, Atienza, sobre el que se levanta el castillo, resto de una fortaleza árabe construida entre los siglos XI y XII.  En la plaza de España se encuentra el Ayuntamiento, que acoge la oficina de turismo y una curiosa colección de instrumentos musicales. El Arco Arrebatacapas nos dio acceso al centro histórico, donde se encuentra la plaza del Trigo, a la que se asoma la iglesia de San Juan del Mercado, que se rehizo a finales del siglo XVI en estilo renacentista. Enseguida llegamos a la iglesia de la Santísima Trinidad, sede del Museo de la Caballada. Posee un ábside románico de influencia segoviana. Bordeando la muralla y el arco de la Virgen, llegamos a la iglesia de San Gil, convertida en museo de arte sacro. Nuestro recorrido concluyó fuera de las murallas en la iglesia de San Bartolomé, del siglo XIII, que cuenta con una galería porticada. También ha sido convertida en museo, que al igual que los anteriores estaba cerrado.

Tras hacer el hamaiketako en forma de torrezno soriano en el Bar Atienza XXI, situado en las afueras, continuamos la ruta deteniéndonos en el embalse Arcolo, para luego continuar hacia Cogolludo, dejando el coche en la Plaza Mayor, donde se encuentra el emblema de esta localidad, el palacio de los Duques de Medinaceli o Palacio Ducal de Cogolludo, construido entre los siglos XV y XVI, que presume de ser el primer edificio renacentista de la península. De allí subimos a la iglesia de Santa María, construida entre los años 1545 y 1609, para luego bajar a la plaza pasando por otra iglesia cercana, la de San Pedro, que data del siglo XVI. Concluida la visita fuimos a comer a Jadraque.

Aunque nos quedaba a desmano, no quería dejar de visitar una pequeña pedanía de Sigüenza de nombre Palazuelos, conocida como “la Ávila alcarreña” por su recinto amurallado y castillo que datan del siglo XV, que fueron declarados monumento histórico-artístico en 1951. Accedimos al interior del recinto por la Puerta del Cercao, que nos dio acceso a la Plaza Mayor, donde se encuentra la fuente de los siete caños. Caminado por la calle Real llegamos al Arco del Lavadero, así llamada por dar acceso a él. Es un buen lugar para contemplar la muralla. Junto al arco se encuentra la iglesia de San Juan Bautista, reconstruida en el siglo XVI. Al final de la calle está la Puerta de la Villa. En ella coincidimos y charlamos un buen rato con José Luis de la Fuente Soria, autor del libro “La subsistencia ese gran milagro”. Nos quedó por ver la Puerta del Monte, pero nos detuvimos un momento ante la ermita-humilladero de la Virgen de la Soledad, desde donde se tiene una buena vista del castillo.

Nuestra siguiente cita se encontraba a poco más de 2 km, Carabias, otra pedanía de Sigüenza de tan solo 13 habitantes, que cuenta con una pequeña joya, la iglesia del Salvador, muestra del románico rural alcarreño del siglo XIII, que tiene una hermosa galería porticada. Frente a ella hay una fuente neoclásica. Antes de regresar a Huérmeces del Cerro visitamos las salinas de Imón, las mayores de la zona, que durante mucho tiempo fueron las de mayor producción de la península ibérica. Nos dio mucha pena ver el estado de abandono de las salinas. Ese día recorrimos unos 175 km. De regreso a casa, el 16 de julio nos detuvimos en Miedes de Atienza, donde destaca la Casa-Palacio de los Beladiez Trujillo, del siglo XVII.

De esta forma pusimos fin a esta escapada por la provincia de Guadalajara, eligiendo esta ruta para cerrar el círculo, pese a ser más larga (388 km a Leioa) y a la estrecha carretera que conduce al Alto de la Carrascosa (1380 m), desde donde se contempla una amplia vista de la provincia de Soria. Pasamos por El Burgo de Osma y Aranda de Duero. Por cierto, al entrar en Castilla-León, la carretera es buenísima.

SICILIA (y 4): Cefalú, Monreale y Palermo

Continúo el relato del cuarto viaje del año, realizado del 10 al 20 de mayo a Sicilia, que dejaba la pasada semana tras visitar Catania. El 18 de mayo nos tocaba día de viaje, pues teníamos unos 300 km para llegar a nuestro último destino, Palermo, pero nos desviamos brevemente por una autopista de peaje para acercarnos a un lugar que desconocía, Cefalú, del que nos quedarían tan solo 70 km para llegar a nuestro hotel. Antes de llegar nos detuvimos para fotografiar la fortaleza que se alza sobre esta población costera. Dejamos el coche en el Parking Historical Center Dafne Cefalù, caminado desde allí por su centro histórico, pasando junto a dos iglesias, la de Santa María de la Catena y la del Purgatorio. También nos acercamos a la Porta Pescara, del siglo XVI, que nos dio acceso a la playa situada junto a los diques del puerto, desde donde se tiene una magnífica vista.

Tuvimos que apresurarnos, pues el motivo de desplazarnos a Cefalú era visitar el Duomo, la Catedral normanda que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, que cierra al mediodía, pues su horario es de 8:30 a 13 y de 15:30 a 18 h. La fundación de esta catedral se deba a Roger II de Sicilia quien la dedicó al Salvador, colocándose la primera piedra en el año 1131. Lo más característico del exterior de la Catedral son sus dos torres del siglo XII. Su interior es bastante austero, pero cuenta con un norme mosaico bizantino del Cristo Pantocrátor, que la preside, bajo el que se encuentran los doce apóstoles y una cruz de madera de mediados del siglo XV. En la plaza situada enfrente tenemos la Duomo Cafetería, en la que aprovechamos para comer antes de continuar el viaje

Nada más llegar a Palermo nos instalamos en el Ibis Styles Palermo President ****, en el que pasamos las dos últimas noches. Está situado frente a la terminal de cruceros y muy cerca del centro histórico, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad del la UNESCO. A unos pasos del hotel tenemos la vía Amari, que cuenta con varios restaurantes en los que degustamos las cenas. Tras recorrer 700 metros desde el hotel, Llegamos al Politeama, uno de los dos grandes teatros de Palermo, frente al que se encuentra la estatua de Ruggiero Settimo, presidiendo la plaza del mismo nombre y, frente a ella, la piazza Castelnuovo, convertida en un museo al aire libre por la cantidad de esculturas con que cuenta.

Tuvimos que aprovechar la tarde pues no disponíamos de mucho tiempo en Palermo, así que nos dispusimos a recorrer su centro histórico, sorprendiéndonos la cantidad de gente que había un domingo por la tarde y que todas las calles  son peatonales. La vía Ruggiero Settimo nos condujp a la piazza Verdi, donde se encuentra el Teatro Máximo, el más grande de ópera de Italia, que fue inaugurado en 1897. Tomamos un  café en el Palermo Store Café y continuamos por la vía Maqueda accediendo al Oratorio San Camillo y deteniéndonos en la Piazza Vigliena, más conocida como Quattro Canti, uno de los emblemas de la ciudad. En sus esquinas cuenta con cuatro palacios barrocos del siglo XVII, adornadas por otras tantas fuentes que representan las cuatro estaciones y las estatuas de los reyes españoles Carlos V, Felipe II, Felipe III y Felipe IV. Casi al lado concluimos las visitas en la piazza Pretoria, presidida por la fuente del mismo nombre, conocida como “fuente de la vergüenza”, situada frente al Ayuntamiento.

