Seis meses

Sí, la invasión de Rusia sobre Ucrania dura ya seis meses. Seis meses de horror, de muertos, de hombres y mujeres que cambiaron sus vidas para coger un fusil y defender su ciudad o su pueblo metro a metro o, en el mejor de los casos, que pudieron abandonarlo todo y refugiarse en un país en el que no conocían a nadie. Seis meses llevamos, también, de subidas de precios por la guerra o por la jeta. Y seis meses son ya los que soportamos de lecciones de quienes no distinguen entre un fascista y un comunista, o de que nos intenten colocar propaganda quienes antes nos daban lecciones de periodismo. Y lo que nos queda.

Que los disparos sean a portería

Creo que acierta Volodímir Zelenski al permitir el reinicio de la liga ucraniana de fútbol justo cuando se cumplen seis meses de la invasión rusa. Si el deporte más seguido del mundo sirve, muchas veces, para explicarnos, esta vez será útil para que el mundo vea estadios vacíos, a equipos ucranianos jugando de locales fuera de sus fronteras en competiciones europeas, o a conjuntos que, directamente, están desplazados permanentemente o no pueden competir. Esa normalidad forzada muestra a un país que quiere avanzar plenamente mientras Rusia, literalmente, torpedea sus intenciones de cotidianeidad y progreso.

Nos dejó desnudos

La amenaza nuclear de Vladímir Putin sobre nuestras cabezas se mantiene pero no queremos pensar en ella. Convivimos con un matón de patio de colegio que tiene comprados a los chivatos y se mete con quien le apetece. Pero no solo lo tenemos de vecino en Europa: le estamos haciendo rico por nuestra dependencia de las materias primas rusas. Y las alternativas son otros sátrapas o dictadores, aunque se hagan llamar emires y jeques. Es cierto, por desgracia, lo que leemos en República: que la invasión rusa sobre Ucrania nos ha desnudado como continente y que ha dejado “en evidencia los principios democráticos de Europa”.

No solo Rusia

Rusia es el agresor y el enemigo. Quien no tenga clara esta idea tan sencilla o está gravemente desinformado o intenta que lo estemos los demás. Pero no es el único estado que hace las cosas mal. Ya hemos hablado de la dependencia energética y de los peligrosos amigos de Europa a cambio de recursos y materias primas, pero dentro de la propia Unión también hay enemigos de los valores que, supuestamente, defendemos entre todas y todos: “La justicia polaca prolonga por segunda vez la prisión provisional del periodista Pablo González” (Público). El periodista navarro lleva ya 175 días retenido.

Pues que se tome una a mi salud

Pablo González, detenido en Polonia cuando iba a hacer su trabajo como periodista en los primeros días de la invasión rusa sobre Ucrania, y Eduardo Inda sigue recibiendo dinero para lanzar sus mensajes desde su página web, a la que algunos, especialmente en el PP, llaman medio de comunicación. Página web en la que publican mierdas como esta: “Monedero se pone fino de cervezas en Benicàssim mientras Castellón es arrasada por los incendios”. Y a mí, ¿qué? El fundador de Podemos ha estado en el Rototom, el festival de música reagge, y se ha tomado unas cervezas. ¿Y? Mal hace quien contrata a Inda o publicidad en su web.

¡Y no lo retira!

Rosa Díez miente. Lo sabe. Se lo ha explicado hasta el alcalde al que ha señalado en su mentira. Pero no retira su tuit publicado el pasado 18 de agosto, en el que comentaba la noticia que ya trajimos a esta columna por su falsedad: “Alsasua organiza una jornada contra la Guardia Civil y la Policía y exige su expulsión” (Vozpópuli). La exconsejera vasca de Turismo con el PSE asegura: “Lo hace el Ayuntamiento de Alsasua, formado por Geroa Bai y Bildu”. A lo que Javier Ollo, alcalde de la localidad, responde: “El Ayuntamiento nunca ha organizado este acto y este año tampoco”. Pese a ello, Díez mantiene su tuit.

