Capítulo 1. El «insomnio» de Sánchez

Pedro Sánchez es de esos guapos que saben que lo son y actúan como tal para resultar, al final, un poco engreídos. Para colmo, tiene una voz bonita y también lo sabe. Y también actúa como el que sabe que tiene una voz bonita y, además, es guapo. Y por todo ello se cree, opino yo, que nos va a colar cualquier argumento siempre que veamos cómo lo suelta, como que no dormiría tranquilo con un ministro de Hacienda de Podemos, ahora que la desaceleración de la economía española es una realidad, por su inexperiencia. Hasta en eso nos engaña: es porque no se fía. ¿Por qué no lo dijo?

Capítulo 2. La «sinceridad» de Iglesias

Ya ven que les presento la conversación entre Sánchez e Iglesias como si fuera un serial… Porque es lo que es. Una turra de serie por capítulos que, de momento, ni engancha ni agrada. Al contrario, nos pone de mala leche porque todo esto que nos han intentado colar solo nos ha llevado a unas nuevas elecciones. ¿Y qué hacen Pedro y Pablo? Decirse cosas en diferentes entrevistas. ¿Quién gana? De momento, solo las cadenas que los llevan al plató. Porque ni la ciudadanía ni sus afiliados o simpatizantes hemos visto nada positivo de una forma de hacer política que es un auténtico pestiño.

Corolario: imprima usted su dinero

Pero volvamos al principio: Sánchez no se fiaba de un ministro de Hacienda de Podemos ahora que la economía se desacelera. Bueno, yo tampoco lo haría porque podían haberlo colocado en el puesto a Eduardo Garzón, el hermano de Alberto, el líder de IU. Eduardo es economista y estuvo colocado también en el gobierno municipal de Madrid como tal. No solo eso: da charlas por el mundo sobre su modelo económico que pasa por imprimir billetes cuando a un Estado le haga falta: “Todos los pesos que se quieran crear, se pueden crear”, ha dicho recientemente en Argentina, y no es la primera vez que lo leemos.

Son como niños, pero no pueden serlo

Allá sabrán en España pero dudo de que puedan seguir permitiéndose la clase política que tienen. España y cualquier país que aspire a ser serio, claro. Que sí, que en EE.UU. está Trump y en el Reino Unido, Johnson. Pero todo el mundo les señala como lo que son: esperpentos de la política fruto de los tiempos del tuit y la desinformación. Y así es como están viendo también a los líderes españoles desde fuera… Y desde dentro. Carlos Sánchez les pega un repaso en El Confidencial: “La política española se ha infantilizado hasta unos extremos inimaginables. No es solo una cuestión biológica. Reina lo trivial, la retórica hueca, lo superficial. La nada”.

Estos no están infantilizados

Los que no tienen nada de inocentes ni de pueriles son los de Vox que, al más puro estilo de la izquierda abertzale cuando ETA mataba, frente a una concentración de repulsa a un asesinato montaron una contramanifestación en Madrid denunciando todas las violencias. En este caso, no se trata de que los extremos se toquen, sino de fascistas de aquí y de allí, como les definió Andoni Ortuzar. Centrémonos en Vox y en Ortega-Smith que con Almeida, el alcalde de la capital, protagonizó un episodio asqueroso: ambos se enzarzaron en una discusión para ver quién era menos feminista y utilizaba más una muerte por violencia de género.

Sánchez arriesga esto

El Congreso tal y como está conformado hoy no está mal: para sacar adelante leyes y presupuestos, Sánchez tendría que satisfacer a Podemos, PNV y ERC, esto es, a quien propone medidas progresistas de verdad (por mucho que le moleste a los que quieren ser los “progres” oficiales vascos… Y tienen más pasado que presente), y a la derecha, el PP está arrinconado; Ciudadanos, en descomposición, y Vox, sin capacidad de influencia. Pero Sánchez quiere cambiar todo esto y nos obliga a arriesgarnos a que la extrema derecha tenga protagonismo, la que asegura que la violencia de género “es una gran mentira”.

Boadella, ¡para lo que has quedado!

