En una reciente entrada comenté que iba a volver a Galicia y lo he hecho del 15 al 23 de julio. Ante todo he pensado en la seguridad, así que el objetivo escogido fue debido a la baja tasa de contagios, el buen clima y la excelente gastronomía. Eso sí, excluí la primera etapa en Viveiro debido a la situación en A Mariña. Como este año casi seguro que no viajaré en avión (por cierto todavía Lufthansa no me ha devuelto el importe del vuelo a Atenas en marzo), decidí alojarme en Paradores, cosa que hacía tiempo que no utilizaba. Debido a su alta ocupación y a la temporada altísima en Galicia, los precios han sido desorbitados, pero que se le va a hacer, Me parecía el lugar más seguro para alojarnos, además de darnos un capricho. Las medidas de seguridad han sido increíbles: desinfección constante, mucha amplitud y turnos para desayunos y cenas. La segunda medida ha sido evitar los habituales lugares en los que se concentra la gente. En resumen, hemos pasado dos noches en el Parador de Muxía, cuatro en el de Cambados y dos en el de Baiona. Un acierto.
630 km separan Leioa del Parador Costa da Morte, emplazado junto a la bella praia de Lourido, cerca de Muxia. Es un edificio de nueva planta y arquitectura contemporánea, que se desarrolla en varios niveles adaptados a la topografía de la ladera natural, con espectaculares vistas al mar. El más moderno de los Paradores, inaugurado el 25 de junio, está construido en terrazas con varias cubiertas vegetales. Diseñado por el arquitecto gallego Alfonso Penela, cuenta con una pequeña piscina, un excelente restaurante y dos ascensores inclinados que parecen sendos funiculares. Lástima de que aunque tuvimos unos días muy soleados, el fuerte viento hizo que no pudiéramos disfrutar ni de la terraza de la habitación, ni de la piscina.
16 de julio. Nos dirigimos al Cabo Vilán que, aunque lo vemos desde el Parador, dista 28 km ya que hay que bordear la ría do Porto. Sobre un promontorio de más de cien metros se alza un imponente faro, el primero electrificado de España (1896), cuya luz alcanza 96 km. El edificio anexo alberga salas de exposición y el Centro de Interpretación de los Naufragios de la Costa da Morte. Pensábamos caminar por la costa, pero el fuerte viento tiró a mi mujer, así que optamos por ir a tomar algo a Camariñas, donde nos sorprende que no se haya suspendido la procesión de la Virgen del Carmen. La verdad es que no hay aglomeraciones, así que saco unas fotos de los músicos y del barco que llevará a la Virgen, pero por si acaso no nos quedamos a la procesión y regresamos a Muxia.
Cuando terminamos de comer en Muxia, vemos que están saliendo del puerto los barcos de la procesión marítima de la Virgen del Carmen, que regresa a Camariñas. Tras tomar el café nos dirigimos a la Punta da Barca, un lugar lleno de encanto donde hay un pequeño faro y el santuario da Virxe da Barca. En la costa granítica hay dos emblemáticas rocas, la archifamosa Pedra de Abalar y la Pedra dos Cadrís. También subimos al mirador Jesús Quintanal, que cuenta con una curiosa escultura. Al día siguiente, antes de abandonar Muxia, nos desplazamos hasta el faro de Touriñán, distante tan solo 14 km del Parador, levantado en 1898 sobre los acantilados de Gaivoteira, en el punto más occidental de la España peninsular, más que Finisterre. Aquí si que podemos caminar un poco por las zonas no expuestas al viento.
17 de julio. 127 km separan el Parador Costa da Morte del de Cambados, en el que pasamos cuatro noches. En hora y media de viaje hemos pasado de los 21 grados de Muxia a los 37 que tenemos a nuestra llegada, así que optamos por pasar la tarde entre el aire acondicionado de la habitación, la sombra próxima a la piscina o el fresco patio interior. El Parador de Cambados ocupa el antiguo Pazo de Bazán, una elegante mansión solariega. Debido a la atención y simpatía del personal, nos hemos sentido como en casa, disfrutando de la gastronomía local y de unos buenos vinos Albariño y Ribera del Duero.
