¿Y qué hacemos con ellos?

Don Mitxel es un clásico entre los tuiteros vascos y esta semana ha estado especialmente sembrado con tuits como este: “Qué tiempos estos de incertidumbre, donde no sabe uno si hacer caso a la ciencia o al tonto del pueblo”. No se me ocurre una manera mejor de resumir en una píldora el momento que nos está tocando vivir, en el que competimos, especialmente desde los medios de comunicación, con quien logra desinformar desde perfiles que deberían de generar desconfianza a quien se cruce con ellos. Pero no lo hacen, al contrario: hemos generado una sociedad que se fía de cualquiera.

Mariano Rajoy dio la talla

En su comparecencia en el Congreso de esta semana Mariano Rajoy dio la talla. La suya: no ha perdido su retranca ni su capacidad para que parezca, no que no se entere de nada, sino que nada fue con él. Por negar, negó hasta que su partido fuera condenado por lucrarse de prácticas corruptas, siempre con su estilo propio. El mismo que le sirvió para poner en evidencia la baja altura política de representantes como Macarena Olona, aunque también chuleó como si no pretendiese hacerlo a Gabriel Rufián. Y si no fuera porque estaba en el centro de aquel PP pestilente, uno hasta echa de menos a políticos como él.

Porque los nuevos referentes…

Y uno echa de menos a políticos como Rajoy, incluso aunque presidiese aquel PP de los sobre de Bárcenas, especialmente cuando lee a los que se suponen que son los nuevos referentes: “A la mayoría de los españoles les va bien en su bolsillo, pero creen que la economía va fatal. ¿Cómo es posible? Pues porque tenemos a los grandes medios y a economistas de derechas inventándose que todo va mal sólo para desgastar al gobierno de izquierdas”. ¿Cuándo miente Eduardo Garzón, cuando tira del “España va bien” para defender a este gobierno español o cuando dice que todo está fatal para atacar a cualquier otro?

¡Venga ya!

Me sorprende la fascinación que generan personajes como Elon Musk, con evidentes rasgos de sociopatía y que se han hecho millonarios como trileros de mucha monta. Lo que no me esperaba es que la revista Time le llevara a su portada como “persona del año”. ¿En serio? ¡Pero si Tesla vende su cuota de contaminación! ¡Pero si cada viaje al espacio por marketing resulta supercontaminante! ¡Pero si es un latiguero con sus trabajadores! ¡Pero si ha mentido este mismo año anunciando un robot imposible y lo ha hecho esta misma semana sobre su carrera espacial: “Me sorprendería si no aterrizamos en Marte dentro de cinco años” (Xataka)!

¿Qué ha pasado con Iván Redondo?

Esta semana me ha sorprendido para bien un reportaje en El Periódico de España sobre Iván Redondo y la teoría sobre cómo uno de los hombres más poderosos del gobierno central ha caído en desgracia, convirtiéndose casi en una caricatura. La hipótesis principal es la frustración mal gestionada que le generó saber que Félix Bolaños ocuparía el ministerio con el que contaba para sí y su equipo. Eso explicaría, según ese diario, sus intervenciones públicas (que le estarían cerrando las puertas de las empresas) y su insistencia en que Yolanda Díaz puede ser la próxima presidenta española, despreciando a Pedro Sánchez.

Emérito busca residencia oficial

Juan Carlos I va a volver a España y va a vivir en una residencia oficial del Estado. Es decir, pagada por toda la ciudadanía. ¿Podía ser de otra manera? Por supuesto, podía buscarse un piso en Madrid o un chalet en las afueras que dinero tiene de sobra. Pero para alguien que considera que tiene un país a su disposición porque, qué demonios, por algo Franco le nombró Rey de España, lo de la residencia oficial y el personal pagado, va de suyo. Igual que el periodismo cortesano: “La decisión de Felipe VI de retirarle su asignación anual hace imposible que Juan Carlos I pueda costearse una vivienda con sus propios recursos”, explican en EPE.

