Lo importante

Escribo esta columna sin conocer el resultado electoral de anoche. Así que me siento libre para hacer recomendaciones a quienes piensan en formar gobierno a partir de hoy. Primera, lo importante: nos abrasamos. Estoy de acuerdo con Umair Haque cuando dice que el cambio climático o el calentamiento global son los eufemismos más terribles de nuestra era: nos extinguimos, avanzamos hacia el colapso y en nada ayuda no afrontarlo cuidando las palabras o con hechos que niegan la realidad. Espero que no haya ganado la derechona y, sobre todo, espero que quien tome decisiones aporte algo positivo a nuestro futuro como humanidad.

Otro debate

Mucho más mundana parece y es esta noticia en Xataka: “’Hola’ quiere que Meta intervenga WhatsApp por la filtración de la boda de Tamara Falcó. No funciona así”. Digo que parece y es mundano, comparado con el colapso del planeta porque lo es, pero no es un tema menor porque vuelve a poner sobre la mesa un debate que ya hemos mantenido con actores similares. Cuando Facebook eclosionó lo hizo como paradoja: el gran soporte publicitario no generaba contenidos. Lo hacían los usuarios. Meta sigue sin hacerlo pero los contenidos corren por WhastApp sin control aparente. ¿Debe intervenir?

Canal Red salta a la TDT… ¿y lo celebra?

Los caminos de Pablo Iglesias como mesías son inexplicables. Ahora, con su proyecto político subsumido en su propia rabia, su mayor entretenimiento parece que es Canal Red, esa televisión descentralizada que, básicamente, se puede ver en YouTube y Twitter, y que va a hacer frente a todos los demás medios. Con unas audiencias paupérrimas y Yolanda Díaz robándole la atención a manos llenas, vemos cómo su proyecto da un nuevo paso hacia la nada: salta a la TDT y a una aplicación de streaming privada… Y lo celebran, sorprendentemente. Poco nos queda ya por ver. Y menos por ver a Pablo Iglesias.

Los dos lo sabían

Lo he escrito en la columna durante la campaña y ahora que hemos votado lo recupero: cómo PSOE y Sumar han escondido y negado una noticia que ya conocíamos (que iba a imponer peajes en todas las autovías y autopistas por orden de Bruselas), y cómo lo han enfocado PP y Vox (como si ellos no aspirasen a comerse este brownie), me parece que marcan muy bien la temperatura de la política española. Ningún partido español ha tratado a la ciudadanía a la que no paraba de dirigirse como adulta. Le han hurtado un debate, un motivo de protesta, como si a un niño o niña no le dijeras que le toca ir al o la pediatra hasta que estás en la consulta.

La inmunidad es su baza

Pero para termómetro y secuencia elocuente la que estamos viviendo sobre las cusas judiciales de Juan Carlos I. Tiene suerte el de El Bribón: las elecciones se han llevado casi toda la atención, pero aún quedan resquicios para contar que Corinna, su amiga especial, le demandó también por acoso. La defensa del rey español emérito vuelve a sacar su mejor baza: La inmunidad. Según el relato en 20 Minutos ni siquiera valoran los hechos: la inmunidad es su salvaguarda y por la que debería librarse de absolutamente todo. Pero la justicia británica cree que se trata del ámbito privado, y por eso hay juicio.

¡A la mierda!

Ya sabemos quiénes son el y las primeras turistas espaciales de Virgin: un británico de 80 años que compró su billete antes de que le diagnosticaran Alzheimer y dos chicas, una de 47 años y otra de 18. Las dos últimas han obtenido su billete por medio de un sorteo entre quienes hacían una aportación a una ONG, no importaba el importe donado. Evidentemente, Virgin está marcándose una campaña de imagen previa a la venta del último entretenimiento para ultrarricas y ultrarricos que a las y los demás nos va a salir carísimo en impacto medioambiental. Clientes y empresa se pueden ir a la mierda.

