MUTRIKU (Gipuzkoa), atalaya de la costa vasca

Continúo mi recorrido por municipios limítrofes de Bizkaia, en este caso con Berriatua y Ondarroa. Se trata de Mutriku, municipio situado a orillas del Cantábrico en la parte noroccidental de Gipuzkoa, en la comarca de Debabarrena. Cuenta con una población de 5.314 habitantes y una extensión de 27,69 km², entre la desembocadura de los ríos Deba y Artibai, donde se encuentra la mayor de sus playas, Saturraran, en la que concluiré el recorrido por este municipio, que comencé en el barrio de Astigarribia, antes de visitar el casco urbano, situado en un punto equidistante de la desembocadura de los dos ríos,

Situado a poco más de 5 km del centro de Mutriku, el barrio de Astigarribia supuso nuestra entrada en el municipio. Estamos en una zona eminentemente rural en la que vemos pastar a numerosas ovejas, situada en la ruta norteña del Camino de Santiago. Destaca en este lugar la iglesia de San Andrés que, aunque ha sido modificada, es una de las más antiguas de Gipuzkoa, pues aparece citada en un documento datado en 1081, en el que Don Lope Iñiguez, Conde de Vizcaya, la donaba al monasterio de San Millán de la Cogolla.

Camino de Mutriku nos detenemos en un lugar que una amiga, conocedora de la zona, me dijo que no dejáramos de visitar. Se trata de Kalbaixo, excelente mirador tanto sobre los caseríos del interior, como sobre la zona costera, con la Punta de Olas como telón de fondo. En el punto más alto se encuentra la ermita de Santo Kristo del Calvario, cuyas luces servían de referencia a los pescadores para orientarse. El primitivo templo fue construido a principios del siglo XVIII, pero fue ampliado en el siglo pasado. Adosado a la ermita está el restaurante Kalbaixo Jatetxea.

Finalmente llegamos al casco histórico de Mutriku, población fundada en 1209, que cuenta con el típico trazado de las villas medievales construidas en ladera. Aparcamos el coche y nos disponemos a recorrerlo a pie, deteniéndonos en primer lugar ante su edificio más grandioso, la neoclásica iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, declarada Monumento Nacional de Euskadi, que guarda en su interior un Cristo atribuido a El Greco y un lienzo de Cristo crucificado realizado por Francisco de Zurbarán. Frente a ella se encuentra el monumento a Txurruka.

Estamos en el rincón más coqueto del casco antiguo, la Txurruka plaza, en cuyo centro se alza el monumento a Cosme Damián Churruca y Elorza, científico, marino, militar y alcalde de Mutriku, nacido aquí el 27 de septiembre de 1761 y muerto en la batalla de Trafalgar el 21 de octubre de 1805. Cuenta la plaza con dos notables edificios, la Casa Consistorial, que data de 1731, y el barroco Galdona Jauregia, monumental palacio de finales del siglo XVII, que cuenta con un escudo de armas esquinero. A su lado existe un pequeño edificio de la misma época, actual sede de la oficina de turismo. En su entrada está la fuente de Arraturriaga.

Salimos de la plaza por Erdiko kalea, para continuar por Mutrikuko Kondea dejando a nuestra izquierda el Batzoki y a la derecha un vistoso edificio. Enseguida llegamos al primer palacio, uno de los mejor conservados de la costa gipuzkoana, Arrietakua Jauregia, construido a finales del siglo XVII y declarado Bien de Interés Cultural en el año 1965. Cuenta con curiosos escudos y tuvo importantes moradores, entre los que destacan el brigadier Cosme Damián de Churruca y el almirante Antonio de Gaztañeta. Vemos varias casas blasonadas pero en cuanto iniciamos el descenso hacia el puerto, a mano derecha tenemos una plaza que da a Erdiko kalea, a la que se asoma otro notable palacio, Zabiel Jauregia, del siglo XVI, que cuenta con un impresionante alero y escudo. Es la actual Kultur Etxea.

Enseguida llegamos a Beheko plaza, donde se encuentra el edificio del antiguo ambulatorio. Bajo ella está la plaza del mercado. Contemplamos algunos hermosos murales, como el de la ballena, pero nos dirigimos al último palacio que nos queda por ver, Montalibet Jauregia, mandado construir por el barón de Oña en el siglo XVIII, encargándoselo al arquitecto Francisco Ibero. Destaca el balcón corrido que ocupa la fachada principal y el escudo de armas en esquina. Concluimos este recorrido monumental pasando bajo la casa-torre medieval más alta de Gipuzkoa, antiguamente utilizada como torre de vigilancia del puerto. Se trata de Berriatua Dorrea, edificio de estilos gótico y renacentista considerado el más antiguo de la localidad, ya que subsistió al incendio que arrasó Mutriku en 1543.

Finalmente llegamos a un lugar lleno de encanto. Estamos en uno de los puertos más antiguos de Gipuzkoa, que hace un rato habíamos contemplado en toda su magnitud desde el Mirador de Atxukale, cerca del que luego comeremos. El puerto de Mutriku nos trae a la memoria los tiempos en los que sus arrantzales se dedicaban a la pesca de la ballena. Hoy todavía podemos contemplar pequeñas txalupas y las antiguas casas de los pescadores que, cada primer sábado de abril celebran el Berdel Eguna, cuando la pandemia lo permite.

Continuamos en el puerto, en el que la antigua lonja de pescadores (Lonja Zaharra), es unos de los edificios más emblemáticos. Data del siglo XVIII y en la actualidad es la casa social de la marina. Seguimos contemplando las casas de los pescadores y hermosas pinturas murales, acercándonos también a la pensión y restaurante Kofradi Zaharra, Es la última visita que realizamos en el pueblo.

Abandonamos el casco urbano de Mutriku, pero no el municipio, en el que todavía nos quedan dos visitas. La primera se encuentra en el interior, en el barrio de Olatz, zona rural por la que discurre la ruta jacobea, que cuenta con una coqueta iglesia dedicada a San Isidro, que ya aparecía citada en 1781. Cuando el sol comienza a ocultarse concluimos nuestro recorrido en la muga con Bizkaia, en la playa más extensa del municipio, Saturraran, donde nos entretenemos viendo a un grupo de patos y contemplando la emblemática roca que tiene su propia leyenda, que cuenta la historia de Satur y Aran, dos jóvenes enamorados.

INFO: Oficina de Turismo de Mutriku. Txurruka Plaza, 1. Tel. 943 60 33 78. https://www.mutriku.eus/es/turismo

LAUDIO/LLODIO (Araba), en el valle de Ayala

Como ya comenté, tras recorrer los 112 municipios de Bizkaia, empecé a visitar los limítrofes con esta provincia, por lo que el 5 de marzo de 2019 me desplacé a 31 km de Leioa, al alavés valle de Ayala, donde se encuentra el municipio de Laudio/Llodio, que tiene una superficie de 37,7 km², una población de 18.169 habitantes y una altitud que oscila entre los 120 metros de la vega de Areta y los 722 del monte Pagolar. Aunque el centro urbano se encuentra a orillas del río Nervión, a 126 metros de altitud, está rodeado de montañas tan conocidas como el Kamaraka (797 m) y Goikogane (702 m). Estamos en el segundo municipio más poblado de Araba tras su capital, Vitoria-Gasteiz. Es también el principal núcleo de servicios de la zona.

Nada más abandonar la autopista AP-68 en la Salida 3 (Laudio/Orozko), me detuve para realizar las primeras visitas, pues a un paso, cerca del barrio de Areta, tenemos el puente de Anuntzibai, mandado construir por el marqués de Falzes y obra del arquitecto Martín de Larrea, quien lo realizó en el año 1741 para unir la casa-torre, la ferrería y el molino del marqués, situados en la margen derecha del río Altube, con la ermita de San Miguel, ubicada en la margen izquierda. Tiene una longitud de 28 metros y destaca su arco de sillería rematado por un calvario. Junto a la ermita de San Miguel de Anuntzibai se encuentra el Restaurante Palacio de Anuncibai, que ocupa una antigua casa solariega.

Paso de largo el casco urbano de Laudio y me dirijo directamente a una zona rural situada a unos 500 metros de altitud, en la que fotografío un buen rebaño de vacas. Allí se encuentra el santuario de Santa María del Yermo, del siglo XV, construido en estilo gótico vasco. Para mí este lugar siempre será Santa Lucía, santa titular de la ermita anexa al santuario. En mis años mozos era habitual que realizáramos hasta aquí una ruta mañanera caminando desde Bilbao, pasando por el monte Pagasarri. Hamaiketako y 5 km de descenso hasta Laudio, para coger el tren de regreso a Bilbao. A un paso, en la carretera que desciende a Laudio, me detengo ante el humilladero de Santa Apolonia y San Antonio.

Nada más llegar al centro urbano de Llodio, me dirijo a ese remanso de paz que es el parque de Lamuza, que cuenta con una extensión de 8,5 hectáreas y una gran variedad de árboles, incluso exóticos, en alguno de los cuales se empieza a percibir la cercana primavera. Camino por los antiguos jardines de la finca del Marqués de Urquijo. Los edificios del palacio y demás dependencias acogen en la actualidad la Casa de Cultura. En el parque se encuentran también un estanque, un frontón y el edificio del Casino.