El 19 de mayo iniciamos la jornada visitando una joya siciliana que no tuve ocasión de ver en mi enterior viaje, el Duomo di Monreale, que desde 2015 figura en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. La construcción de esta Catedral se inició en 1174, con una fachada austera que guarda un monumental interior en el que desatacan sus tres naves totalmente cubiertas de enormes mosaicos sobre un fondo dorado, que fueron creados entre finales del siglo XII y principios del XIII, con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, destacando el Cristo Pantocrátor situado en el ábside central.

Con la misma entrada se accede desde la Catedral al Museo Diocesano, que ocupa el interior del anexo Palacio Arzobispal. Comienza el recorrido en la sala San Plácido, que guarda cuadros procedentes de varias iglesias de Sicilia. Cuenta también con varias pinturas del siglo XVI y varias imágenes de Cristo crucificado, entre las que destaca un Crucifijo en madera del siglo XV. Desde aquí contemplamos el claustro al que no accedimos pues había que pagar otra entrada y había muchas cosas que ver.

Concluida la anterior visita regresamos al hotel para dejar el coche y volver a “patear” por las zonas del centro histórico que ya recorrimos el día anterior, llegando al Teatro Máximo desde donde nos desviamos hasta uno de los dos principales mercados de Palermo, el de Il Capo, donde contemplamos numerosos puestos de frutas y verduras. Muy cerca teníamos la siguiente cita, el Duomo de Palermo, del que solo llamó nuestra atención su monumental fachada y el carro de Santa Rosalía situado frente a ella. Hacía bastante calor, así que aprovechamos para comer en una sombreada terraza.

Tras la comida nos dirigimos al final de la calle donde se encontraba nuestra siguiente cita, que es el lugar más monumental de Palermo. Se trata del Palacio de los Normandos (Palazzo dei Normanni), que también forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Lo más deslumbrante de este enorme palacio es la Capilla Palatina (Cappella Palatina), una pequeña iglesia con techos de madera tallada y revestimientos impresionantes de mosaicos, entre los que destaca el Cristo Pantocrátor.

Continuando por la Cortile Maqueda accedimos a los Apartamentos Reales, donde contemplamos las obras de arte que se guardan en las salas de los Virreyes, Pompeiana y dei Venti, llegando finalmente a la más importante de esta zona, la Sala Ruggero II, otra joya cubierta de mosaicos al estilo de la Capilla Palatina. La visita al Palacio de los Normandos concluyó en el pequeño el Jardín del Palacio Real, que no aporta nada, pero que tiene unas buenas vistas de la parte trasera del palacio.

Nos dimos por satisfechos con lo visto en Palermo, así que, con mucho calor, a media tarde iniciamos el regreso al hotel, teniendo que caminar durante 3,5 km pasando por la plaza Quattro Canti y continuando por el puerto La Cala, cerca del cual se encuentra el el Palazzo Chiaramonti Steri y el mural dedicado a Falcone y Borsellino, dos juristas del barrio de Kalsa que fueron asesinados por la Cosa Nostra en 1992. Pasada la zona del puerto hicimos un alto en el camino para tomar un café con hielo y agua fría.

El 20 de mayo tocó madrugar y salir sin desayunar, pues tuvimos que devolver el coche a las 8 de la mañana, para luego coger el vuelo de Volotea a Bilbao con salida a las 09:45 h. El viaje ha concluido. Sicilia nos ha encantado pero habría sido necesario algunos días más. Próximo destino: Florencia.

SICILIA (3): Valle de Noto, Taormina y Catania

Continúo el relato del cuarto viaje del año, realizado del 10 al 20 de mayo a Sicilia, que dejaba la pasada semana tras visitar Siracusa. El programa previsto para el 16 de mayo tuvimos que modificarlo tras el retraso ocasionado por la lluvia del día anterior, así que, tras visitar el Parque Arqueológico de Neápolis de Siracusa, iniciamos el recorrido por las ciudades del barroco tardío del Valle de Noto, que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde el año 2002 y que fueron reconstruidas después del terremoto que las destruyó en 1693. Comenzamos en la población de Noto, que fue la que más nos gustó, llamando nuestra atención nada más llegar sus decoradas escaleras y los preparativos para una fiesta en la que cubren las calles de flores. También vimos la Porta Reale o Porta Ferdinandea, antigua puerta de entrada en la ciudad, que fue inaugurada en 1841 con la visita del Rey Ferdinando II de Borbón.

El monumento más importante de Noto es la Catedral Basílica de San Nicoló, construida entre 1664 y 1703 presidiendo la piazza Municipio, pues frente a ella se encuentra el Ayuntamiento, que ocupa el Palazzo Ducezio. Cuenta la ciudad con numerosas iglesias, entre las que destaca la de San Domenico, del siglo XVIII, y palacios, como los de Vescovile Landolina. También aprovechamos la ocasión para que un policía nos sacara una foto con su coche, un lujoso Lamborghini.

Nos entretuvimos bastante en Noto, pues nos gustó mucho y se encontraba con mucho ambiente festivo, así a la siguiente “ciudad del barroco tardío” llegamos bastante tarde. Se trata de Scicli, distante 54 km, en la que aprovechamos para picar algo en la terraza de un bar de la piazza Italia, limitándonos a recorrer sólo el entorno de esta plaza, desde la que se contempla en lo alto la iglesia de San Mateo. En uno de los laterales está la iglesia de San Ignacio y, un poco más apartada, la de San Bartolomeo. Fue una lástima no disponer de más tiempo, pues cuenta Scicli con monumentales palacios. Este municipio es conocido por ser la Vigata de la serie del comisario Montalbano.

Nuestro siguiente destino estaba a tan sólo 10 km, en Módica, pero en toda esta zona las carreteras son muy sinuosas, en un continuo sube y baja repleto de curvas, por lo que los desplazamientos son muy lentos. Además, todos los pueblos están en cuesta, con sus edificios dispuestos en la ladera de la montaña. Es por ello que en Módica nos limitamos a visitar su principal monumento, la iglesia de San Giorgio, incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Construida en el siglo XVIII, es uno de los templos barrocos más interesantes de Sicilia. Destaca su imponente fachada con forma de torre, que tiene una altura de 62 metros.

