Gobernar bien es muy difícil

Hace años ya, cuando yo empezaba, Emilio Olabarria me dijo: “Gobernar es fácil, gobernar bien es muy difícil”. Esta verdad ha vuelto a mi cabeza después de leer el titular en Vozpópuli: “La deuda pública sube como no lo hacía desde el covid: 70.000 millones en lo que va de año”. Según algunos cálculos, esto supone que España, solo a los intereses de esa deuda y solo en 2025, destinará más de 40.000 millones de euros. Dicen los que saben (como Olabarria), que un poco de deuda pública no está mal, pero si la deuda alcanza el 100% del PIB igual los sucesivos gobiernos de España no están gobernando bien.

¿Cómo pagamos?

No me explico cómo algunos argumentos políticos macroeconómicos siguen funcionando: por supuesto que la deuda hay que pagarla y si es excesiva lastra, por supuesto que los impuestos sostienen el estado del bienestar y, por supuesto, si recaudas menos tendrás peores servicios públicos. Pues bien, en Valencia, “el Consell admite que con el cambio fiscal los contribuyentes ‘ricos’ se ahorrarán 61 millones” (La Vanguardia). Doy por hecho que el equipo económico de Carlos Mazón conoce estos rudimentos contables, así que si el PP valenciano decide prescindir de 61 millones de euros de quien más tiene, lo hace por política. Su política.

Luego se endeudan

¿Cómo resuelven la derecha y la ultraderecha españolas la falta de recursos? Así: “Vox dispara la deuda pública de los municipios de las Baleares. Los ayuntamientos donde la formación de extrema derecha cogobierna con el PP acaparan casi toda la subida del endeudamiento municipal” (Diario de Mallorca). Qué fantasía: la deuda pública une a la izquierda con la derecha, y a quienes están en sus respectivos márgenes. En el centro, me temo, como el jamón del sándwich, queda la responsabilidad de explicar que pagar es importante, que la solidaridad es necesaria y que los impuestos (especialmente, los de las empresas) permiten la fiesta.

Realismo y sostenibilidad

Hoy va de batallitas: recuerdo mi sorpresa cuando un compañero me adelantó en Estrasburgo que el sistema público francés no dejaba de incrementar su riesgo porque el gobierno iba invirtiendo en empresas y sectores que podían cerrar o caer, como respuesta a las protestas, y el globo, hinchadísimo, estaba a punto de explotar. Y pum: “Llegan los recortes a Francia: la incapacidad de contener el déficit tiene la culpa”. Según El Blog Salmón (en un artículo extrañamente tendencioso), “en 2023, las subvenciones a empresas ascendieron a 211.000 millones de euros” y eso que “Francia ostenta la mayor presión fiscal de Europa”.

En resumen

No lo digo yo, lo ha escrito Nieves Concostrina en Bluesky: “Las autonomías del PP venden a sus votantes bajadas de impuestos, los votantes egoístas y simplones pican, los servicios públicos de emergencias quedan al mínimo, vienen danas e incendios, y piden socorro al gobierno central. Estoy de los ciudadanos ignorantes hasta la peineta”. Sin embargo, me atreveré a completar su queja (que comparto, claro): también es egoísta y simplón reclamar gasto público como si el dinero de todas y todos fuera infinito, y exigir que el estado intervenga despreciando a la empresa privada, que es la que más impuestos paga.

¿Quién recuerda a ETA?

No son pocas ni pocos, del entorno de la izquierda abertzale y de otros, las y los que piden que dejemos de relacionar a quienes apoyan a ETA con ETA, argumentando que la ciudadanía vasca ha pasado página. Yo no estoy tan seguro de que las y los vascos quieran olvidar su pasado por mucho que duela al mirarlo de frente, pero de lo que no tengo duda es que de ETA habla mucho más la izquierda abertzale que el resto: “Covite denuncia que 26 actos de apoyo a presos de ETA durante este verano han sido patrocinados por Bildu” (El Independiente). En total, ya van “135 actos de apoyo a los presos de ETA durante las fiestas”.