A un paso del parque de Lamuza se encuentra el centro neurálgico de la población, la porticada Herriko Plaza, presidida por el moderno edificio del Ayuntamiento, inaugurado el 3 de marzo de 2001. Cerrando la plaza se encuentra el edificio más notable de Laudio, la iglesia de San Pedro de Lamuza, construida en el siglo XVI sobre un antiguo templo del siglo XI, aunque fue reconstruida con posterioridad, concluyendo las obras en el siglo XVIII. Destaca su torre campanario y las imágenes que guarda en su interior.

En el paseo por el centro urbano hubo tres esculturas urbanas que llamaron mi atención. Comienzo de izquierda a derecha con la que se encuentra en la Herriko Plaza, “Reposo en el mercado”, de Enrike A Zubia Elordui. En la confluencia de Araba kalea con Zumalakarregi, encuentro la segunda escultura, obra del mismo autor, dedicada a la “Amatxu”. La tercera se encuentra a la entrada al parque de Lamuza desde Zumalakarregi kalea. Se trata de “Homenaje a Ruperto Urquijo Maruri”, poeta local (27/03/1875-10/01/1970), que compuso “En el Monte Gorbea”.

Fotografiado lo que más me interesaba, camino ahora sin rumbo descubriendo otros dos edificios que llaman mi atención, comenzando por el antiguo Museo Vasco de Gastronomía, situado cerca río Nervión, en Zubiko Etxea, junto a una amplia zona ajardinada. El otro se encuentra muy cerca. Se trata de la coqueta estación de RENFE. Concluyo este recorrido urbano contemplando algunas llamativas pinturas murales.

Un domingo en Delhi (India)

En los últimos años, en el mes de febrero me he desplazado a Canarias o al Caribe, pero este año lo he tenido que pasar en el dique seco. Ni siquiera puedo pensar en hacer planes para el futuro, así que, tirando de memoria he recordado que hace ya bastantes años, en 2007, este mes estuve recorriendo el Norte de la India durante 8 días, pasando mucho frío en Himachal Pradesh, donde nos nevó, y bastante calor en el Punjab, pues tenía una asignatura pendiente, el Templo de Oro de los sijs en Amritsar. Era mi sexto viaje a este fascinante país, que visité por primera vez en 1983, en un viaje de 31 días, en el que nos desplazamos en autobús desde Delhi hasta Kathmandú y Pokhara, en Nepal. En 1989, durante 21 días recorrí el Sur de la India y Sri Lanka,. En 1992, durante un mes estuve en Ladakh, Cachemira, Agra, Darjeeling, Sikkim, Calcuta y las islas Andamán. En 1993 regresé para pasar una semana en el Rajastán y otra en Calcuta y Orissa. Finalmente en 1997 durante tres semanas recorrimos el Rajastán acudiendo a la impresionante Feria del Camello de Pushkar. La India siempre me gustó, aunque dejé de visitarla al descubrir otros países del Sudeste asiático, donde especialmente me encantó Myanmar por su gente, en los que los hoteles costaban hasta cuatro veces menos.

He estado unas cuantas veces en esta ciudad de unos 20 millones de habitantes, observando los grandes cambios que ha habido entre 1983 y 2007, como la existencia de una clase media emergente. Lo primero que percibí en este sexto viaje es que lo que antes eran bicis ahora son motos y lo que antes eran motos ahora son coches, incluso algunos lujosos, modernos modelos de diferentes marcas, casi todos fabricados en India. Antes sólo veías los vetustos Ambassador y, en el anterior viaje, los pequeños Maruti. Delhi cuenta ya con Metro y raro es encontrar a una persona que no tenga un teléfono móvil, incluso en las zonas agrícolas más remotas. Pese a todo sigue siendo una ciudad de contrastes, como podéis ver en estas imágenes.

Domingo, 25 de febrero de 2007. Delhi tiene mucho que ver pero, lo más importante, lo vimos en una jornada. Como la ciudad habrá cambiado mucho desde entonces me voy a centrar en lo que permanece inalterable, su parte monumental, que cuenta con tres lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, así que empezamos por el último de ellos, el Fuerte Rojo o Lal Qila, que forma parte de la selecta lista desde 2007. Debe su nombre a sus muros de arenisca roja. La muralla mide 6,5 km de largo y su altura varía entre 16 y 33 metros. El domingo amanece gris y con mucha bruma e incluso chispea cuando pasamos ante el Fuerte Rojo. La agencia nos puso un coche con conductor para todo el día, siendo nosotros quienes decidíamos qué hacer en cada momento, así que optamos por volver a visitar los lugares en los que ya habíamos estado años antes.

Llueve ligeramente cuando pasamos el detector de metales que nos da acceso a la Gran Mezquita, llamada habitualmente Jama Masjid, situada en pleno “cogollo” del viejo Delhi. Es la mayor mezquita de la India y el principal centro de culto para los musulmanes de Delhi. Situada a unos pasos del Fuerte Rojo, fue mandada construir por el emperador mogol Shah Jahan, realizándose las obras entre los años 1644 y 1656, trabajando más de 500 artesanos en su construcción. Cuenta con tres cúpulas que están rodeadas por los dos minaretes de 40 metros de altura. El patio principal tiene capacidad para unas 25.000 personas. La mezquita guarda algunas reliquias del profeta Mahoma, como un pelo, una sandalia y la huella de su pisada. Como es domingo, hay poca gente en su interior.

Menos mal que deja de llover cuando nos dirigimos al enorme parque Shantivan, situado cerca del río Yamuna, en el que por primera vez vemos a numerosos habitantes de la gran ciudad paseando por este gran espacio verde, aunque muchas personas tienen como principal objetivo visitar el Raj Ghat, memorial en recuerdo del líder hindú Mahatma Gandhi. Se trata de una simple losa de mármol negro que marca el lugar en el que Gandhi fue incinerado el 31 de enero de 1948. En los alrededores del Raj Ghat se encuentran los puntos de cremación de los líderes indios Jawaharlal Nehru e Indira Gandhi. Nosotros nos lo tomamos con calma recorriendo todo el parque y contemplando las ardillas que por él corretean. Sin darnos cuenta se ha echado la hora de comer, pues tenemos que hacerlo pronto, ya que por la tarde queremos visitar los dos principales monumentos de la ciudad y cierran pronto. Para ello nos dirigimos a Connaught Place, el centro neurálgico de Delhi, donde se encuentra el frecuentado Kwality Restaurant.

Salimos del restaurante y el sol luce con fuerza, lo que no impide que caiga un impresionante chaparrón que cesa justo cuando bajamos del coche para entrar en el amplio parque en el que se encuentra la Tumba de Humayun, que forma parte de un complejo de edificios de arquitectura mogol, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993, por ser una de las primeras muestras de este estilo arquitectónico. Fue mandada construir en arenisca roja por la viuda principal del emperador Humayun, Harmida Begum, entre los años 1574 y 1579. Su estructura es octogonal, con los techos decorados con pinturas. Entre los edificios de este complejo destacan la Tumba del Barbero, construida en 1625 y la hermosa Tumba de Isa Khan, de forma octogonal y situada en el centro de un jardín, en la que reposan los restos de un servidor del emperador Akbar.

La siguiente cita la tenemos en el complejo Qutb, un conjunto de edificios cuya construcción inició Qutb-ud-din-Aybak. La joya es el Qutab Minar, el minarete de ladrillos más alto del mundo y un destacado ejemplo del arte islámico, que desde 1993 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Tiene una altura de 72,5 metros, siendo el diámetro en la base de 14,30 metros y de 2,70 en la parte más alta. La obra la concluyó en 1368 Firuz Shah Tughluq. Otros edificios de interés son el Alai Minar, un alminar que quedó incompleto. Alaudín inició su construcción con la idea de superar en altura al Qutab Minar, pero sólo se levantaron 24,5 metros de minarete. También destacan la mezquita Quwwat-ul-Islam, de 1190, la tumba de Iltutmish y la puerta de entrada al recinto (Ala-I-Darwaza), obra maestra del arte indo-musulmán. El complejo del Qutab Minar estaba abarrotado de gente. No todos iban a contemplar las ruinas, pues como las entradas son muy baratas para los indios, simplemente acudían para sentarse en el cuidado césped, a la sombra de un árbol, mientras los niños correteaban por el parque.