La última cita de la jornada la tuvimos a 13 km, en Ragusa, una joya barroca, pero como ya era tarde y teníamos que recorrer 83 km para llegar al hotel en Siracusa, nos limitamos a recorrer el entorno de la la piazza della Repubblica, donde se encuentran la Chiesa del Purgatorio, la Torre del Reloj y el Palazzo Cosentini, además de un cartel de la sede local del Club Alpino Italiano. Una especie de callejón con escaleras nos acerca a otros dos edificios, Santa María dell’Itria y el Palazzo della Cancelleria.

Tras pasar nuevamente la noche en Siracusa iniciamos la jornada del 17 de mayo con un largo desplazamiento, 121 km, hasta la turística ciudad de Taormina, eso sí, en esta ocasión todo por autovía. Casi todo lo que hay que ver se encuentra en los 800 metros del Corso Umberto, que enlaza la Porta Messina, de la Porta Catania, por la que accedimos al recinto histórico, pasando sucesivamente por las Cuatro Fuentes, el Duomo, el Palazzo dei Giurati, la Porta Mezzo, la piazza IX Aprile, la estatua de Oscar Wilde y la iglesia de San Agostino.

Pese a que nos quedaba a desmano, hemos repetido la visita a Taormina porque nos encantó en nuestro anterior viaje a Sicilia, aunque en esta ocasión no hemos tenido suerte de poder contemplar el Etna, encapotado por las nubes. Eso si, volvimos a visitar uno de los emblemas de la ciudad, el teatro griego, al que llegamos tras recorrer todo el Corso Umberto. Fue totalmente reconstruido durante la dominación romana, con capacidad para unos 5.000 espectadores.

En nuestro apresurado viaje anterior a Sicilia, no nos atrevimos a detenernos en Catania por ser una ciudad muy poblada, la segunda de la isla, pero en esta ocasión no pude resistir en hacer una breve visita pues se encontraba casi a mitad de camino entre Taormina (57 km) y nuestro hotel en Siracusa (70 km). Además forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Dejamos el coche cerca de la piazza della Reppubblica, presidida por la estatua de Vicenzo Bellini y nos dirigimos a la oficina de turismo sita en Via Vittorio Emanuele II, junto a la iglesia Badia di Sant’Agata y a tan solo 100 metros de la piazza del Duomo, a la que se asoman los principales monumentos de la ciudad, entre los que destaca la Basílica Catedral di San’Agata. También se encuentran allí el Palazzo dei Chierici y la Fontana dell’Amenano. En el centro de la plaza está el emblema de Catania, la Fontana dell’Elefante (uʻ Liotru).

En las dos horas largas que estuvimos en Catania todavía nos dio tiempo a contemplar la iglesia de San Francisco de Asís y a visitar el Teatro Antico, construido en el siglo II dC con roca de lava del Etna con capacidad para unos 5.000 espectadores. De regreso al coche nos detuvimos en las plazas Giuseppe Manzini y Vincenzo Bellini, a la que se asoma el Teatro Massimo Bellini, inaugurado en 1890 y dedicado a las representaciones de ópera. De regreso a Siracusa por fin pudimos contemplar el volcán Etna, que 16 días después entró en erupción.

Hemos estado ya en la mayoría de los lugares más importantes de Sicilia, pero todavía nos falta la capital, Palermo, pero de ello espero seguir hablando la próxima semana. El viaje continúa.

SICILIA (2): El Casale, Enna y Siracusa

Continúo el relato del cuarto viaje del año, realizado del 10 al 20 de mayo a Sicilia, que dejaba la pasada semana tras visitar los templos de Agrigento. El principal objetivo para el día 14 consistía en visitar un lugar que ya conocíamos, pero que en nuestro anterior viaje nos impactó por ser una de esas cosas únicas en el mundo. Situada a 92 km de nuestro hotel, en las afueras de Piazza Armerina, se trata de la Villa del Casale, una villa romana que desde 1997 forma parte de la selecta lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Está tan bien conservada gracias a una capa de barro que la cubrió tras una inundación.

La Villa del Casale es famosa gracias a la excepcional colección de mosaicos que alberga en su interior, que ocupan unos 3.500 metros cuadrados, con imágenes de héroes y dioses, escenas de caza, juegos y vida cotidiana. Varias salas dan a un patio con sus pórticos cubiertos de mosaicos y una fuente en el centro. Uno de los lugares más espectaculares es el pasillo de la Gran Caza, de 71 metros de largo, con un gran mosaico con escenas de la captura de animales africanos, como rinocerontes, leones, elefantes y antílopes, y su traslado en barco a Roma. Sin embargo, quizás el mosaico más conocido es el de la sala en la que aparecen 10 muchachas en bikini, practicando diferentes pruebas deportivas.

Como se había echado la hora, nos desplazamos 8 km hasta el centro de Piazza Armerina para picar algo, cosa que hicimos en el Caffé del Centro, degustando una pequeña pizza y una especialidad muy siciliana, el arancini, unas bolas de arroz empanadas y fritas, cuyo relleno puede variar. En nuestro caso una fue de ragú y otra de queso. Son como una bomba que te deja lleno. Antes de comer dimos un corto paseo cuesta arriba hasta lo alto de la colina, donde se encuentra el Duomo, mientras contemplamos otros antiguos edificios.

Para visitar por la tarde elegimos la población de Enna, distante 31 km y erigida en lo alto de un escarpado cerro a 931 metros de altitud, sobre el que se levanta el castillo de Lombardía. Partiendo del mirador del Belvedere, la mayoría de los palacios, iglesias y el Ayuntamiento se encuentran a lo largo de una calle, adornada con cuadros. Sólo accedimos al interior de dos iglesias, la de Santa Chiara y a la más espectacular de todas, que nos encantó, el Duomo, dedicado a Maria Santissima della Visitazione, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad UNESCO. Eso si, todos los bares estaban cerrados.

Como lo habíamos visto desde el Belvedere de Enna, nos desplazamos tan sólo 6,5 km al pueblo que teníamos en frente, también construido sobre un cerro, Calascibetta. Nada más llegar a su parte alta nos sorprendió un buen chaparrón, así que aprovechamos para tomar un café en el único lugar prácticamente llano, la plaza a la que se asoma la iglesia de María Santissima del Monte Carmelo. Como era tarde y el tiempo inseguro sólo visitamos los alrededores, donde se encuentra la Grote di Vía Carcere, antiguas cuevas excavadas en la roca, siendo una de ellas una antigua prisión. También nos acercamos hasta el Museo della 500, dedicado al pequeño Fiat, pero estaba cerrado. Todavía tuvimos por delante 89 km para regresar a nuestro hotel en Agrigento.

