Un post extraordinario

El post de Juan Ignacio Pérez, “Vidas fútiles”, es extraordinario. El exrector de la UPV/EHU recuerda que estar de acuerdo con las medidas de ahorro y cumplirlas es algo lógico y correcto, pero que el sistema perverso en el que vivimos, al mismo tiempo, nos obliga a consumir para que la rueda económica (y con ella, la de los impuestos y los servicios sociales) no se detenga. “Estamos atrapados en una noria en la que somos el ratón” es una realidad incontestable. Tanto como esta otra: “Se trata de vivir”, pero la tensión entre lo económico, lo solidario y lo que necesitamos (dejar de despilfarrar) nos impide hacerlo.

No, no es “la derecha”

Me da igual que el PP suba. Me da igual que el PSOE y Podemos se la peguen. Me da igual que Ciudadanos desaparezca. Me da igual que PNV y Bildu puedan sumar 11 escaños en el Congreso si las elecciones se celebrasen hoy, según Vozpópuli. Lo que más me preocupa de la noticia es el titular que han usado en el digital: “El efecto Feijóo y el aguante de Vox disparan a la derecha a los 188 escaños”. Vox no es “la derecha”, y naturalizar y cepillar la suma de ambas opciones beneficia especialmente a la fascistada y, a corto plazo, al PP. Quien escribe, quien valida, quien publica y quien tuitea este titular deja claro qué es.

Sí son terroristas

Del mismo modo, quien se presenta armado y organizado para atemorizar deja claro lo que es: “Simpatizantes de Trump armados se reunieron afuera de la oficina del FBI en Phoenix, Arizona, después de lo que llamaron la búsqueda ‘ilegal’ en Mar-a-Lago, residencia del exmandatario” (CNN). Son terroristas que pretenden infundir miedo con sus armas de asalto compradas legalmente junto a munición como para empezar una guerra contra cualquier muestra de inteligencia. Es evidente que EE.UU. tiene un grave problema, y nuestra dependencia hacia el gigante del Oeste hace que también lo tengamos.

Esto también es lo que parece

Podíamos esperarlo y ha sucedido: después de que en Podemos hayan señalado desde su origen a periodistas con nombres y apellidos, en redes sociales pero también en otros formatos (una práctica, por cierto, muy bien replicada por Bildu y Vox), ahora sabemos que el primer gobierno en el que están las y los de Belarra “podrá multar a periodistas por publicar secretos salvo que los jueces los protejan. La nueva ley de secretos oficiales fija sanciones de hasta tres millones de euros por difundir documentos clasificados” (El Confidencial). La puerta que se ha abierto es de esas que te llevan a un pasillo negrísimo y terrorífico.

Es excesivo

No voy a hacer leña del árbol caído esta semana: bastante tiene Borja Escalona con aguantarse a sí mismo y cargar con su propio victimismo. El youtuber ha tenido que abrir otro canal porque la plataforma le ha cerrado aquel en el que se pitorreaba de una camarera en un vídeo con el que provocaba una serie de críticas virtuales tan negativas como falsas a un local de hostelería. Todo por no pagar una empanadilla. Ahora, sin canal y con una denuncia del bar (después de que publicase otro video asegurando que “que todo estaba pactado”, según Faro de Vigo), Escalona cree que el bullying que sufre es excesivo. Y estoy de acuerdo.

Esto no va así

Luis Rubiales contrató a una agencia de detectives para que siguieran al subdirector del diario El Mundo y, así, saber quién era la fuente que Esteban Urreiztieta manejaba. Por lo que parece, el presidente de la RFEF no consiguió su objetivo, pero ahora sí se lleva el escarnio de parecer un tipo con actitudes mafiosas que no se entera de qué van las garantías que aseguran el derecho a la información. Y de propina, la demanda del periódico, que defiende a su empleado. Pero no es el único: en el lodazal de Twitter hay políticos que llevan años señalando a periodistas que no les gustan, al más puro estilo Rubiales.