No soy optimista

Me hago mayor y me duele Euskadi: el número de personas capaces de justificar o perdonar un fascismo que ha vivido me entristece. Por desgracia, en todas las sociedades hay comportamientos inexplicables, como (salvando distancias) el “espectáculo de fuegos artificiales en Jaraíz de la Vera” junto a “uno de los incendios en activo” (Huffington Post) en Cáceres. Un vídeo, ampliamente difundido en redes sociales y WhatsApp, muestra la cercanía de los fuegos artificiales al real. Las respuestas han sido también muchas y no todas calmadas. Y eso, respuestas ante lo evidente, es lo que necesitamos. Pero no soy optimista.

No lo entiendo

El de las y los políticos que inflan sus currículums ha sido uno de los temas del verano. Yo no lo entiendo. En 2025 si algo tenemos claro es que el currículum académico importa poco (salvo para el acceso a algunas plazas funcionariales). Me explico: doy valor a los estudios, pero sé que no son exigibles y menos en política, como recuerdan en El Blog Salmón. “Para ser político no hace falta estudiar Ciencias Políticas y a veces, directamente nada. Mentir en el CV es casi lo de menos”. Noelia Núñez ha hecho un ridículo evitable pero ha generado un efecto cascada muy interesante de “corrección” de titulaciones obtenidas (o no) por otros representantes.

¿Quién es turista?

Yo soy turista, no voy de “viajero” por el mundo ni doy la tabarra con que intento integrarme en las ciudades que visito con pantalones cortos y gafas de sol. Sin embargo, a veces me parece que soy el único turista: “¿Quién se beneficia del turismo en verano? Así impacta su masificación en trabajadores y medioambiente”, denuncian en Público, y en las txosnas de Bilbao vemos a comparseros con la piel tostada por el sol servirnos cañas entre carteles contra el turismo en la ciudad. Algunos están en su prime de cinismo e hipocresía. Por supuesto que debemos cambiar el modelo, pero cuando viajamos, no cuando volvemos.

¿Qué pasará?

No soy taurino, de hecho, me gustaría que no existiese un espectáculo basado en que una persona se juegue la vida y en que un animal precioso sufra hasta morir. Pero reconozco que asisto al fogonazo (veremos si es una luz duradera o no) de “el morantismo”, como lo definen en Vozpópuli, con cierta curiosidad, entre otros motivos porque Morante de la Puebla es de mi edad pero encarna, flípolo, el clasicismo en el toreo (que ya es decir). Pero sobre todo porque ese clasicismo (flípolo más) ha conectado con una generación de aficionados jóvenes, sí, pero con una estética viejuna que me genera una mezcla de fascinación y pasmo.

Un niño consentido

Titulan en El Nacional que “Trump se jacta de ‘subyugar’ a los líderes europeos con unas imágenes para la historia”, y en Bluesky he leído varias celebraciones por que Pedro Sánchez no estuviese en las fotos que ha publicado la Casa Blanca, en las que se ve al presidente de EE.UU. frente a su escritorio y a los líderes europeos, al otro lado. Sin interpretaciones interesadas yo tengo claro lo que veo: a políticos europeos valientes que calculan la opción menos mala y se atreven a gestionar con un irresponsable e impredecible, pero poderoso, el fin de algo tan grave como una guerra. Reconocer el valor ajeno mejora el mundo.

Lo ve todo el mundo

Todo el mundo salvo Donald Trump y aquellos a los que riega con su poder y su dinero ve lo que es realmente Donald Trump: “¿Se puede confiar en un presidente que no sabe ortografía, tiene serios problemas de gramática y escribe mayúsculas al azar? Creo que no. Un presidente que no sabe escribir no puede pensar”. Esto no lo digo yo, lo dice Stephen King, a quien leen millones de personas, y lo recogen en el Huffington Post. “Putin tomó a Trump como un tonto”, sentenció el escritor, muy beligerante con el republicano. No seré yo el que corrija, matice o amplíe las palabras de un maestro del relato como él.

La realidad

Mientras Donald Trump se preocupaba de las imágenes que se difundirían de la reunión con los líderes europeos, insisto, personas valientes y responsables a las que desprecia (lo que da una medida de su altura intelectual), Putin, que según Stephen King le tomó por idiota, bombardeaba Ucrania: lo muestra, entre otros, Marc Marginedas en X. Putin es indefendible: su crueldad y sus intenciones son injustificables, y los que callan, los que desvían la atención, los que hablan de “otanismo” mientras familias enteras mueren en Ucrania por los misiles rusos, son, como dijo Julio Anguita, “los canallas” que apoyan las guerras.