Capital del Albariño, Cambados es una preciosa y monumental población de la comarca de Salnés. Como tenemos cuatro días, la fuimos recorriendo a plazos, cuando el calor no apretaba. El lugar más emblemático es la plaza Fefiñáns, presidida por el pazo renacentista (siglo XVI), del mismo nombre. A ella también se asoma la iglesia de San Benito. Más tarde nos acercamos a la Casa Consistorial y recorremos los dos cascos antiguos, en los que aprovechamos para tomar algo o comer, mientras pasamos junto a elegantes pazos y numerosas esculturas urbanas. El último día, antes de marchar aprovechamos la fresca para caminar hasta las ruinas de la torre de San Sadirniño, deteniéndonos previamente en la zona de pescado del mercado, cuando todavía había poca gente.
18 de julio. No lo teníamos previsto, pero trasteando por Internet, mi mujer encontró una buena propuesta para realizar en un día caluroso. Se trata del PR-G 170 o Ruta da Pedra e da Auga (Ruta de la Piedra y del Agua), que parte de la cercana rotonda VG-4.2, en el concello de Ribadumia y concluye, tras 7 km de marcha, en el monasterio de Santa María da Armenteira. En un kiosko situado junto al aparcamiento de la salida, nos facilitaron un mapa con el itinerario, muy bien marcado, una antigua vereda que daba servicio a los molinos (muiños en galego), también utilizada por los romeros. La pista que luego se convierte en sendero, discurre paralela al río Armenteira, pasando por una treintena de molinos. En su primer tramo hay un área recreativa y la Aldea Labrega, que reproduce la vida cotidiana de un pueblo de la Galicia de principios del siglo XX. El camino resulta muy sombreado y en su tramo final, el de más pendiente, el río forma varios rápidos y pequeñas cascadas. Es la ruta utilizada habitualmente por Mariano Rajoy cuando pasa sus vacaciones en la zona. Y una cosa buena, al llegar, frente al monasterio, se encuentra el bar O Comercio, donde repusimos fuerzas. Para el regreso optamos por llamar a un taxi de Cambados. Por si os sirve os dejo el contacto: Santiago Pérez (tel 686 486 145). Fue muy legal y atento, además de proponernos una ruta para el día siguiente.
Domingo, 19 de julio, día caluroso y fecha en la que empieza a ser obligatorio el uso de mascarillas en la vía pública en Galicia. Siguiendo los consejos del amigo taxista nos desplazamos 23 km hasta el Parque Natural del río Barosa, accesible desde la N550 entre Pontevedra y Caldas de Rei. Aunque en los paneles proponen un itinerario circular subiendo por los molinos que hay junto a la cascada, esto no es posible, teniendo que realizar la primera parte de la ruta por el lado izquierdo, de ida y vuelta, entre los Muiños de Abaixo y el puente San Breixo, pasando junto a varios molinos. Aquí comienza el segundo tramo, este si circular, hasta el puente de Bua, bordeando el río, que proporciona hermosos reflejos. Al completar el círculo nos detenemos a tomar un Albariño en el Muiño de Valerio, que también da comidas. Al regresar al punto de partida paramos de nuevo en las cascadas (fervenzas de Barosa), de 30 metros de caída, muy concurridas como piscinas naturales por la gente que acude a pasar el domingo y realizar una comida campestre. Esta ruta es muy sencilla y sombreada. En primavera tiene que resultar espectacular contemplar las cascadas que ahora llevan poca agua.