El 15 de mayo tuvimos unas previsiones meteorológicas espantosas que luego se cumplieron, pues nada más salir de desayunar comenzó una fuerte tormenta, con rayos, truenos y mucho viento, así que nos recluimos en la habitación hasta las 11 de la mañana, cuando dejó de llover y pudimos emprender el viaje a nuestro siguiente destino, Siracusa, distante 210 km, eligiendo para pasar las tres siguientes noches en el que luego resultaría con mucho el mejor hotel del viaje, el Mercure Siracusa Prometeo ****. Luego supimos que en Agrigento hubo inundaciones y en Siracusa había alerta naranja, por lo que cerraron la zona arqueológica que pensábamos visitar. Siracusa nos recibió con un fuerte chaparrón y las calles llenas de charcos, así que nueva espera en la habitación hasta media tarde, cuando definitivamente dejó de llover, animándonos a salir con paraguas y chubasquero hacia el centro histórico. Contemplamos el Santuario della Madonnina y pasando junto al Panteón, continuando hasta el Ponte Umberto y la Dársena, donde se encuentra la escultura de Archimede. La segunda noche descubrimos que cerca del hotel teníamos un buen restaurante, el Nabu, dejándonos asesorar por la chef, así que repetimos la noche siguiente.

Nuestro destino en Siracusa fue el centro histórico de Ortigia un lugar plagado de edificios históricos que desde el año 2005 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, dándonos la bienvenida el antiguo templo griego dedicado al dios Apolo. De allí continuamos hacia la piazza del Duomo, a la que se asoman la Catedral barroca y tres monumentales palacios, el de Beneventano de Bosco, el del Senato, sede del Ayuntamiento y el de Arcivescovile e Ipogeo. Hicimos una pausa para tomar un café y el postre más tradicional de Sicilia, el canolo, una masa frita y crujiente rellena de ricotta, aunque el relleno puede variar. Continuamos caminando hasta el extremo de Ortigia, donde se encuentra el castello Maniace, deteniéndonos de regreso ante la impresionante fuente de Arethusa y en la piazza Archimede, donde se encuentra la preciosa Fontana di Diana. Al final no llovió y pudimos caminar algo más de 7 km.

Debido a las intensas lluvias del día anterior, el 16 de mayo tuvimos que cambiar de planes, para visitar lo que habíamos dejado pendiente, que además estaba a unos pasos de nuestro hotel. Se trata del Parque Arqueológico de Neápolis de Siracusa, que también forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Lo primero que vimos fue el Altar de Hierón, de 198 metros de longitud y 22,8 metros de anchura, construido entre el 241 y el 215 aC dedicado a Zeus Eleutherios. De allí nos trasladamos al Teatro griego, que nos decepcionó bastante, por estar las gradas preparadas para espectáculos. Sobre él se encuentran las cuevas que forman parte de la Necrópolis de Grotticelle. Antes de salir nos detuvimos en el Anfiteatro romano, excavado en la propia roca y adornado con la escultura “Ícaro blu”.

He dejado para el final lo que más me gustó del recinto arqueológico, la Oreja de Dionisio, una cueva excavada en la roca por esclavos, que sirvió como cantera para extraer piedra y como cárcel, en la que Dionisio recluía a los disidentes para poder escuchar sus planes debido a su buena acústica. En su entorno se encuentra la llamada Latomia del Paraíso, una antigua cantera. Todo este recinto está rodeado de vegetación y adornado por numerosas esculturas.

Hemos estado ya en algunos de los lugares más importantes de Sicilia, pero todavía nos quedaba mucho por recorrer, aunque de ello espero seguir hablando la próxima semana. El viaje continúa.

SICILIA (1): Los templos griegos

Con bastante retraso, inicio el relato del cuarto viaje del año, realizado del 10 al 20 de mayo, que tuvo como destino la isla de Sicilia. El comienzo fue un poco problemático pues el vuelo de Volotea con destino a Palermo salió con casi dos horas de retraso, lo que nos permitió conocer la sala VIP del aeropuerto de Bilbao gracias a la tarjeta VISA. Eso si, llegamos a Sicilia pasada la media noche. Menos mal que, pese a la hora intempestiva, nos vinieron a recoger de nuestro alojamiento, Residence Villa Rosa Dei Venti ****, con el que lo teníamos incluido en el precio. Eso si, entre pitos y flautas, pese a estar ubicado en Cinisi, a poco más de 8 km del aeropuerto, hasta la una y media de la madrugada no nos fuimos a la cama, así que no pudimos disfrutar de la coqueta habitación con terraza a la piscina, ya que a las 9 de la mañana nos tenían que devolver al aeropuerto para recoger el coche.

El 11 de mayo estábamos de nuevo en el aeropuerto para tramitar la recogida del coche que teníamos reservado con la compañía Noleggiare. Allí nos entregaron un coche enorme, un Peugeot 5008, con el que recorrimos 1.800 km por Sicilia, aunque nuestro primer destino se encontraba a tan sólo 90 km, en el noroeste de la isla, en las salinas de Nubia, cerca de Trapani. Se trataba del Relais Antiche Saline ****, un sencillo pero confortable alojamiento a 90 € la noche con desayuno, el más barato con diferencia del viaje. El trato era muy familiar, así que en cuanto llegamos nos dieron la habitación. Por la noche disfrutamos de una espectacular puesta de sol, adornada con la Torre Nubia.

El Hotel no tiene restaurante, así que nada más instalarnos en la habitación, caminamos 350 metros hasta la Salina Culcasi di Nubia con idea de comer en la Trattoria dei Sale, cosa que luego hicimos tras visitar el interesante Museo del Sale, ubicado en el antiguo molino. Luego disfruté de un espectacular plato de pasta con marisco, así que volvimos a cenar, en este caso una riquísima sepia a la parrilla. Al día siguiente por la noche volvimos a las salinas para ver la puesta de sol y luego cenar en La Torre di Nubia, ubicado a unos 2 km del hotel, junto a la torre del mismo nombre. Nos encantó el hotel y esta zona de salinas.

Tras comer y un poco de siesta, pues la noche anterior habíamos dormido poco, nos desplazamos 9 km hasta las afueras de Trapani, para coger el Funivia Trapani-Erice, un teleférico con servicio constante que enlaza estas dos poblaciones. Erice se encuentra en lo alto del Monte Giuliano a unos 751 metros. Es el pueblo que más me ha gustado de Sicilia. Está parcialmente amurallado, accediendo a su interior por la Porta Trapani, llegando enseguida al Real Duomo y Torre de Re Federico. Pasamos junto a varias iglesias y la Piazza della Logia, para luego subir hasta el Castello di Venere. No ha estado nada mal esta primera jornada y qué suerte tuvimos, pues al día siguiente Erice estuvo oculto por las nubes.

La jornada del 12 de mayo prometía ser una de las más interesantes del viaje, teniendo la primera parada en el Parque Arqueológico de Segesta, una antigua ciudad habitada por los Elimi, pobladores de esta zona antes de la llegada de los riegos. Como había 14 autobuses con escolares, tras aparcar el coche cogimos un autobús que te sube hasta una colina en la que se encuentra un espectacular teatro griego muy bien conservado, construido a finales del siglo III aC con capacidad para 3.000 personas. De nuevo junto a la entrada deambulamos por uno de los templos griegos mejor conservados, que data del siglo V aC.