El mismo desprecio

Si no muestras el mismo desprecio por Putin que por Netanyahu tú no eres un antifascista, tú lo que eres es un interesado. Y no voy ni a discutirlo. Interesados, por cierto, como quienes instrumentalizan el dolor de las y los gazatíes para colocar su propaganda: un cartel en las txosnas de solidaridad junto a otros contra el TAV o la subfluvial, no cuela. Dejo mi diatriba y me centro: “‘Niños con balazos por buscar comida’: Médicos sin Fronteras exige el fin del sistema de distribución de ayuda de Israel y EEUU en Gaza” (El Independiente). Es tan fácil reconocer al malvado en este conflicto como en la invasión rusa sobre Ucrania.

La luz

Separar al gobierno ultra de Netanyahu del total de la población israelí es una obligación profesional pero también ética. No, no todas y todos apoyan las decisiones genocidas: “Más de dos millones de israelíes se manifiestan contra Netanyahu. No sabemos cuántos están en contra del genocidio en Gaza pero el Primer Ministro y sus aliados fundamentalistas se enfrentan a una grave crisis”, escribe Javier Espinosa en Bluesky. Aunque solo sean unos pocos las y los israelíes que están en contra del genocidio, debemos ver esa luz, porque la llave para sacar rápidamente a Netanyahu del gobierno la tienen sus votantes.

Va de bulos

La columna de hoy va de bulos y, sobre todo, de quien los hace. Erramun, que en cualquier otro lugar no pasaría del tonto del pueblo, tiene casi 15.000 seguidoras y seguidores en X. Eso da la medida, también, de a quien leemos las vascas y los vascos. Pues bien, este usuario, también conocido como Donostia Bai en la red social de Elon Musk, lleva 48 horas intoxicando sobre el papel de los líderes europeos que han arropado a Volodímir Zelenski en Washington. Quiere hacernos creer Erramun que todos son marionetas de Trump y la OTAN. ¿Y Putin? Bien, por supuesto. Su relato sobre la invasión rusa es tan creíble como el que hace de Euskadi.

La memoria importa

Para que gente como Erramun-Donostia Bai no te la cuele es importante tener memoria. O por lo menos, tener dudas y el ánimo suficiente para hacer un par de búsquedas en Google: Ander Gurrutxaga, que ha puesto sobre la mesa esta semana al falso dilema del médico que sabe euskera contra un buen médico, fue viceconsejero del Gobierno Vasco con Inaxio Oliveri, de EA, uno de esos partidos que Sortu ha comprado con puestitos en nombre de Bildu. Por supuesto, los de los bulos (que es igual que decir “los de la izquierda abertzale” en Euskadi) aseguran que era consejero del PNV. Otro bulo de los mismos para los mismos.

Igual que Trump

No hay ninguna diferencia, ninguna, entre quienes propagan bulos para tontos en Euskadi y quien lo hace en EE.UU., siempre con un interés político detrás: “Trump busca eliminar el voto por correo por ser ‘fraudulento’: ‘Somos el único país del mundo que los utiliza’” (El Plural). El bulo del fraude y de la excepción calará, igual que el de la rendición a la OTAN, igual que el de que Gurrutxaga no era de EA, porque hay gente sin memoria, que solo busca gilipolleces en Internet y, sobre todo, porque hay personas con intenciones preocupantes que trata a sus seguidores y votantes como si fueran idiotas. Allá quien se deje.

Lo mismo todo el rato

Erramun, quienes quieren desvincular la euskarafobia de Bildu, los que hacen el caldo gordo a Trump (todos, astillas de la misma madera, aunque les joda) son perfectamente capaces de hacer lo que han hecho quienes han atacado a Antonio Muñoz Molina con la ayuda de Grok, la inteligencia artificial, cómo no, de Elon Musk: el robot del multimillonario asegura que el escritor usa un Rolex de 10.000 a 15.000 euros solo a partir de una foto. En otras de la misma sesión se ve perfectamente que se trata de un Festina que, según Newtral, cuesta 120 lereles. En cualquier caso, el bulo del Rolex se ha viralizado y el dato del Festina, no. Así funciona esto.