La Puerta de la India se encuentra en la gran avenida Rajpath, conocida como “el camino de los reyes”, en la que también hay varios edificios ministeriales. Se trata de un arco del triunfo, construido entre 1921 y 1931 por Edwin Lutyens para recordar a los soldados indios caídos durante la Primera Guerra Mundial y en las Guerras Afganas de 1919, figurando en sus paredes el nombre de 85.000 soldados. Tiene una altura de 42 metros y está también dedicado “a los muertos del ejército de la India que cayeron con honor en Francia y Flandes, Mesopotamia y Persia, este de África, Gallipoli y en cualquier lugar del cercano o lejano este…” Como la tarde quedó preciosa, cuando comenzaba a ponerse el sol el entorno de la Puerta de la India estaba muy concurrido, al estar rodeada de un gran espacio verde, donde se cuentan por miles las familias que acuden a pasar los domingos. Existe para ello un gran aparcamiento y numerosos vendedores ambulantes de globos y chucherías. Muy cerca de este lugar los jóvenes juegan al cricket, un auténtico fenómeno de masas en la India, como en Europa o Sudamérica es el fútbol.

Concluimos aquí nuestro recorrido dominical por la capital de la India, justo cuando la ciudad retoma la vida, pues los parques ceden el puesto al centro urbano y las calles se llenan de coches. Nosotros nos dirigimos al barrio de Karol Bagh, para efectuar las últimas compras. Son dos calles transversales llenas de tiendas y abarrotadas de gente. Aquí los comercios abren los domingos, acudiendo la población a comprar saris, sedas, objetos de plata…

Para nosotros fue la última visión que tuvimos de Delhi, ya que de aquí regresamos al hotel para una breve cena, ducha, cambio de ropa y traslado al aeropuerto, pues de madrugada salió nuestro avión de regreso a casa.

BERGARA (Gipuzkoa), Conjunto Monumental

Concluido mi recorrido por los 112 municipios de Bizkaia, comencé a recorrer los limítrofes con mi provincia. Por este motivo, el 17 de febrero de 2017, me acercaba a Bergara, municipio gipuzkoano muy extenso (75,97 km²), que cuenta con una población que se acerca a los 15.000 habitantes y limita con el bizkaino de Elorrio. Su casco histórico es muy interesante, estando considerado como un museo al aire libre, por contar con edificios de diferentes estilos arquitectónicos de los siglos XVI a XVIII. El municipio se asienta en el valle del río Deba, que pasa por su núcleo urbano. Cuenta también con varios barrios, algunos de los cuales tuve ocasión de conocer.

Antes de desplazarnos al centro de la población nos dirigimos al núcleo urbano que me parecía más interesante, Angiozar, que hasta 1927 perteneció al municipio de Elgeta. Antes de llegar tuvimos una magnífica vista de este barrio rural, pues sus casas se agolpan sobre la ladera de una colina, cuya cima ocupa el edificio más relevante, la iglesia de San Miguel Arcángel, de estilo renacentista y portada plateresca. Fue construida en el siglo XVI y un siglo después se le añadió la torre barroca.

Pasando de largo el centro urbano sin detenernos, nos dirigimos al siguiente objetivo, el Hórreo de Agarre (poner Agirre en el GPS), que data de la primera mitad del siglo XVI y es el único existente en Gipuzkoa. Fue construido con madera de roble sin utilizar un solo clavo, para almacenar por separado el trigo y el maíz. Enfrente se sitúa el caserío Agarre, donde dicen que nació San Martin Agirre, luciendo en la fachada el escudo de armas de la familia. Muy cerca vemos un coqueto palacio, Aumategi Jauregia.

Nos desplazamos por fin al casco histórico de Bergara, declarado conjunto monumental en junio de 2003. Antes de acceder a él nos detenemos en el palacio de Errekalde, antigua torre medieval remodelada en el siglo XVI y actual sede del Museo Laboratorium, rodeado de un jardín del siglo XIX. La siguiente cita la tenemos muy cerca. Se trata de la iglesia de San Pedro de Ariznoa, declarada monumento nacional. Fue construida entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII. La torre es un añadido barroco de 1742. Al lado tenemos la cuadrangular Torre de Olaso, también del siglo XVI, sede de Jakiunde, Academia de las Ciencias, de las Artes y de las Letras.

En nuestro recorrido por el centro histórico nos detenemos en el Palacio de Justicia. Aquí estaban las escuelas, el juzgado y la vieja cárcel, que en la actualidad cuenta con una biblioteca, llamada Angiolillo en referencia al anarquista italiano que mató a Cánovas del Castillo y que fue agarrotado en esta cárcel. Pasamos junto a las antiguas carnicería y pescadería, para luego contemplar la Casa Azkarate-Marutegi, en la que se descubrió la primera estufa renacentista completa de todo el Estado. Pasamos luego ante la Casa Jáuregi, de comienzos del siglo XVI, declarada monumento nacional, para volvernos a detener ante la Casa Iturritxo, también llamada Casa Zabala, que data del último tercio del siglo XVI, como atestigua el escudo que aparece en su fachada.

Hemos llegado al centro del casco antiguo, la plaza San Martín Agirre, a la que se asoman dos notables edificios. En primer lugar tenemos el antiguo Real Seminario, actual sede de la UNED, que fue uno de los centros de investigación y enseñanza más importantes de la Europa del siglo XVIII y cuna de la ciencia en Euskal Herria, pues en su laboratorio, el 28 de septiembre de 1783 tuvo lugar un descubrimiento de renombre mundial, ya que los hermanos Elhuyar consiguieron aislar un nuevo elemento químico, el wolframio. Enfrente tenemos el otro notable edificio, la Casa Consistorial, de finales del siglo XVII, obra del arquitecto Lucas de Longa. En su fachada hay tres grandes escudos. Continuamos por Barrenkalea para contemplar la Casa Arrese, de la primera mitad del siglo XVI, en la que destaca un magnífico balcón renacentista que hace esquina, con un escudo bajo él. Casi enfrente tenemos el Palacio Irízar o de Urrutia Espilla, del siglo XVII e inspiración herreriana. En este edificio se firmó el tratado de paz de la primera guerra carlista entre Maroto y Espartero el 31 de agosto de 1839. Muy cerca vemos el busto y fuente dedicado al pintor Simón Arrieta (1915-1969).

Cruzamos el río Deba y nos dirigimos directamente al templo más notable de Bergara, la iglesia de Santa Marina de Oxirondo, declarada monumento nacional. Fue construida entre 1542 y 1672, auque hubo que esperar a 1701 para que se le añadiera la torre barroca y a finales del siglo XVIII para el coro, realizado en estilo neoclásico por Alejandro de Miranda. La iglesia consta de tres naves, siendo el retablo del altar mayor lo que más llamó mi atención. Fue realizado entre 1739 y 1742 por Miguel de Irazusta, con imaginería de Salvador Carmona.

De regreso a donde hemos aparcado el coche, continuamos contemplando un pupurri de cosas, comenzando con el recuerdo al Abrazo de Bergara, tratado que se firmó el 31 de agosto de 1839 entre el general isabelino Espartero y trece representantes del general carlista Maroto, que puso fin a la Primera Guerra Carlista. El convenio quedó confirmado con el abrazo que ese mismo día se dieron Espartero y Maroto ante las tropas de ambos ejércitos. Seguimos nuestro recorrido contemplando hermosas pinturas murales, prácticos carteles informativos y monumentales edificios, entre los que destaca la Casa Ondarza, del siglo XVI, antes de concluir bajo el enorme colegio de la Compañía de María.

Nuestro recorrido por el municipio de Bergara concluye como empezó, en un barrio que cuenta con unos 50 caseríos diseminados por un hermoso entorno rural en el que pastan las ovejas. Se trata de Elosua, en cuyo pequeño núcleo se encuentra la Iglesia de San Andrés de Iriaun, de estilo churrigueresco tal como consta en documentos de 1468, aunque tanto la torre como el altar mayor son barrocos. En esta iglesia se escondió durante la guerra de Independencia el guerrillero conocido como el Cura Santa Cruz. Frente a la iglesia se encuentra un pequeño frontón cubierto y, a unos pasos, el caserío Iriaun o Ixaun, antigua casa-torre con el escudo de armas en la fachada.

INFO: Oficina de Turismo. Errekalde Jauregia. Juan Irazabal Pasealekua, 1. 20570 Bergara (Gipuzkoa). Teléfono 943 76 90 03. https://www.bergaraturismo.eus/es

Antzasti Euskaldunon Etxea, un museo en Artaun (Dima)

Por si acaso nos cerraban perimetralmente el municipio, como así ha sucedido 5 días después, el pasado 20 de enero decidimos desplazarnos a Artaun para visitar el Antzasti Euskaldunon Etxea, un interesante museo etnográfico dedicado al paso del siglo XIX al XX y al tránsito del mundo rural al urbano. Si utilizáis Google Maps como GPS os recomiendo no poner Antzasti como destino, pues es mejor utilizar la ruta habitual pasando por el centro de Dima (Ugarana), para de allí ir al barrio Artaun. Junto al museo no hay aparcamiento, pero podéis dejar el coche en el habilitado junto a la ermita de San Vicente, desde donde tenemos menos de 300 metros hasta el museo, pasando por Azurmendi Jatetxea. He comentado en varias ocasiones que cuando viajo por el mundo, siempre que tengo ocasión me acerco a los mercados y a los puertos pesqueros, pues es donde mejor se conservan las tradiciones, pero todavía no había dicho que el tercer lugar que procuro visitar son los museos etnográficos, para ver cómo era la vida en los lugares que visito.

