Qué puta desgracia

Lo que está haciendo el gobierno ultra de Israel es una puta desgracia mundial que no podemos seguir permitiéndonos. La foto que ha elegido Oscar Mijallo para ilustrar su tuit, con dos niños abatidos bajo los escombros, desgarra. Y su mensaje araña por dentro: “Netanyahu sabe que cuantos más muertos haya en Gaza más protestas habrá en Estados Unidos y que las protestas perjudican más a Biden que a Trump, su gran aliado. En noviembre hay elecciones en USA… Me temo que habrá muchos muertos en Rafah”. Niñas y niños asesinados por necesidad política. Quien no haga todo lo que pueda por pararlo es culpable de que siga sucediendo.

Y qué vergüenza

Vergüenza debería de dar a quienes aprobaron la ley de vivienda antes de una campaña solo para tener un argumentario electoral las consecuencias de su obra: “El precio de la vivienda sube un 7,4% en abril: así está por capitales” (Expansión). Y todavía hoy las y los representantes de la izquierda en las tertulias de televisión y radio siguen hablando con suficiencia del problema, como si el gobierno español no hubiese tenido mayoría y tiempo suficiente para hacer una normativa efectiva, útil, que fomente la oferta en vez de retraerla, y que explique la realidad del problema, en vez de buscar el titular, el tuit y el voto.

Alguien sí lo ve

ERC fue uno de los que votaron a favor de esa ley, junto a Bildu y el gobierno español de coalición. Después, el partido del president Aragonès se descolgó por la invasión competencial evidente de la norma, pero seguía teniendo capacidad ejecutiva para aplicarla. Sin embargo, algo no ha debido de ir bien: “Activistas por la vivienda revientan un acto de ERC en Barcelona: ‘No vengáis a vender humo’” (El Nacional). Estoy radicalmente en contra de que nadie boicotee los actos de campaña de ningún partido (además, es delito), pero la noticia en El Nacional evidencia carencias legislativas, ejecutivas o ambas.

El debate sucesorio en el PSOE

Igual que la ley de vivienda española está generando mucha frustración por sus resultados, inversos a los esperados salvo por la parte electoral de quienes aún la defienden (Bildu y los partidos del gobierno español de coalición), la decisión de Sánchez de quedarse en Moncloa después de su reflexión televisada ha generado frustración en el PSOE, donde muchas y muchos ven un problema a la hora de organizar el relevo de quien ha convertido el partido en una cuestión personal. Un problema que el líder radicaliza a cada paso: “El PSOE aleja hasta ‘finales de 2025’ el congreso previsto en otoño para enterrar el debate sucesorio” (EPE).

A mí me resulta caro

Quien me conoce y quien me lea habitualmente sabe que muy monárquico no soy. Mi aversión ante semejante anacronismo que una referencia a la “tradición” no sostiene es global: aunque la casa real británica me genere más curiosidad por su imbricación en la vida pública, todas me parecen prescindibles. Prescindibles por extemporáneas, por inútiles y por caras: en El Imparcial leo que “Felipe VI vuelve a jurar la bandera en Zaragoza con la Princesa Leonor de testigo”. Solo el acto de agenda que genera gasto por desplazamientos, mantenimiento del traje militar y dietas (el Rey no va a comer un poke-bowl), ya me parece prescindible.

Correcto

No puedo añadir nada a este tuit de Ion Antolín: “Los bulos solo se combaten denunciándolos. Lo demás es literatura”. Es absolutamente cierto, inapelable. También es cierto que suelo estar de acuerdo con Antolín, hoy director de comunicación del PSOE, pero hace años otro curioso que pululaba por aquel primer Twitter (mucho antes de que se llamase “X”) en el que nos conocíamos todas y todos. Sí, aquello sucedió y fue extraordinario. La sentencia de Antolín es oportuna en la campaña que lidera con habilidad el PSOE, después de la maniobra de Sánchez, pero es válida desde antes de la necesidad y la virtud del presidente español.