El del dinero “en maletas”

Me sorprende que precisamente en El Periódico de España argumenten que Juan Carlos I carece de recursos para pagarse un piso para una persona cuando en la misma web podemos leer que “Yves Bertossa recuerda que además de los 100 millones de dólares procedentes de Arabia Saudí el monarca ocultó otras transferencias de 1,9 millones, 5 millones y 2 millones abonadas desde Bahréin y Kuwait”, dinero que se transportaba “con maletas y en aviones privados que aterrizaban en la base militar de Torrejón”. Solo en “la Fundación Lucum, creada en Panamá, Juan Carlos I ocultó hasta diciembre de 2011 más de 75 millones de euros”.

Una repatriación negociada

La estancia de Juan Carlos I en Emiratos Árabes nos ha salido por un riñón, su regreso lo vamos a costear entre todas y todos y, por supuesto, “Felipe VI ha puesto en marcha una negociación con su propio padre para pactar las condiciones del regreso” y para ello “Zarzuela ha enviado a una persona de la máxima confianza de Juan Carlos I” (Vozpópuli). Porque donde esté el cara a cara que se quite el teletrabajo, sobre todo, cuando pagamos las y los de siempre. Lo que se ríe la jefatura de Estado de la ciudadanía es incalculable, como en este episodio que protagonizan un rey que no explica el origen de cientos de millones y su heredero.

Es una víctima

Si tuviera que escribir una novela sobre un rey jubilado, exiliado y millonario que ha ocultado su fortuna en un país lleno de lujos, lo describiría en albornoz, bebiendo whisky caro, rodeado de prostitutas aburridas y jugando con una pistola con incrustaciones de oro que le regaló su anfitrión. También lo imagino enfadado, quejándose de lo ingrata que es la gente de su país, que no valora lo que hizo, y echando la culpa al presidente del gobierno y a su pusilánime familia. Así, por ejemplo: “Los amigos del Emérito señalan directamente al presidente del Gobierno: ‘Sánchez no quiere que vuelva y Felipe VI no se impone’” (también en Vozpópuli).

Acreditado pero no juzgado

Ha quedado acreditado que Juan Carlos I, en el ejercicio de su cargo como jefe de Estado español, recibió cientos de millones de euros de amigos suyos, dictadores y hombres de negocio tremendamente ricos, sin que conozcamos los motivos. Ha quedado acreditado que escondió ese dinero en paraísos fiscales, por medio de fundaciones y empresas pantalla. Ha quedado acreditado que, sin explicación alguna, cedió una parte de la gestión de ese dinero a una mujer que luego le denunció. Ha quedado acreditado que Juan Carlos I usó testaferros y que varios amigos le han pagado una regularización fiscal. Pero nada será juzgado.

Tan fiable como parecía

De todos los fenómenos políticos que he vivido uno de los que más me ha sorprendido es el de Foro Asturias. Más incluso que el extravagante GIL. Ahora leemos que “Francisco Álvarez-Cascos, debe ser juzgado por apropiación indebida de 300.000 euros del partido que él mismo fundó. (…) Incluye los 174.000 que Foro Asturias pagó a la exmujer de Cascos, María Porto, en concepto de alquiler de una sede en Madrid que nunca fue utilizada. (…) Y los casi 25.000 que el exministro facturó a su propio partido por los mítines en los que participó en 2011 y que camufló como conferencias. ‘Fue una burla sin precedentes’” (EPE).

Si ellos lo dicen…

¿Qué sabré yo comparado con los analistas de publicaciones prestigiosas? Pues según InfoLibre: “Vox es un partido de ‘extrema derecha’ abonado al ‘racismo’, según The Economist. El semanario, considerado una biblia periodística en entornos liberales y conservadores, considera ‘una paradoja’ que a la formación de Abascal le vaya ‘particularmente bien en áreas donde los agricultores dependen de trabajadores marroquíes y africanos para la cosecha’”. The Economist también asegura que en España “el racismo ‘no es un monopolio de Vox’” aunque “sí que se ha producido un aumento de ataques racistas”.