Que alguien avise a Belarra, por favor

“Belarra contra Sánchez: ‘No se perciben objetivos políticos claros en la coalición’”, leo en El Independiente y, rápidamente, pienso en que estaría bien que alguien con mucho tacto (es decir: no sirvo yo) avise a la secretaria general de Podemos de que ella también forma parte de ese gobierno de coalición, que es la máxima representante de uno de los dos partidos y que algo tendrá que decir también sobre los objetivos de la coalición. ¿O el único objetivo de ambos partidos es sobrevivir y llegar a la siguiente curva del camino para ver qué viene después y cómo lo sortean? Porque es lo que parece desde hace mucho tiempo.

Ser concejal de Vox

Si un partido pierde casi la mitad de sus concejales en tres años, sin que medien elecciones municipales, y pese a que ese partido haya alcanzado su mayor cota de poder (el gobierno de coalición en Castilla y León), algo va muy mal en ese partido que, evidentemente, es Vox. En la pieza de El Español que ha llegado a Menéame hablan del férreo control sobre cualquier acción o comunicación municipal y de la imposición de mociones pensadas a nivel nacional, para explicar la salida de concejales (más de 200 de un total de 530) que, en su día, accedieron a representar a la ultraderecha en sus propios municipios. Ahí es nada.

Otra burbuja

Me sorprende ver la naturalidad con la que la juventud, tan preocupada por la precarización del mercado laboral al que acceden, no tenga ningún reparo en participar de esa precarización contratando servicios de envío de comida rápida por medio de “riders”. Una precarización que se autoalimenta y que, además, es un artículo de lujo, realmente (no lo puede ser menos tener esclavos por momentos): en Xataka encontramos una especie de revolución de algunos restaurantes que ofrecen precios más bajos e incluso descuentos cuando el pedido de comida es directo, sin pasar por esas apps que tanto, tanto daño hacen sin que lo parezca.

¡Es mi oportunidad!

He llegado a una edad en la que puedo leer tantas novelas al año de autores a los que conozco como clásicos de la literatura. Simplemente, mis coetáneos que soñaban con escribir han acumulado sabiduría, experiencias y contactos para hacerlo, y admiro a todos ellos. Cuando les leo pienso que mi mayor miedo si lograse escribir una novela (algo para lo que no estoy capacitado) es que me leyesen. Pero después de leer la pieza en Magnet sobre las cifras de ventas de libros he encontrado consuelo: “el 86% de los títulos que salen venden menos de 50 ejemplares al año”. “Solo el 0,1% vende más de 3.000 copias”.

Y a mí, ¿qué?

Me da igual con quién y cómo folle Santi Millán siempre que la persona (o personas) con la que lo haga esté de acuerdo. No soy nada morboso, no me interesó el vídeo de Olvido Hormigos ni ninguno los que se “viralizaron” después. De hecho, me incomoda ver a gente pasarlo mal o en su intimidad. Ni siquiera soy capaz de leer el “Libro de familia” de Galder Reguera porque me parece asomarme a una historia que, aunque esté publicada, no me corresponde. Así que sobre el vídeo del actor que, al parecer, rula por ahí, solo diré esto de Público: “Aquellos que lo han compartido por redes sociales pueden enfrentarse a penas de cárcel y multas elevadas”.

Hay que saber irse

La desaparición de Ciudadanos en el parlamento andaluz conlleva la desaparición de una estructura laboral completa. Entre los que perderá su empleo está Adrián Angui, jefe prensa del partido naranja en la cámara, que se ha despedido en Twitter de una manera envidiable: agradecido y asegurando que todas las decisiones que tomó fue pensando en el partido, por encima de las personas que en ese momento estuvieran al frente. Ni con esas les ha ido bien, es evidente. La política es dura, va por ciclos y al final de uno de esos ciclos alguien se queda fuera, siempre. Saberlo, como Angui, es muy recomendable.

Olona no sabe

Macarena Olona no sabe si se quedará como portavoz de su partido en el parlamento andaluz, precisamente, o volverá al Congreso, donde no se ha dado de baja como diputada. Ella misma argumenta que “soy hija de Dios y no puedo asegurar cuáles son sus designios” (República). Vamos, no solo parecía una iluminada con sus fotos: realmente cree que lo es. Pero no será Dios quien tome la decisión, sino los mismos que tomaron la de llevarle al frente andaluz, retirarle de la campaña sobre la marcha y volver a meterla para ampliar el desastre. Con todo, casi medio millón de personas ha votado a un partido facha con una candidata temeraria.