Por ejemplo

Un ejemplo clarísimo de que los bulos son anteriores a Sánchez, e incluso a la existencia de medios de la extrema derecha que el PP utiliza para colocar sus mensajes de mierda (porque todos los argumentos que necesitan mentiras o medias verdades intencionadas son argumentos de mierda), son las noticias falsas y los rumores sobre la inmigración. Por suerte, existe Maldita que los desmiente: “No, las familias marroquíes con cuatro hijos no perciben 2.092 euros al mes con la Renta Garantizada de Ciudadanía en Cataluña”. Por desgracia, cada desmentido tiene una difusión menor, y son menos, que cada noticia falsa y racista.

¡Claro que les necesitamos!

El que puede ser el próximo lehendakari, Imanol Pradales, prometió más control en las ayudas a las y los emigrantes y más mano dura con quien delinque. Me parece bien, por supuesto. Sobre todo, porque parte de la base apropiada: no puso en duda en ningún momento la existencia de esas ayudas ni su necesidad, puso el foco en quien se aprovecha de ellas. Lo que es innegable es que necesitamos a esas personas que vienen a trabajar, a levantar Euskadi, desde más lejos que quienes vinieron la última vez, porque “la natalidad sigue bajando en Euskadi: un 1,6% menos de nacimientos que en 2023” (Bizkaia Gaur).

Denunciémoslo

Vuelvo al tuit de Ion Antolín porque lo que hizo Xabier Fortes también en X fue precisamente denunciar el acoso, los bulos y los insultos que recibe en esta red social: “Ahora toca la carga de la brigada ligera morada como hace unas semanas era la derecha radical. Van a decir que en vuestra obsesión os parecéis mucho, y también en vuestro lenguaje escatológico. Se espera algo más de vosotros, pero cargáis a toque de corneta y eso se nota mucho”. Es indiscutible que la máquina del fango en redes sociales la puso en marcha Podemos, y que en Euskadi les ha copiado Bildu. Y aunque sean evidencias diáfanas también hay que denunciarlas.

En lo pequeño y en lo grande

Las redes sociales, especialmente X, WhastApp y Telegram han empeorado el debate público. No solo por los bulos y la intoxicación: hemos visto a políticos como Pablo Iglesias, pero también a concejales de pueblos vascos, entrar en el cuerpo a cuerpo e insultar a periodistas u otros representantes públicos. Es innegable que debemos regular esas herramientas ante la imposibilidad de regular algunos cerebros. Porque además el barro llega a todos los rincones, incluso a consensos científicos: “Las redes sociales engrasan la fuerte ofensiva del negacionismo climático: uno de cada tres tuits lo es” (EPE).

¿Todavía alguien se lo cree?

La reflexión de Pedro Sánchez, con un CIS lanzado en tiempo récord mientras el presidente se lo pensaba, con una entrevista posterior en La1, y con el resultado que hemos visto, de un Pedro Sánchez victimizado y una Begoña Gómez que parece que no tiene que dar ninguna explicación (pero tendrá que darlas), formaba parte de un plan, de una maniobra electoral, es ya evidente. De hecho, defender lo contrario hoy me parece hasta cándido. Y de entre todo, lo más grave, sin duda, es lo de La1, es esa utilización de los medios públicos para culminar un plan personalísimo y más mecánico que filosófico.

Y el CIS, por supuesto

La Junta Electoral no sanciona a RTVE aunque cree que el ente tiene que compensar al resto de partidos. Pero, ¿qué habría pasado si el Lehendakari Urkullu hubiese montado un sainete similar y hubiera acabado con una entrevista en prime-time en EITB? ¿Y qué habría pasado si, además, hubiese usado el gabinete de prospección sociológica del Gobierno Vasco antes de tomar su decisión final? Por eso sí que “la Junta Electoral abre expediente a Tezanos por su encuesta ‘flash’ sobre la carta de Sánchez” (El Imparcial). Estas no son cuestiones menores ni deberían de pasar desapercibidas solo porque sucedan en España.

Esto también es electoral

La manifestación que ha convocado el PP buscando el único fin de semana no electoral del mes de mayo, es evidentemente un acto de precampaña: “Una protesta contra los ‘bulos’ de Pedro Sánchez el 26 de mayo en Madrid” (El Cronista). Borja Sémper, que habla siempre como si todo el mundo fuera idiota menos él, lo define como “acto cívico”. Pero curiosamente lo más civilizado sería precisamente combatir esos bulos y, para empezar, decir la verdad: la protesta será contra eso, contra la amnistía que se aprueba, contra el “caso Koldo”, contra Begoña Gómez y contra todo lo que se menea en el PSOE y que el PP pone en el disparadero.