La grandeza de no hacer ruido

Muy enfadado tiene que estar Ignacio Aguado para hacer pública su baja en Ciudadanos sin dejarse nada en el tintero: “En el caso de que la refundación ‘fuera necesaria’, Aguado cree que ‘tendría que ser impulsada por una nueva Ejecutiva y no por la misma que lleva tres años encadenando un fracaso electoral tras otro’” (El Confidencial). Acusa a esa ejecutiva de haber emprendido “una huida hacia delante” y lamenta “la ausencia total de estrategia, el desgaste de la marca y la falta de un liderazgo”. Irte bien de los sitios, sin hacer ruido, es un arte que en Ciudadanos se les ha dado siempre regulinchi.

Correcto

“El ministro de Transporte francés, Clément Beaune, ha anunciado que Francia está estudiando limitar el uso de aviones privados por parte de particulares y empresas en distancias cortas o cuando existan alternativas ferroviarias”, leo en Nius, y casi me levanto y aplaudo al ordenador. Beaune plantea, además, que esta sea la norma en Europa, lo que ya casi me hace llorar de la emoción. No podemos permitir que los ricos contaminen lo que quieran mientras nosotros separamos latas, envases, papel y vidrio. Ni es justo, ni es motivador, ni realmente sirve para nada nuestra labor ante un jet privado.

¿China sí puede moverse?

No dejo de alucinar, a mis cuarenta y tantos, con cómo intentan tomarnos el pelo a todas y todos a diario: no hay manera de explicar el conflicto entre China y EE.UU. por Taiwán sin aclarar que China lo que quiere es que nadie le sustituya como proveedor. De la misma manera, no es posible explicar que el gigante asiático (aquí, tirando de lugar común) perdone “la deuda de 17 países africanos ante la mirada crítica de Estados Unidos” (Misiones Online) sin hablar de cómo la dictadura oriental intenta quedarse con las minas y sus recursos incluso empeorando las condiciones de vida de quienes las trabajan y los extraen.

Sí, nos rastrean

Esta es la típica noticia sobre algo que todo el mundo sabe pero que, por fin, se ha confirmado: por supuesto, las redes sociales rastrean nuestros movimientos fuera de ellas, por ejemplo, en el buscador de Google. “Una investigación desvela que esas plataformas (Instagram, Facebook y TikTok) incrustan código en los navegadores externos para seguir rastreando la actividad y comportamiento de sus usuarios” (EPE). Lo ha desvelado un “exempleado de Google y Twitter especialista en privacidad”. ¿Cómo funciona? Cuando seguimos un link dentro de una red social se abre un navegador dentro de la plataforma que recoge nuestros datos.

Cinco conspiraciones de verdad

En Climaterra describen estupendamente esas conspiraciones reales y reconocibles, sin magufadas ni tonterías, que nos azotan: “La conspiración para convertir el mundo en un mercado gigante para el beneficio de la élite rica”, “de las empresas transnacionales para convertir a miles de millones de personas en adictos”, “para saquear el Sur Global en beneficio del Norte Global”, “para ocultar los efectos del colapso climático para el beneficio de las empresas” y “para hacer crecer la economía mundial indefinidamente, mientras se mata la mayor parte de la vida en la Tierra y se arriesga el colapso de la civilización”.

Estoy preocupado

Me preocupa el evidente deterioro de nuestro planeta. Pero sobre todo me preocupa que antes esta realidad algunos sigan haciendo lo que les da la gana, incluso con aplausos: un restaurante que ofrece helicópteros desde la península hasta Baleares, millonarios de viaje fuera de la atmósfera y gobiernos que dejan contaminar a sus industrias. Pero también a pequeña escala: esos “liberales” de los que hablan en Territorio Ibiza, que solo quieren bajar el aire acondicionado, son también un peligro. Como lo es (por irreal) el discurso ecologista que no tiene en cuenta la necesidad de su existencia con el turismo actual (no el de hace 50 años).

Deberían de estarlo

Ante la noticia de que en julio el IMV alcanzó a un millón de personas cuando el objetivo era de 2,3, Jordi Sevilla no se resistió a tuitear: “Este dato (la mitad de los previstos) indica que algo se diseñó mal en la aplicación de una buena medida. ¡Cambiar las cosas es mucho más que publicar una norma en el BOE! Para pensar”. No tengo mucho más que añadir, en realidad. Salvo una cosa: cuando pinchas en el enlace a El Diario que proponía el exministro, aparecía otra noticia relacionada, la de que “la ayuda por hijo entre 50 y 100 euros no despega”. Para seguir pensando.