La última de Trump

Esta sí que no me la esperaba por mucho que Donald Trump haya dado muestras de ser un irresponsable durante sus campañas y la legislatura como presidente de EE.UU.: “Donald Trump ocultó que dio positivo en coronavirus tres días antes del debate electoral con Biden” (Los Replicantes). Lo cuenta en un libro su exjefe de prensa, Mark Meadows, que explica que presentó una PCR negativa anterior. “Los rumores acerca de que el entonces presidente acudió siendo positivo fueron un tema constante” y “la Casa Blanca anunció que Trump había dado positivo en coronavirus justo días después”.

Casi no es noticia, por desgracia

Estamos en medio de una pandemia mundial. En medio: ha pasado más de un año y medio que se nos ha hecho muy largo y nos queda, como poco, otro tanto para poder despedirnos de la mascarilla y volver a la normalidad. Para lograrlo (y me aferro a la idea de que lo conseguiremos) todas las medidas de prevención son pocas porque tenemos que convivir con el desarrollo económico, está claro, así que las 300 multas en una sola noche que la policía ha puesto en discotecas de Valencia no son un exceso. De hecho, me parece una cifra muy asumible, dada la irresponsabilidad generalizada allá y acá.

Un lugar al que emigrar

Parece imposible, pero así lo cuentan en Magnet: hay un lugar en la Tierra “donde los humanos más cercanos son los astronautas”. Se trata del Punto Nemo, y el titular es llamativo, pero como explican en la célebre bitácora: “Mientras la ISS se pasea por la superficie terrestre a 400 kilómetros de altura, el Punto Nemo está a más de 2.600 kilómetros del punto terrestre más cercano. (…) Como acuñó célebremente el astrónomo Fred Hoyle, el espacio no es tan remoto: sólo son un par de horas al volante de un coche”. Por cierto, “el Punto Nemo es el absoluto vacío del planeta. Situado sobre la Antártida”, y no es el único espacio así de aislado.

Pero, ¿es periodismo?

Las y los jefes de prensa de todos los grupos en el Congreso salvo los de PP, Ciudadanos y Vox, han pedido medidas para limitar la participación de los nuevos medios de derechas en las ruedas de prensa de los diputados. Sí, son medios de comunicación. Sí, se trata de limitar. Y sí, puede que quien haga las preguntas sea periodista. Pero ningún representante de esos canales está ahí ni por el periodismo ni por la información. Tenemos que empezar a ser honestos con nosotros mismos de una vez. Y empeñarnos en defender a cualquier periodista, en demostrar que no distinguimos incendiarios de intencionados, no nos hace ningún bien.

Ciudadanos se desangra

Es imposible explicar el auge de Vox sin mencionar a Ciudadanos, escalón en el que se apoyó la extrema derecha para llegar al nivel de empoderamiento e impunidad que siente ahora. Tanto es así que la expectativa de que los de Abascal mantengan o mejoren sus datos pasa, indefectiblemente, por el vaciamiento de los de Rivera y Arrimadas. Una caída que, claro, los naranjas intentan evitar: en Andalucía, la propia Arrimadas y Juan Marín fían “su supervivencia política a reeditar un pacto con Juanma Moreno” (El Independiente). Pero antes el propio Marín tiene que sobrevivir a los duelos internos y, lo más importante, sacar representación.

No es fácil

Llevo varios días guardando el link a esta noticia, y con la del negro futuro de Ciudadanos, por fin, le he encontrado encaje: porque la viabilidad de los partidos no es fácil. La damos por hecho porque hasta la aparición de lo que desde Ciudadanos y Podemos llamaron “nueva política”, la mayoría de los partidos estaban ahí, como el dinosaurio de Monterroso, desde el regreso de la democracia (con algunos cambios). Pero el futuro de Ciudadanos, Podemos, Más País y Vox va a ser complejo, como lo es su presente: “La Policía detiene a un exempleado de Más Madrid por hackear su web y desviar dinero a una cuenta de Podemos” (EPE).

Ven la luz cuando ven la puerta de la UCI

No es el primero y no será el último, pero vamos a confiar en que queden pocos, no porque se los lleve la pandemia, sino porque van entrando en razón: “Lorenzo Damiano, de 56 años, ‘líder’ del movimiento antivacunas contra la COVID-19 en Italia, ha contraído la enfermedad e, ingresado en un hospital, se ha arrepentido por no vacunarse y ha pedido a la población ‘seguir la ciencia’, que ‘cura y salva’. ‘Claramente mi visión ha cambiado, estoy listo para decirle al mundo lo importante que es seguir colectivamente la ciencia, la que te cura y te salva’” (Nius Diario). ¿De cuántas muertes ha sido responsable?