La izquierda sí celebró

La izquierda española sí tuvo motivos para la celebración el lunes: “A lo importante, al turrón, a las cosas de comer… Que hoy la izquierda tiene que celebrar la victoria de Gustavo Petro en Colombia. Así que todo OK”, tuiteaba Josu Eguren con bastante tino. Mientras en Andalucía los partidos de izquierda, divididos en dos marcas y con Podemos fuera de la principal agrupación por culpa de su propia estrategia, se deshacen entre los dedos, en España eso no iba con los principales prescriptores del espacio político, que jaleaba el giro en Colombia (donde, como en todos los sitios, cualquier opción es mejor que la extrema derecha).

El hambre como estrategia

Juanjo Prego lleva un resumen diario de la invasión rusa sobre Ucrania. El de ayer era así de explícito: “Buenos días. Hilo del día 118 de la guerra entre Rusia y Ucrania. Kiev resiste. Margarita Simonyan os da los buenos días deseándoos que en breve paséis hambre… Y así todos serán amiguitos de Rusia”. Simonyan es una de las responsables de Rusia Today y, según por lo que parece, del aparato propagandístico de Putin para justificar su invasión. En plata: es la que prepara la papilla que los prorrusos del mundo se tragan sin pestañear. Y ha hablado del hambre como medida de presión para que los países del Este apoyen a Rusia.

Una hostia como un piano

Juanma Moreno ha pegado una hostia electoral como un piano. Es así de sencillo. Una vez más, me he equivocado en mis previsiones: no pensaba que el PP pudiera obtener una mayoría absoluta en un parlamento, como el andaluz, en el que convivirán cinco partidos (Ciudadanos ya no cuenta ni contará). Pero así ha sido: la moderación, el conocimiento del terreno y, sobre todo, la elección del enemigo, han sido claves para la victoria de Moreno. El PP no se enfrentó a Vox, ni al PSOE, y omitió a la izquierda. El PP se enfrentó al momento, a la crispación y al mito de la Andalucía socialista. Y ha ganado de calle.

“Gracias a mis compañeros”

Imagino que el de ayer habrá sido un día muy difícil en el PSOE. No solo por la derrota, también por lo que va a significar: los de Sánchez sacaron a Susana Díaz de la ecuación y el resultado ha sido desastroso. No solo para ahora: el futuro de una comunidad que ha demostrado que no es de voto socialista, sino de voto cautivo, se tiñe de azul. La derrota ha sido absoluta y, tras una de estas, ya sabemos cómo se las gastan los del puño y la rosa, y en Andalucía, con todas esas circunstancias que todas y todos podemos ver, la lucha fratricida puede ser especialmente cruenta y salpicar mucho.

El book de Macarena

Macarena Olona no podrá completar su book andaluz. Le va a faltar la imagen de la celebración. No pasa nada: vestido verde, mantilla, noche sureña y, venga, a por la foto. ¿Que el resultado ha sido bastante peor que el esperado? ¿Que Olona ha restado más que ha sumado? ¿Que el PP no depende de Vox? En el mundo de Macarena todo se arregla con un posado y una frase hueca: “Te voy a querer cada día. Tú sacas la mejor versión de mi misma. Lo mejor empieza ahora. ¡Gracias Andalucia!” (sic). La falta de esas tildes y la coma del vocativo es como la de los escaños que no llegaron: fastidia pero no impide la foto.

“Urgente”

Según Podemos, el mismo domingo, en los colegios electorales “muchas personas preguntan cuál es la candidatura en la que está Podemos. Estamos dentro de ‘Por Andalucía”. El tuit es el reconocimiento de un fracaso previo al de los propios resultados. La candidatura de Por Andalucía salió coja en la carrera por la estrategia de los morados que impidió el acuerdo a tiempo. No solo es que Podemos se quedó fuera, es que sacó del tablero a la agrupación electoral en su conjunto con su ya famoso juego de tronos. Y el día de las elecciones, las urgencias. Y el día después, el luto. Y el siguiente, las excusas.