Unos 35 km después, con idea de parar a comer, nos detuvimos en Gibellina, pueblo reconstruido unos 20 km más abajo del original, pues fue completamente arrasado por el terremoto de 1968. Se autoproclama como “Ciudad del Arte Contemporáneo”, por contar con numerosas esculturas de artistas de fama mundial, pero las que más nos interesaban no conseguimos dar con ellas. Parecía un pueblo fantasma, aunque encontramos un bar para poder comer tras contemplar la la Porta del Belice, más conocida como la Stella di Consagra, por el nombre de su autor, Pietro Consagra.

La tarde avanzaba cuando nos desplazamos 30 km hasta un lugar de cuyo nombre nunca me acuerdo, Selinunte. Por error pasé primero por el puerto pesquero, antes de acercarnos a nuestro destino, el Parque Arqueológico de Selinunte, el más extenso de Europa, que cuenta con restos de numerosos templos de orden dórico, repartidos a lo largo de 270 hectáreas, El más interesante y mejor conservado es el Templo E, conocido también como el Templo de Hera, aunque hay quien dice que fue dedicado a Afrodita, construido hacia mediados del siglo VI aC. Junto a él se encuentra la cantera.

Continuamos el paseo caminando hasta el Museo Baglio Florio, que exhibe objetos encontrados durante las excavaciones en el parque. Mientras esperábamos al vehículo eléctrico que nos desplazó al siguiente templo, aprovechamos para tomar un café. Nuestro destino era el segundo templo mejor conservado de Selinunte, el C, un templo griego de estilo dórico muy antiguo, construido a mediados del siglo VI aC. Aquí empezamos a ver lo caras que son las entradas en Sicilia, pues entre Segesta y Selinunte, entre los dos hemos dejado casi 80 €. Y acabamos de empezar. De aquí tuvimos casi 100 km para regresar al hotel.

El 13 de mayo tuvimos que recorrer 182 km para llegar a una nueva localidad, Agrigento, en la que pasamos dos noches en el Hotel Della Valle ****. Una vez instalados en la habitación, nos trasladamos a un lugar muy cercano y que ya visitamos en el año 2000. Se trata del Área Arqueológica del Valle de los Templos, que desde 1997 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, por ser el conjunto de templos griegos mejor conservado del mundo, visitando en primer lugar el de Giunone o Juno, para luego desplazarnos al mejor de todos, el de la Concordia, construido en la segunda mitad del siglo V aC, delante del cual se encuentra la escultura “Ícaro caído”, obra de Igor Mitoraj.

Continuamos recorriendo el Área Arqueológica del Valle de los Templos de Agrigento pasando por la Necrópolis paleocristiana y observando el proyecto de recuperación de la Capra Girgentana. Visitamos a continuación la sala de exposiciones de Villa Aurea, bordeamos los jardines de la Kolymbethra y nos acercamos a las columnas que se conservan del Templo de Hércules o Heracles (Tempio di Ercole), para concluir nuestro recorrido contemplando el templo de los Dioscuros (Tempio di Castore e Pulluce), que data del siglo V aC. Finaliza aquí una jornada intensa, con la mañana de viaje y la tarde de templos.

Hemos estado ya en algunos de los lugares más importantes de Sicilia, pero todavía nos queda mucho por recorrer. El viaje continúa.

Por tierras de Albacete (y 2)

Continúo el relato de la escapada realizada a la provincia de Albacete del 7 al 11 de abril, que dejaba la pasada semana en Almansa. El 9 de abril iniciamos la jornada desplazándonos 55 km hasta el primero de los pueblos en los que se rodó “Amanece, que no es poco”, una película de humor absurdo dirigida y escrita por José Luis Cuerda, estrenada en enero de 1989. Se trata de Liétor un pueblo de algo más de mil habitantes en el que teníamos contratada una visita guiada, única forma de ver sus iglesias. Estamos en uno de los pueblos más bonitos de Castilla-La Mancha, siendo el que más me gustó en esta escapada. La primera cita fue en le iglesia parroquial de Santiago Apóstol, construida en el siglo XVIII, llamando la atención el trampantojo de su retablo mayor. Guarda también la sección de Etnografía del Museo parroquial, muy interesante por cierto.

Al lado tenemos la Plaza Mayor, presidida por el Ayuntamiento y la hermosa Fuente del Pilar. Comienza entonces el recorrido por las estrechas callejuelas d su casco antiguo, pasando por varios lugares que sirvieron de decorado a la mencionada película, siendo el más interesante de esta localidad la ermita de Nuestra Señora de Belén, en la que su atractivo reside en que está completamente decorada con pinturas populares, realizadas entre 1734 y 1735, con una gran variedad iconográfica.

Continuamos nuestro recorrido por Léitor, acercándonos a los miradores situados sobre un acantilado, que dominan la vega del río Mundo. Junto a uno de ellos se encuentra una de las tirolinas más grandes del Mundo, en alusión al río, que vuela a 105 metros de altura durante dos minutos. Todavía nos queda una iglesia por ver, la de San Juan de la Cruz, perteneciente al convento de los Carmelitas Descalzos, cuya cripta guarda varios cuerpos momificados. Mucho más agradable fue la última visita al antiguo lavadero, que funcionó entre los años cincuenta y ochenta del siglo pasado.

Comimos en Léitor y nos desplazamos 21 km a otro de los escenarios de la película “Amanece, que no es poco”, que cuenta con una población de 608 habitantes, Aýna, en el que llamó nuestra atención el acento sobre la y. Sin embargo poco nos dijo, pues cuando lo visitamos parecía un pueblo fantasma con los bares cerrados. Lo más interesante lo tuvimos antes de llegar, cuando nos detuvimos en dos miradores, primero en el del Diablo, desde donde se contempla todo el pueblo y, más adelante, en el Sidecar, protagonista en la citada película, como lo fue Amancio Palacios, que hizo de asesor político. Por ello, que le llamen “la Suiza manchega”, me parece un poco pretencioso.

Aunque la tarde avanzaba, pese a quedarnos lejos, 73,5 km, como estaba a tan sólo 12 km del Parador, decidimos acercarnos a Chinchilla de Monte-Aragón, localidad dominada por el símbolo de esta población, el castillo de origen árabe. Aunque ya habíamos estado en Chichilla diez años antes, no conocíamos un lugar muy pintoresco, las Casas del Agujero, cuevas-vivienda excavadas en la roca, cuyo origen se remonta al siglo XVI, cuando la población musulmana y judía fue expulsada de sus viviendas.

Ya que estábamos en Chinchilla decidimos acercarnos a tomar un vino al centro de su casco antiguo, la plaza de La Mancha o Plaza Mayor, a la que se asoman los principales edificios de esta población, como la barroca Casa Consistorial, situada junto a su antiguo acceso, el Arco de la Villa. En el otro lateral está la neoclásica Torre del Reloj y, enfrente, la iglesia arciprestal de Santa María del Salvador. Casi al lado se encuentra un imponente palacio, la Casa solar de los Núñez Cortés. De aquí regresamos al Parador.