Albert Boadella tuvo una época dorada como creador a la que siguió otra como “pensador” aupado por quienes querían atacar al nacionalismo en Catalunya. Hoy, Boadella es el referente de los más casposos en el PP, Ciudadanos y Vox, donde le han proclamado primer ministro de Tabarnia, ese territorio inventado dentro de Catalunya formado por los municipios en los que una vez ganó Ciudadanos. Jiménez Losantos, Arcadi Espada y Sostres le ríen las gracias y Boadella responde con declaraciones como: “Las manos de un macho no están para estar quietas”, en referencia a las denuncias de acoso contra Plácido Domingo.

Ciudadanos contra la inteligencia

Que el bilingüismo suma es algo tan evidente hoy que no debería ni cuestionarse, menos públicamente, y quien lo hace se autorretrata, como Sonia Reina. La de Ciudadanos asegura que un niño que habla euskera en casa y es educado en castellano tiene más dificultades para aprender. Además de falso, el silogismo evidencia un desconocimiento y un desprecio total por los sistemas educativos y la realidad: ¿cuántas personas terminan cada año la ikastola, el colegio o la universidad conviviendo con estos dos idiomas u otros, como le recuerda Maik, otro usuario de Twitter?

Todo esto quiere sumarlo Casado

A Casado le vale el machismo de Vox y la ignorancia de Ciudadanos, seguro que también le valen las bravuconadas para llamar la atención del Boadella de turno (por eso ha fichado a Cayetana Álvarez de Toledo o Isabel Díaz Ayuso). A Casado le vale todo, por eso quiere exportar a España la fórmula navarra (que no ha triunfado) y crear “España Suma” con Ciudadanos y Vox. Por eso y para evitar que después del 10-N Rivera coquetee con Sánchez. Pero el bloque, con la forma de una sola agrupación o de tres partidos separados, está ahí, da miedo y es la alternativa real al desencuentro permanente entre PSOE y Podemos.

Enfrente… O no

Al trifachito, con el nombre o fórmula que elijan, debería oponerse la izquierda española pero no lo hace: al contrario, permite que en unas nuevas elecciones generales se rearme. E ideológicamente las dudas de una parte de esa izquierda tampoco ayudan para alejarse de lo que impone y supone la extrema derecha: en El Confidencial han publicado un reportaje con mujeres musulmanas que viven en Madrid y hablan de lo difícil que les resultó dar el paso de quitarse el velo, de que es claramente una imposición y de que no les ayuda nada esa moda en la izquierda de hablar de la voluntariedad en el uso de esa prenda.

Cuando la sigla estorba

Si el partido al que perteneces tiene una pésima reputación tienes un problema, está claro. Y forma parte del juego tomar la decisión de esconder el logotipo. Pero lo que no puedes jugar es a ser lo que no eres, por eso del viejo dicho de que podrás engañar a poca gente mucho tiempo o a mucha, poco tiempo, pero no podrás engañar a todo el mundo todo el tiempo. Y en Euskadi tenemos uno de esos casos que enumeran en El Español sobre los políticos del PP que han ocultado su sigla. ¿También ocultan su ideología? ¿O están a disgusto? Entonces, ¿por qué siguen con esas siglas aunque las oculten? No me gusta que me tomen por tonto.

¿Y tú?

No me gusta Gabriel Rufián aunque nunca negaré que la primera vez que le vi en el Congreso me sorprendió para bien. Una compañera, mucho mejor periodista y analista que yo me advirtió de que no tardaría en ver lo que era realmente. Cuando vi una segunda intervención y una tercera y comprobé que era más de lo mismo, supe a qué se refería. Ahora, Rufián se queja de que Ortega Smith represente a cualquiera con un pensamiento anclado que podemos encontrar acodado en un bar. Lo dice él, que parece el típico progre de postal acodado en la barra de un bar dando lecciones a quien no le pregunta.

