La estafa sigue estando permitida

No voy a exigir a Alberto Garzón que sea el que demuestre que el gobierno del que forma parte es, efectivamente, de izquierdas, cuando esta semana hemos leído propuestas como congelar del sueldo a los funcionarios, ampliar la edad de jubilación o abrir la puerta de las universidades públicas a las empresas privadas. Pero manda narices que el líder de IU presente una herramienta que nos permita comparar precios de la luz y el gas de los distintos proveedores… Cuando lo que urge es que alguien meta mano al mayor atraco legalizado y permitido por los gobiernos españoles. Este, incluido.

La vara de medir española

Este gobierno español también puede demostrar que es diferente a los anteriores más allá de las formas (a la coalición me refiero) facilitando que se cumpla la sentencia de los asaltantes de la librería Blanquerna el 11 de septiembre de 2013: el grupo de ultras vinculados a la Falange y grupos similares fueron condenados a más de dos años de prisión después de que el Supremo rebajara la sentencia porque no hubo “discriminación ideológica” (¿entraron a la sede de la Generalitat en Madrid como podrían haber entrado al Centro Extremeño?). Algunos, además, han sido condenados por otros delitos ideológicos.

Abascal se empeña en dejarlo claro

Por un lado, me parece evidente que la extrema derecha no merece ni un segundo de emisión en los informativos. Tampoco en los de televisiones o radios públicas. Eso implicaría, lo sé, que podrían decir solo lo que quisieran (sin preguntas incómodas) en medios privados y afines. Por otro lado, sé que cada vez que hablan algunos de sus portavoces dejan claro lo que son, como Santiago Abascal, que quiso ratificar que, sí, comparó al actual gobierno democrático con la dictadura de Franco, ampliando el margen: “Es el peor Gobierno en 800 años”, afirmó el líder de Vox haciéndose un selfie precioso.

Internet se muere

Internet sigue creciendo, llena de mentiras, llena de violencia, llena de extremismos, llena de contenido que no pasa de ser basura digital… Pero también se muere: en Microsiervos han reflexionado sobre un fenómeno que los que pasamos muchas horas navegando hemos podido comprobar en carne propia: la cantidad de enlaces rotos, páginas desaparecidas y webs completas que vagan sin actualizaciones… Eso supone que en ocasiones se pierda contenido interesante. Y pone de manifiesto también la fragilidad de la gran red como repositorio y memoria de lo que sucedió, escribimos o hicimos.

¿Es útil un eléctrico?

El hilo de José Oscar Plaza sobre su viaje largo (de Tarragona a Almería) en un coche eléctrico (un Volskwagen Golf) es de los que hay que leer. No se trata de una revista comercial que hace pruebas en entornos medidos ni del catálogo del vehículo, se trata de la experiencia real de un propietario que planifica el viaje en función de los cargadores disponibles y las posibilidades del vehículo sobre la carretera (varios tramos a 80 por hora para no consumir demasiada energía, baterías que se recalientan y no cargan su máximo, etc.). Al final, 13 horas y media para hacer un recorrido que en un vehículo tradicional te lleva la mitad.

Punks del «no futuro»

Tengo mis columnistas de cabecera. Por ejemplo, en El Nacional, siempre leo a Iu Forn que, como buen analista de la actualidad, desentraña lo político (que en Catalunya es mucho) pero también lo del día a día: “Sin quererlo ni saberlo somos punks y estamos en el ‘no futuro’. No podemos planificar nuestra vida y estamos en permanente provisionalidad. (…) El debate público está en manos de incendiarios y de insensatos. Y de sectarios. (…) Gastamos una cantidad inmoral de energías intentando saber por dónde nos engañan y por dónde nos la han colado. Imposible saber qué es verdad y qué manipulación”.

