Esa era la expresión pastelosa que usaba Pablo Echenique para afear a Íñigo Errejón su queja porque Ramón Espinar había destituido al portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, un “errejonista”. Antonio Maestre estuvo acertado preguntándose si Pablo Iglesias intervendría o dejaría el fango para sus acólitos. Mi admirado Carlos Malpartida ironizaba con la “belleza en las formas”, y Fran Mestre la clavaba: “Lo que no me queda claro es si los del #InigoAsiNo son los del Frente Popular de Judea, o los del Frente Judaico Popular”.
Echenique insiste: le parecemos tontos
Ese “compa” es un insulto doble: al propio Errejón, al que los compañeros de partido acuchillan con sonrisas cínicas, y a la ciudadanía, a la que Pablo Echenique, Iglesias, Espinar y demás, toman por tonta. ¿Se creerán que nos tragamos que esas críticas se hacen con amor? Y la explicación posterior en Facebook del propio Echenique es para no perdérsela: quien lanza el hashtag #ÍñigoAsíNo culpa de la fricción a Errejón, del que yo me pregunto hasta dónde está dispuesto a consentir.
Último capítulo de la tragicomedia
Último… De momento: en la tragicomedia de la lotería que tocó a una parte del PSOE y otra parte reclama, hay un capítulo más propio del esperpento. Agárrense: Goyo Martínez, nada menos que el gerente del partido socialista, denunció la desaparición del boleto premiado… Y después retiró la denuncia porque volvió a aparecer. ¡Cómo están las cosas en la sede del PSOE para que Martínez acabe en una comisaría por si acaso! Las pulgas del perro flaco no descansan.
Todos con Yeray
No puedo dejar de comentar la ola de apoyo a Yeray Álvarez que estamos viendo. No solo los propios como San José o Urzaiz, o los más lejanos como Phill Neville han mandado su tuit de solidaridad con el jugador del Athletic: son muchos los anónimos que se suman, como el aita del niño que había pedido por carta a Olentzero su recuperación, o los usuarios que exclamaban que haríamos todos juntos frente al cáncer. A veces, Twitter es maravilloso.
¡Y tantos guiones en cajones!
Más de 20 películas españolas no han llegado al centenar de espectadores en 2016. De ellas, dos se han estrenado en diciembre, todavía están en cartelera y previsiblemente superarán esa cifra con holgura. El resto son tremendos fracasos que nos invitan a preguntarnos cómo puede hacerse cine tan poco atractivo, cómo pueden hacerse promociones tan malas, y cómo pueden dormir guiones en cajones mientras los productores apuestan por errores. Y si son artimañas del sector, todavía me parece peor.