Pues ya puede germinar rápido…

Vuelvo al principio: la clave en las elecciones andaluzas ha estado en el enemigo que ha elegido cada partido. El PP, las discusiones. El PSOE, a sí mismo. Vox, sus propias expectativas. Y Por Andalucía y Adelante Andalucía, el uno al otro. Teresa Rodríguez, la líder que quiso encontrar el espacio alternativo a Podemos, ha convertido a su partido en el último del parlamento andaluz después de que Ciudadanos haya desaparecido del todo. Habla Rodríguez de una izquierda “andalucista, feminista y ecologista”. Una vez más, grandes temas. Una vez más, perfil ante otras izquierdas. Una vez más, una izquierda empequeñecida.

Con «z» de «fascista»

Ya sé que “fascista” no lleva “z”, pero escribir “zopenco” es quedarme corto para quien pega pegatinas con la última letra del abecedario para “atacar la oficina Ucrania-Euskadi en Gasteiz”. El director de Migración y Asilo del Gobierno Vasco era quien lo denunciaba en Twitter con este mensaje: “Una vez más los autodenominados antifascistas en Euskadi, muestran su patita”. El propio Xabier Legarreta sentenciaba con lo más obvio, que es lo que hay que repetir ante quien no distingue entre víctima y Putin: “No sé cuántos fascistas hay en Ucrania, si los hay, no están refugiados en otros países”.

O con “v” de “Vox”

El discurso de Giorgia Meloni durante un acto de Vox en la campaña andaluza recordaba, palabra por palabra, y en el tono, a los del fascio italiano. Su partido, Fratelli di Italia, por supuesto, ocupa el espacio entre la derecha y el abismo en aquel país. Pero en la cuenta de Niporwifi, una vez más, hemos encontrado un hilo estupendo sobre la mafia, relacionado, precisamente con este partido, al que llaman en Calabria “Fratelli di Ndrangheta” por las reuniones entre representantes de la agrupación y capos que terminan con detenciones, o las condenas por pagos de campañas, además de varias investigaciones periodísticas.

Pues así van

Después del segundo debate de la campaña andaluza tengo las mismas sensaciones que después del primero: el formato está agotado y solo sirve para mostrar evidencias. Pero en esta ocasión, además, he encontrado una estupenda crónica, por atrevida: la de Santiago Martínez-Vares en El Plural. En ella se cuela, casi como sin querer, estas pinceladas que retratan algo más que el debate: “Nadie entendía a Olona. Teresa y Marín bromeaban. Nieto intentó aterrizar el debate de nuevo, bastante ligero ya, al que le faltaban unas cañas. Cualquiera diría que estaba en juego el futuro de Andalucía”.

Y así vamos

El presidente de la Federación Española de Asociaciones de Trabajadores Autónomos denunciaba en Twitter la situación de un segmento muy heterogéneo, tanto como significativo: “El número de bajas de autónomos en mayo creció un 36,2% más que el mismo mes de 2021. 12.876 bajas de autónomos más que reflejan la delicada situación que viven los autónomos en el contexto socioeconómico actual y que muchos no resisten al incremento de precios y costes que sufren”. España está creciendo a varias velocidades y muchas y muchos pueden (y podemos, también en Euskadi) quedarse atrás.

Una economía sin sentido

En esta misma columna llevamos años alertando de los diferentes riesgos de las criptomonedas. El principal, lo mucho que se parecen a una estafa piramidal. Pero no el único: la cantidad de energía necesaria para crear de la nada algo que también es la nada resultaba bastante inexplicable. Hoy, además, es un lastre: “En muchos países del mundo la energía es tan cara que minar Ethereum es igual a pérdidas económicas, hasta el punto que es más rentable comprar criptomoneda que pagar la factura de la luz y la sustitución de GPUs”. Y avisa: “Pronto Bitcoin seguirá un camino similar” (El Chapuzas Informático).