Lo que gusta en Internet

El post de Antonio Ortiz sobre la polémica de la semana (el vídeo de Borja Escalona comiéndose una empanadilla que no quería pagar, su salida de YouTube y sus excusas idiotas) es de esos que hay que leer. Explica muy bien cómo usamos Internet y cómo reaccionamos. Yo me quedo con una reflexión especialmente interesante: el de Escalona es un tema que provoca movimientos en los usuarios activos de redes sociales y foros, y los medios digitales, en su búsqueda permanente del clic, lo han ido cebando y han acabado elevando a noticia general un tema con un perfil de lector (digital) concreto.

Barra libre

Es domingo, día de fútbol (a menos que la televisión diga otra cosa), y me apetece hablar de ello: “Ni con siete fichajes basta, Xavi aún pide más. El técnico del FC Barcelona busca laterales para reforzar la defensa y Bernardo Silva” (EPE). No voy a preguntar al aire otra vez cómo un club que no tenía dinero ni para las nóminas puede pagar parte de su deuda y fichar como si no costara. Lo que llama mi atención es cómo el entrenador que iba a asumir época de apreturas da por hecho que habrá más refuerzos. El aficionado, también. Y la sociedad acaba interiorizando así que no pasa nada y siempre hay dinero para lo que es de todos.

«Cosas» que no se investigaron…

La misma fuente, Javier de la Rosa, que sirvió para investigar a los Pujol, señaló hasta en dos ocasiones que quien guardaba en Andorra el dinero opaco de los catalanes (y la Gürtel) también lo estaba haciendo con el de Juan Carlos I, “un dato relevante que años después se acabaría confirmando”. Según El Periódico de España, “De la Rosa acusó al menos en dos ocasiones, en 2012 y 2014, al entonces Jefe del Estado de haber recibido acciones de Abengoa, de Telefónica y Ence. Estas dos últimas empresas habían sido privatizadas poco antes por el Gobierno de José María Aznar”. Pero nada de esto se investigó. ¿Por qué? ¿Por quién?

“Alsasua” no organiza nada

El mismo digital que esta semana titulaba con “la derecha” para referirse a PP y Vox, ahora lo hace de esta manera: “Alsasua organiza una jornada contra la Guardia Civil y la Policía y exige su expulsión” (Vozpópuli). Quien escribe, da luz verde y publica esta noticia en Vozpópuli sabe perfectamente que ni el ayuntamiento ni el conjunto del pueblo organizan nada de esto, porque Covite, que es quien lo ha tuiteado y ha dado pie a la noticia, por lo que parece, lo distingue perfectamente. Pero, ¿qué más da? Algunos siguen intentando enmierdarnos, que todo parezca perverso, negro y con odio aquí. Pero así solo es una parte de Euskadi.

“El sector de Borràs”

El problema de “Junts” es que nació dividido por sectores. De hecho, lo llamaron así para ver si se convencían a sí mismos antes de convencer a alguien de su unión. Pero hoy continúa el oxímoron: “El sector de Borràs se desmarca de la posición de Junts sobre los gritos en el homenaje del 17-A. Junts había compartido un tuit expresando el ‘más enérgico rechazo’ a los gritos durante el minuto de silencio” (El Nacional). “El sector” es un diputado de Junts, al parecer, próximo a Borràs, Jaume Alonso-Cuevillas, que en Twitter (¿hay acaso algún sitio mejor para exponer las contradicciones internas?) ha pretendido corregir a la cuenta oficial.

“Las madres priorizan la estabilidad”

Sigo en Twitter a C-5 desde hace varios años. No tengo ni idea de quién es, solo sé que me gusta su buen humor, especialmente por las mañanas, y que me gusta mucho más cuando se enfada: “Dicen en la tele que se tienen hijos cada vez más tarde porque ‘las madres priorizan la estabilidad’. Tócate los cojones,  ‘priorizan la estabilidad’. Que no hay quien pueda,  hijos de puta. Sin casa y llegando malamente a fin de mes ya me dirás”. El problema de la baja natalidad en Euskadi y en España es grave, pero más lo es, porque evidentemente ya es un problema estructural, que la juventud no pueda imaginar su futuro con estabilidad.