Tenemos lo nuestro

No pretendo cargar las tintas contra los tontos del pueblo y los malvados del país, mis enemigos son los bulos y quienes los difunden, sean quienes sean, por eso traigo esta chanza de Humor en la Red (la web del famosísimo Karma): “Varios periódicos digitales han acusado a Txarriboda News de inventarse las noticias que publican. Medios como The Objective, OKdiario o Periodista Digital consideran que forma parte de una campaña de desinformación y de difusión de fake news que sólo persigue la crispación y polarización de la ciudadanía”. Sí, los medios tenemos la responsabilidad de difundir la verdad. Hagámoslo. Juntos.

Mira, no

He asistido con distancia mental intencionada a la defensa cerrada que ha hecho Sortu, especialmente, Arkaitz Rodríguez, al antifascismo de Txiki y Otaegi, asesinados (“asesinados”, sí) por Franco. No tengo nada que añadir a la memoria de los asesinados, ni mucho menos al sufrimiento de sus familias. Pero uno es antifascista en todo momento y en todo lugar o no lo es. Esta afirmación es sencilla de entender y de aplicar. Y quien convive política y socialmente con fascistas (que lo son porque te asesinaban si no pensabas como ellos, y esta también es fácil) y con quien los justifica (en presente), antifascista no es. No entro ni a discutirlo.

Vuelve el puerta a puerta

Con agostidad y premeditación, el líder de Bildu, puesto por Sortu y acatado por quienes no quieren dejar de pisar moqueta, ataca con el puerta a puerta: Arnaldo Otegi aplaudía un reportaje de El País en el que mencionan a las localidades de Gipuzkoa, gobernadas por la coalición, que han vuelto con esta imposición (y sus sanciones, también puerta a puerta). Solo era cuestión de tiempo el regreso al sistema a la agenda (y las empresas vinculadas, por supuesto) de la izquierda abertzale. Lo de cabalgar contradicciones, como decía Pablo Iglesias, a Otegi y a Bildu, en su conjunto, les queda lejos. Lo suyo son, más bien, imposiciones.

¿Quién está con las mafias?

Voy a intentar a hablar claro y sencillo, como en el párrafo que dedico al fascismo y como no lo hace Arnaldo Otegi sobre el puerta a puerta. Es imposible apoyar la actividad de los manteros sin apoyar, al mismo tiempo, la de las mafias que trafican con personas y con mercancías, y que obligan a esos jóvenes inmigrantes a tener un historial delictivo que les dificultará su ingreso en el mercado laboral y la sociedad. Quienes van de progres lo saben (y si no lo saben es porque las intoxicaciones informativas desde la izquierda para la izquierda funcionan) pero les puede el tuit y el enfrentamiento con la autoridad. Y las mafias, encantadas.

Racismo, con todas las letras

No hubo una ETA buena, no hay imposición institucional que pueda venderse como éxito social, no hay instrumentalización de los migrantes que cuele como solidaridad, y no hay ataque a una persona racializada que no sea racismo. Estamos todas y todos de acuerdo, ¿no? Pues actuemos en consecuencia: el acoso que denuncia Gogorregi a un comparsero suyo, de origen magrebí, venga de quien venga y en el contexto que suceda, es condenable. Punto. Y quien mira para otro lado, como quien lo hace en un caso de violencia contra las mujeres, exactamente igual, será cómplice por intereses espurios.

Cada día somos más

Raquel Marcos en Bluesky ha escrito muy bien cómo me siento: “Joder, se me han hinchado las narices, no puedo ya con más gilipolleces”. Por eso esta primera columna de la temporada he querido dedicarla a temas muy básicos en los que, no dejaré nunca de insistir, debemos tener las ideas muy claras: el antifascismo se practica en cualquier situación, las imposiciones no cuentan como éxitos, nadie ayuda a un vendedor ambulante perpetuando su relación con las mafias y cualquier ataque por raza, sexo o religión, debe ser condenado sin titubeos. Cada día somos más quienes, como Marcos, no podemos con las gilipolleces. Ni con las trampas.