Las hermanas Cristina y Elena Amezaga crearon hace tres años este interesante museo. Es esta última quien nos recibe en el jardín del caserío con vistas a las cumbres nevadas del macizo de Gorbeia. Con Elena, licenciada en Sociología y extrabajadora de ETB realizamos la visita. En una caseta allí existente se paga la entrada y puedes comprar productos de cosmética natural y queso, cuando hay. Empezamos a ver objetos de otra época, como el peso o la mesa en la que sirven el hamaiketako si lo has contratado. Creo que entre todos podemos apoyar iniciativas como ésta, máxime con lo mal que lo están pasando en los tiempos que corren. Pensad que por 14 € (2 entradas) Elena tuvo que venir a abrir el museo a la hora que le indicamos, poner luces y vídeos en marcha y atendernos durante más de una hora con continuas explicaciones. Veo quejarse mucho a la hostelería, pero sólo en el sector del turismo hay otros muchos afectados: transporte, hoteles, agroturismo, autobuses de alquiler, museos, máxime si son privados como éste y no digamos nada las agencias de viaje que, además de no vender nada, han tenido que devolver las ventas efectuadas con anterioridad a la pandemia.

Bueno, dejo de enrollarme y voy al grano. El museo que vamos a visitar se encuentra en el interior del caserío Antzasti, que más me parece una mezcla entre casa-torre y palacete, pues en nada se parece a la idea que tenemos del caserío vasco. Enseguida Elena nos aclara que es de planta típica arratiana, con tejado a cuatro aguas, como otros que podemos ver en los alrededores. Con las explicaciones de Elena pronto nos damos cuenta que valora más el concepto antropológico que el etnográfico y que las protagonistas son las mujeres, las etxekoandres, quienes realizaban casi todas las actividades.

Accedemos ahora al interior de la planta baja del caserío, aunque antes de entrar Elena nos muestra un pequeño habitáculo situado a la izquierda de la puerta. Es el txarritokia, el lugar destinado a los cerdos. La planta baja del caserío se dedicaba a la cuadra, donde se guardaban los aperos y los animales, que a su vez proporcionaban calor a la planta superior en donde se encontraba la vivienda. En la parte trasera se encontraba el pajar. Hoy es un enorme rincón expositivo de aperos y utensilios de labranza. Hemos empezado con fuerza la visita, pues es probablemente lo que más me ha gustado.

Enfrente tenemos otro lugar lleno de encanto, la reproducción de una cocina más moderna, pues procede de una casa de Bilbao. En esta amplia cocina vemos gran cantidad de menaje y utensilios, además de la chapa o cocina económica, una gran innovación que permitió a las mujeres poder cocinar de pie. En lo que era el pajar, un vídeo y una pequeña reproducción nos acerca a la historia del tranvía, que funcionó entre Zeanuri y el Arriaga bilbaino entre 1902 y 1964. Para los baserritarras supuso un lugar de socialización y la forma de trasladar sus productos al mercado de Bilbao. También fue con posterioridad la forma de desplazarse a las fábricas del Gran Bilbao. Para la incipiente burguesía bilbaína también supuso el medio de transporte ideal para acudir al balneario de Areataza o para subir al monte Gorbeia.

Por una escalera exterior subimos al primer piso, el dedicado a la vivienda en el caserío. Lo primero que encontramos al acceder al interior, a nuestra izquierda, es la sala, que cuenta con varios objetos decorativos y una amplia mesa de comedor con bancos corridos. El habitáculo que tenemos enfrente es la cocina, más rústica que la anterior, pues es de fuego bajo. Era el centro de la vida de la familia baserritarra del siglo XIX en Arratia. En la cocina vemos la artesa para amasar pan, grandes cazuelas, numerosas sartenes y variopintos objetos. En una esquina está la pila para lavar.

Seguimos avanzando por el pasillo y a la izquierda encontramos la humeen logela, habitación de los niños, en la que dormían unos cuantos. Enfrente se encuentra la alcoba principal, en la que vemos un maniquí del propietario del caserío y un primitivo kakaleku que empleaban para las deposiciones, que no es otra cosa que un agujero que da a la huerta. Observamos también una antigua alboca y unas abarcas, antes de entrar en el siguiente espacio, la botica que tiene anexo un cuarto de baño más moderno. Concluye la visita a la primera planta en un comedor que nada tiene que ver con el caserío, pues procede la casa de una familia burguesa de Bilbao de la misma época. ¡Menudo contraste!

Subimos a la última planta, en la que se situaba la ganbara, antiguamente utilizada para guardar y secar la cosecha. Hemos cambiado de ambiente. Dejamos la vida en el caserío y pasamos a la Belle Époque bilbaína de finales del siglo XIX y comienzos del XX y, más en concreto, al mobiliario de una vivienda burguesa situada cerca del Teatro Arriaga, al lado de donde concluía su ruta el tranvía de Arratia. Nada más subir las escaleras vemos el espacio Club, con cantidad de objetos de esas clases acomodadas, como libros, sombreros, lujosos artículos de escritorio y copas de coñac. Frente a él encontramos los espacios Ciencia y Viajes, donde contemplamos antiguas cámaras de fotos, enormes maletas y mapas de Michelin. Fue un tiempo en el que empezó a ponerse de moda el viajar.

La siguiente cita la tenemos en el espacio más amplio y femenino de la segunda planta, llamado Moda. Llaman nuestra atención los vestidos de época, especialmente dos de ellos, y la variedad de sombreros y tocados. También se percibe que no es un lugar de ocio, como el de los hombres, sino de trabajo, pues también encontramos la máquina de coser y utensilios para bordar, artilugios con los que las mujeres pasaban mucho tiempo trabajando.

Concluimos este recorrido por finales del siglo XIX y comienzos del XX, que nos ofrece Antzasti Euskaldunon Etxea, acercándonos a los tres últimos espacios expositivos, destacando la alcoba de la casa burguesa situada cerca del Teatro Arriaga de Bilbao, junto al que se encuentra un elegante baño de comienzos del siglo pasado. Al lado tenemos un pequeño espacio llamado Rincón mujer. La visita ha concluido. Ha resultado muy interesante y hemos aprendido mucho de esta época gracias a las explicaciones de Elena, así que, en cuanto nos lo permitan, os recomiendo su visita. Además Artaun está a tan solo 41 km de Leioa.

INFO: Dirección: Artaun Auzoa, 35. Dima (Bizkaia). Precio: 7 €. Niños de 6 a 11 años: 4 €. Se puede hacer la visita con hamaiketako incluido. Es necesaria cita previa en los teléfonos 628322275 / 657704207. Más información en https://www.antzasti.eus.

SANTO DOMINGO (República Dominicana), Patrimonio de la Humanidad

Seguimos en el Caribe, pero retrocedemos dos años cuando realizamos el primer crucero por esta parte del mundo, quedándonos luego una semana en la francesa isla de Guadalupe, estancia que hicimos coincidir con los vistosos Carnavales que celebra. En la noche del 31 de enero nuestro barco, el Costa Favolosa navegó en paralelo a la costa de las norteamericanas Islas Vírgenes y Puerto Rico, antes de atracar a las 13:30 h del día 1 en La Romana, moderno centro turístico en la costa sudoeste de la República Dominicana. Como anochece pronto y la ciudad estaba alejada de donde atracamos, optamos por salir tan solo a un chiringito del puerto a tomar una piña colada. Era éste un destino de playa, pues al día siguiente el barco se desplazaba hasta la cercana isla Cristina, permaneciendo anclado 8 horas cerca de su costa. Como he comentado en otras ocasiones lo mío no es la playa. Si no voy a la que tengo a 3 km de casa, no me voy a ir a la otra parte del mundo para pasar el día en una, así que nos apuntamos a una excursión en francés para conocer una interesante ciudad, Santo Domingo, la capital del país, cuyo casco colonial forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

2 de febrero de 2016. Toca madrugón y breve desayuno, pues tenemos que abandonar el barco antes de que zarpe a las 7 de la mañana. Por delante tenemos 123 km en autobús, algo más de hora y media de viaje por la autovía del Este, para llegar a Santo Domingo. Antes de detenernos, desde el autobús contemplamos el Faro de Colón, un monumento en forma de cruz  que mide unos 800 metros de largo por 36,5 metros de alto. Frente a él se encuentra el papamóvil con el que Juan Pablo II recorrió la ciudad. La primera breve parada la efectuamos para fotografiar el Palacio Nacional, inaugurado el 16 de agosto de 1947, como sede del poder ejecutivo del país.

Desde el autobús observamos varios anuncios sobre pelucas antes de pasar bajo el puente Ramón Matías Mella, que salva el río Ozama. Enseguida llegamos a nuestro destino, bajando del autobús vigilados por un miembro de CESTUR, la policía turística, ya que somos un reclamo para los delincuentes pese a estar en un país relativamente seguro. Caminamos por la plaza Patriótica Coronel Caamaño, bordeamos las Atarazanas y pasamos ante la Casa de la Rectoría, del siglo XVI, el primer edificio que vemos del casco colonial, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde el 8 de diciembre de 1990.