Un señor de Sotosalbos

Javier Maroto tuvo el cuajo de decir esto en el atril del Senado: “No hay peor gobernante que quien quiere ocupar el poder a toda costa”. Tiene su gracia porque después de no lograr su escaño de diputado por Araba corrió a empadronarse en Sotosalbos, municipio segoviano de 130 habitantes, para colarse en el Senado por designación autonómica. Entonces, Maroto opina que alguien como él que se busca un sillón en Madrid a toda costa, ¿es un mal gobernante? Ya respondo yo: sí, estoy de acuerdo con la afirmación. Un buen político entiende cuándo y por qué no es elegido, y cuándo y por qué sí lo es.

Subiendo el nivel

Mientras Javier Maroto apostaba por hacer el ridículo en el Senado, Santiago Abascal demuestra que carece de ese sentido (el del ridículo) y, a cambio, la naturaleza le ha dotado con un superpoder: el de superfacha. Porque hay que serlo, y mucho, para hablar de “el peor gobierno de los últimos 80 años” y comparar al de Sánchez e Iglesias con la dictadura de Franco. Esto es, un gobierno de coalición fruto de una repetición electoral (a todas luces, innecesaria) con un régimen que resultó de un golpe de Estado dirigido por un caudillo tan cruel como de chiste que, seguro estaría muy orgulloso de Abascal.

¿Quién escribe eso?

Abascal usa el estrado del Congreso para intentar legitimiar una dictadura, España está llena de calles que recuerdan al generalísimo o a Primo de Rivera, y en los estadios de fútbol, antes del cierre, era habitual ver simbología franquista o nazi. Pero para el Abc son “escudos anticonstitucionales” los que se veían en algunos uniformes durante la jura del lehendakari Urkullu en Gernika. Los mismos uniformes y blasones, por cierto, estaban presentes cuando lo hizo Patxi López junto a militares, guardias civiles y miembros del PP. Pero en el diario de Vocento dedican ahora varias piezas a este tema porque se ve que importa.

La vergüenza del fútbol español

La que presumió de ser “la mejor liga del mundo” hace tiempo que ha sido superada por el brillo de Inglaterra y la seriedad organizativa de Alemania. Y si sigue así, el cartel de España como polo de atracción del fútbol (lo que supone mejores jugadores y más dinero moviéndose) va a seguir siendo percibido como decadente: una temporada más, el calendario lo tiene que marcar una juez después del último tira y afloja de Liga y Federación por el fútbol los lunes y los viernes. Todo esto, tras ver cómo el calendario ha podido ser dirigido con algunas coincidencias curiosas. Y el Athletic, una vez más, en medio.

¿Y si tenemos que teletrabajar?

No solo es lunes: para muchas y muchos es el primer día en el trabajo después de las vacaciones. Con la pandemia repuntando, no pocos menores pasarán parte del día con sus amamas y aitites hasta que empiece la ikastola. Y cuando el virus entre en los centros (que pasará, no por la ausencia de protocolos sino por la presencia de síntomas), tendremos que guardar cuarentenas familiares. ¿En qué condiciones? ¿Una baja? ¿Un falso teletrabajo? Y aunque todo vaya más o menos bien, ¿por qué no se ha iniciado la regulación del teletrabajo después de lo sufrido? El Congreso no está solo para contentar a las parroquias.

Esto es cosa de mayores

El regreso a ikastolas, colegios, centros de FP o universidades es un asunto serio, tanto que no podemos dejarlo en manos de los usuarios: son los adultos, desde la ministra a las amas y aitas, pasando por consejeros, técnicos, responsables y docentes, los que tendremos que decidir qué hacer. Así que la huelga de estudiantes sobra. Por completo. Solo faltaba que ellos decidan si van o no a las clases con todo lo que está costando, en recursos, en tiempo, en ideas o en desgaste, su regreso. Ojalá esta pandemia sirva para dejar de tener en cuenta opiniones no suficientemente formadas o claramente sesgadas.

Abascal, sobre Babieca

El titular en El Plural sobre cómo avanza la moción de censura de Vox no tiene desperdicio: “Vox incumple su promesa de poner un ‘candidato de prestigio’ para la moción de censura y elige a Abascal”. Sí, la idea del partido ultra abre la puerta a los chistes, las chanzas y la guasa. No puede ser de otra manera: la crisis sanitaria y económica es grave, y de igual manera que enfrentarse a ella no es una cosa de niños, tampoco es una cosa que hacer con fachas. La moción de censura dará a Vox una presencia mediática inflada, pero parece que van a tener que hinchar un globo tras otro para seguir teniendo relevancia.