Iniciamos el día 10 con muchos kilómetros por delante hasta Riópar, donde nos detuvimos a tomar un café en el restaurante Los Bronces, sorprendiéndonos que sobre la barra había un póster del Athletic. Nuestro destino estaba 8 km más adelante en el parking de la explanada de los Chorros, punto de partida para subir caminando durante menos de media hora por un sendero perfectamente acondicionado, hasta la base de un escarpe de unos trescientos metros de altura. En él nace el río Mundo, precipitándose el agua desde la cueva de los Chorros en forma de cascada de 86 metros de altura. Caminando otros veinte minutos llegamos al segundo mirador, desde donde se contempla de más cerca la cascada superior, que resulta impresionante cuando se produce el “reventón”, tras varios días de lluvias intensas He estado en dos ocasiones en este lugar, pero no he tenido la suerte de coincidir con ese fenómeno.

A 12 km tuvimos nuestro siguiente destino, Villaverde de Guadalimar, un pueblo del que nunca había oído hablar que cuenta con una población de tan sólo 310 habitantes pero, como estaba tan cerca, allí nos fuimos. Nuestro objetivo consistía en caminar por la Senda Encantada, un espacio cargado de historias y leyendas, de gnomos, ninfas y elfos, en el que algunos de los pinos del bosque han sido esculpidos con curiosas formas. Discurre esta ruta, de una hora de duración, en torno al arroyo de los Pajares,

Como nos pillaba de paso, 38 km más tarde nos detuvimos en Molinicos, un pueblo de 785 habitantes, que fue el tercer escenario de la película “Amanece, que no es poco” y que se encuentra bañado por el arroyo de Fuente de la Higuera. Sus casas están casi todas en cuesta, siendo prácticamente el único lugar llano la plaza que ocupan el antiguo y el nuevo Ayuntamiento. Sin embargo, lo que más llamó mi atención fueron los numerosos murales que aparecen dispersos por la población.

La tarde avanzaba, pero todavía tuvimos tiempo para desplazarnos hasta Yeste, población de 2.509 habitantes situada a 25 km de Molinicos, por una carretera que pasa junto al embalse de la Fuensanta. Su edificio más notable es el castillo, antigua fortaleza islámica del siglo XI junto a la que se encuentra la Torre del Homenaje del siglo XIV. Entre los siglos XIII y XVI sirvió de residencia de los comendadores de la Orden de Santiago. Otro edificio de interés es la iglesia gótica de la Asunción. Aquí concluyó esta ajetreada jornada, teniendo por delante 129 km para regresar al Parador.

El 11 de abril, tras visitar el Museo de la Cuchillería, del que ya os hablé, nos dispusimos a cubrir los 655 km que nos separaban de Leioa.

Os muestro a continuación otros lugares que visitamos hace 10 años. Así, el 21 de abril de 2015 estuvimos recorriendo la Hoz del Júcar, visitando los hermosos pueblos de Jonquera y Alcalá del Júcar.

Un día después, tras acercarnos al nacimiento del río Mundo, visitamos Riópar Viejo y Alcaraz.

Próximo destino: Sicilia.

Por tierras de Albacete (1)

Para la tercera escapada del año elegimos un destino que hacía 10 años que no visitábamos, la provincia de Albacete, que tiene una extensión bastante grande, 14.858 km², y una población de 389.070 habitantes, de los que casi la mitad, 174.137, viven en su capital, a la que nos desplazamos del 7 al 11 de abril, tras cubrir los 655 km que nos separaban de Leioa. Es la provincia más oriental de Castilla-La Mancha y, debido a su tamaño, no pudimos recorrerla en su totalidad, así que lo que os muestro a continuación es lo que hicimos en cinco días.

Para pasar las cuatro noches de esta escapada elegimos un alojamiento con un buena relación calidad-precio, el Parador de Albacete ****, situado en las afueras de la capital, en medio de la nada, en el km 251 de la CN-301. Las habitaciones de este confortable alojamiento se ubican en torno a un patio interior y cuentan con muebles castellanos. Dispone de amplios jardines y una piscina. El restaurante oferta gastronomía manchega, pudiendo disfrutar en la cena de un plato de migas como a mí me gustan.

El 7 de abril, tras instalarnos en el Parador y quedar con nuestros amigos madrileños, nos dirigimos al centro de Albacete, distante 5,5 km, dejando el coche en el Parking Catedral, ubicado junto al primer edificio que visitamos, la Catedral de San Juan Bautista, que se comenzó a construir en 1515, aunque se fue demoliendo según se avanzaba, datando la que ahora vemos del año 1949, cuando se concluyó en estilos neorrománico y neogótico. De su decoración interior destacan las pinturas realizadas por Casimiro Escribá, que constituyen una de las mayores obras pictóricas del mundo realizadas por un único autor, representando episodios de la Biblia.

A tan sólo 200 metros de la Catedral tuvimos la siguiente cita en una coqueta zona verde, la plaza Altozano, a la que se asoma la antigua Casa Cortés, que fue sede del Ayuntamiento. Cuenta con una fuente, numerosas flores y varias esculturas, como la reproducción de una de las más emblemáticas del arte íbero, la Bicha de Balazote. Desde 1998 está también el monumento al Cuchillero, añadiéndose en 2023 el dedicado al albaceteño José Luis Cuerda, autor y director de la película “Amanece, que no es poco”, cuyos escenarios de rodaje recorrimos en días siguientes.

Callejeamos luego por Albacete en busca de otro lugar emblemático, el Pasaje Lodares, monumental galería comercial situada entre las calles Tinte y Mayor, construida a semejanza de las galerías italianas y proyectada por el arquitecto valenciano Buenaventura Ferrando Castells en 1925. De vuelta al parking ví un par de coloristas murales y la estatua dedicada a Isabel de Portugal, señora de Albacete entre 1526 y 1539. Es una réplica de la original, que se encuentra en el Museo del Prado. De esta forma concluyó la primera jornada.

Aunque no lo visitamos hasta el día 11 por la mañana, antes de abandonar el Parador, incluyó aquí la visita que realizamos a un lugar que no hay que perderse en Albacete, el Museo de la Cuchillería, ubicado en la plaza de la Catedral en la casa de Hortelano, un palacete de principios del siglo XX. Este museo expone obras de arte únicas del mundo de la cuchillería de todos los tipos, estilos, materiales y épocas. También recrea un antiguo taller cuchillero y muestra antiguas fotografías y una buena colección de tijeras.

El día 8 de abril iniciamos a jornada desplazándonos 67 km hacia el este hasta la población de Alpera, que ronda los 2.300 habitantes y cuenta con varios atractivos en la periferia de su centro urbano, acercándonos en primer lugar al curioso Pozo de la Nieve, construcción perteneciente a la arquitectura de piedra seca para almacenar hielo. Tiene un diámetro de 17,5 metros, una profundidad de 10 y una cúpula de 7 metros de altura. Una vez en el centro visitamos la parroquia de Santa Marina, construida durante los siglos XVII y XVIII, el antiguo lavadero y el mercado. Contemplamos también el Ayuntamiento, la ermita de San Roque, los hermosos murales y las decoradas botellas de vino de la Bodega Santa Cruz, a la que luego fuimos a comprar vino, que decoran la población. Cuenta también con la Trilladora T-110, fabricada en Gasteiz en 1914.