A partir de ahora toca caminar. La calle El Conde esquina con la de Las Damas nos da acceso al casco colonial, por el que circulan algunas calesas. La ciudad de Santo Domingo fue fundada seis años después del descubrimiento de la isla por Cristóbal Colón en 1492, por lo que sirvió de modelo a casi todos los urbanistas del Nuevo Mundo. De nuevo con la vigilancia de agentes de CENTUR, efectuamos la primera visita, pasando previamente por los servicios que hay a la entrada. Se trata de la Fortaleza Ozama, el fuerte más antiguo construido por los europeos en América. Fue levantado entre 1502 y 1508 para proteger a la ciudad de los diversos ataques de los piratas y conquistadores ingleses, franceses y portugueses. Desde el fuerte contemplamos otro barco de Costa Cruceros y la estatua de Gonzal Fernández de Oviedo. Nuestro recorrido continúa pasando ante la Casa de Diego Caballero, del siglo XVI.

La siguiente visita se encuentra muy cerca y es la más interesante, pues se trata de la Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana de Nuestra Señora Santa María de la Encarnación o Anunciación. ¡Vaya nombre rimbombante! Construida en estilo gótico en el siglo XVI, es también la Catedral más antigua de América. En su interior destacan las bóvedas de crucería de la nave principal, los retablos y cuadros. En la catedral se albergaron durante un tiempo los restos de Cristóbal Colón, que se trasladaron en 1795 a la Catedral de La Habana y finalmente, entre 1898 y 1899, a la de Sevilla. Contemplamos también un monumental nacimiento y, ya en el exterior, el busto del arzobispo Meriño.

Frente a una de las puertas de la Catedral tenemos el pequeño parque Colón, presidido por la estatua del almirante, creación del escultor francés Ernesto Gilbert. Casi enfrente vemos el Palacio Consistorial, construido en 1504 como residencia del alcalde mayor, aunque en el siglo XIX fue completamente remodelado en estilo neoclásico. En 1913 se le añadió la torre de 29 metros de altura, en la que se puede ver el reloj. En nuestro deambular por el casco antiguo llaman nuestra atención alguna señal de tráfico y el rótulo de una furgoneta municipal. Accedemos a continuación a la peatonal calle El Conde, que cuenta con numerosos comercios y servicios turísticos.

Es una auténtica gozada pasear por la zona colonial y contemplar los edificios antiguos, pero es un rollo ir en grupo pues no podemos hacerlo con libertad, al no poder detenernos a tomar un café o un vino, pero siempre hay tiempo para las compras, en un lugar escogido por el crucero para llevarse su comisión. Eso sí, disfruto fotografiando los coloristas cuadros y otras artesanías, además de conversar con los comerciantes de otras tiendas de recuerdos que hay en la misma calle.

En la cercana y amplia plaza de España tenemos la visita a otro lugar de interés, el Alcázar de Colón o Palacio Virreinal de Don Diego Colón, un palacio majestuoso en el que vivió el primer gobernador de la isla Hispaniola e hijo de Cristóbal Colón. Fue construido entre los años 1511 y 1514 por más de 1.500 indios taínos sin usar un solo clavo, sólo con herramientas rudimentarias como sierras, cinceles y martillos. Se construyó en estilo mudéjar con rocas coralinas de la zona y contaba con más de 55 habitaciones. Vivieron en él tres generaciones de la familia Colón, alojándose otros personajes como Hernán Cortés.

En esta apresurada visita a la capital de la República Dominicana por fin tenemos un descanso. Se ha echado la hora de comer, cosa que hacemos en el cercano Restaurante Atarazana, el más antiguo de la ciudad colonial. De lo que comimos no me acuerdo pues, para hacerlo más rápido, fue en plan autoservicio. Si que recuerdo con agrado a los músicos que nos recibieron y al grupo folclórico que animó los postres y cafés.

Apresuradamente tenemos que regresar al autobús, así que sobre la marcha tomo algunas fotos de los lugares ante los que pasamos, como el Palacio de la Real Audiencia, del siglo XVI, convertido en Museo de las Casas Reales. Como el grupo camina despacio, puedo fisgar un poco el Panteón de la Patria, mausoleo donde se conservan los restos de personajes destacados de la historia de la República Dominicana. Una curiosa escultura, un vendedor de sombreros y la fachada del Museo Casa de Tostado, que ocupa una de las casas más antiguas de Santo Domingo, completan este reportaje.

Tenemos algo más de hora y media de autobús para regresar a La Romana y luego 45 minutos en un catamarán para llegar al punto en el que está anclado nuestro crucero, el Costa Favolosa, en un lugar paradisíaco frente a la isla Catalina, también denominada isla Ikiita, en la que la mayor parte de los pasajeros han pasado una agradable jornada. La isla Catalina es el único lugar de República Dominicana donde puede uno encontrarse cara a cara con mapaches y liebres salvajes.

A las 5 de la tarde partimos hacia Philipsburg, capital de St. Maarten. El viaje continúa, pero de ello os hablaré en otra ocasión.

GRENADA, Caribe pintoresco

Nos trasladamos al Caribe (¡quién pudiera ahora!), en este caso a la isla de Grenada, en la que estuve el 1 de febrero de 2018 en el transcurso de un crucero por el Caribe, que alargué con una semana de estancia en la francesa isla de Martinica. Grenada forma parte de las Antillas Menores y es el segundo estado independiente más pequeño del hemisferio occidental, tras San Cristóbal y Nieves. Grenada consiguió la independencia de Gran Bretaña en 1974, aunque sigue perteneciendo a la Commonwealth, pero para nosotros se hizo conocido en 1983, cuando fue invadida por las fuerzas militares de Estados Unidos y de otras seis naciones caribeñas. En septiembre de 2004 la isla sufrió el paso del huracán Iván, de categoría 5, que dañó o destruyó el 90 % de las viviendas. Tiene una extensión de 344 km² y una población de unos 110.000 habitantes. El idioma oficial es el  inglés y la moneda el Eastern Caribbean dollar.

Vemos amanecer desde el barco, con la luna todavía en el cielo, mientras navegamos desde Trinidad y Tobago. Pronto empezamos a ver al fondo nuestro destino, Saint George, la capital de Grenada. Acompañado por el práctico, El MSC Fantasía atraca poco antes de las 9 de la mañana en la Melville Street Cruise Terminal, un moderno complejo inaugurado en el año 2005, que cuenta con un solo muelle de amarre y está situada en pleno centro de la ciudad.

Como la terminal de cruceros está en el centro, junto a la principal calle de Saint George, podemos recorrer la ciudad a pie, contemplando las casas criollas del siglo XIX y la Catedral de la Inmaculada Concepción. Lo primero que hacemos es acercarnos a la zona de mercado ubicada en la misma calle, muy sencilla por cierto, pues se limita a unos puestos callejeros en los que se vende frutas y hortalizas. Por cierto, las vendedoras son reacias a las fotos.

Al final de la calle tenemos el puerto pesquero, con sus coloristas embarcaciones, en la que vemos la actividad de algunos pescadores. Los mercados y los puertos pesqueros son mi pasión, pues creo que es donde mejor se conservan las tradiciones de los pueblos, así que siempre que puedo me acerco a ellos. Al lado se encuentra el Fish Market, el mercado de pescado, en el que vendedoras y vendedores posan alegremente para las fotos.

Salvo por el puerto pesquero y el Fish Market, no nos ha dicho mucho el centro de Saint George, así que decidimos caminar 1,5 km hasta una zona que promete más, The Carenage, la hermosa bahía capitalina a la que accedemos por el famoso y estrecho Sendall Tunnel, de 105 metros de longitud, considerado histórico, pues fue una gran obra de ingeniería cuando se construyó a principios del siglo XVIII. Nos ha gustado The Carenage donde vimos pescadores, yates, barcos de excursiones, la escultura Christ of the Deep (Cristo de las Profundidades) y, curiosamente, el Viceconsulado Honorario de España. Tomamos un vino y regresamos al barco a comer, caminando ahora por empinadas calles.

Para después de comer nos hemos apuntado a una excursión del barco, en francés pues en el crucero no viajan españoles, de tres horas y media de duración. Una de las cosas que me atraía era viajar en un autobús criollo, originalmente británico, que fue el primer gran medio de transporte en la isla en los años cincuenta del siglo pasado. Destaca en él sus colores vivos y los bancos de madera acolchados. Una vez a bordo circulamos por un laberinto de empinadas calles que recuerdan un poco a San Francisco, pero al estilo criollo. Nuestro primer destino es el Fort George, construido en 1705, desde donde tenemos una hermosa vista de The Carenage y de la terminal de cruceros.