No es solo una serie documental

El fallecimiento de Victoria Prego ha servido, como todos los decesos, para recordar su vida y obra. No obstante, algunos textos críticos, como el que leímos en el digital de Pablo Iglesias, resultaban poco oportunos por muy por adecuado que fuera el análisis. Es tan sencillo como tener sensibilidad: no hay que esperar al deceso para poner los puntos sobre las íes. Por el mismo motivo me parece extemporánea la petición del PP: “Emitir las series de Victoria Prego sobre la Transición ‘por su interés general’” (El Independiente). Aquel relato pertenece a un momento y, apurando, a un bando. Hoy, descontextualizado, solo aportaría más división.

El blanqueamiento que no cesa

Precisamente fue el PP el que mostró al resto de partidos cómo podía instrumentalizarse el dolor. Algunos tomaron buenos apuntes sobre cómo victimizarse, primero, y usar a víctimas ajenas para blanquearse, después: “Ikasle Abertzaleak inicia en el campus de Leioa de la UPV/EHU una acampada en apoyo al pueblo palestino” (Europa Press). Pues muy bien. Una vez más, como cuando yo era estudiante, en el siglo pasado, volverán a darnos lecciones sobre sufrimiento, solidaridad y derechos humanos quienes nunca fueron capaces de empatizar con quien se sentaba en el banco de al lado. Pero, ¿a quién le importan hoy las contradicciones?

Ellas y ellos contra nosotras y nosotros

Esta es la cruel realidad: las siguientes elecciones, las europeas, van de ellas y ellos, es decir, las y los fascistas, contra nosotras y nosotros, esto es, quienes nos enfrentamos al fascismo: “Cuatro hombres golpearon y patearon a Matthias Ecke, de 41 años, y al parecer el mismo grupo había atacado minutos antes a un trabajador del Partido Verde en la misma calle” (Euronews). Sucedió en Dresde, Alemania, y Ecke es un europarlamentario y candidato del SDP, el partido socialdemócrata de aquel país. En Europa nos estamos jugando hacer frente a la extrema derecha, la de siempre, y el populismo de signo contrario, más que nunca.

En su cabeza sonaba espectacular

Bildu dijo que venía a elevar el nivel del debate y, de momento, lo que han anunciado es que lo divide: “Kortajarena será la portavoz en el día a día y Otxandiano queda para los grandes debates”, tuitean en Naiz. Estoy seguro de que en la cabeza de las y los de Bildu este reparto de roles (siempre para que a Otxandiano se le vea lo justo) sonaba espectacular. La realidad es otra. Pero además del comunicativo hay otro debate que señalaba Naiara Pinedo en X: “¿Y esto a las mujeres feministas de EH Bildu les parece normal?”. Una cosa es anunciar que elevarás el nivel, que eres feminista o que tu candidato es bueno con el discurso, y otra, demostrarlo.

¿Elevar el nivel es esto?

En Catalunya votarán el próximo domingo, después de la última estratagema de Pedro Sánchez para reubicarse a sí mismo y a su partido como líderes de la lucha contra el barro. Significativamente, Carles Puigdemont, que según las encuestas lidera nuevamente el independentismo, ha sido el objetivo del líder de UGT en Catalunya que cierra la candidatura del PSC. Matías Carnero quiso hacer una gracia, al parecer, con esta frase: “Llorado se fue Puigdemont en el maletero. Y no se si cagado y meado”. Por supuesto, el president y candidato ha denunciado en X este acto de “deshumanización”.

O alguien miente… O habrá repetición electoral

Las últimas encuestas electorales antes de las elecciones catalanas reafirman las tendencias: Illa ganará con solvencia, Puigdemont lidera el bloque nacionalista y ERC se diluye pese a ser ahora mismo el partido del gobierno, para sorpresa de las y los extraños, porque allí, las y los propios, lo ven hasta lógico. Pero la gobernabilidad no está asegurada y pese a ello todos los actores niegan los pactos futuros. Algún partido está mintiendo, es evidente. O eso, o Catalunya se verá obligada a repetir las votaciones porque su sistema de elección al President en el Parlament es más parecido al español que al vasco.