50 millones menos para Hacienda

Ada Colau ha recibido muchas críticas por pedir públicamente a la junta directiva del FC Barcelona que trate de retener a Leo Messi en la ciudad y el club. Pero yo entiendo a la alcaldesa: Leo Messi no solo dejará un agujero futbolístico a su equipo, también era un reclamo añadido a la ciudad (sí, lo era, que no se pongan estupendos los de los recorridos culturales), una fuente de ingresos (desde los llaveros en los quioscos a las visitas al campo) y también un recurso de recaudación: de los 100 millones que el Barça le pagaba de sueldo, la mitad iban a Hacienda. Y el efecto dominó no ha empezado aún.

¿Pagaríamos más por ello?

El sueldo astronómico de Leo Messi se justificaba en la cantidad de gente dispuesta a pagar por merchandising del FC Barcelona, ver los partidos en televisión o entrar en el campo. En que la gente pagaba por verle o tener algo suyo, en resumen. Del mismo modo, si un músico de una banda de cinco componentes cobra, después de todos los gastos, 80 € por 8 millones de escuchas de un tema suyo en Spotify es porque no pagamos más por hacerlo. ¿Estamos dispuestos? Esa pregunta es extensible a todos los servicios “gratuitos” on-line, empezando por las páginas webs de periódicos como este, por supuesto.

Nos lo merecemos

Si las distribuidoras acceden a la petición de los más mojigatos de retirar obras antiguas que, vistas hoy, pueden resultar racistas o sexistas, es evidente que todos habremos dado un gran paso atrás. Otra opción es que películas, representaciones o novelas sigan en los catálogos pero nos adviertan de su contenido, como a niños. Miguel Ángel Vivas proponía en Twitter esto con lo que estoy muy de acuerdo: “Yo solo espero que esos carteles al principio de las películas terminen diciendo: ‘Si hubieras estudiado y no fueras tonto, no tendríamos que poner este cartel, pero como eres tonto, te lo explicamos’”.

Prefiere a Abascal

Entre los que nos quieren censurar obras escritas en otros contextos y las que se definen como feministas pero niegan a las mujeres transexuales su condición de mujeres que sufren discriminación (en su caso, doble discriminación), en 2020 estamos sosteniendo debates terriblemente chorras. Lo peor es que entre quienes quieren sustraer a las transexuales su condición de mujeres hay varias socialistas, la escritora J. K. Rowling y la tuitstar Barbijaputa, que llega a decir: “Prefiero mil veces a Abascal diciendo las cosas claras que a estos misóginos disfrazados de feministas”. Pues eso, que prefiere a Abascal.

Esto también es violencia

En Irlanda del Norte aprendes rápidamente que la violencia no es solo directa: la población irlandesa fue avasallada y minorizada por los colonos ingleses. Y todavía hoy hay un muro que divide ambas comunidades. En el fútbol, el Derry, equipo de católicos, pidió jugar en la liga irlandesa por la violencia directa, precisamente, que jugadores y aficionados sufrían en cada desplazamiento. Hoy solo queda el Cliftonville como equipo católico en la Premiership. La mayoría son equipos protestantes que siguen abusando: el Linfield llevarán en su segunda camiseta los colores de una brigada paramilitar unionista, la UVF.

Ahora hay un pez más grande

La salida del Athletic de Maite Oroz y Damaris Egurrola me ha trasladado al pasado, sobre todo cuando he leído algún argumento como que hay que comprender que en el fútbol femenino para progresar sí hay que cambiar de equipo. Estamos viendo en la Liga Iberdrola lo que vieron nuestros abuelos en la Primera División hace medio siglo: equipos casi amateurs que se enfrentan a las grandes empresas de las grandes ciudades. Los primeros avanzarán lentamente y siempre irán por detrás. La diferencia es que ahora sabemos lo que pasó y no podemos permitir que se repita. Ojalá a Egurrola y Oroz no les vaya bien.