En el autobús criollo seguimos trepando por las colinas que rodean Saint George, pues nuestro siguiente destino se encuentra en lo alto de Richmond Hill. Se trata de Fort Frederick, el castillo mejor conservado, que se terminó de construir en 1791. Antes de acceder a él somos recibidos por un pequeño grupo musical que trata de ganar unas monedas. Desde lo alto tenemos unas impresionantes vistas de buena parte de la isla y del mar Caribe. El descenso lo efectuamos pasando por zonas ajardinadas, con árboles frutales y lujosas viviendas.

Al dejar atrás Fort Frederick nos dirigiremos al sur de la isla, subiendo y bajando colinas mientras el autobús criollo sigue la carretera tropical y baja hacia la campiña granadina. Pronto llegamos a una playa rodeada por árboles de uva de mar y cocoteros, donde somos obsequiados con un ponche de ron. Se trata de la playa de Grand Anse, la más famosa de la isla, situada a tan sólo 3 km de la capital. Dicen que está considerada como una de las 10 playas más bonitas del mundo. Pasamos una hora en ella y regresamos al barco. Tras estar más de 3 horas hablando en francés, al despedirnos, el guía nos dice en perfecto castellano: ¿Habláis español? Yo también. La influencia de la cercana Venezuela es grande en la isla.

Nos ha gustado Grenada. Puede ser un destino al que volvamos a pasar una semana, como ya hemos hecho en Guadalupe y Martinica. Nuestro barco zarpó a las 18:00 con destino a Basseterre (St Kitts & Nevis), población en la que ya estuvimos dos años antes. Desde el MSC Fantasía contemplamos por última vez una panorámica de las colinas de Grenada, que a los conquistadores españoles les recordaban las de la ciudad andaluza de Granada, motivo por el que eligieron su nombre. Enseguida asistimos al espectáculo de la puesta de sol en el Caribe, de las que hemos visto ya unas cuantas.

El viaje continúa, pero de nuestro siguiente destino hablaré en otra ocasión.

Municipios de Bizkaia (5)

Continúo el recorrido por otros diez municipios de Bizkaia, territorio del que no puedo salir. Son los siguientes en orden alfabético a los publicados el pasado 24 de noviembre. En total son 112 y los recorrí entre los años 2012 y 2016. De esta forma pausada os iré mostrando lo que en mi opinión es más interesante en cada uno de ellos. Hoy me voy a centrar en zonas rurales, pues tan solo 8 de los 10 municipios superan los 2.000 habitantes.

Comienzo en Etxebarria, municipio cercano a Markina, con una extensión de 18,10 km² y 788 habitantes. En el casco urbano de Erbera se encuentra el principal edificio, la iglesia de San Andrés Apóstol, reedificada en 1570. Muy cerca se encuentra el moderno y coqueto Ayuntamiento. También nos acercamos a la ermita de Santa Engrazi, en el barrio Galartza, y contemplamos el Hórreo de Ibarguen, granero de mediados del siglo XVI, situado junto a la carretera que une Etxebarria con Barinaga.

La siguiente cita es en Forua, municipio situado cerca de Gernika, en la margen izquierda del río Oka, en el corazón de Urdaibai. Cuenta con una extensión de 9 km² y 920 habitantes. Nos acercamos en primer lugar al barrio Baldatika, donde contemplamos el mar de nubes, la colorista ermita San Bernardo y hermosos caseríos. En Urberuaga fotografiamos la Cantera Peña Forua, para dirigirnos al barrio Elixalde, donde visitamos la iglesia de San Martín de Tours al tener la suerte de encontrarla abierta. Contemplamos también las ruinas del poblado romano, que vivió su momento de esplendor durante el siglo II. Concluimos nuestro recorrido fotografiando un crucero y dos ermitas, la de la Santísima Trinidad o Triñe, en Gaitoka, y la de San Cristóbal, en Armotxerria.

Nos desplazamos ahora a la zona de Mungia para recorrer el municipio de Fruiz, que cuenta con una extensión de 5,73 km² y 536 habitantes, dispersos por varios barrios. Nos acercamos en primer lugar a la zona rural de Andeko, donde fotografiamos un grupo de ovejas y la sencilla ermita Sallebante. En Botiola auzoa disfrutamos contemplando hermosos caseríos y la pequeña ermita de San Miguel. Los dos principales edificios se encuentran en el centro urbano, destacando la iglesia de San Salvador, que conserva una bella portada románica de los siglos XII-XIII, de las más notables de Bizkaia pues posee algunos capiteles con relieves historiados. Frente a la iglesia tenemos la ermita de Jesús Crucificado o Capilla Humilladero, que data de 1560.

Nos desplazamos ahora a las proximidades de Bilbao para recorrer el municipio más poblado (29.326 habitantes) y el segundo más extenso (31,70 km²), de esta entrega, Galdakao, ubicado en el valle bajo del río Ibaizabal, a los pies del monte Ganguren. Nos desplazamos primero al barrio de Usánsolo para contemplar la Casa torre de Lekue, del siglo XVI, para luego dirigirnos al centro urbano, donde destacan dos templos, la iglesia de Andra Mari, del siglo XIII y la de Santa María, de finales del siglo XIX. Luego me dediqué a fotografiar diferentes esculturas urbanas que, de arriba abajo y de izquierda a derecha son las siguientes: Ballestero, Dantzaria, Galdakaoko bizkaiari, de Néstor Basterretxea, Irekidurak, de Jorge Oteiza, Cortezas, de José Ramón Anda, Lampera galdakanesa, Cantería, La Lechera, El Mozollo y El Montañero.

Nos desplazamos a las Encartaciones para recorrer el municipio más extenso de esta entrega (44,36 km²), pero uno de los menos poblados (831 habitantes), Galdames, acercándonos en primer lugar al barrio de Montellano, donde se encuentra la iglesia de Santa María. Fotografiamos las nieblas matinales y nos dirigimos a la Torre de Loizaga que acoge entre sus murallas la colección de Rolls Royce más completa del mundo. Nuestro recorrido continúa deteniéndonos ante la iglesia parroquial de San Esteban, reconstruida en 1886, la ermita de San Juan Bautista y la iglesia parroquial de San Pedro. En este importante barrio se encuentra también el Ayuntamiento, frente al que tenemos el elegante  monumento al naviero Martínez de las Rivas (1931), obra de Garcí González y Mariano Benlliure, considerado como uno de los monumentos honoríficos más sobresalientes de Bizkaia.

Regresamos a las proximidades de Mungia para recorrer otro municipio eminentemente rural, Gamiz-Fika, que cuenta con una extensión de 15,50 km² y 1.379 habitantes, que se agrupan en dos núcleos principales, Gamiz, que cuenta con la iglesia de San Andrés, rehecha en el siglo XVIII, y Fika, donde destacan dos edificios religiosos, la iglesia de San Martín y la ermita de Jesús Crucificado, uno de los humilladeros más atractivos de Bizkaia, construcción barroca de 1783. También llama nuestra atención el busto dedicado a José Bilbao.

Muy cerca de Durango tenemos uno de los pequeños pueblos más coquetos de Bizkaia, Garai, que cuenta con una extensión de 7,12 km² y tan solo 327 habitantes, que pueden disfrutar como nadie de unas magníficas vistas de las crestas del Duranguesado. Cuenta el municipio con notables caseríos y monumentales edificios de la talla del Ayuntamiento, el Palacio Garatikua (1574) y las iglesias de San Juan Evangelista (1550), aunque la torre neoclásica no se le añadió hasta 1850, y la de San Miguel Arcángel (1545), que cuenta también con una torre neoclásica. Completamos nuestro recorrido acercándonos a dos ermitas, la de Santa Catalina, reedificada en 1773, frente a la que hay un sarcófago de piedra y una gran cruz, y la de San Juan de Momoitio. que data del siglo XII, aunque fue remodelada en 1754 y 1981. En su entorno se halla una necrópolis medieval y unas mesas con bancos desde los que disfrutar de un hermoso paisaje

Regresamos al entorno de Mungia para recorrer el municipio de Gatika, que cuenta con una extensión de 17,42 km² y una población de 1.663 habitantes. La cabecera del municipio es el barrio de Garai-Sertutxa, donde se encuentra la iglesia de Santa María, construcción del siglo XVI. A continuación nos desplazamos al barrio de Butrón, por donde discurre el río del mismo nombre antes de convertirse en la ría de Plentzia. Allí encontramos la ermita de la Magdalena y el fotogénico castillo de Butrón, restaurado en 1789 en estilo neogótico. Su entonces propietario, el Marqués de Torrecilla, encargó la obra al arquitecto Marqués de Cubas.

Volvemos a la comarca de Busturialdea para recorrer el municipio de Gautegiz Arteaga, que tiene una extensión de 13,57 km² y una población de 836 habitantes. Este municipio se halla en un enclave privilegiado dentro de la Reserva de la Biósfera de Urdaibai, donde visitamos el Urdaibai Bird Center, que ocupa la sede de un antiguo pabellón industrial ubicado en las proximidades de las marismas. Fuera del centro se encuentran los observatorios de aves situados en los barrios Orueta y Ozollo. En el pueblo visitamos la iglesia parroquial de Santa María, del siglo XVI, el Ayuntamiento y la Aretxederreta Kultur Etxea, moderno edificio inaugurado en noviembre de 2008, frente al que se encuentra una curiosa escultura. No podemos concluir este recorrido sin visitar la Torre de Arteaga, cuya reconstrucción encargó la emperatriz Eugenia de Montijo en 1857, con mármol de diferentes colores extraído de las ricas canteras de Gautegiz y Ereño. En la actualidad es un hotel.