Protege tu medio rural

El dato es pésimo, pero es ilustrativo: el 6% de los pueblos de España carecen de una entidad bancaria, según The Objective. El 90% de ellos llevan en esta situación desde 2008. Es cierto que el cierre de sucursales no ha dejado a muchos más pueblos sin el servicio, pero no lo es menos que una parte de la España vaciada sigue sin ser atendida y que la situación, evidentemente, va a peor. Ahora que abrasan los incendios, en el Telediario, claman desde esos municipios sin servicios más atención al medio rural y a la progresiva despoblación. Pero los datos solo son negativos y desesperanzadores. Y también son elocuentes.

Buen regreso

Va llegando el final de estas vacaciones en las que hemos mirado al mar para no hacerlo ni a las cifras del coronavirus ni a los avisos de la crisis que puede venir. Para quien se haya reincorporado hoy al trabajo o lo haga en las semanas venideras, un recordatorio: “El 49% de las horas extra no se pagan en España” (EPE). Desconozco cuál es el porcentaje real en Euskadi, pero será igualmente injusto. Este curso en el que puede que nos azote la inflación y la incertidumbre lo menos que podemos pedir es que se nos dé lo que es nuestro, porque esas horas no son solo dinero: se trata del tiempo con nuestras familias y amigos.

Así, por lo bajo

Para reclamar derechos laborales básicos es muy importante ser realista, y lo que no ayuda en nada es que salgan representantes de colectivos a quejarse después de haberse chupado un dedo y haber levantado la mano para ver por dónde sopla el aire: “La hostelería de Madrid calcula que perderá 116 millones hasta octubre por el plan energético” (The Objective). Para ahorrar energía lo que pueden hacer algunos medios es dejar de atribuir representaciones absolutas a portavoces que lanzan discursos claramente de parte. ¿116? ¿Por qué no 200? ¿O 100? ¿Qué cálculo han planteado y ejecutado para ofrecer la cifra?

Pero, ¿no vivimos de crisis en crisis?

Primero fue la megacrisis en torno a 2008 o 2009, justo cuando decidí ponerme por mi cuenta (siempre he sido muy malo con las previsiones). Cuando por fin la abandonábamos, vino la crisis de la pandemia. Cuando Europa aflojó la billetera para paliar sus efectos, ha venido la crisis por la guerra en Ucrania y la falta de recursos energéticos. Sin embargo, en la pieza en El Independiente: “Más Ferraris y menos Lamborghinis: así se mueven los coches de lujo en España”, aparecen todos los incrementos en ventas de las marcas de alta gama. ¿Los ricos no están nunca en crisis? A ver si el dinero que perdemos lo están ganando ellos…

Un verano sin pandemia

No voy a pensar en cómo nos engañan los de la clase alta con las crisis económicas y energéticas, voy a centrarme en las imágenes bonitas que me han regalado estas vacaciones, las primeras después de la pandemia. Por supuesto, exagero: soy consciente de que el coronavirus sigue con nosotros, pero también soy optimista con la evolución de las vacunas que nos lo ha sacudido de encima. “La situación económica desplaza a la covid-19 como principal problema ciudadano en las vacaciones de verano” (Público), según el CIS. En julio de 2021, el coronavirus era nuestra mayor preocupación. No sé hacia dónde, pero avanzamos.

Y pienso aprovechar el tiempo

Después de las crisis económicas, la pandemia mundial, la invasión rusa sobre Ucrania, el calentamiento global, la escasez de recursos y los incendios, lo único que nos faltaba es una anomalía terráquea: “La duración de los días de la Tierra ha aumentado y los científicos no saben por qué” (Vozpópuli). Así que, si me preguntan por ella, responderé que lo único que me preocupa es gastar ese tiempo (2,3 milisegundos) bien. Sí, lo sé, parece una tontería y una exageración de portugalujo (si tenemos la mejor fiesta del mundo y el puente más elegante, ¿qué vamos a hacer?), pero de verdad que me lo tomo como un objetivo vital.