Catalunya, Europa… Y España

El resultado de esa votación en el Parlament y la posible repetición electoral en Catalunya pueden acabar con la legislatura también en España. ¿Qué conejo se sacará de la chistera para ese proceso Pedro Sánchez, después de la carta, el período de reflexión y la frustración que generó con la falsa ilusión de su marcha? Sea del color que sea el lepórido, tendrá la cara de Sánchez, y eso para el PSOE es un problema declarado: “El numerito de Sánchez plantea una pregunta que se ha abierto paso en medio del vacío de liderazgo visto en el PSOE sin la alargada sombra del inquilino de la Moncloa”, escribe César Calderón en The Objective.

Cuando lo llamábamos «judicialización de la política»

Tiran con bala en El Independiente cuando titulan: “El independentismo pasa al ataque ante un Sánchez dispuesto a robarles la bandera del lawfare”, como si la judicialización innecesaria de la política, solo para asegurar la pena del Telediario o el Teleberri, fuera un recurso victimista. Estos procesos mediáticos existen y alejan de la política a las personas más valiosas. Y además, no solo están impulsados por “las cloacas” del Estado: en Euskadi es Bildu quien ha impulsado denuncias y ha perseguido casos que han acabado sin condenas prácticamente en su totalidad. Pero eso no importa si difamación y la sospecha calan.

La política consiste en negociar

No seré yo quien intente explicar la política catalana, llena de particularidades y explicaciones que requieren, más que conocer, vivir en el marco de la nación. Pero sí creo que, en términos generales, la política consiste en llegar a acuerdos entre diferentes y hacer, juntas y juntos, que un país avance. Y aunque entiendo el órdago electoral y emocional del president Puigdemont, que “cierra la puerta a pactar con el PSOE catalán y e insta a ERC a definir sus apoyos” (El Cronista), creo que la estrategia del bloqueo nunca es buena. Ni por concepto ni porque algún partido de todos los que niegan pactos ahora mismo está mintiendo y lo sabe.

Europa sí importa

Las elecciones europeas importan mucho porque las directivas que salen de Bruselas y Estrasburgo nos afectan directamente, generando los marcos legislativos de los parlamentos más cercanos. Y porque en lo ideológico estamos en un momento crucial: la extrema derecha avanza más reforzada que nunca y las voces propias y distintas pueden marcar la diferencia, más allá de los grandes grupos que, como explica muy bien Juan Ignacio Pérez Iglesias en una de sus conjeturas, están siendo permeables a las nuevas estrategias del viejo fascismo: Meloni lidera a los ultras pragmáticos que quieren asentarse en las instituciones continentales.

China amenaza hasta a Tesla

El futuro de Europa también importa porque el continente está viejo y se queda sin recursos ante los nuevos gigantes: ni siquiera Elon Musk, con todos sus millones que permiten pagar a las y los mejores asesores, logra hacer frente al monstruo chino que amenaza el sector automovilístico mundial: “Tesla no puede competir en precio con los coches chinos: se la juega todo al taxi autónomo” (El Blog Salmón). Y quien dice “precio” dice también “calidad”, porque los vídeos de fallos en los Tesla son un género en sí mismo en Internet. Lo más gracioso de la pieza es que Musk pida ahora “medidas proteccionistas adecuadas”.

¿Quién no es turista?

Sí, creo que hay que regular el turismo. Y sí, me encantaría que mi país fuese el primero que vetase por completo a Airbnb y similares, que son los que descontrolan el número de turistas y alteran el mercado de la vivienda. Pero creo que este debate, como el de la energía, está lleno de trampas y de hipocresía: ¿solo son turistas quienes nos visitan y alquilan pisos en esa página web? ¿No lo somos nosotras y nosotros cuando nos trasladamos? ¿Qué vamos a ser dentro de un par de meses, “viajeras” y “viajeros” o simples “turistas”? ¿Dónde vamos a comer? ¿Qué vamos a comprar? Ya sé que la coherencia hoy no es un valor, precisamente.