La era de la apariencia

No discuto que en los 90 empezáramos la era de la apariencia, pero creo que tampoco es opinable la radicalidad con la que se vive ahora: una realidad infantil que no aguanta una lectura crítica mínima. Por ejemplo, en Twitter me topé con el hilo de un cubano cabreado por el viaje de influencers a la isla, organizado para promocionar el turismo allá. Por supuesto estas y estos tiktokers e instagramers habían cumplido con su parte: mostrar una Cuba idílica (que por otro lado, se ha hecho siempre). A lo que Charly respondía con tuits en los que ponía ejemplos de la carestía y falta de libertades que la dictadura provoca.

Bien hecho

Seguimos viajando como si no costara medioambientalmente, incluso al espacio. Así que tendremos que compensar nuestra huella de carbono de alguna manera. Por ejemplo, reclamando nuestro derecho a reparar, a hacer que las cosas duren más. La UE, ese ente que tantas críticas se lleva normalmente, ha dado un paso adelante: “Aprueba el uso de baterías de fácil sustitución en móviles” (El Chapuzas Informático). Eso hará que no desechemos tecnología que funciona simplemente porque nos quedamos sin batería. Algo que parece tan sencillo puede ser una auténtica revolución si la ciudadanía recoge el guante.

Otro debate moral

Benjamin Mendy ha sido absuelto de seis cargos de violación. El jugador francés fue suspendido por el Manchester City en 2021, cuando se conocieron las acusaciones y, después de la resolución, ha fichado por el Lorient de su país. Evidentemente, en todo este tiempo no ha jugado al fútbol. Tiene 29 años, posiblemente ha perdido la mejor parte de su carrera. Y ahora, ¿qué? Es un ciudadano con todos sus derechos y una sombra de duda de la que, por mucho que corra por la banda izquierda, nunca podrá despegarse. ¿Hizo bien el City? ¿Ha hecho lo correcto el Lorient dándole una oportunidad? ¿Qué hicieron la prensa y los tuiteros?

Que viene el rey

He evitado hablar de la campaña hasta ahora. Al final, es jornada de reflexión y, por tanto, de descanso mental para muchas y muchos. Pero toca volver a la arena electoral y con un par de preguntas: ¿habrá votado Juan Carlos I por correo como residente en el extranjero? ¿Y a qué partido lo habrá hecho? ¿O es como Txapote y, ante la expectativa, prefiere no ejercer su derecho? Lo único que sabemos es que la semana que viene puede que regrese a España, según Vozpópuli, ya con todo el lío pasado. Por lo que parece, irá a Sanxenxo a vacacionar, pero del resultado de esta noche puede que dependa su regreso definitivo.

El pactazo

Lo que hicieron EH Bildu y PP en el último día de campaña no es un pacto, es un pactazo, porque el golpe sobre la mesa para mandar a la porra el tablero y las piezas, fue duro. Unos, con el “que te vote Txapote”, otros, con que PNV, PP y Vox tenían un pacto… Y al final los de Otegi y los de Núñez Feijóo se reparten todas las comisiones, todas, en el Ayuntamiento de Gasteiz: esta para ti, esta para mí, ojo, con el plácet de Podemos. Fotaza, pactazo y zascazo. Más bien, autozasca de unos y de otros. Y ahora, ¿qué? Pues el PP se ha apresurado a rectificar, pero Bildu ni se ha molestado en negar lo que toda Euskadi ha visto.

Los salvadores de Sánchez

Bildu empezó la legislatura en Congreso y Senado disolviéndose en la izquierda española. Apenas se diferenciaba su discurso del de Podemos. Pasó a abrazar al PSOE mientras daba una patada de espuela a las competencias. Y ha acabado pactando con el PP en Gasteiz con luz y taquígrafos. Su deriva hacia el “Espainaren morroi” es pasmosa. Pero no está solo en su periplo por tierras españolas: “Junts arremete contra ERC porque ‘salvando’ a Pedro Sánchez acabará ‘no salvando a Catalunya’”, leemos en El Nacional. La rendición del “independentismo”, como se autodenominaron y su camino hacia la nada es indiscutible.