Más lejos del centro de Alpera se encuentra su principal atractivo, que hay que visitar  con guía. Se trata de la Cueva de la Vieja, un abrigo de notables dimensiones que desde 1998 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Cuenta con 170 imágenes, entre las que destacan 33 arqueros, 15 ciervos, 10 cabras, 5 toros y un caballo. Tras comer en un bar de la población, volvimos a las afueras para bajar la comida caminando por el Parque de la Mejorada, de 12 hectáreas de extensión y ejemplares de gran edad de pino carrasco y encinas. En una esquina del parque se encuentra el Templete de la Santa Cruz.

Tras el paseo por Alpera, de nuevo a la carretera para cubrir los 22 km que nos separaban de una población mucho mayor, Almansa, que cuenta con más de 24.000 habitantes, en la que antes destacaba una actividad venida a menos, el calzado y otros artículos de piel, pues ahora sólo hay abierto un Outlet. El gran atractivo de Almansa es su castillo, de origen almohade (siglo XII), aunque reconstruido en el siglo XIV cuando pasó a manos del infante don Juan Manuel. Dispone en su interior de un Centro de interpretación y zona arqueológica.

Una vez visitado el castillo hicimos lo propio con otros dos lugares que se encuentran casi al lado, comenzando por el Palacio de los Condes de Cirat, que data del siglo XVI y es en la actualidad la sede del Ayuntamiento. En un patio anexo encontramos la colección de esculturas modernistas de José Luis Sánchez. Al lado tenemos iglesia arciprestal de la Asunción, frente a la que se encuentra la llamada Fuente de los patos, que realmente son cisnes. El parque cercano, al que nos desplazamos para tomar un vino en una terraza, supuso el final de nuestra visita a Almansa. Por delante tuvimos 69 km para regresar al Parador.

Todavía nos quedan unos cuantos lugares por visitar en la provincia de Albacete. La escapada continúa.

Viaje a Andalucía (y 8): Marbella y Estepona

Continúo el relato del viaje realizado por tierras andaluzas del 17 al 28 de marzo, que dejaba la pasada semana tras visitar la ciudad de Málaga. El 27 de marzo iniciamos un nuevo recorrido por la costa malagueña, deteniéndonos cuando llevábamos menos de 18 km, en el municipio de Benalmádena, para visitar el exterior del castillo de Colomares (2 € los jubilados), pues no hay acceso al interior. Fue construido entre 1987 y 1994 para homenajear a Cristóbal Colón y presume de ser uno de los monumentos más famosos y hermosos de la provincia de Málaga. Cuenta con un bar en el interior del recinto.

La siguiente parada la tuvimos 37 km después en Marbella, población en la que en un anterior viaje nos gustó su casco antiguo. Dejamos el coche en el Parking APK2 Arias Maldonado, situado en la calle del mismo nombre, bastante cerca de la oficina de turismo, ubicada muy cerca junto al Paseo Marítimo, donde hicimos una pausa en la terraza de un bar. Caminamos por el paseo hasta la playa del Faro, donde se encuentra la estatua de Venus haciendo esquí acuático. Desde allí observamos al fondo la costa africana.

Enseguida abandonamos el paseo para caminar por otro lugar emblemático de Marbella, la avenida del Mar, un paseo peatonal que nos conduce al casco antiguo y que se ha convertido en un mueso al aire libre, pues su parte central la adornan un buen grupo de surrealistas esculturas de bronce obra de Salvador Dalí. Esta avenida conduce sin solución de continuidad al parque de la Alameda, un oasis en el centro de la ciudad, que cuenta con abundante arbolado, bancos decorados y una coqueta fuente central.

Cruzamos la avenida Ricardo Soriano y ya estamos en el casco antiguo, al que accedemos por la pintoresca y estrecha calle San Lázaro y nos dirigimos al centro de la parte antigua, la preciosa plaza de los Naranjos, en la que se encuentra el Ayuntamiento y la Casa del Corregidor y a la que se asoma la ermita de Santiago. De allí nos dirigimos a la iglesia de Santa María de la Encarnación, magnífico ejemplo de la arquitectura religiosa andaluza. Deambulamos luego por la parte vieja con rumbo a la calle Ancha, a cuyo final se encuentra la iglesia del Santo Cristo de la Vera Cruz. Concluido este recorrido, con todos los restaurantes abarrotados, deshacemos lo andado para comer, muy bien por cierto y con una excelente relación calidad-precio, en La Almadraba del Puerto, en la plaza de la Victoria, donde se encuentra la famosa ranita.

La siguiente cita la tuvimos a 33 km, en una localidad que no conocía, Estepona, cuyo casco antiguo es un buen ejemplo de pueblo andaluz, con casas encaladas adornadas con numerosas macetas con flores, así que deambulamos por sus calles, como el pasaje Maruja Mallo y la calle Concepción, con rumbo a un lugar icónico de Estepona, la plaza de las Flores. También nos acercamos a la iglesia de Ntra Sra de los Remedios, remodelada en 1772. Frente a ella se encuentra la estatua de uno de sus párrocos, Manuel Sánchez.

Una vez recorrido el casco antiguo, nos dedicamos a caminar por el Paseo Marítimo, que bordea la playa de Estepona y que está adornado por diferentes esculturas, siendo la que más me gustó “El viajero”, de  Juanjo San Pedro, que parece estar mirando a nuestro destino situado al final del paseo. Se trata del nuevo icono de Estepona, el Mirador del Carmen, un equipamiento cultural inaugurado en 2023, que en su planta 12 tiene el Cielo Skybar, que cuenta con una espectacular vista panorámica. Hay que pagar 3 € por utilizar el ascensor, que luego te descuentan de la consumición. De aquí regresamos al Parador, dando por concluida esta jornada.

El 28 de marzo, como no teníamos el vuelo hasta avanzada la tarde, decidimos aprovechar la mañana para una visita que teníamos pendiente y que nos encantó. el Museo del Automóvil y la Moda, situado en av de Sor Teresa Prat, 15 (entrada 4 €). Como no teníamos transporte público decidí llevar el coche, pues cuenta con un amplio aparcamiento. Lo que no sabía es que lo utilizan los vecinos de la zona, no pudiendo aparcar hasta dar tres vueltas. El museo merece realmente la pena, pues en sus trece salas pudimos contemplar casi un centenar de exclusivos vehículos restaurados y más de 200 piezas de alta costura.

A continuación nos desplazamos al centro de Málaga. Resulta difícil aparcar, así que lo hicimos en el parking más grande, el del Muelle Uno, bajo el Centre Pompidou, así que caminamos por lugares que ya conocíamos, pasando por el parque de Málaga, y la zona en la que amarran los cruceros. Teníamos un lugar pendiente de visitar, la plaza de la Merced, en la que se encuentra el obelisco en homenaje al General Torrijos, que luchó por la Constitución y fue fusilado en Málaga en 1831. Pasamos frente a la iglesia de Santiago y, como nos gustó dos días antes, volvimos a comer a la calle Granada.