Gracias por todo, Pau

Empecé la semana despidiendo a la persona más amable que nadie se ha topado nunca en una empresa tecnológica y la termino recordando a Pau Donés, que también nos ha dejado. Donés ha dado ejemplo de cómo vivir con cáncer, pero antes de enfermar supo superar el éxito de “La Flaca” para convertir Jarabe de Palo en una banda a la que llevamos escuchado más de veinte años. Así, ha sido siempre un ejemplo de cómo plantar batalla con alegría al mercado y la vida. O la muerte. La Flaca, para toda una generación, la mía, es la banda sonora de aquellos veranos de finales de los 90. Gracias por todo, Pau.

Un ataque fascista

Han señalado la puerta de la casa de Idoia Mendia con pintura roja y le han dejado mensajes llamándola “asesina”. Es decir, la secretaria general de los socialistas vascos ha recibido un ataque fascista, a todas luces. Un ataque precedido de otros como la quema de un cajero o las pintadas en batzokis, casas del pueblo o una sede de Podemos. Los que decían que “solo son pintadas” o los que directamente callaban ahora saben que eran el inicio de una escalada, así que sus intentos de restar importancia a algo que ha acabado teniéndola (y puede que todavía no haya acabado) les retratan hoy más que nunca.

¿Quién les ha cebado?

Los que atacaron el domicilio familiar de Idoia Mendia no han aparecido de la nada, no son unos marcianitos que han bajado de un platillo volante. Todos sabemos de dónde vienen y a quién votarán el 12-J. Maddalen Iriarte no quería quedar como la candidata que no condenase el ataque a una “compañera”, pero ahora viene lo difícil:¿Va a hacer una campaña decidida para expulsar al fascismo de sus filas y renunciar a esos votos? ¿Por qué esta es una línea que marca la diferencia para Iriarte, porque le obliga a manifestarse o porque le parece realmente mal? ¿Y el ataque en Lakua y Olarizu de ayer? ¿Y todos los ataques previos?

No aprenden

El ataque a Idoia Mendia es una fascistada, igual que todos los ataques a domicilios de políticos o empresarios vascos hasta la fecha; y los escraches a los miembros del actual gobierno español están mal, igual que los escraches que hacían a miembros de otros gobiernos. Todos lo están, no solo los que tienen un tipo de objetivo político. El que no tenga claro eso, malo. Así que la amenaza velada de Pablo Iglesias, avisando de que el escrache frente a su chalet puede producirse más adelante contra Ayuso o Abascal no ayuda a resolver el problema, al contrario. Ningún ataque estuvo bien nunca.

Otra fascistada

Exactamente igual que Santiago Abascal sigue animando las manifestaciones de los pijos de derechas de Madrid, escraches incluidos, el silencio o los intentos de restar gravedad a los ataques físicos en Euskadi (quema de un cajero, pintadas en espacios públicos o privados), animan a que los fascistas de aquí acaben haciendo lo que siempre han hecho. Estamos hablado todo el rato de lo mismo: de tener claro que cada ataque cuenta pero en negativo, que debe censurarse sin dudas y atajarse controlando en vez de cebar, de no jugar a medias tintas o a no tener nada que ver con la violencia.

El odio se alimenta

El odio se trabaja. Se puede trabajar en el sentido adecuado, que es reduciéndolo, o en el equivocado, que es generando más. Durante esta crisis sanitaria y económica, ya lo he escrito varias veces, unos cuantos han aprovechado el confinamiento para generar cabreo. Cuanto más cabreo, mejor. Y algunos de esos enfados se han convertido en odio, sobre todo en aquellos acostumbrados (y animados) a odiar. En la desescalada estamos recogiendo, aquí y allí, los frutos de ese confinamiento perverso. Antonio de la Torre lo expresaba gráficamente: “Madre mía, cuanto odio hay en Twitter últimamente. Qué barbaridad”.