En manos de las y los indecisos

No creo que estemos ya en manos de las y los indecisos, sinceramente. La victoria del bloque del PP con Vox o la repetición electoral están ya escritas, pero esa crónica la conoceremos mañana por la noche. No obstante, sobre el primer colectivo, esto es, las y los indecisos, en Economía Digital han publicado una columna interesantísima. La firma César Calderón, quien explica que quienes no tienen decidido su voto no están haciendo comparativas de los programas y los discursos, precisamente, sino que se mueven por impulsos muchísimo más mundanos y primarios y que, realmente, no tienen capacidad para volcar un resultado.

El atolladero

Una pieza en EPE de esta semana contenía dos grandes verdades: “El atolladero” en el que podemos meternos a partir del lunes, con un PP en manos de Vox, o con un bloqueo parlamentario que impida formar gobierno. Qué lince, Pedro Sánchez con su 23-J. Pero más importante me parece el subtítulo: “Darle todo el protagonismo a Vox es, ha sido y será una irresponsabilidad, lo haga el PP o lo haga el PSOE”. Y lo han hecho los dos. Primero, el PSOE jugando en corto, como siempre, intentando ningunear la oposición del PP haciendo más caso a Abascal. Y después, claramente, los de Casado y Feijóo dándoles las llaves de los gobiernos.

La reflexión de las y los profesionales

En esta misma columna ya ha aparecido un profesional de la comunicación política: César Calderón. Y cierro la misma mencionando a otro del que ya hablamos al principio de la campaña: Pedro Ruiz es el fotógrafo que fichó el equipo de Sumar cuando se deshizo el de Ciudadanos. Este artista (porque hace arte, no es un modo de hablar de barra de bar) ha cambiado de partido sin problemas. Eso en España y en Euskadi es bastante extraño porque las siglas tienden a contar con gente de confianza. No es nada malo: es así. De hecho, creo que es bueno porque les obliga a detectar o atraer talentos a sus filas.

Lógico

Cuando Xabier Fortés despidió a las y los siete participantes en el debate de La1 de la semana pasada, lo hizo remitiendo al “debate final” de este jueves, lo que me pareció una descortesía abrumadora porque el ente público español, que como tal pagamos entre todas y todos, había decidido laminar a tres partidos porque sí. De los cuatro que sí iban a ser invitados, como sabemos, uno se borró. Partiendo de aquella descortesía, el desprecio a una parte de la sociedad de RTVE y lo que decidió el PP, llegamos a este lógico titular en El Independiente: “El debate de candidatos sin Feijóo fue el menos visto de la historia de España”.

¿Tiene obligación de ir?

Sin duda, RTVE tenía obligación de invitar al PP a ese debate a cuatro, “el debate final”, como lo llamaron ostentosamente. Y el equipo de campaña de Núñez Feijóo tomó una decisión arriesgada: no comparecer. ¿Ha sido acertada? Parece que nunca lo sabremos. Soy de los que cree que nadie puede ganar un debate al que no ha asistido. Pero no es menos cierto que, sin asistir, puede provocar que otros pierdan. Para mí, la cuestión es más profunda: ¿tiene obligación de ir? ¿Traiciona a la democracia no haciéndolo? ¿Es una oportunidad para explicar tus intenciones o un espectáculo televisivo en el que la audiencia pide sangre?

En Catalunya no están mejor

Por lo que parece, la audiencia que perdió el debate a cuatro de La1 no se fue, en Catalunya, al menos, a la televisión pública: “El pinchazo del debate electoral en TV3 anticipa el riesgo de alta abstención independentista”. Significativamente, venían de batir su propio récord, con un máximo de audiencia en 2019. Sigo preguntándome: ¿qué ha pasado? Ya sé que ERC ha conseguido alcanzar la presidencia, que Junts se ha roto definitivamente y que el espacio convergente sigue despedazado. Pero, insisto: ¿qué ha pasado? ¿Qué procesos personales y colectivos se han dado, quién los ha preparado y para qué?

Mientras tanto…

La ultraderecha dispone de un espacio en máxima audiencia sin que pueda estar compensado por los grupos que son su némesis, esto es, los nacionalistas “periféricos” que implementan políticas progresistas mientras avanzan hacia un espacio propio en una Europa de naciones. Con esta realidad y la certeza de que la derecha tradicional española asume sus discursos y la institucionaliza, no podemos extrañarnos ante noticias como esta: “Expulsan al responsable de hacer cantar el ‘Cara al sol’ a niños en un campamento infantil en Burgos” (El Diario). La sanción a este personaje no puede ser puntual: su inhabilitación debe ser automática y permanente.