No lo teníamos previsto pero, de regreso al coche, pasamos frente a un lugar del que nos habían hablado muy bien, el Museo de Málaga, que ocupa el Palacio de la Aduana, un edificio de estilo neoclásico proyectado en 1788 al estilo de los palacios renacentistas italianos, con un patio central porticado. Este museo es fruto de la unión de dos museos provinciales, el de Bellas Artes y el Arqueológico. Su tamaño es enorme, pues cuenta con más de 15.000 fondos de arqueología y unas 2.000 obras de arte desde el siglo XV al contemporáneo. Lástima de no haber dispuesto de más tiempo para disfrutarlo.

Rápidamente regresamos al Parador Málaga Golf, donde habíamos prorrogado la estancia hasta las 6 de de la tarde, así que solo nos quedó un breve tiempo para contemplar por última vez el mar Mediterráneo desde la terraza de la habitación, mientras veíamos cómo jugaban al golf en el campo que teníamos al lado. El aeropuerto lo teníamos a tan solo 5 km, así que pudimos devolver el coche antes de la hora prevista, las 18:30, y embarcar con tranquilidad pues nuestro vuelo de Volotea salía a las 20:25 h llegando al aeropuerto de Bilbao a las 10 de la noche.

De esta forma concluyó este intenso viaje por tierras andaluzas. Salimos de Bilbao el 17 de marzo con un día precioso y llegamos a Málaga cuando llovía con ganas. Cuando volvimos sucedió al revés, pues fue Loiu quien nos recibió con un buen chubasco.

Viaje a Andalucía (7): Málaga capital

Continúo el relato del viaje realizado por tierras andaluzas del 17 al 28 de marzo, que dejaba la pasada semana tras recorrer varios lugares de la provincia de Málaga. El 26 de marzo lo dedicamos a “patear” la capital malagueña. Para ello nos dirigimos al cercano Centro Comercial Plaza Mayor, donde dejamos aparcado el coche para tomar un tren de RENFE Cercanías hasta la estación Málaga Centro Alameda. Desde ella caminamos 550 metros hasta nuestro primer destino, el Mercado Central de Atarazanas, un amplio local con numerosos puestos de productos frescos y algunos de hostelería. Particularmente nos detuvimos en los de frutas, verduras y hortalizas y en los abundantes de pescado.

Salimos del mercado en busca de la Alameda Principal, por la que caminamos unos metros para llegar al monumento al Marqués de Larios, que se encuentra en la confluencia que da acceso a la emblemática calle malagueña del mismo nombre, que tenía ganas de conocer pues suele ser famosa por sus luces de Navidad. Pese a que dicen que es la quinta calle comercial más cara de España, no me dijo nada, así que la abandonamos por la calle Moreno Monroy, contemplando un curioso banco, enseguida los paneles de la “Farola de Orellana” y, más adelante, un mimo.

Pronto divisamos la torre de la Catedral de Nuestra Señora de la Encarnación, nuestro siguiente destino, aunque antes nos detuvimos ante el Palacio Episcopal, de finales del siglo XVIII, cuya elegante fachada luce con los rayos del sol. El origen de la Catedral se sitúa en 1487, aunque su construcción se alargó varios siglos. Lo primero que hicimos fue subir por una interminable escalera a lo alto de la torre campanario, de 87 metros de altura, para ver la proyección de realidad virtual, que no me dijo nada. Su interior cuenta con varias capillas, destacando la Capilla Mayor y el Coro.

A unos pasos de la Catedral, en la calle San Agustín, se encuentra nuestro siguiente destino, el Museo Picasso Málaga, cita obligada cuando se visita esta ciudad, pues responde al deseo del artista de que su obra estuviera presente en la ciudad de Málaga, en la que nació en 1881. La colección reúne 233 obras de la amplia variedad de estilos materiales y técnicas que dominó. También pudimos ver dos exposiciones temporales ya concluidas, la proyección de sombras “More Sweetly Play the Dance”, de William Kentridge y “Picasso: los cuadernos de Royan”.

Consultamos cuáles eran las mejores zonas de Málaga para picar algo, así que como se había echado la hora de comer, nos dirigimos a una de ellas pues la teníamos muy cerca. Se trata de la animada calle Granada, peatonal y con numerosos locales hosteleros. Casi en la esquina con la plaza del Carbón, degustamos un par de raciones en La Quintonería Majreta, para luego continuar nuestro recorrido, observando unos murales, hacia los Cines Albéniz, frente a los que se encentra la estatua dedicada al filósofo y poeta local Salomón Bel Gabirol. No había mucha gente en la calle pero, cuando volvimos dos días después, viernes, estaba abarrotada.

Enfrente tenemos uno de los pocos teatros romanos que han sobrevivido a los siglos, construido en el año 51 de nuestra era. Por él se accede al monumento que más me impresionó de Málaga, pues fue un grata sorpresa. Se trata de la Alcazaba, fortaleza medieval cuyos orígenes se remontan al siglo X, aunque fue ampliada durante la ocupación musulmana. Está rodeada de murallas de estilo árabe, contando con varias puertas, salas y patios con jardines y fuentes. Es como una Alhambra en pequeño. Desde lo alto se tiene unas magníficas vistas del puerto, la Catedral y la plaza de toros.

Tuvimos que caminar luego 800 metros, atravesando el parque de Málaga y la zona del Muelle Uno, para llegar a otra construcción emblemática, el Cubo, que alberga el Centre Pompidou Málaga, inaugurado el 28 de marzo de 2015 como primera sede del Centre Pompidou París en el exterior. Fue una pena pues estaban renovando las exposiciones temporales, por lo que solo pudimos contemplar la permanente, que ofrece un recorrido por el arte de los siglos XX y XXI y la exposición “Place-Ness. Habitar un lugar”, ya clausurada, con obras de gran formato.

Avanzaba la tarde cuando abandonamos el Centre Pompidou, teniendo a nuestra salida el Muelle Uno, centro comercial al aire libre inaugurado en noviembre de 2011, dentro de un plan de integración del puerto de Málaga con la ciudad. Aprovechamos para tomar un café en uno de sus bares, para luego dar un paseo por el Palmeral de las Sorpresas y el Parque de Málaga, pasando ante el edificio de la Autoridad Portuaria y enfilando la Alameda Principal para dirigirnos, tras caminar 1,5 km, a la estación Málaga Centro Alameda, donde cogimos el tren de RENFE Cercanías hasta la estación Plaza Mayor, el centro comercial situado cerca del Parador Málaga Golf.

De esta forma concluyó esta ajetreada jornada por la capital malagueña, pero todavía nos quedaban dos jornadas para seguir conociendo nuevos lugares. El viaje continúa.