Deciden por nosotros

Marcelino Madrigal lanzaba el pasado fin de semana una reflexión al vuelo especialmente relevante: “Nos han colonizado. Es así. Sin pegar un tiro. Y no han sido los Estados Unidos, no. Han sido multinacionales de Estados Unidos que han impuesto sus criterios sobre la libertad de expresión y las ‘buenas’ costumbres que ha decidido un Consejo de Dirección”. Efectivamente: son empresas como Facebook y Google las que están diciéndonos cómo deben comportarse los partidos políticos, los gobiernos, los generadores de información y contenidos culturales, etc., lo deciden unas pocas personas millonarias y estamos acatando.

Hay esperanza

Noticias como la que daba la periodista Analía Plaza casi sin querer, por medio de un escueto tuit, sin embargo, nos reconcilian un poco con el ser humano y hasta con la profesión, en este tiempo de información que se devora a sí misma y de gigantes virtuales que se han tomado muy en serio lo del empoderamiento. Plaza no da detalles, solo escribe que: “¿Os acordáis de esto? Bueno, pues pusieron una demanda y han perdido”. Se refería a la denuncia de Jesús Encinar por la información de Plaza de que el propietario de un portal inmobiliario que recomendaba alquilar invertía en inmuebles para que otros lo hicieran.

El otro fútbol

Con la liga finiquitada es el momento del otro fútbol, el que se juega en los despachos, con representantes a los que el fútbol les importa muy poco y jugadores que besan el escudo el domingo después de firmar la renovación y cuando termina la temporada graban un vídeo para despedirse de la afición. Ya sé que igual estoy siendo un poco pesado con lo de Griezmann, pero uno ya está mayor para llevarse decepciones y prefiere llamar a las cosas por su nombre. El fútbol de los mercenarios existe, incluso es el mayoritario, pero no es el que más espectáculo ni pasión levanta. Y eso es lo que alimenta el fútbol.

Involucionamos

Amazon ha hecho dos anuncios sobre su logística. El primero, el llamativo: va a construir su propio aeropuerto para no depender de otros. Y el segundo, el importante: ayudará a los empleados que pongan en marcha una empresa de transporte… Y de este modo corran con los gastos (vehículos, mantenimiento, seguridad social, etc.) y asuman la inestabilidad que supone que Amazon, como ya ha hecho con otras empresas de reparto, ponga condiciones draconianas. ¡Y a algunos les parecerá hasta moderno! Pero involucionamos: si sirve pedidos necesitará repartidores, no esclavos inducidos.

En el PP ya piensan en el relevo de Casado

Es un secreto a voces y una derivada absolutamente lógica: con el desastre confirmado de las Generales y el más que probable de las Europeas, Municipales, Forales y Autonómicas (en el caso de buena parte de España), en el PP ya piensan en el relevo de Pablo Casado. Y eso, evidentemente, debilita al líder ante su reprobación. Y más cuando las encuestas a lo que apuntan es a la certificación de un fracaso y un modelo político completamente fuera de su tiempo. Así que, en nada, asistiremos a otro proceso político en esta España sorprendente, la de la posible pasokización de un partido de derechas.

Lo que son

No es un vídeo antiguo, de un Ortega-Smith joven y enfervorecido después de haber leído alguna obra sobre Primo de Rivera escrita por algún nostálgico de las dictaduras españolas. No. Se trata de las imágenes de una cena en noviembre, con Vox subiéndose a la ola buena (luego no la surfearon tan bien como casi todos esperábamos), en las que el número dos de Abascal decía a todos los asistentes: “José Antonio Primo de Rivera para mí es uno de los grandes hombres de la historia, (…) que se enfrentó, como nos estamos enfrentando todos, a los enemigos de la patria”. Son lo que son, ellos mismos nos avisan.

Viejo, pero no como yo

Pablo Casado es un viejo dentro de un cuerpo joven y Javier Ortega Smith parece un hombre de los años 30 incorporado a nuestro siglo por alguna máquina del tiempo que Steve Bannon, fundador de la Hydra auténtica (los más frikis entenderán la referencia) inventarán dentro de 50 años. Pero el que de verdad está hecho un chaval, mucho más que yo (que tampoco es difícil) es Mick Jagger. Esta semana que hoy termina un vídeo de 22 segundos de él bailando frente al espejo después de haber sido operado del corazón habrá sido uno de los más vistos en Twitter. Criticaremos su “dieta”, pero le ha traído hasta aquí.