20 de julio. Hace dos años recorrimos el sendero de Pedras Negras, en O Grove, regresando a esta península para conocer nuevos lugares, eligiendo primero el castro marítimo Adro Vello, distante 22 km de Cambados. De aquí parte la ruta de Adro Vello (PRG-115), un sendero circular de poco más de 3 km, fatalmente señalizado. Primero discurre bordeando las playas de Carrero y Area Grande, para luego pasar a una zona rural del interior, teniendo que caminar por carreteras y pistas poco transitadas para regresar al punto de partida. Nuestro siguiente destino está a tan solo 6 km. Se trata del miradoiro de Con da Hedra, al que accedemos por un cómodo camino para disfrutar de un entorno de hermosas rocas de granito. Cerca del aparcamiento hay una granja de vacas cachenas, que cuentan con enormes y puntiagudos cuernos. Concluimos los paseos a tan solo 2 km, en el miradoiro de A Siradella, para contemplar la famosa Pedra Cabaleira, enorme roca granítica, y una fantástica vista sobre A Lanzada. Para comer hemos elegido O Grove, población que parece desolada cuando en estas fechas suele estar abarrotada. Son los efectos del COVID.
21 de julio. Tenemos un corto viaje de tan solo 82 km para trasladarnos hasta el Parador de Baiona, en el que pasamos las dos últimas noches. Ocupa un edificio construido en el interior de la Fortaleza de Monterreal, con unas espectaculares vistas sobre las islas Cíes. Cuenta con piscina, cafetería y dos restaurantes, en los que disfrutamos de la excelente gastronomía gallega (el pulpo lo bordan). Se pueden realizar sendas rutas, de unos 3 km, recorriendo tanto el perímetro exterior de la fortaleza, como sobre la muralla que rodea el recinto interior del Parador, contemplando las torres, puertas, baterías, baluartes y restos de otras edificaciones. La construcción más destacada es la Puerta Real, del siglo XV. También son dignas de mención las torres del Reloj, del Príncipe y de la Tenaza.
22 de julio. En las cascadas de Barosa coincidimos con una persona de El Rosal que había ido allí a pasar el día, que nos recomendó ir a su municipio para realizar la Ruta dos Muiños do Folón e do Picón (PR-G 94), distante 32 km de Baiona. La ruta tiene 3,5 km recorrido por los molinos del Picón y del Folón, declarados Bienes de Interés Cultural. Os recomiendo iniciar la ruta desde el centro de información, que estaba cerrado, siguiendo el curso del río Folón hasta contemplar el primer grupo de 8 molinos superpuestos a los que hay que ir subiendo por unas losas en forma de escalera con mucha pendiente. Cuando crees que has terminado, aparece otro grupo de 14 molinos, así que hay que seguir subiendo. Realizamos una travesía en horizontal y descendemos más suavemente pasando por los 14 molinos de Picón, dispuestos en zig-zag. Hace mucho calor y no hay casi sombras, así que hemos sudado mucho en este lugar que me ha gustado mucho pues nunca había visto algo similar. Es mejor realizar esta ruta en primavera, pues los molinos están rodeados de pequeñas cascadas. Ya que estamos a poco más de 10 km, nos dirigimos al Castro de Santa Trega, situado sobre la población de A Guarda, un lugar que me encanta y que forma parte de los “10 lugares únicos de Galicia”. Llegó a acoger a 5.000 personas en el siglo I aC. Finalmente subimos a lo alto del monte Santa Trega, donde hay un par de bares y una ermita, además de poder disfrutar de una magnífica vista de la desembocadura del río Miño, fronterizo con Portugal.
Aprovechamos que estamos a poco más de 30 km para cruzar la frontera y dirigirnos a la vecina Fortaleza de Valença para hacer alguna compra. Qué tristeza da ver este lugar, siempre tan concurrido y ahora prácticamente vacío. Antes de llegar a Tui nos hemos detenido a comer el menú del día en un sitio digno de citar, el restaurante Novo Arroio, situado al borde la carretera, donde se come bien por 9 euros, así que está siempre a tope. A media tarde regresamos a Baiona. El 23 de julio tenemos 695 km por delante para regresar a Leioa.