Sin salir de la comarca de Busturialdea concluyo este apresurado recorrido en un municipio muy señorial, Gernika-Lumo, que cuenta con una extensión de 8,60 km² y 17.016 habitantes. Iniciamos la visita en la parte alta del municipio para ver la iglesia de San Pedro de Lumo, de donde nos desplazamos al centro urbano y más en concreto al Parque de los Pueblos de Europa, que alberga las esculturas de Eduardo Chillida (Gure Aitaren Etxea) y Henry Moore (Figure in a shelter). A un paso tenemos el Museo Euskal Herria, sito en el Palacio Alegría, de donde nos dirigimos a la iglesia de Santa María la Antigua, actual Salón de Plenos de las Juntas Generales de Bizkaia. Estamos en uno de los símbolos de Euskal Herria, la Casa de Juntas y el viejo roble del Árbol de Gernika. La siguiente cita es en la iglesia de Andra Mari, uno de los mejores ejemplos del gótico vasco. Fotografiamos también el mural “Guernica” Gernikara, que reproduce el famoso cuadro de Pablo Picasso. Todavía nos queda por ver el Mercado, la Foru plaza, a la que se asoman el Museo de la Paz y el Ayuntamiento. Y para concluir, dos esculturas dedicadas a Don Tello e Iparragirre. Gernika tiene tantas cosas de interés, que volveré más adelante para tratar esta población más ampliamente.

Las imágenes que ilustran este reportaje fueron tomadas entre el 8 de octubre de 2013 y el 7 de enero de 2014.

Con motivo de las recientes nevadas, el pasado día 23 regresé a Garai para obtener una nueva panorámica desde ese excelente mirador situado frente a la ermita de San Juan de Momoitio y mostraros las crestas del Duranguesado nevadas.

Previamente estuve en el puerto de Urkiola, dando un corto paseo por la nieve desde el puerto al Santuario y de allí hasta la ermita del Santo Cristo y el Mirador de las Tres Cruces, desde donde la vista es espectacular sobre los montes Mugarra, Untzillatx, Astxiki y Alluitz.

MUSCAT, la capital del Sultanato de Omán

En enero de 2015 realizamos un crucero de una semana de duración recorriendo los Emiratos Árabes Unidos (Abu Dhabi y Dubai) y el Sultanato de Omán, que es lo que más curiosidad me despertaba dado lo cerrado que había estado al mundo y por haber estado en dos ocasiones en el vecino Yemen. Ante mi sorpresa me encontré con un país moderno pues, con la ayuda del petróleo, el sultán Qaboos logró llevarlo al siglo XXI, hasta el punto de que, cuando lo visitamos, tres mujeres formaban parte del Gobierno, el 58% de los universitarios tiene sexo femenino, la red de carreteras es muy buena, hay 200 hospitales, la sanidad es gratuita, la electricidad llega hasta el pueblo más remoto y la educación es universal. Nos comentaron que los niños de aldeas remotas son trasladaos en helicóptero a la ciudad y al finalizar la semana devueltos a su aldea. Qabus ibn Sa’id Al Sa’id ostentó el título de sultán desde que derrocó a su padre en 1970, hasta ser sustituido por Haitham bin Tareq al Said, tras su fallecimiento en enero de 2020. El Islam es la religión del Estado y la de la mayoría de la población, aunque existe plena libertad religiosa pero está prohibido hacer proselitismo de cualquier religión. El árabe es la lengua oficial pero también se habla inglés y la moneda de curso legal es el rial omaní, aunque pagamos en dólares USA.

11 de enero de 2015. Sobre las 7 de la mañana las primes luces del sol iluminan la isla Al Fahal, que marca la proximidad de nuestro destino, Muscat, la capital del Sultanato de Omán. Mientras observamos el paisaje montañoso, un práctico nos acompaña al Port Sultan Qaboos, donde vemos amarrado otro crucero. Autobuses y todo-terrenos se agolpan al pie del Costa Serena, en espera de los clientes para las excursiones. Nosotros cogemos el autobús gratuito que nos lleva a la entrada del puerto. Aunque hace falta visado que se obtiene al llegar al país, la única documentación que tenemos que presentar es la tarjeta de identificación del crucero, pues ellos se encargan de las gestiones. Pasada la aduana vemos la parada de taxis. Hablamos con un taxista, le indicamos el plan, regateamos el precio y lo contratamos para 5 horas. Un matrimonio gallego que anda despistado, se une a nosotros. Todo nos salió fenomenal.

Nuestro primer destino es el lugar más impresionante de Muscat, la Gran Mezquita, situada en una amplia explanada en las afueras. En 1992 el Sultán Qaboos decidió que su país debía tener una Gran Mezquita, así que un año después tuvo lugar un concurso para su diseño. En 1995 comenzaron las obras que se prolongaron durante seis años y cuatro meses. Siendo inaugurada por el sultán el 4 de mayo de 2001. Cuenta con un minarete central, de 90 metros de altura y cuatro laterales, de 45,5. La musalla (sala de oración) principal puede alojar a más de 6.500 fieles, y la de mujeres 750. Con el pavimentado espacio exterior (40.000 m²), puede recibir a un total de 20.000 fieles. Un importante elemento del interior es la alfombra que cubre el suelo de la sala de oración (70 x 60 metros). Contiene 1.700.000.000 nudos, pesa 21 toneladas y se tardó cuatro años en fabricar, siendo la segunda alfombra de una pieza más grande del mundo. La lámpara de araña de encima de la sala de oración tiene 14 metros de altura. La verdad es que la mezquita nos gustó mucho.

A media mañana le pedimos al taxista que nos lleve a algún bar para tomar algo, café o zumo de naranja, a lo que nos iremos acostumbrando, pues de alcohol nada. Nos lleva a una terraza junto a la playa Al Qurum Beach, muy concurrida los viernes por niños que acuden a jugar al fútbol. La temperatura es muy agradable. Como telón de fondo tenemos la isla Al Fahal. Vemos que Muscat es una ciudad muy verde y con muchos jardines, que contrastan con la aridez del desierto. También nos comentan que el sultán prohibió los edificios muy altos. Tras el zumo, nos detenemos un momento a fotografiar la otra joya de la ciudad, la lujosa Royal Opera House, la primera ópera estable de la Península Arábiga y la segunda de Oriente Medio, tras la de El Cairo. La sala grande tiene capacidad para 1.100 espectadores. Como curiosidad, los días 17 y 19 de enero de 2018 se representó aquí “Madame Butterfly”, con la Sinfónica de Bilbao en el foso, que concluyó con siete minutos de aplausos.

Nos desplazamos ahora al otro extremo de la ciudad para ver los antiguos fuertes portugueses, aunque el primero de ellos, el de Mutrah, que ya lo vimos al lado del puerto. La entrada al viejo puerto de Mascat está rodeada por dos fuertes, el de Al-Jalali al este y el de Al-Mirani al oeste. El primero data de 1587 y el segundo de 1550. Fueron construidos por los portugueses para protegerse de los ataques otomanos y asegurar su ruta comercial. Cerca de Al-Mirani se encuentra el Al Alam Palace o Palacio del Sultán de Omán, moderno edificio que utiliza solo para las recepciones oficiales. Vemos también a los fieles que acuden a la mezquita Al Khor Mosque.

Cerca de los fuertes hay una zona residencial rodeada de parques y jardines, donde se encuentra nuestro siguiente objetivo, el Museo Bait al Zubair, antigua vivienda de lujo construida en 1941 y reconvertida en museo en 1998, con objeto de mostrar distintos aspectos del patrimonio omaní. Cuenta con una extensa colección de armas antiguas, mobiliario y disfraces. Fuera del museo hay un zoco y un pueblo omaní a gran escala, así como esculturas de oryx, el animal nacional de Omán, Qatar y Jordania. Son antílopes de gran tamaño y con largos cuernos rectos y anillados, de un metro o más de longitud. Por su colorido me recuerda a la exposición de vacas que hace unos años hubo en Bilbao y otras ciudades europeas.

Abandonamos la zona del museo y sus amplios jardines y pasamos bajo el Muscat Gate Museum, inaugurado en 2001 para albergar exhibiciones sobre la historia de Omán. Nuestra última cita es en el paseo de la Cornisa (La Corniche), a donde volveremos al día siguiente. Desde allí contemplamos el enorme y lujoso yate del sultán y nuestro crucero, el Costa Serena. Aunque es un poco tarde, decidimos regresar al barco a comer, cosa que podemos hacer con vino, y a descansar, pues hemos tenido muchas horas de viaje hasta llegar aquí, donde anochece pronto, a las 17:38 h. Desde nuestro barco contemplamos la puesta de sol y el vecino crucero Aida Diva.