Terrorismo fascista

Sí, la ultraderecha está a un paso de tener la llave del gobierno español y, sí, el fascismo en el mundo está más fuerte que nunca. Que nunca. Porque ha logrado ganar terreno derramando mucha menos sangre que en su anterior momento de auge y porque, además, gracias a Internet y la irresponsabilidad, tiene unas expectativas inmejorables. A los hechos, terribles pero innegables, me remito: “Israel recorta el suministro de agua a dos ciudades en Cisjordania en plena ola de calor” (RTVE, en su web). Esto es terrorismo fascista ejercido desde un Estado y sin que nadie en la comunidad internacional haga nada. ¿A qué van a tener miedo?

El camino de Rosa Díez

El camino de Rosa Díez es muy significativo: del PSE a UPyD, y de UPyD a Vox. No como representante (aunque estoy seguro de que algún voto sumaría al partido ultraderechista) pero sí como simpatizante, por lo menos. La candidata de las y los de Abascal al Congreso por Bizkaia tuiteaba una foto de la visita de la exconsejera del gobierno vasco a la carpita que pusieron en Bilbao. Nerea Alzola y Díez posaban, sonrientes, delante de la bandera española y bajo la lona verde que les daba cierto aire extraterrestre. A estas alturas quien justifica, apoya y vota a Vox lo hace al fascismo trasnochado. No cabe un debate al respecto.

Totalmente de acuerdo

Si por algo se ha caracterizado el primer gobierno español de coalición es por unos horarios imposibles para la conciliación de cualquiera que tenga algo que ver con la política: mientras imponía fichajes y el control de las horas extra, los partidos sufrían colapsos laborales y emocionales. Ahora, en campaña, se han pasado de vueltas, como bien señala Alberto Elías: “No seré yo el mejor estratega, pero diría que queda un poco raruno que salga Yolanda Díaz fardando de dormir dos horas al día cuando uno de los principales caballos de batalla de Más País/Sumar siempre ha sido el tema de la conciliación y reducir jornadas laborales”.

“Tan difícil como llegar a la independencia”

La pieza en El Nacional sobre un encuentro de Artur Mas en “un desayuno de los juntaires con representantes de pequeñas y medianas empresas catalanas” me ha resultado muy interesante. Todo lo que dice el President resulta razonable, tanto como su objetivo independentista. Según avanzaba en las líneas me preguntaba una y otra vez: ¿en qué momento se desviaron del camino? ¿Cómo ha podido acabar todo tan mal para el espacio político que lideró el camino independentista catalán, que se presenta dividido una vez más y regala el liderazgo del nacionalismo a una ERC que solo se ha limitado a esperar?

El debate a tres

Escribo esta columna antes de que se haya producido el debate a tres, y supongo que lo veré, aunque sea como fondo de otra actividad (seguramente, trabajar, que estamos en campaña). No me genera mucho interés más allá de la puesta en escena de RTVE y de cada interviniente: cómo hablan, a quién se dirigen (especialmente, en ausencia del PP) y cómo gestiona cada uno su pequeño drama. Yo me espero algo así: Sánchez intentará resarcirse del desastre de la semana pasada pero sabe que la imagen de presidente la tiene el ausente, Abascal exhibirá sus limitaciones y Díaz querrá desmarcarse, ser una alternativa a todos, sin convencer a casi nadie.

Esto no vale nada

Durante la emisión del debate alguien jugará en Twitter a hacer “fact-check”, es decir, a detectar mentiras y desenmascararlas. Un ejercicio que siempre he considerado un virtuosismo innecesario: las crónicas del día después suelen ser complementarias y ayudan a hacerse una idea. Además, están mejor escritas. Precisamente uno que sabe mucho de televisión, Borja Terán, tuiteó como si nada una de esas frases que hacen que te detengas: “Estáis en Twitter peleando por desenmascarar mentiras, pero la conclusión es que la verdad ya no vale nada”. Su tuit vale muy poco, precisamente, porque contiene una grandísima verdad.