¿Y qué?

En contra de lo que suelen hacer, esta vez en Photolari no se han mojado calificando el “talent show” sobre fotografía que una cadena de pago va a poner en marcha con el reclamo de una de las principales influcencers española, Dulceida. Yo sí me mojo: ¿y qué? Parece que el sector fotográfico anda revuelto porque, además, en el tribunal cuentan con reputados profesionales que se han prestado al espectáculo. Insisto: ¿y qué? Se trata de foto, sí, pero para candidatos a influencers, no para profesionales ni mucho menos para los grandes artistas. Solo es entretenimiento, como los programas de cocina.

Cargar con Puigdemont

Para muchos yo soy un mal abertzale porque critico a Carles Puigdemont y su estrategia. No sé qué pensarán esos de Marta Pascal, expresidenta del PDeCat, muy próxima a Artur Mas y muy crítica con las decisiones del president y la actual dirección, que no le planta cara. La entrevista a Pascal en La Vanguardia es para no perdérsela porque presenta a una política posibilista y pragmática, que sabe muy bien lo que se juega (ella misma ha sido investigada) y, precisamente por eso, cree que hay que empezar a dar pasos en otro camino, hacia la negociación, hacia los puntos comunes y hacia lo que es posible.

Pedro J. y el nuevo periodismo

Cuando Pedro J. Ramírez puso en marcha su digital, El Español, y comenzó con la campaña de captación de suscriptores, nos vendía su medio como una oportunidad, una cabecera libre de presiones empresariales, libre del peso del papel, libre de créditos y servilismos. El nuevo periodismo, por supuesto digital, llegaba a España de la mano del exdirector de El Mundo. Hoy, en su medio, además de las mismas conspiraciones que alentó en el papel, podemos leer noticias falsas como esta que publican en su división navarra: “Desvelan que Moncloa ya diseña la unión fiscal entre Navarra y País Vasco de cara a una futura anexión”.

Siniestra… Y facha

Rosa Puig, que se define en Twitter como historiadora, lanza en esta red social una pregunta sobre lo siniestra y reconocible que resulta la escenografía que utilizó Vox en su mitin de Barcelona: un fondo negro, dos cintas rojigualdas y un atril central en el que Ortega Smith gesticuló sin ningún tipo de reparo para regalar poses y fotos como la que rescata la propia Puig. La imagen es reconocible, es siniestra y es, básicamente, facha (no sabemos si buscado o no, claro). Pero no de ese “facha” que ha sobado la izquierda usándolo contra todo lo que no le gustaba, sino facha de verdad, fascista, para que nos entendamos.

La Junta de Andalucía ya comunica de otra manera

Todo servicio de community management necesita un rodaje, pero del mismo modo que antes podíamos ser permisivos con ciertos errores porque todos estábamos empezando, ahora ya conocemos los mecanismos y sabemos que, por muy nuevos que sean todos en el área de comunicación digital de la Junta de Andalucía, eso de sugerir que una birrita no es mala con un enlace a una noticia en un periódico desde una cuenta institucional, es un error. Un error que los responsables de esta comunicación no han mandado eliminar. Se ve que el estilo tuitero de los tres partidos que soportan el gobierno andaluz también se ha impuesto.

Así de sencillo

Los grandes problemas tienen soluciones muy complejas. Y en el caso de la eutanasia, cuyo debate se ha abierto parece que de un modo definitivo, por fin, la solución también será compleja, con debates, acuerdos, legislación, interpretaciones y juzgados, pero su enunciación es muy sencilla y cabe en un tuit como ha demostrado Juan Ignacio Pérez: “Ni sedación ni cuidados paliativos son alternativa a la eutanasia. Mi vida es mía o, si acaso, de mi mujer y mis hijos también. Si algún día decido dejar de vivir, espero que quien me ayude, si no puedo hacerlo solo, no tenga que asumir riesgo alguno por ello”.