12 de enero de 2015. Hasta las 14 h no zarpa nuestro crucero, así que aprovechamos la mañana con más tranquilidad que el día anterior. Hoy no cogemos taxi, pues hemos dejado todo lo que queda cerca del puerto y podemos recorrer a pie, comenzando con un lugar fascinante, el mercado del pescado de Mutrah, situado nada más salir del Port Sultan Qaboos. Aquí podemos ver un centenar de vendedores y cortadores de pescado, que posan amablemente para la cámara. Eso sí, no hay ni una sola mujer. Vemos muchos atunes, pequeños tiburones, sardinas y otros pescados. Recientemente el mercado ha sido renovado, contando con una elegante cobertura.

Todos los días, a partir de las 6 de la mañana, comienza la incesante actividad de los pescadores, descargando su preciada mercancía en los aledaños del mercado de pescado. Nosotros nos acercamos bastante más tarde y tan solo pudimos presenciar la llegada de dos pequeñas embarcaciones y el traslado del pescado en una carretilla. Eso si, contemplamos un buen grupo de aves esperando una captura fácil y a un pescador lanzando la red en las proximidades de La Corniche.

Tras tomar un café en el centro histórico de la ciudad, accedidos al Zoco de Mutrah, que teníamos al lado. A media mañana en su interior había muy poca gente y, a diferencia de lo que vimos en el mercado del pescado, aquí era mayoritaria la presencia femenina. Accedimos por la puerta que da al paseo marítimo, La Corniche, deteniéndonos en los puestos de especias, frutos secos, perfumes, telas, de vestidos tradicionales y gorros, en el que compré uno.

Como todavía nos quedan más de dos horas hasta la salida del barco, el día está fantástico y no hace calor, dedicamos el último tiempo en Muscat a recorrer todo el agradable paseo de la Cornisa (La Corniche), por donde también circula el autobús turístico, descubriendo un par de grupos escultóricos dedicados a los delfines que pueblan estas aguas, varios kioskos para descansar a la sombra, embarcaciones tradicionales y un punto de alquiler de bicicletas, que son gratuitas en cuanto anochece, para fomentar su uso cuando menos calor hace. Al fondo se encuentra el Costa Serena, desde le que más tarde contemplamos la puesta de sol.

El viaje continúa. Nuestro próximo destino es Khasab, situado en la península de Musandam. Se trata de un enclave omaní ubicado en los Emiratos Árabes Unidos, en pleno estrecho de Ormuz, del que os hablaré en otra ocasión.

TENERIFE, mucho más que playas (y 3): La Laguna, el barranco de Masca y el Carnaval

Concluyo el relato de los viajes por Tenerife que dejé la pasada semana en Candelario. Comienzo hoy en la ciudad más monumental de la isla, San Cristóbal de La Laguna, población de más de 150.000 habitantes, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999, por ser ejemplo único de ciudad colonial no amurallada.

Nos desplazamos en autobús hasta el aeropuerto de Los Rodeos y en sus proximidades tomamos el tranvía (Metropolitano de Tenerife), que cuenta con dos líneas. Una vez en el centro comenzamos a contemplar notables edificios como la Casa Peraza de Ayala, la capilla de la Santísima Trinidad, las Casas Alvarado-Bracamonte, de la Alhóndiga y del Corregidor, el colegio de las Dominicas, el convento de Santa Catalina de Siena, fundado en 1605, la ermita de San Miguel, la iglesia de Ntra Sra de la Concepción que, fundada en 1511, es la parroquia matriz de la isla de Tenerife. Su elemento más representativo es la torre, de 28 metros de altura. Finalmente, el Ayuntamiento.

Continuamos nuestro paseo monumental por San Cristóbal de La Laguna pasando por la plaza del Adelantado, el Teatro Leal, la Casa Bigot, la plaza de la Concepción, la iglesia y ex-convento de San Agustín, la iglesia y hospital de Ntra Sra de los Dolores, y la Casa Salazar, edificio barroco sede del Palacio Episcopal, de donde nos dirigimos al palacio Lercaro y al convento de San Juan Bautista o de las Clarisas, fundado en 1547.

Hemos dejado para el final uno de los edificios más interesantes de San Cristóbal de La Laguna, el Real Santuario del Santísimo Cristo de La Laguna, que forma parte del convento franciscano de San Miguel de las Victorias y tiene la categoría de Bien de Interés Cultural. En su interior destaca el retablo barroco de plata repujada, que data del siglo XVIII. Vemos pasar una carrera popular y nos ponemos a buscar restaurante, pues se ha echado la hora de comer.

Al día siguiente cambiamos de escenario y nos dirigimos al extremo norte de la isla en compañía de una pareja de amigos canarios que nos hacen de guías. De crío estuve con mis padres en la ermita de la Virgen de Begoña, que creo que se encuentra en Almáciga, pero mis amigos no tenían ni idea de su existencia, así que seguimos con su plan por el Parque Rural de Anaga y la zona del Pico del Inglés, donde contemplamos diferentes formaciones rocosas. Circulamos por la TF-134 hasta el Mirador Risco Amogoje, para luego ir a comer el tradicional gofio en un popular bar de la zona. El gofio es un alimento preparado con harina no cernida de cereales tostados, generalmente de trigo o millo, usada con diferentes alimentos, que realmente no me agradó en demasía. Como el día está amenazante, concluimos la jornada en la Casa del Vino La Baranda, una antigua hacienda canaria del siglo XVII cuyo propietario, el Cabildo de Tenerife, ha convertido en el Museo Insular de la Vid y el Vino de Tenerife, en el que también se visita la antigua capilla de la casa, dedicada a San Simón, acondicionada como biblioteca.

Los acantilados de los Gigantes son un accidente geológico volcánico de tipo basáltico, situados en la costa oeste de la isla. Nos acercamos a Playa de San Juan y Puerto Santiago y luego fuimos a hacer una excursión marítima que no olvidaré fácilmente, pues desde el barco contemplamos muy cerca un grupo de delfines mulares, que pueden llegar a medir 3 metros. Los delfines se acercan muchísimo y parece jugar con el catamarán. También observamos otro buen grupo de calderón tropical, también conocido como ballena piloto, que pueden superar los 5 metros de largo y pesan entre una y dos toneladas. ¡Una gozada de día!

Desde el barco en el que fuimos a observar delfines y calderones, contemplamos el final del Barranco de Masca, así que en el último viaje a Tenerife nos lo pusimos como principal objetivo, aunque no fue fácil, ya que llovió casi todos los días y con mal tiempo no se puede realizar. De hecho, desde el 26 de febrero de 2018 permanece cerrado, ya que ha habido bastantes accidentes, incluso mortales. Aunque su apertura estaba prevista para fin de 2020, supongo que se retrasará, dado que pretenden mejorar su seguridad con barandillas y escaleras, además de arreglar el embarcadero que se llevó el temporal. Conviene contratar una excursión que te lleve al punto de partida en el caserío de Masca y que te trasladen en barco desde el punto final, ya que hay que descender 580 metros de desnivel en unos 4 km de recorrido, en lo que se tarda más de 3 horas. Al principio se camina por un angosto y empinado sendero, con algunos destrepes, para luego seguir el curso de una especie de wadi que te conduce a la playa. El recorrido resulta espectacular, Lo peor, las agujetas de los días siguientes.

No podía terminar este relato sin citar al Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, considerado el segundo más popular y conocido del mundo tras el de Río de Janeiro (Brasil). El 18 de enero de 1980 fue declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional. Nunca me he planteado ir a esta fiesta, pues no me gustan las multitudes, pero la casualidad hizo que en uno de mis viajes a la isla, al ir a visitar su capital, me encontrara con un preludio del carnaval, de esos que se realizan desde muchos días antes, así que sigo sin conocer Santa Cruz de Tenerife, pues pasé toda la mañana en este acto en el que se presentó a las candidatas a reina del carnaval, fotografiando también a los ganadores de disfraces de la categoría infantil: femenina, masculina, parejas y grupos de más de 12.

El Carnaval de Santa Cruz de Tenerife se celebra desde los primeros asentamientos europeos, siendo  las primeras referencias escritas de finales del siglo XVIII. Como los reporteros gráficos que cubrían el evento llevaban buenos teleobjetivos y yo no, conseguí que me dejaran estar en el escenario, en un lugar en el que no estorbaba, para poder tomar las fotografías que os presento, en las que aparecen los ganadores de las categorías femenina, masculina, parejas, grupos de 6 a 12 y de más de 12 personas. Fue una suerte coincidir con este evento.

El último viaje a Tenerife lo realizamos con la compañía Vueling y, aunque siempre pedimos pasillos, como con esta compañía tengo “enchufe”, pude disponer de los tres asientos y así poder fotografiar desde el aire la punta del Teide, casi oculto por las nubes, la salida de la isla y algo que tenía muchas ganas, el paso del estrecho de Gibraltar, pudiendo ver a la vez el norte de África y el sur de Europa, pues tuvimos la suerte de coincidir con un día fantástico. Fue un buen remate del viaje.