Me generan desconfianza los roles de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, y el de sus organizaciones: si una persona o institución quiere hacer política que la haga con normalidad. Eso es lo que aplaudo de Podemos y lo más criticable a ELA, por ejemplo. Pero mi recelo es ampliamente superado por la indignación que me provoca que estén en la cárcel desde el lunes por ser independentistas por orden de una jueza jaleada por PP y Ciudadanos, y sobre la que el PSOE guarda un silencio colaborador.
España recogerá tempestades
Es el único fruto que encuentra quien siembra vientos. Desde el lunes por la noche y durante todo el día de ayer en Twitter y en Facebook pudimos ver a muchos españoles celebrando estas detenciones. Españoles sedientos de sangre política a los que han empujado a un pensamiento único peor que el de Aznar, incluso. Españoles incapaces de ver las contradicciones y las laceraciones democráticas más evidentes y que solo saben defenderse atacando.
Codorníu, también
En definitiva, el lunes por la noche se cometió una terrible injusticia en España contra Catalunya, personificada en Sànchez y Cuixart. Pero que los poderes ejecutivo, legislativo y judicial españoles no estén a la altura, ni mucho menos, tampoco puede tapar los errores de un procés cuya falta de garantías es evidente: el cambio de sede social de Codorníu a La Rioja, que se suma al de otras grandes empresas, es importante, sobre todo a medio plazo, y para mal.
Falta rigor
Antonio Agredano lo resumía así: “Twitter, ese lugar donde señores y señoras con pseudónimo y fotos de perfil que van de Los Simpsons a haditas te dan clases de Derecho”. Y lo resumía bien. No importa lo que pase que cualquier usuario de Twitter sin nombre real y con un avatar ridículo te lo interpreta legalmente, y te justifica unas detenciones injustificables o te explica con una minuciosidad que nadie conoce las consecuencias económicas de la fuga de empresas.
Falta firmeza
En lo que llevamos de semana seguramente Borja Sémper sea uno de los tuiteros vascos más contestados sobre todo por culpa de este tuit: “Hoy es uno de esos días en los q ser cargo electo y educado me impide llamar hijos de puta a los q politizan la piromanía y el dolor” (sic). Y no es para menos. Si el gipuzkoano se refería a su compañero de filas, Esteban González Pons, que lo diga, que muestre su indignación. Si se refiere a otros que deje claro qué le molesta más.