Tampoco estaban tan convencidos

El movimiento antivacunas es ridículo. Lo era antes de la pandemia y lo es más ahora, cuando de la acción solidaria de todas y todos depende que salgamos de una pandemia mundial. El último episodio que están protagonizando quienes han rechazado los pinchazos, la ciencia y la inversión, ratifica el absurdo al que estamos asistiendo y que Iu Forn ha condensado en muy pocas palabras: “Vacunarse por el bar o viajar, sí y por el abuelo, no”. Al final, las fiestas de Nochevieja y el puente que se nos echa encima, junto al pasaporte COVID, han hecho más por las vacunas que proteger a los suyos. Si esto no es de atolondrados…

Alguien tendrá que explicarlo muy bien

Con lo que estamos pagando en la factura de la luz, con las eléctricas chantajeando al gobierno español y con la ciudadanía de rehén, le toca a Greenpeace (sí, a esta organización esta vez) explicar con meridiana claridad y tratándonos como personas adultas por qué ha intentado impedir la entrada de un buque cargado con gas al puerto de Valencia. Que sí, que los combustibles fósiles no son buenos, en su opinión. Entonces, ¿apostamos por la nuclear? Porque tampoco quieren placas solares ni aerogeneradores que puedan modificar el paisaje. Entonces, ¿qué usamos para generar electricidad y a qué precio?

Pero el gas local, tampoco

Si no importamos el gas, directamente, no tendremos gas. Y para importarlo hay solo dos vías: por barco (a lo que Greenpeace se opone) o los gasoductos que empiezan en los países productores (y como en el caso de Argelia pueden poner problemas) y pasan por otros países que pueden poner peajes. En resumen: importar gas es una alternativa muy cara y muy poco sostenible por toda la materia que se pierde, de un modo u otro, en el transporte. Pero eso es lo ecológico y lo ecologista, porque lo que no lo es, según organizaciones y partidos que reparten carnés verdes, es buscar gas de kilómetro cero.

La modernidad era esto

Nos creemos la leche de modernos comprando por Internet y recibiendo en casa nuestros caprichos. Pero la verdadera modernidad, el futuro, no es lo que vemos, sino lo que no queremos ver: todo el cartón que necesitamos, la precariedad laboral de las y los repartidores, y lo que leemos en El Periódico de España. En este nuevo medio han publicado un reportaje sobre cómo “Amazon destruye cada día miles de productos sin vender”. Son cosas que compramos y devolvemos pero que Amazon o quien lo genera prefiere perder antes que recibirlo y repararlo. Somos nosotras y nosotros los insostenibles.

Correcto

Entre las muchas amenazas que nos rodean por culpa de quien no tiene escrúpulos pero sí una empresa on-line, está el juego. Y, sí, es necesario regularlo (realmente, como todo lo que circula en Internet, pero este es un pensamiento de viejo intervencionista, claro). Así que solo puede parecerme bien que haya una nueva ley vasca del Juego que contemple actuaciones concretas como las que anunciaba Josu Erkoreka: “No habrá publicidad entre las 6:00 y las 0:00. No podrán participar personas con notoriedad pública”. Mientras esto pasa en Gasteiz, en el ministerio español siguen mirando los trenes pasar.

Un cambio a mejor

Siempre que hablamos de cambios en el fútbol parece que vienen malas noticias: la Superliga, el Mundial cada dos años, nuevas normas en el arbitraje, en los cambios para beneficiar a los más grandes… Pero esta vez el paso de los años y los sucesos han generado una reacción novedosa y positiva: Josh Carvalho ha reconocido abiertamente su sexualidad estando aún en activo, algo absolutamente disruptivo. Y a continuación el mundo del fútbol se ha volcado para aplaudir su valentía (porque es un acto valiente), haciendo visible que la homofobia no tiene cabida en el deporte hoy. Mucho será para la galería, pero algo ya hemos avanzado.